Me flipan las ediciones de Libros del Asteroide. Me gusta el formato, el tamaño, los colores de las portadas, los dibujos que las ilustran, las florecillas que decoran las portadas por dentro y me encanta llegar al final y encontrarme una cita y un bonito agradecimiento por parte de la editorial “Desde Libros del Asteroide queremos agradecerle el tiempo que ha dedicado a la lectura de Las crónicas de la Señorita Hempel. Esperamos que el libro le haya gustado y le animamos a que, si así ha sido, lo recomiende a otro lector”. Me parece un bonito detalle y me molan los detalles y además...casi siempre me gustan los libros de esta editorial.
Todo era bonito entre Libros del Asteroide y yo. Teníamos una relación estupenda…incluso en mi caótica biblioteca tenía una balda reservada para sus libros. Son de colores y molan mucho todos juntos. Los miro y suspiro con satisfacción.
Todo era idílico hasta que ha llegado la tal señorita Hempel. Lo sentía antes de empezar a leerlo. Por fuera era como todos lo de Asteroide, atractivo, apetecible, sugerente…un libro al que apetece meter mano enseguida. Apoltronarse, zambullirse en su lectura y disfrutar. Pero con este había algo que chirriaba…una especie de señal...pero decidí ignorarla, a lo mejor estaba teniendo un ataque absurdo de instinto lector.
Decidí pasar por alto del horrible color mostaza pocha.
Decidí pasar por alto de la ilustración con una petarda con moño, falda de tweed, zapatos con pulserita y brazos cruzados sujetando tetas.
Decidí pasar por alto esta horripilante frase de la sobrecubierta “Una de los veinte mejores escritores norteamericanos de menos de cuarenta años según la revista The New Yorker”
Decidí pasar por alto de las elogiosas frases de la contraportada “Leer esta historia de amor es un placer. Es capaz de trasladarte en una misma frase del ingenio y la hilaridad a la desesperación y la pena más desgarradoras” ( J. Franzen). O “Un libro maravilloso de esos que nos regalan una sabia mirada sobre la vida diaria” (Los Ángeles Times)
Pasé por alto todo eso porque dije “es de Asteroide no puede ser malo”.
Lo único bueno que tiene Las crónicas de la Señorita Hempel es lo que he contado en el primer párrafo. Todo lo que viene dentro es un completo bluff.
La tal señorita Hempel es una completa cretina. Es mema. Es absurda. Es anodina. Es incomprensible. En una palabra, es imbécil. Desde la primera frase te das cuenta de que es un personaje que te va a sacar de quicio.
No tengo nada contra los personajes imbéciles. Los hay a montones: Ignatius de La Conjura de los Necios O Frank Bascombe de Richard Ford...son personajes absurdos con los que no comparto nada pero son absurdos con peso, pueden ser imbéciles...pero con criterio. La tal señorita Hempel es un despropósito absoluto...toda ella.
Con todo, lo peor no es el personaje, lo peor es que el libro está mal escrito. La supuesta historia (me encantaría saber donde ha visto Jonathan Frazen la historia de amor que tanto alaba en la contraportada) no existe y todo lo que ocurre es incomprensible. La señorita Hempel tiene el mismo sentido de la existencia que una ameba en coma. Es un no ser.
El libro tiene 8 capítulos que por lo visto son relatos y que tienen estos sugerentes títulos: Talento, Cómplice, Coco, Chungo, Travesía; yurt, Satélite y Encontronazo. Se supone que cada uno de ellos está centrado en algo interesante de la tal señorita Hempel…se supone porque interesante no hay nada. Además, la historia va y viene en el tiempo…estás en el presente y de repente la autora da un salto a la infancia…y luego volvemos al presente y otra vez para atrás y así todo el tiempo sin la más mínima gracia, sin condensador de fluzo y sin Delorean.
La historia por si a alguien le interesa. La tal señorita es profesora de lengua o algo así...porque luego también da historia en un colegio de niños pijos, cosa que sabes porque alguien lo comenta, porque en la descripción que la autora hace del colegio podría ser un instituto del Bronx. Es profesora pero en realidad no le gusta, o si le gusta...o no le gusta…o si le gusta…Ella no lo sabe, el lector tampoco y además no le interesa. Tiene un novio durante un rato del libro con el que va a casarse…pero luego no se casa…o si se casa...porque al final está embarazada y se acaricia la tripa mientras pasea mirando un culo precioso de una chica que se gira y resulta ser una exalumna suya. La señorita Hempel vivía en una casa muy grande de esas con habitaciones de servicio y como tuvo una adolescencia complicada…o no...Le dio por escuchar un programa de radio por las noches y un día llamó por teléfono al programa porque le pareció que el presentador le hablaba a ella y resultó que el presentador pasó millas de ella. Y ese mismo día se encontró a su hermano vestido con una malla negra, leotardos y guantes en su cuarto…jugando al Ladrón escondido. Y la señorita Hempel tiene un padre que muere pero antes se había separado de la madre y se había ido a vivir a una caravana, pero luego vuelve y tiene otra hija, Maggie...con la que la señorita Hempel se lleva unos 15 años. Y la señorita Hempel tiene una infancia punki, cosa que por supuesto no te crees ni medio segundo y menos después de ver la ilustración de la portada. Ah…y la señorita Hempel resulta que es medio china… ¿cómo se sabe esto? Pues porque como en la página 160 dicen algo sobre que resulta que su madre es china...asi que ella debe tener algún rasgo y entonces se lanza a algún tipo de digresión idiota sobre la identidad de raza o el hecho diferencial o algo así. El problema es que claro...en la página 160 ya te has imaginado a la tal señorita Hempel y ya no hay manera de achinarle los ojos y plancharle el pelo.
El novio se llama Amit y lo más interesante que cuenta la señorita Hempel de él es que “sus dos mejores amigas le habían visto el pene. Cuando todas ellas estaban haciendo un régimen de adelgazamiento intensivo, se habían metido en el equipo de cross y un día en el que estaban todos tirados en la hierba, haciendo estiramientos, las tres chicas le vieron la punta de pene, que le asomaba bajo el borde de sus pantaloncillos relucientes”. Vergüenza ajena total…”punta de pene y pantaloncillos relucientes" en la misma frase…. ¿pantaloncillos relucientes? ¿Por qué? ¿Por la punta del pene? No sé...me perturba mucho.
En algún momento lo deja con el novio pero nadie sabe por qué…y la verdad es que a nadie le interesa.
Le pasa alguna cosa más completamente idiota como que el profesor de física la besa en unos baños unisex de un pub irlandés pero pasa de ella después del primer lengüetazo, habla con un desconocido por teléfono y le cuenta trolas, vuelve a su casa a pasar su cumpleaños y su madre china y su hermana china le dicen que van a hacer una casa de huéspedes y luego al final...pasea con una gran tripa por la calle y por lo visto se dedica a algo con árboles. Para cuando llegas ahí...lo que quieres es que se cuelgue del árbol.
La autora, que resulta que sí es china o medio china, escribe cosas tan chulas como ésta: “El detalle del cloroformo le inquietaba porque tenía el dramatismo cristalino de una mujer corriendo por la calle con un largo fular de seda arrebolado en torno al cuello”.
Espeluznante. No quiero ni pensar en lo que escribe el autor 21 de menos de 40 años…..