lunes, 8 de noviembre de 2010

DERABIAR

Hay cosas que me hacen derabiar, así, todo junto, porque a mí me da la gana. No me dan rabia no...Me hacen derabiar que es muy distinto.

Las cosas que me hacen derabiar no me hostilizan, ni sacan lo peor (mejor) de mi. No me hacen cabrearme con el planeta y blasfemar, no me provocan un aumento de mis niveles de ironía hasta la estratosfera ni me hacen hervir la sangre. Tampoco me ponen más guapa ni finalizan con una fabulosa explosión de hostilidad tremendamente terapéutica.

Las cosas que me hacen derabiar hacen que me chirríen los dientes y que apriete los puños. Me provocan un resquemor interno muy desagradable y un leve cosquilleo tocacojones tremendamente incómodo. Me provocan ataques de impotencia porque son cosas absurdas de las que debería saber pasar olímpicamente…pero no puedo.


Las cosas que me hacen “derabiar” son además recurrentes. Sé que cuando supere uno de sus ataques, se quedan al acecho y volverán, es imposible dejarlas atrás. Son inevitables y eso hace más derabiar todavía.


Algunas son clásicas y le pasa a todo el mundo: ir al cajero, echar gasolina, cerrar la bolsa de la basura y poner una nueva en el cubo y vaciar el lavaplatos. Todas esas cosas me hacen muchísimo derabiar. Intento escaquearme todo lo que puedo y más. El tema bolsa de basura y lavaplatos si estoy en casa de molimadre roza el límite porque el efecto derabiar se multiplica por un millón al entrar en contacto con el nunca suficientemente estudiado elemento potenciador: “no hija...así no”.

Ejemplo práctico de esto último. Si quiero usar una sarten en la cocina de casa de molimadre en Los Molinos para lo que sea: freir un huevo, hacer un filete a la plancha, un sandwich o lo que sea. Da igual que pase una hora calibrando cual de las 14 sartenes que molimadre tiene el cajón es la adecuada para esa tarea, coja la que coja..cuando me vea molimadre dira: Pero Moli....¡¡¡esa sartén para eso No! Saber que siempre pasará eso y no poder evitarlo me hace muchísimo derabiar.

Me hace muchísimo derabiar que molihermana y pobreshermanos confabulen contra mí. Me jode que lo hagan por chorradas. Si tuvieran un plan maligno supremo para acabar conmigo, hacerse con mi dormitorio en Los Molinos, conseguir que me quedara muda, robarme mi calcetín de los ahorros o incluso adoptar a laz princezaz…yo podría contraatacar con algo a ese nivel...sabría defenderme…pero no, son astutos y manejan bien los tiempos. Su estrategia es mucho más peligrosa para mí. Se juntan en un extremo de la mesa y cuchichean entre ellos para luego decir en un tono ligeramente más alto: jajajaja y ¿os acordáis cuando? me miran y jajajajaja. Me hace muchísimo derabiar pero sé que no puedo decir nada...porque si pico y digo algo del tipo: sois unos cabrones...es que siempre os metéis conmigo…contraatacarán con: moli...de verdad...no se te puede decir nada…que es sin duda una frase que me hace muchisisisimo derabiar.

Hay más chorradas que me hacen derabiar:

-bajar al rancho y que un día sí y otro también haya bacalao... ¿No hay más peces en el mundo, coño que siempre tiene que haber bacalo? Y ya me hace muchísimo de rabiar cuando digo: ¿qué es eso? ¿No será bacalao otra vez? Y me dice el tío tan ufano: No, moli...son bacalaitos Orly. Y se queda tan pancho.

- la frase “Milana Bonita” con la que el ingeniero acompaña una caricia por mi cara cuando estoy ofuscada por algo. Suele acompañarlo de una sonrisa de descojone. Frase + caricia + sonrisa de descojone me hacen muchísimo derabiar.

- que no funcionen los subtítulos del teletexto y sin embargo estés viendo algo y no paren de pasar rótulos por debajo anunciando algo que no me interesa nada: próximamente el partido de tu vida...o la bronca de tu vida…o lo que sea.

- meterme en la ducha y darme cuenta de que se ha acabado el gel cuando ya estoy empapada.

- meterme en la ducha y darme cuenta de que no hay champú cuando ya estoy empapada y con todo el pelo mojado.
- ponerme a hacer una receta ( y por no hacer caso al ingeniero) a la mitad del proceso darme cuenta de que me falta un ingrediente fundamental y tener que pedirle a él que baje a comprarlo porque yo ando en vaqueros mugrientos y llevo la camisa llena de lamparones.
- los mails sin contestar.

- que cuando salimos de casa un fin de semana el ingeniero vaya detrás de mi comprobando si he apagado las luces.

- sacar unos calcetines del cajón. Ver que tienen un tomate. Valorar si ponérmelos o no, optar por ponérmelos “total, no voy a enseñarle los pies nadie”. Pasar todo el día incomodísima y diciendo en cuanto llegue a casa los tiro.

- pasada una semana, volver a abrir el cajón y encontrar esos calcetines en su sitio y repetir el proceso.

- picarme cuando alguien me dice algo para provocar ese efecto y yo sé que lo ha hecho aposta.

- que me hablen con condescendencia: “yo creo que lo que te pasa a ti es….” “mira...yo sé que tú lo que necesitas”...NO tienes ni puta idea.

Esto último creo que podría provocarme un ataque de hostilidad brutal si persisten en esa línea de comunicación…es más...voy a dejarlo aquí porque me estoy acordando de la última vez que alguien tuvo las narices de hablarme así y me noto hervir la sangre…

domingo, 7 de noviembre de 2010

JOHN GUTMANN

Lo he dicho un millón de veces pero el otoño mola trillones, incluso en Madrid.
Esta mañana he ido a correr al Retiro. El ayuntamiento ha decido no realizar la campaña de recogida de hojas para ahorrar costes, me parece una medida estupenda, me encanta correr entre la hojarasca.
Después he ido a la exposición de la Fundación Mapfre, Made in America. La muestra la componen 90 obras de la Phillips Collection, el primer muso de arte moderno de Estados Unidos que se abrió en 1921 con la obras que su fundador Ducan Phillips había ido comprando a distintos artistas americanos contemporáneos. De esta expo no digo nada, ya lo contó Muñoz Molina en este articulo. Me ha encantado el Rothko y este cuadro que pongo aqui, titulado "Power" de Edward Bruce. ( Mi debilidad por NY es mundialmente conocida)


Pero lo que más me ha gustado y ni siquiera sabia que estaba, es la exposición de John Gutmann que hay en la planta -1 de la Fundación.

Gutmann nació en Alemania en 1905. Fue pintor expresionista y dió clases de Historia del Arte en Berlín hasta que llegada de los nazis le obligó a pirarse porque tenía orígenes judios. Se piró a San Francisco con una cámara como corresponsal de prensa.

Las fotos son una pasada. Las hay sobre Alemania, sobre la vida en San Francisco con una serie sobre la construcción del Golden Gate espectacular, otra sobre la Gran Depresión, otra serie sobre coches, otra sobre la II Guerra Mundial en China y otra que me ha encantado sobre pintadas y señales callejeras. En fin, como siempre que me entusiasmo con algo, me quedo sin palabras asi que parafraseando a Obelix diré " corred, corred..a ver a Gutmann".




John Gutmann en la Fundación Mapfre.
John Gutmann, sitio oficial.



Y ahora, después de este post gafapasta de domingo, me vuelvo a la butaca a leer.

sábado, 6 de noviembre de 2010

viernes, 5 de noviembre de 2010

LA MAJORETTE.

La señora de la limpieza encargada del aseo de la zona imperial en los libros de colores es una majorette.

Ahí dejo eso.

¿Qué como lo sé? Por las pistas.

Limpiar la zona imperial de los libros de colores es el retiro dorado de la limpieza de oficinas. Lo que viene siendo un chollo.

Para empezar JS y yo somos limpios y bastante ordenados, y no tenemos cachivaches por medio de los despachos como en otras zonas de los libros de colores. Además, cuando viene a ensayar su número de majorette (perdón...a limpiar), nunca estamos, cosa que no ocurre en otros departamentos donde hay turnos y siempre hay gente entorpeciendo sus contoneos al son de la música (perdón, su trabajo de limpieza). JS y yo dejamos la zona imperial completamente libre para que la señora de la limpieza realice sus funciones con total libertad.

¿Cómo sé que es una majorette?

Después de una concienzuda observación de las pistas he llegado a la conclusión de que su máxima laboral es: Si no se puede limpiar mientras evoluciono por los dos despachos al son de la música mientras hago malabarismo con el plumero, es que no merece ser limpiado.


Por eso las manchas de tinta de mi mesa (escribir con pluma tiene estos pequeños contratiempos) se han convertido en tatuajes permanentes en el tablero color “cerezo”. (Nota mental, preguntar a los de montes porque este color se llama cerezo). Por lo mismo un par de cajas de cartón debidamente aplastadas y dejadas al lado de la puerta con el cartel “para tirar” continúan ahí, y por lo mismo las hojas muertas de las plantas de JS dan un bonito toque otoñal a su mesa rinconera. No me he asomado a lo alto de las estanterías porque sinceramente a mí lo que me toca los cojones de la señora de la limpieza no es que quitar la mugre no esté entre sus prioridades, no. Lo que me saca de quicio y o mucho me equivoco o va a provocar un derramamiento de sangre es que: ¡¡ deja puesto el hilo musical en mi despacho!!! Y lo hace a mala idea, además.

Llego por la mañana, abro la puerta, entro con los brazos ocupados con la prensa, libros de colores, el correo, el bolso, la bolsa de la piscina y mis pasos resuenan en el suelo de madera de la zona imperial. Enciendo el ordenador, dejo los papeles en el despacho de JS, me quito el abrigo, abro el cuaderno, blasfemo porque las cajas de cartón siguen acumulando polvo, voy a por agua...vuelvo y me siento en el ordenador. Tecleo la contraseña y percibo un leve sonido…diría que es…no, no puede ser...debe ser una pesadilla...no, si es...¡¡ y qué más daaaa ja aja ja...sin son cosas de la edad!!! MODESTIA APARTE. (1)

Dios mío, estoy en el infierno. Me he muerto y me han mandado al infierno. Solo puede ser eso, trabajar a la vez que escuchas a Modestia Aparte. A ver, seguro que hay una explicación más sencilla… ¿por qué suenan en mi despacho? Yo no tengo activado el hilo musical (2). Sé que ayer apagué la ruedita que hay al lado de la puerta y puse un post ir donde se especificaba claramente: NO SUBIR EL VOLUMEN.

Levanto la vista y veo el desafío. El post ir ha volado y la ruedita está justo justo en el punto de volumen en el que no me doy cuenta de que el puto hilo musical está activado...hasta que me siento en la silla.
Cierro los ojos y la veo, evolucionando por mi despacho al ritmo del hilo musical, levanto la pierna, moviendo el plumero y pasando de mis cajas, mis manchas de pintura y pasando por alto completamente el papel que desborda la destructora de papel. La veo terminar su número, colocar la ruedita en el punto exacto de volumen y saliendo de mi despacho con una sonrisa y la satisfacción del deber cumplido.

Mi majorette es astuta...sabe como sacarme de quicio….pero yo lo soy más…voy a arrancar la ruedita de su sitio y dejar los cables al aire…a ver si además de agitar el plumero y contonearse, sabe de electrónica.
(1) Modestia aparte me provoca brutales instintos asesinos.
(2) El hilo musical es un invento diabólico del que tendré que hablar otro día. Tiene múltiples variantes a cual más mortífera.