
Yo soy un puto coñazo con las cosas que me hacen ilusión. Doy la brasa hasta el infinito y más allá y puedo llegar a ser terriblemente cansina. Lo sé y lo acepto.
Me hacen ilusión muchas cosas y me entusiasmo con ellas. Pueden parecer chorradas o cosas poco importantes pero me alegran la vida: empezar un libro nuevo, cortarme el pelo, tener una buena ida para un post, los cumpleaños, tener una cena, que nieve, un buen plan con amigos, ir al cine, recibir un mail, que suena la canción justa en el momento justo..Un millón de cosas.
Entiendo que a la gente no le haga ilusión lo mismo que a mí, puedo incluso entender que se entusiasmen por cosas que a mí me resultan completamente indiferentes como comprarse un bolso, que su equipo meta un gol, comprarse un coche, lanzarse en parapente, dormir una siesta de 4 horas, recorrerse los Pirineos en bici o ver un programa de corazón. Cada uno se ilusiona con lo que le sale de las narices.
A los que no consigo entender son a los que no tienen ilusión por nada y todo les da exactamente igual. No hablo de gente que esté enferma, deprimida o con una situación vital superchunga que justifique estar de bajón, hablo de gente que tiene una vida confortable y cómoda y sin embargo todo les da igual.
Son esa gente a la que nunca sabes qué regalar, ni si invitarles o no, ni recomendarles nada porque todo les resbala. Les cuentas que va a ser tu cumpleaños y que por eso estás más feliz que una perdiz y te miran como si fueras de otro planeta. Les recomiendas un libro y encuentran un millón de pegas, les llevas a un concierto y al salir dicen: no ha estado mal..¿Comemos algo?
No sé cómo se puede vivir así. Yo me moriría de tristeza vital si no tuviera mis pequeñas gilipolleces para ilusionarme, porque además la gracia está en emocionarse por chorradas. Quiero decir que aspirar a la felicidad suprema de ver crecer a tus hijos y encontrar el “amoR veRdaddero” (¿Ha dicho farolero?...jajajaja) es una memez. Si te pasas la vida focalizando tu ilusión en algo así de abstracto se te pasan todas las pequeñas chorradas que dan gracia a la vida.
El caso es que conozco gente que no muestra la menor ilusión ni entusiasmo por nada en la vida. Me dan pena y me sacan de quicio, me parece tiempo y vida desaprovechada. Sentarte a esperar que algo espectacular te pase mientras miras con desprecio como los demás se emocionan por unos zapatos nuevos, una tarde de sofá con libro o una visita a la peluquería, me parece sencillamente lamentable.
De todos modos, a muchos de esos “sinilusión” lo que les pasa es que son unos acojonados. Porque claro sino te emociona nada, nada te provocará desazón, ni te desilusionará ni te afectará, y así te creeerás zen y un prodigio de contención. Para mí esa es una actitud vital que será muy útil para no llegar a la bipolaridad pero que es un aburrimiento total.
A mí me mola ilusionarme con cualquier chorrada, contárselo a todo el mundo, transmitir a diestro y siniestro lo contenta que estoy por algo y luego a los 4 días estar completamente hostilizada con el planeta por cualquier nimiedad, como que el jefe de los libros verdes JAMÁS me coja el teléfono a pesar de mis mensajes amenazantes en su buzón de voz: “te he llamado 15 veces..No sé para qué usas el móvil pero obviamente no debe ser para trabajar. Conseguiré enterarme y será tu fin”
En fin, estoy feliz por que ayer vi a Tricicle, hoy llueve a mares, me han dicho que tengo una voz sugerente y mañana voy a ver con las princezaz “La princesa prometida”.