martes, 2 de febrero de 2010

QUERIDO PAUL,

Espero que al recibo de la presente te encuentres en perfecto estado de salud y tan interesante como siempre. Has de saber que a pesar de tener los ojos excesivamente saltones y cara de misterioso, siempre me has resultado atractivo.

Nuestra relación había sido perfecta hasta ahora. No teníamos quejas ninguno de los dos. Era tan perfecta que hasta me gustaba tu mujer, con sus aires de reina élfica y cara de no alimentarse más que de brotes de soja y pan integral de 8 cereales. Erais muy monos. Os imaginaba en vuestra casita de Brooklyn, cada uno en su despacho acogedor y lleno de libros escribiendo vuestras novelas y quedando en la cocina a cenar mientras despacháis una copita de vino. Una vida estupenda y totalmente envidiable.


No podías quejarte Paul, me gustabas tú, tu mujer, tu vida y tus libros. ¿Qué más podías pedir? Recuerdo el primero que leí. Me lo recomendaron F. y M.

- ¿No has leído nada de Auster? Tienes que leer “La música del azar”.

Y lo leí, y pasé miedo y angustia vital. Tanta que una noche recuerdo haber despertado al ingeniero.

- Deja de roncar y despierta.
- ¿Qué pasa? ¿Estás mala?
- No, tengo miedo.
- ¿Has escuchado algo? ¿Son los vecinos de la pistola?- Qué vecinos ni vecinos. Es el libro, que me da miedo.
- Jooooderrrr moli.


De ahí pasé a devorarlos todos, sin orden y concierto, uno detrás de otro. Me daba miedo que en algún momento me defraudaras, toparme con un ladrillo, con un despropósito, aburrirme, que te repitieras, no entenderte, toda la gama de catástrofes literarias posibles en la relación autor/lector.

Pero no.

Me sumergí en la Trilogía de Nueva York, sin saber muy bien por donde iba. Avancé poco a poco haciendo como que sabía, para luego llegar al final y descubrir que me había encantado. Me encantó El Palacio de la Luna, conocí a Marc Frogg que según leía los libros que había heredado los vendía y su relación con Kitty Wu. Devoré todas las minihistorias enviadas por los oyentes a un programa de radio y editadas por ti en “Creía que mi padre era Dios”. Me sentí identificada con “La invención de la soledad” y recorrí asustada “El País de las últimas cosas”.

Devoré también “La Noche del oráculo”, “El libro de las ilusiones” y “Brooklyn Follies” y como te tenía en tan alto concepto, decidí obviar unas pequeñas sensaciones muy desagradables que me sacudían de vez en cuando mientras leía cada nueva novela que salía al mercado. Las ignoré por la buena marcha de nuestra relación, pero querido Paul, hasta aquí hemos llegado.

¿Me quieres explicar qué tipo de mierda es Invisible? ¿Has dejado de beber vino con Siri a la hora de la cena y os habéis dado al Sol y sombra desde la hora del desayuno? Estoy indignada por tu falta de vergüenza a la hora de publicar esto. ¿Qué necesidad tenías de escribir algo así? Todos te adoramos, te queremos, nos pareces estupendo, tienes pasta y prestigio, ¿porqué Paul? ¿Por qué?

La historia es completamente idiota. Un niñato de 20 años que conoce a un profesor malvado, R.B, con una supermujer y se hacen amigos. El único personaje interesante es el profesor malvado y lo maltratas hasta convertirlo al final de la novela en alguien patético. A lo que iba, Adam conoce a R.B, quien le ofrece pasta para montar una revista literaria. Adam no se puede creer la suerte que tiene, y aunque mantiene ciertos recelos decidí seguir adelante. Después de una cena absurda, acaba acostándose con la supermujer, Margot, durante 5 noches seguidas y acto seguido ella desaparece. Adam vuelve a coincidir con R. B y tras un paseíto nocturno, contempla aterrorizado como R. B se carga de 12 cuchilladas a un atracador.

Aquí termina la primera parte y pensé: el protagonista es imbécil, pero el malo mola. Me sobra la meliflua asaltacunas pero vamos bien.

Y me equivoqué.
La segunda parte es clavadita a una novela que se leía de adolescentes en los colegios de monjas, a escondidas por supuesto, donde dos hermanos se lo montaban a troche y moche. Flores en el ático se llamaba. Con 14 años tenía su gracia, con 36 directamente me daban bostezos.

Con la separación de los amantes/hermanos termina la segunda parte y pensé que enderezarías la historia, le darías un giro magistral, y me reconciliaría contigo.

Pero tampoco.

Adam se va a Paris, busca a Margot, se la chusca. Se encuentra con el malo, intenta hacerle la vida imposible contándoles a su futura mujer y su hijastra que es malo malísimo. La hijastra se enamora de Adam y el malo que no es tonto, consigue que le echen de Francia.

Ya no había nada que hacer, no había vuelta atrás. Decidí terminar el libro para poder escribirte esta carta con conocimiento de causa. El final es para abofetearte hasta la muerte. La aparición de la hijastra llorosa por el amor de Adam 40 años después, su viaje a las Antillas a ver a R. B convertido en una especie de Marlon Brando de las islas y su huída corriendo es de lo peor que he leído nunca.

Paul, que desilusión.

No me parece bien que juegues así con mis sentimientos y mi confianza. Vale que tuvieras un millón de puntos en mi ranking particular de autores, pero ¿era necesario bajar 25 puestos en mi lista? ¿Con qué cara me enfrento yo a tu próxima novela? ¿Seré capaz? ¿Confiaré en que remontes o no me atreveré para no arruinar los buenos recuerdos que conservo de nuestra relación? ¿Podré seguir presentándote a mis amigos o mejor me avergüenzo de esta relación? ¿Qué les diré a mis lectores de ti?

Paul, me has dejado en un sin vivir. Esto no se hace.

Tuya afectísima.

lunes, 1 de febrero de 2010

JEFE SUPREMO Y MOLI

Hace 10 años yo era una pipiola con un curro sin remnunerar que me encantaba: trabajaba de gratis en el Museo de América. Ahí estaba yo de curri total, cuando recibí una llamada que propició que hoy tenga este blog:

- Moli, JS necesita alguien para currar. Le he hablado de ti. Que le llames y vayas el lunes.
- Vale, pero yo de libros de colores no tengo ni puñetera idea.
- Da igual, le he dicho que eras superespabilada.

Así que allí me presenté yo, con pinta de tener idea de lo que iba el curro y mi curriculum en la mano. La verdad es que no sé para qué lo llevaba porque lo que yo había hecho y lo que iba a hacer, no tenían absolutamente nada que ver. Creo que pretendía que JS viera que por lo menos sabía leer y escribir.

- Hola soy moli.
- Vale, yo soy JS. Este es tu despacho. Yo me voy. Adiós.
- Pero..er…y ¿qué hago?
- Adiosss

Y así comenzó una bonita relación laboral que dura ya 10 años.

Al principio recuerdo que pensaba: ¿qué hago yo aquí, trabajando con este tío? JS es de pocas palabras y muy serio. La verdad es que al principio impresiona. Me acojonaba hasta cuando llamaba por teléfono.

Ring, ring. Yo descolgaba el teléfono

- Soy JS. Quiero el informe de tal, llama a no sé donde, necesito un coche y organiza reunión.
- Vale, pero es que…
- Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.

Me ponía de los nervios que ni dijera hola, ni adiós y me colgara a mitad de frase.
Colgaba y empezaba: mecagoenlalecheesquehayquejoderseconelteléfonodeloshuevos...

Decidí que ir a decírselo era de nenazas: es que me molesta que me hagas eso. Adopté la táctica del espejo, hacer exactamente lo mismo que él.

Ringg ringgg.

- Soy Js.
- Vale…ha llamado esto, la reunión es no sé dónde y el coste de los libros verdes es tal.
Y colgaba.

A los dos minutos volvía a llamar: ¿me has colgado? Noo..Para nada, es que ya te he dicho todo lo que te tenía que decir.
Poco a poco y gracias a esto, mejoraron mucho nuestras comunicaciones telefónicas.

Cuando empecé a currar con él como no tenía ni idea de lo que esperaba de mi, decidí que lo mejor era ser yo. Si le gustaba fenomenal y sino le gustaba pues volvería a mi mundo vocacional de los museos a morirme de hambre.

Lo bueno es que le gustó, pero yo pasé mucho miedo. Recuerdo la primera vez que le corregí un discurso que estábamos preparando. Lo había releído unas 20 veces y sabía que una referencia mitológica estaba mal. Decidí que lo mejor era decírselo, así que con dos cojones entré y le dije: JS, esto está mal y así no se entiende la referencia.

Me miró con cara de: que narices tienes piltrafilla.

Cogió el papel, lo leyó y me dijo: tienes razón. La parte mala es que ahora los discursos los escribo yo..y es un coñazo.

JS es como todos los jefes para algunas cosas:

Da por supuesto que el planeta sabe lo que él quiere, cómo lo quiere y cuando lo quiere y piensa que dar explicaciones es una pérdida de tiempo.

Lo quiere todo ya, ahora o mejor ayer.

Por supuesto pierde los papeles, no sabe dónde ha dejado las cosas e intenta echarme a mí la culpa. Cuando por fin resulta que están debajo de su barbilla..me deja esbozar una sonrisita de: ya te lo había dicho.

Me echa broncas que no me corresponden, simplemente porque tiene más confianza conmigo. Bueno, por eso y porque la gente llora y entonces le desarman. Le dan pena y acaba consolándolos. Yo no lloro y se puede desahogar mejor.

Siempre me está dando consejos de los que yo paso olímpicamente: no te cases, no tengas hijos, no tengas otro hijo.

Si le digo que tengo una mala noticia, siempre contesta: ¿estás embarazada? La parte buena es que cuando le digo que no, cualquier otra cosa le parece menos grave, aunque sea que los libros verdes se han hundido de rendimiento.

Me deja decirle cosas que nadie más le dice. Otras no me deja decírselas, aunque sabe lo que pienso. Y otras no las sabe, y no se las digo porque no soy mema y sé hasta dónde puedo llegar.
Cuando bajamos a comer siempre se hace el que come menos: a mi póngame la mitad de lo que le ha puesto a la señorita. Y yo digo en alto: si, que tiene que dejar hueco para el helado que se aprieta de postre.

Si me da consejos siempre le digo: no seas padre. Eso le jode mogollón.
No soporta que esté cabreada.
No somos amigos, ni falta que nos hace. No compartimos casi ningún gusto. Mejor dicho, ninguno. Todo lo que le gusta a él, a mi me horroriza y él no tiene ni idea de lo que me gusta a mi. La gente que a él le cae bien, serían candidatos a la lapidación por mi parte y los que me caen bien a mi, él los tiene sentados en la boca del estómago. No le gusta mi música, ni a mi lo que él me canta. Muchas veces sus corbatas me parecen espantosas y él sería incapaz de decir lo que llevo puesto aunque su vida dependiera de ello. No tiene sentido del humor pero con mi malvada ironía consigo que se ria a carcajadas...eso sí, siempre sin público. Tiene un prestigio que mantener.
Por supuesto y no hace falta decirlo, opina que el ingeniero es un santo.

En fin, han pasado 10 años y nos llevamos muy bien. Eso se ve en fabuloso baile dialéctico que nos marcamos cuando me llama por teléfono:
Ringgg

- Buenos Días JS.
- Ave Mª Purísima moli…(JS siempre me llama por mi apellido), ¿qué tal estás?
- Pues aquí, echándote de menos y esperando a que llegues para iluminarme el día en los libros de colores.
- Pues tengo una mala noticia…no voy a ir..Tengo unas reuniones fuera.
- No me creo ese disgusto.
- Lo imagino, pero la vida es dura Moli. Sé que soportarás mi ausencia con estoicismo.
- No te preocupes que me encargaré de que tus súbditos no hundan la empresa.
- Bien, sabía que podía confiar en ti.

A lo mejor pensáis que esto es peloteo, pero no lee mi blog.
Por supuesto que no se parece a Bruce,pero siempre es buen momento para poner una foto suya.

viernes, 29 de enero de 2010

MI "NO VIDA AMOROSA" ( V): El novio

Bueno, pues ahí me había quedado yo penando entre dos universos. Por un lado el de los amigos, que es muy divertido, muy reconfortante y que proporciona pocos disgustos. Lo malo es que no calma las expectativas sexuales ni amorosas.


Para intentar calmar esas expectativas tenía el universo “fiches” que es una cosa lastimosa que tenemos las tías para animarnos en nuestra tristeza afectiva. Consiste en fijarte en cualquier tío de tu alrededor y dedicarte a desmenuzar cualquier gesto, palabra o posición de su cuerpo en relación a ti. Da igual que el tío no sepa ni cómo te llamas, ni quién eres y es probable que ni te vea, pero tú vas a un bar le ves y aunque no te dirija la palabra, al día siguiente tienes tema con tu amiga para unas 3 horas.

Vi a mi fiche.
¿Si? ¿Y qué tal?
Pues tía no sé. Le pille mirándome un rato, pero luego se puso a hablar con una y yo creo que sabía que yo le estaba mirando.
Seguro que sí. Lo hizo para picarte.
Y luego fue al baño y justo cuando pasaba delante de mí se giró y me rozó con el hombro.
¿Si?


Y blablablablablabla. Y así fin de semana tras fin de semana. Obviamente el tío no sabe que existes pero tú te consuelas con eso.

El caso es que ahí estaba yo, chapoteando en el patetismo amatorio e interpretando señales inexistentes, cuando una bonita noche del mes de junio en que jarreaba a mares en Los Molinos y yo llevaba un chubasquero amarillo, acabé con la lengua de un amigo mío en mi campanilla.

Así, sin comerlo ni beberlo. Noche, whisky, impermeable amarillo y lametazos.

Y de repente tenía novio. La verdad es que a mi él no me gustaba y mucho me temo que yo a él tampoco pero no sé cómo fue que empezamos a salir. Bueno, supongo que mi patetismo sentimental me empujó a ello, y a él supongo que sus hormonas frustradas.

Así que nada, empezamos una relación fabulosa como culebrón. Primero salimos 2 meses, me piré de viaje a Escocia (esto a lo mejor lo cuento otro día) y cuando volví estaba “raro”.., había recaído con su ex.
Mi primer novio y me deja a los 2 meses para volver con su ex. No se puede empezar mejor.

Volvimos a los 4 meses o así y a partir de ahí todo fue un ir y venir absurdo en el que yo sufrí como una completa imbécil confiada en que era el amor de mi vida y a pesar de todas las dificultades y leches que me estaba llevando, aquello era amor verdadero.

No todo fue malo. Cuando era bueno, era buenísimo. Eran los tiempos en que no había móviles, desaparecías de tu casa por la mañana para ir a la universidad y volvías a las 9 de la noche.

- ¿Qué tal hija? ¿te ha cundido el estudio?
- Uy..muchísimo. Todo el día en la biblioteca.

Por supuesto no habías puesto un pie en la universidad y te habías dedicado a desfogarte por ahí. En aquella época, el coche parecía un sitio tan bueno como otro cualquiera y una cama una cosa inalcanzable pero no necesariamente imprescindible.

Cuando llegó lo malo, fue lo peor. Por su culpa y por la mía.

Que te dejo porque no te quiero.
No me lo creo, tú me quieres a mi, ya te darás cuenta, asi que te esperaré eternamente.

Que te quiero pero no puedo estar contigo.
¿Cómo que no? Claro que si. Yo te espero. Me conformo con cualquier cosa, un rato vale. Si luego estás con otra, yo sé que en el fondo me quieres a mi.

Que te quiero no puedo estar contigo, pero el sexo es otra cosa.
Ya bueno, eso me dices. Pero si quieres sexo conmigo será por algo.

Que te quiero a ti y a 3 más.
Pero a mi más.

Que no te quiero pero el sexo es otra cosa.
Si, si…pero el sexo es otra cosa y seguro que al final te das cuenta de que soy la más mejor.
En fin el catálogo completo de la A a la Z. Por supuesto yo estaba en mi modo “me conformo con cualquier migaja”. Que me quieres bien, que hay sexo bien..seguro que es por algo, que no puedes estar conmigo pero me quieres mucho, bien y por supuesto el siempre contraproducente: seamos amigos.

Bueno, por no extenderme y reventar mi imagen de tía guay y con las cosas claras, al final un día me levanté y dije: ¿qué es eso polvoriento que hay en la mesilla?..Joder, es mi autoestima, vaya mierda. No puedo seguir así o me planto yo o esto no termina nunca. El sexo de regresión va a acabar conmigo.

Decidí hacer caso de los sabios consejos de mis amigos y corté todo vínculo con él. Me pasé un año sin coger el teléfono en mi casa por si me llamaba: “ Si es para mí, no estoy”. Dejé de ir a Los Molinos, y si iba no salía para no encontrármelo.

Luego volví al mercado del ligue, pero eso ya lo cuento otro día.