
Nuestra relación había sido perfecta hasta ahora. No teníamos quejas ninguno de los dos. Era tan perfecta que hasta me gustaba tu mujer, con sus aires de reina élfica y cara de no alimentarse más que de brotes de soja y pan integral de 8 cereales. Erais muy monos. Os imaginaba en vuestra casita de Brooklyn, cada uno en su despacho acogedor y lleno de libros escribiendo vuestras novelas y quedando en la cocina a cenar mientras despacháis una copita de vino. Una vida estupenda y totalmente envidiable.
No podías quejarte Paul, me gustabas tú, tu mujer, tu vida y tus libros. ¿Qué más podías pedir? Recuerdo el primero que leí. Me lo recomendaron F. y M.
- ¿No has leído nada de Auster? Tienes que leer “La música del azar”.
Y lo leí, y pasé miedo y angustia vital. Tanta que una noche recuerdo haber despertado al ingeniero.
- Deja de roncar y despierta.
- ¿Qué pasa? ¿Estás mala?
- No, tengo miedo.
- ¿Has escuchado algo? ¿Son los vecinos de la pistola?- Qué vecinos ni vecinos. Es el libro, que me da miedo.
- Jooooderrrr moli.
Pero no.
Me sumergí en la Trilogía de Nueva York, sin saber muy bien por donde iba. Avancé poco a poco haciendo como que sabía, para luego llegar al final y descubrir que me había encantado. Me encantó El Palacio de la Luna, conocí a Marc Frogg que según leía los libros que había heredado los vendía y su relación con Kitty Wu. Devoré todas las minihistorias enviadas por los oyentes a un programa de radio y editadas por ti en “Creía que mi padre era Dios”. Me sentí identificada con “La invención de la soledad” y recorrí asustada “El País de las últimas cosas”.
Devoré también “La Noche del oráculo”, “El libro de las ilusiones” y “Brooklyn Follies” y como te tenía en tan alto concepto, decidí obviar unas pequeñas sensaciones muy desagradables que me sacudían de vez en cuando mientras leía cada nueva novela que salía al mercado. Las ignoré por la buena marcha de nuestra relación, pero querido Paul, hasta aquí hemos llegado.
¿Me quieres explicar qué tipo de mierda es Invisible? ¿Has dejado de beber vino con Siri a la hora de la cena y os habéis dado al Sol y sombra desde la hora del desayuno? Estoy indignada por tu falta de vergüenza a la hora de publicar esto. ¿Qué necesidad tenías de escribir algo así? Todos te adoramos, te queremos, nos pareces estupendo, tienes pasta y prestigio, ¿porqué Paul? ¿Por qué?
La historia es completamente idiota. Un niñato de 20 años que conoce a un profesor malvado, R.B, con una supermujer y se hacen amigos. El único personaje interesante es el profesor malvado y lo maltratas hasta convertirlo al final de la novela en alguien patético. A lo que iba, Adam conoce a R.B, quien le ofrece pasta para montar una revista literaria. Adam no se puede creer la suerte que tiene, y aunque mantiene ciertos recelos decidí seguir adelante. Después de una cena absurda, acaba acostándose con la supermujer, Margot, durante 5 noches seguidas y acto seguido ella desaparece. Adam vuelve a coincidir con R. B y tras un paseíto nocturno, contempla aterrorizado como R. B se carga de 12 cuchilladas a un atracador.
Aquí termina la primera parte y pensé: el protagonista es imbécil, pero el malo mola. Me sobra la meliflua asaltacunas pero vamos bien.
Y me equivoqué.
La segunda parte es clavadita a una novela que se leía de adolescentes en los colegios de monjas, a escondidas por supuesto, donde dos hermanos se lo montaban a troche y moche. Flores en el ático se llamaba. Con 14 años tenía su gracia, con 36 directamente me daban bostezos.
Con la separación de los amantes/hermanos termina la segunda parte y pensé que enderezarías la historia, le darías un giro magistral, y me reconciliaría contigo.
Pero tampoco.
Adam se va a Paris, busca a Margot, se la chusca. Se encuentra con el malo, intenta hacerle la vida imposible contándoles a su futura mujer y su hijastra que es malo malísimo. La hijastra se enamora de Adam y el malo que no es tonto, consigue que le echen de Francia.
Ya no había nada que hacer, no había vuelta atrás. Decidí terminar el libro para poder escribirte esta carta con conocimiento de causa. El final es para abofetearte hasta la muerte. La aparición de la hijastra llorosa por el amor de Adam 40 años después, su viaje a las Antillas a ver a R. B convertido en una especie de Marlon Brando de las islas y su huída corriendo es de lo peor que he leído nunca.
Paul, que desilusión.
No me parece bien que juegues así con mis sentimientos y mi confianza. Vale que tuvieras un millón de puntos en mi ranking particular de autores, pero ¿era necesario bajar 25 puestos en mi lista? ¿Con qué cara me enfrento yo a tu próxima novela? ¿Seré capaz? ¿Confiaré en que remontes o no me atreveré para no arruinar los buenos recuerdos que conservo de nuestra relación? ¿Podré seguir presentándote a mis amigos o mejor me avergüenzo de esta relación? ¿Qué les diré a mis lectores de ti?
Paul, me has dejado en un sin vivir. Esto no se hace.
Tuya afectísima.