
A mi me encanta hacérselas al ingeniero, porque con lo calmado que es, esas menudencias consiguen encenderle en 3 segundos y que empiece a mascullar improperios: siesquenohaymaneradeconseguir…undiamevoyahartar. Simplemente me troncho.
Mi afición a ponerle atacado nació poco a poco. Al principio del todo lo hacía sin querer, incluso le pedía perdón: uy cariño..lo siento..no pretendía molestarte. Y lo decía en serio ¿ eh?. Ahora lo digo con la boca pequeña: perdón, perdón…se me ha olvidado.
Poco a poco le fui encontrando la gracia, y además vi con sorpresa que si me lo proponía podía encenderle como una bombilla en un par de segundos. Es fantástico.
Algo tan tonto como dejar mal cerradas las puertas de los armarios de la cocina produce una reacción en cadena que me hace partirme de risa. Voy abriendo armarios y como están muy altos “no los vamos a poner a tu altura que yo me doy”, empujo la puerta con poca fuerza y se van quedando entrecerradas. Él entra en la cocina, se para notando que hay algo que esta mal, gira sobre sí mismo y lentamente se acerca a cerrar cada puerta con cuidado. Yo me preocupo de no dejarlas demasiado abiertas, sólo ligeramente entornadas que casi no se note y sobre todo que no entorpezcan mi arte culinario, pero sé que a él eso le pone a cien. Cuando termina de cerrar todas, se gira murmurando: no hay manera de que se hagan las cosas bien.
Es tan mono.
Dada la satisfacción que me provoca el hacerle rabiar, a veces si estoy muy rebotada por algo, me dedico a ello de manera profesional :
Descoloco el armario de las escobas y cuando lo abre se le cae el cubo de la basura encima del pie. “ En esta casa no hay manera de tener nada ordenado”.
Pongo la leche en el estante del zumo, mezclo las latas de navajuelas con las de almejas machas. “¿ Para qué ordeno yo la despensa?”
Utilizo su maquinilla. ¿Moli, has vuelto a usar mi maquinilla? No te atrevas a negarlo.
Coloco toda mi ropa en la silla del vestidor para que no tenga donde sentarse al ponerse los calcetines. “¿Paraquécojonestenemos una silla en la que nunca puedo sentarme?”
Descuajeringo el periódico antes de que él lo coja y tiro los panfletos de la publicidad a la basura. ¿ No habrás tirado el panfleto de mediamarket?”
Olvido sacar la basura. “Todos los días lo mismo”
No tengo jamás dinero en efectivo y se lo cojo de la cartera. “Parezco Imanol Arias coño, ¿no sabes ir al cajero?”
Un millón de pequeñas chorradas que sé que le hacen rabiar. Me lo paso en grande.
Lo malo de todo esto es que el ingeniero también sabe jugar. Y además lo hace muy bien, digamos que es un digno contrincante.
Me encuentro a mi misma jurando en arameo cuando me voy a acostar más tarde que él y ha cogido la colcha, ha hecho un gurruño y lo ha tirado encima de la silla. Sé que sabe hacerlo bien, pero es aposta, noto como me mira por el rabillo del ojo mientras murmuro: “ qué le costaría doblarlo bien..joder..si sabes manejar una retro no vas a saber doblar un rectángulo”.
Me ataco cuando me cierra la puerta con llave y tengo que llamar por teléfono para que me abra a las 2 de la mañana.
Me pongo frenética cuando se pone mayonesa en todo lo que cocino y luego me dice: deberíamos hacer dieta. ¿ Dieta?? ¿ para qué? Si te doy verdura y la embadurnas con salsa, si te doy ensalada y te la comes en sándwich?
Le pido 8 pimientos verdes y trae 8 kilos. “ 8 pimientos me parecieron pocos” y ¿ 8 kilos no te parecieron muchos?
Cuando trae 4 latas de navajuelas, 5 de mejillones y 6 de almejas y sin embargo le encargo 2 tarrinas de mantequilla y trae 1. ¿ Para qué queremos tantas latas de conserva?¿ vamos a sufrir un secuestro? ¿ y la mantequilla que te pedí? Me ha parecido que 2 son muchas…..le pegaría.
Cuando su champú tiene que ser marca pitipin y sin embargo me trae las compresas de oferta.¿ Qué coño es esto? Compresas de oferta Moli, hay que probar las marcas blancas. Pues vas a llevar tú esta marca blanca entre las piernas y luego me lo cuentas.
Pero lo que más me ataca de todo es cuando vamos andando por la calle, charlando tranquilamente, y de repente miro, se ha quedado atrás y viene hacia mi haciéndose el cojo. Le veo venir andando como si tuviera una pierna más corta que otra y con esa media sonrisilla en la cara que dice me lo paso en grande haciéndote rabiar y me noto hervir la sangre.
Y así pasamos los días.