Durante muchos años él no me vio. Miró detrás de mi, no quiero decir con esto qué viera mi interior, ni cómo era yo, ni majaderías de esas, veía detrás de mi.Yo era completamente transparente, le impedía el paso directo a dónde él quería llegar pero no me veía. Se podía haber cruzado conmigo por la calle, que no me hubiera reconocido jamás a pesar de haberme visto un millón de veces.
Yo sí le veía a él. Demasiado. Él es demasiado. Demasiado todo. Excesivo en sus maneras y en sus formas, en sus apariciones y en sus desapariciones. Excesivamente bien vestido, excesivamente conjuntado, excesivamente visible. Excesivo en una palabra.
Pasaron años, muchos años. No teníamos nada en común. Y cuando menos nos lo esperábamos y en el sitio más insospechado nos encontramos y nos adoramos. En Albacete ( nada de rimas fáciles), en un día de curro estresante, una noche de juerga interminable, con más risas de las que ambos podíamos aguantar. Él me miraba y me decía: ¿ pero cómo coño no me he fijado en ti en 5 años? Y yo le decía, en eso consiste mi trabajo en la empresa de libros por colores, en estar pero qué no se me vea.
Nos reímos tanto que nos dolían las mandíbulas, nos bebimos el Nilo, nos descojonamos de todo bicho viviente en la noche albaceteña y nos fuimos a dormir de madrugada sin poder dejar de reírnos. Al día siguiente desayunamos churros en un bar cutre con una resaca inhumana y volvimos a Madrid atropellándonos en la conversación, queríamos decirnos todo lo que no nos habíamos dicho en todos esos años de transparencia.
Cómo es tan excesivo pasamos de ser desconocidos a ir a su casa, conocer a su pareja y regalarme naranjas. Quería que pasáramos el resto del finde juntos pero mi deber de madre me llamaba.
Desde entonces somos amigos. Nuestra amistad es una juerga continua. Es el culpable de mis peores resacas de los últimos años. Nunca es más mentira la frase de “ una copa y me voy pronto” que cuando estoy con él. El tiempo vuela.
Seguimos sin tener mucho en común. El es “ Sexo en Nueva York” y yo soy “Los serrano”, Él es “ Desayuno con Diamantes” y yo soy “Los bingueros”. Él es Armani y yo ropa de los chinos. Él es champán a las 5 de la tarde y yo soy vino de mesa. Él es la terraza del Hotel Urban yy yo soy del bareto de la esquina. Él es artista y yo Maruja. Él es de pueblo y yo de ciudad. Él es guapo hasta morir ( como de la franja de Gaza) y yo soy normal hasta la agonía.
Él es encantador con un pronto muy malo. Yo soy mala y a veces tengo un pronto encantador.
Pero lo mejor es que los dos somos malísimos y nos encanta serlo.
Marcelo, Feliz cumpleaños.
Yo sí le veía a él. Demasiado. Él es demasiado. Demasiado todo. Excesivo en sus maneras y en sus formas, en sus apariciones y en sus desapariciones. Excesivamente bien vestido, excesivamente conjuntado, excesivamente visible. Excesivo en una palabra.
Pasaron años, muchos años. No teníamos nada en común. Y cuando menos nos lo esperábamos y en el sitio más insospechado nos encontramos y nos adoramos. En Albacete ( nada de rimas fáciles), en un día de curro estresante, una noche de juerga interminable, con más risas de las que ambos podíamos aguantar. Él me miraba y me decía: ¿ pero cómo coño no me he fijado en ti en 5 años? Y yo le decía, en eso consiste mi trabajo en la empresa de libros por colores, en estar pero qué no se me vea.
Nos reímos tanto que nos dolían las mandíbulas, nos bebimos el Nilo, nos descojonamos de todo bicho viviente en la noche albaceteña y nos fuimos a dormir de madrugada sin poder dejar de reírnos. Al día siguiente desayunamos churros en un bar cutre con una resaca inhumana y volvimos a Madrid atropellándonos en la conversación, queríamos decirnos todo lo que no nos habíamos dicho en todos esos años de transparencia.
Cómo es tan excesivo pasamos de ser desconocidos a ir a su casa, conocer a su pareja y regalarme naranjas. Quería que pasáramos el resto del finde juntos pero mi deber de madre me llamaba.
Desde entonces somos amigos. Nuestra amistad es una juerga continua. Es el culpable de mis peores resacas de los últimos años. Nunca es más mentira la frase de “ una copa y me voy pronto” que cuando estoy con él. El tiempo vuela.
Seguimos sin tener mucho en común. El es “ Sexo en Nueva York” y yo soy “Los serrano”, Él es “ Desayuno con Diamantes” y yo soy “Los bingueros”. Él es Armani y yo ropa de los chinos. Él es champán a las 5 de la tarde y yo soy vino de mesa. Él es la terraza del Hotel Urban yy yo soy del bareto de la esquina. Él es artista y yo Maruja. Él es de pueblo y yo de ciudad. Él es guapo hasta morir ( como de la franja de Gaza) y yo soy normal hasta la agonía.
Él es encantador con un pronto muy malo. Yo soy mala y a veces tengo un pronto encantador.
Pero lo mejor es que los dos somos malísimos y nos encanta serlo.
Marcelo, Feliz cumpleaños.