
Más tarde mi abuelo se pasó al Abc. Es el periódico que empecé a leer, y comencé por los sucesos: “ Descubierto cadáver de anciana desnuda en su casa” o “ Aparece una pareja acuchillada en su coche”. Esos titulares me dejaban sin palabras y me lanzaba al artículo como si fuera una novela, esperando encontrar la solución al enigma. Leía en voz alta para mi abuelo y luego pasábamos a las esquelas para ver si él conocía a alguien. Me alucinaba toda aquella gente que se despedía de sus muertos en el periódico. Con el tiempo aprendí a distinguir las esquelas corrientes y molientes de las molonas..esas en las que la gente deja volar su imaginación y pone cosas como: te fuiste un día de viento, para no volver, nosotros ramas en movimiento perpetúo esperamos volver a encontrarte” o cosas así que a mi me dan mucha vergüenza ajena.
Después como era muy “teleberza” me leía la sección de televisión para saber que ponían cada día y a qué hora. Era una guía andante de televisión. Por aquel entonces el periódico empezaba para mi después de los deportes donde estaban colocados los sucesos, luego las esquelas y después la tele. Si tenía ganas y era fácil resolvía el jeroglífico con mi abuela, pero eran pocas veces.
Por supuesto tuve mi época de leer los anuncios prohibidos de contactos: “espectacular colegiala te recibe desnudo en su ático de Serrano” …o “ griego, francés y beso negro”. No entendía la mitad de lo que ofrecían pero aquello tenía un tufillo raro.
He tenido una temporada larga de leer el periódico entero, de cabo a rabo, como una obligación, pero hace unos años me dí cuenta de que no me sentaba bien. Elevaba mi nivel de hostilidad hacia el planeta hasta unos niveles poco soportables incluso para mi. Me descubría leyendo y arrugando las páginas con los puños cerrados mientras me rechinaban los dientes de indignación y a la vez profería todo tipo de insultos contra la clase política de este país: bastardostocahuevos se creen que somos gilipollas..grrrrgrrrgrrrr.
Así que en un momento de madurez emocional, decidí dejar de leer la parte de nacional de los periódicos y mi vida mejoró muchísimo: aprendí de geografía internacional, conocí países que ignoraba, descubrí los suplementos de libros, la crítica de cine e incluso recuperé mi viejo gusto por las esquelas. Me dí cuenta de que lo que más me gusta de los periódicos es lo que no escriben los periodistas: me molan las cartas al director, y las columnas que me gustan son de escritores. Por supuesto no leo columnas de periodistas “independientes” que desde el primer renglón están catequizando sobre lo que es correcto opinar o no.
Me gusta leer el periódico pero sólo en unas determinadas condiciones. No me gusta leerlo a trancas y barrancas, me mola apoyarlo en una mesa y pasar las páginas despacio buscando con la vista lo que me llama la atención para leerlo poco a poco. Lo leo empezando por el principio, me salto nacional, el fútbol y casi siempre economía ( la ciencia ficción no me va). Si en los deportes hablan de algo que no sea el puto deporte de Cristiano Ronaldo entonces si lo leo, me interesan los deportistas que no ganan 90 millones de euros y se dejan la piel haciendo deporte. Ah, si sale Fernando Alonso tampoco lo leo.
Entre semana no lo leo, los tengo todos en el despacho pero no me gusta leerlos: no hay calma, no me dejan en paz, no me cabe el periódico abierto encima de la mesa, una de las páginas tiene que estar encima del teclado, tengo que dejar de leer porque vienen a preguntarme cualquier chorrada..no le encuentro placer a leerlo así.
El fin de semana sin embargo lo leo enterito: el suplemento de viajes, el de libros, le echo un vistazo a las páginas salmón e incluso al de salud o al de energía.
Me encanta el periódico en vacaciones de verano, la parte de nacional no ocupa nada y todo es morralla de la que me encanta: el misterio del Artic Sea perfectamente explicado con dibujos y todo, el rescate del pobre alpinista relatado día a día a 5 columnas, artículos sobre vidas de escritores, cartas al director de gente con tiempo libre que explica mejor que el periodista de turno el incendio de Lérida..etc, etc. Lo único malo del periódico en verano es la maldita brisa antiprensa de la playa.
Con el tiempo, el misterio del periódico ha perdido su gracia original. Cuando leo un artículo sobre algo que sé, qué conozco, sobre algo en lo que trabajo y me doy cuenta de cómo está de mal explicado, cómo es tendencioso, tramposo y en muchos casos falso , me doy cuenta de que no es para nada tan maravilloso como me parecía cuando contemplaba a mi abuelo leerlo. Eso sí, el día que descubro un artículo prodigioso la satisfacción es enorme.
A pesar de todo, para mí uno de los mayores placeres que existe es levantarme y desayunar mientras leo el periódico con mucha calma.