
Lo tengo asumido, no sirvo para la práctica deportiva. Ahora, con mis 36 añazos, la verdad es que me da exactamente igual y lo llevo con dignidad y en ocasiones con orgullo, pero no siempre ha sido así.
El deporte tiene buena fama. Si eres deportista eres más. Si eres tía y deportista te revistes de un halo de misterio y los tios esperan que seas una fiera en la cama llena de músculos. Pasados los 35 cualquier tio que haga padel, juegue una pachanga futbolera con sus amigotes o salga a montar en bici se considera un deportista. Da igual que luego se atufen 15 cañas o que hayan tardado en recorrer 15 km 4 horas: ¡ yo hago deporte!
Cuando eres adolescente y tu mayor talento es una lengua viperina y un intelecto hiperactivo socialmente estás hundido. Si por el contrario no sabes hacer la o con un canuto pero corres más, metes más goles o cuelas más canastas que la media eres idolatrado por la pandilla.
Obviamente yo no era idolatrada y obviamente intentaba ascender en la escala de méritos adolescente. En Los Molinos, todos los veranos se organizaban unos campeonatos deportivos que yo detestaba porque suponían poner en evidencia, un año más, mis escasas ( más bien nulas) dotes deportivas. Todos los años veía acercarse las fechas y temblaba de pánico, no quería, pero sabía que no me quedaba más remedio que apuntarme en alguno de los equipos.
Mis amigos se lo tomaban todo muy en serio, había que entrenar, conseguir camisetas y por supuesto acudir a todos los partidos de lo que tocara esa semana: baloncesto, futbol o lo que fuera. Yo sufría, sabía que tendría que salir a jugar y ser el hazmerreír de todo el equipo y además recibir insultos de todo tipo por parte de mis compañeros que eran ( y siguen siendo) muy picajososos: ‘’ PERO QUÉ HAS HECHO??..NO HAS VISTO QUE ESTABA SOLO? “ .
- No,no te he visto, tenía focalizada toda mi atención en no pisar el balón y matarme y no te he visto".
Era frustrante, doloroso y malísimo para mi ego. Año tras año caía en la misma trampa de: si me esfuerzo seguro que lo haré mejor. Y efectivamente me esforzaba y conseguía ponerlos aún más histéricos y ponerme aún más en ridículo.
Luego nos llegó la edad en que el deporte no era prioritario. Lo más importante era salir y tomar copas..actividad incompatible con el deporte de alto nivel. Además ya podías relacionarte con los tios que te gustaban sin tener que buscarte la excusa de un acontecimiento deportivo y tus amigos habían aceptado tus peculiares valores. Acepté mi incapacidad deportiva y todo era de color de rosa.
Pero ay…el deporte siempre está al acecho. Siempre consigue inventarse una nueva actividad tentadora que cautive a la masa y haga que para estar “in” haya que apuntarse. Incluso en una mierda de pueblo como Los Molinos el deporte ha lanzado la caña y el anzuelo se llama “ volley playa”.
A pesar del absurdo de la palabra “playa” en un pueblo serrano a 500 km de la costa más cercana y a 800 m sobre el nivel del mar, “ no seas tiquismiquis moli, qué más da como se llame”, el volley playa ha triunfado entre las viejas glorias deportivas de mis amigos. Tíos de casi 40 palos, madres de familia que el máximo deporte que realizan al año es bajar al Retiro o al garaje a por el coche, y solteros ociosos han corrido a apuntarse al campeonato.
Mis más amigos han formado un equipo digno de por lo menos ganar algún set en el campeonato:
- tios, el campeonato de volley playa.
- ¿ cuando empieza? Nos tenemos que apuntar
- Vale, yo me apunto.
- Y yo
- Y yo. ¿ y tú moli?
- YO NI DE COÑA.
- Pero, ¿ porqué? Si es divertídisimo.
Por supuesto no he caído en la trampa. Seré su más fiel hooligan e incluso les he conseguido la equipación, pero a dios pongo por testigo que no pondré un pie en esa arena de playa traída de quien sabe donde.
¡¡¡ ANIMO REPUDIADOS!!!!
Era frustrante, doloroso y malísimo para mi ego. Año tras año caía en la misma trampa de: si me esfuerzo seguro que lo haré mejor. Y efectivamente me esforzaba y conseguía ponerlos aún más histéricos y ponerme aún más en ridículo.
Luego nos llegó la edad en que el deporte no era prioritario. Lo más importante era salir y tomar copas..actividad incompatible con el deporte de alto nivel. Además ya podías relacionarte con los tios que te gustaban sin tener que buscarte la excusa de un acontecimiento deportivo y tus amigos habían aceptado tus peculiares valores. Acepté mi incapacidad deportiva y todo era de color de rosa.
Pero ay…el deporte siempre está al acecho. Siempre consigue inventarse una nueva actividad tentadora que cautive a la masa y haga que para estar “in” haya que apuntarse. Incluso en una mierda de pueblo como Los Molinos el deporte ha lanzado la caña y el anzuelo se llama “ volley playa”.
A pesar del absurdo de la palabra “playa” en un pueblo serrano a 500 km de la costa más cercana y a 800 m sobre el nivel del mar, “ no seas tiquismiquis moli, qué más da como se llame”, el volley playa ha triunfado entre las viejas glorias deportivas de mis amigos. Tíos de casi 40 palos, madres de familia que el máximo deporte que realizan al año es bajar al Retiro o al garaje a por el coche, y solteros ociosos han corrido a apuntarse al campeonato.
Mis más amigos han formado un equipo digno de por lo menos ganar algún set en el campeonato:
- tios, el campeonato de volley playa.
- ¿ cuando empieza? Nos tenemos que apuntar
- Vale, yo me apunto.
- Y yo
- Y yo. ¿ y tú moli?
- YO NI DE COÑA.
- Pero, ¿ porqué? Si es divertídisimo.
Por supuesto no he caído en la trampa. Seré su más fiel hooligan e incluso les he conseguido la equipación, pero a dios pongo por testigo que no pondré un pie en esa arena de playa traída de quien sabe donde.
¡¡¡ ANIMO REPUDIADOS!!!!