
Ese fue mi primer contacto con Rusia, algo me debieron contar en la guardería porque cuando me preguntaban a dónde quería ir yo ( que era muy repipí) contestaba: "quiero ir a Moscú a pasear en un trineo tirado por caballos". Lo dicho, para abofetearme.
Más tarde leí “La Reina de las Nieves” de Andersen y para mí aquello con tanta nieve y tanto frío tenía que ser Rusia. Estaba deseando ir allí.
Después vi “Guerra y Paz” con Mel Ferrer, Audrey Hepburn y Henry Fonda. Me encantó la película y Mel Ferrer me pareció el tío más atractivo del mundo. Reconozco que era repipi y con un gusto para los tíos muy raro. El caso es que allí estaba otra vez: Rusia, Moscú, los nobles, los palacios, las estepas y los trineos. Me encantaba. Los franceses podrían creerse el centro del mundo pero los rusos eran unos valientes que habían acabado con ellos y tenían un país precioso. Así era yo, repipi con mal gusto para tios y basando mi juicio histórico en una peli de Hollywood.
Cómo además también era gafapasta me lancé a la literatura rusa: “Guerra y Paz”, “ Crimen y castigo”, “Anna Karenina”, “ Los hermanos Karamazov” ( no leáis este último, es un coñazo impresionante), “ El idiota”, “El jugador”. Festival de literatura rusa. Aquello estaba muy bien para empaparte de buena literatura y para aprender algo de historia rusa pero poco práctico porque del país que retrataban estas obras no quedaba nada.
Después, por supuesto, vino “ Doctor Zhivago” y aquello fue el acabosé de amor a las estepas. Yo quería ir a morirme de frío allí ( por cierto en la Alhambra el otro día entre novia y novia me encontré con Omar Sharif). Con esta peli aprendí que la infidelidad pasa incluso entre los mejores y que no todos los rusos eran buenos, es más, algunos podían ser malísimos.
Con la típica inconstancia veinteañera abandoné a mis rusos y me lancé a por América, pero esa es otra historia.
Hace un par de años leí “ Stalingrado” de Anthony Beevor y descubrí varias cosas: que no tenía ni idea de la historia de la II Guerra Mundial, que Ucrania está aproximadamente a unos 8000 km de dónde yo creí que estaba y que Rusia es un país durísimo. Me encantó el libro y aprendí muchísimo y pensé que los alemanes eran unos cabrones con pintas. Después leí “Berlín” y la cosa se equilibró bastante porque los rusos tampoco eran unas señoritas Pepis. Pero de esto ya hablé aquí.
El caso es que ahora estoy leyendo “ El imperio” de Ryszard Kapuściński ( si, si, el mes pasado leí otro suyo, ahora además de repipi soy un pelín obsesiva). Trata sobre la Unión Soviética porque está escrito en 1990 justo cuando se desmoronó todo ese conglomerado y se formó la Federación Rusa y un montón de repúblicas desconocidas se independizaron.
Puede que alguno de los que me lee sea un erudito en la materia, pero es obvio que yo con mis antecedentes tenía un desconocimiento absoluto sobre esa inmensidad que comúnmente llamamos Rusia y estoy fascinada con el libro. He tenido que sacarme un mapa por internet porque no sabía dónde estaban las ciudades, ni las provincias. En el cajetín de geografía rusa de mi cabeza solo había imágenes de gente en trineo arropados con mantas de pieles y gorros ideales.
He aprendido que Bakú, la capital de Azerbayan, está asentada sobre un inmenso pozo de petróleo y que fue allí donde los hermanos Nobel, ( los de los premios) hicieron su fortuna, es más la calle principal de Bakú se llama Nobel Pros. Había tanto petróleo y cómo no sabían como encauzarlo, rodeaban los pozos de diques y hacían pantanos de crudo que muchas veces desbordaban y provocaban ríos de petróleo que llegaban al mar.
He aprendido que también en Turmekistán, sus dos millones de habitantes viven en torno a los 5 oasis que hay en el desierto que es todo su territorio. Buscadlo en google maps y flipad. La capital es Ashjabad. Ahora sé que hay una región en Georgia, que se llama Abjazia y que es como Mónaco, como la Riviera francesa.
He flipado con la historia de Kolymá, región noreste de Siberia dónde durante el stalinismo murieron 3 millones de personas en la explotación de minas y en el intento absurdo por parte de Stalin de construir una carretera entre Magadan y Yakust. Está contado aquí, ( en el blog de Anfrix).
Y para cerrar el círculo, he aprendido como la historia no terminaba con el “ The end” de la peli de Guerra y Paz. A raíz de la victoria de los rusos, el zar Alejandro I acometió la construcción del Templo del Cristo Salvador, los trabajos duraron 45 años y el resultado fue una mole impresionante con la altura de un edifico de 32 pisos ( se terminó de construir en el año 1883) , los muros tenía 3, 2 metros de espesor, estaba cubierto de mármol y cobre, con una enorme cúpula coronada por una cruz del tamaño de 3 pisos. Dentro ardían 3000 candelabros y había un iconostasio hecho con 422 kilos de oro. Existió 48 años porque Stalin mandó demolerlo para construir el Palacio de los Soviets que nunca llegó a hacerse.
El caso es que ahora estoy leyendo “ El imperio” de Ryszard Kapuściński ( si, si, el mes pasado leí otro suyo, ahora además de repipi soy un pelín obsesiva). Trata sobre la Unión Soviética porque está escrito en 1990 justo cuando se desmoronó todo ese conglomerado y se formó la Federación Rusa y un montón de repúblicas desconocidas se independizaron.
Puede que alguno de los que me lee sea un erudito en la materia, pero es obvio que yo con mis antecedentes tenía un desconocimiento absoluto sobre esa inmensidad que comúnmente llamamos Rusia y estoy fascinada con el libro. He tenido que sacarme un mapa por internet porque no sabía dónde estaban las ciudades, ni las provincias. En el cajetín de geografía rusa de mi cabeza solo había imágenes de gente en trineo arropados con mantas de pieles y gorros ideales.
He aprendido que Bakú, la capital de Azerbayan, está asentada sobre un inmenso pozo de petróleo y que fue allí donde los hermanos Nobel, ( los de los premios) hicieron su fortuna, es más la calle principal de Bakú se llama Nobel Pros. Había tanto petróleo y cómo no sabían como encauzarlo, rodeaban los pozos de diques y hacían pantanos de crudo que muchas veces desbordaban y provocaban ríos de petróleo que llegaban al mar.
He aprendido que también en Turmekistán, sus dos millones de habitantes viven en torno a los 5 oasis que hay en el desierto que es todo su territorio. Buscadlo en google maps y flipad. La capital es Ashjabad. Ahora sé que hay una región en Georgia, que se llama Abjazia y que es como Mónaco, como la Riviera francesa.
He flipado con la historia de Kolymá, región noreste de Siberia dónde durante el stalinismo murieron 3 millones de personas en la explotación de minas y en el intento absurdo por parte de Stalin de construir una carretera entre Magadan y Yakust. Está contado aquí, ( en el blog de Anfrix).
Y para cerrar el círculo, he aprendido como la historia no terminaba con el “ The end” de la peli de Guerra y Paz. A raíz de la victoria de los rusos, el zar Alejandro I acometió la construcción del Templo del Cristo Salvador, los trabajos duraron 45 años y el resultado fue una mole impresionante con la altura de un edifico de 32 pisos ( se terminó de construir en el año 1883) , los muros tenía 3, 2 metros de espesor, estaba cubierto de mármol y cobre, con una enorme cúpula coronada por una cruz del tamaño de 3 pisos. Dentro ardían 3000 candelabros y había un iconostasio hecho con 422 kilos de oro. Existió 48 años porque Stalin mandó demolerlo para construir el Palacio de los Soviets que nunca llegó a hacerse.
En resumen, es un libro estupendo del que se aprende muchísimo a pesar de que desde que fue escrito en 1900 muchas cosas han cambiado allí aunque me temo que no para mejor. Es un libro excelente para cualquier lector con un mínimo de interés por algo más que su propio ombligo.
Poco a poco y gracias a la literatura creo que superaré mi atracción por Mel Ferrer.