
(Del lat. invidĭa).
1. f. Tristeza o pesar del bien ajeno.
2. f. Emulación, deseo de algo que no se posee
Soy envidiosa, lo reconozco. No lo tengo por una de mis virtudes como el rencor o el afán de venganza pero tampoco creo que sea tan malo. Creo que la envidia tiene mala fama. Todo el mundo niega ser envidioso igual que niega ver los programas del corazón.
A mi me parece imposible no ser envidioso. Es imposible no “emular, desear de algo que no se posee”. Si se pudiera entonces todos iríamos por la calle sintiéndonos los tíos más afortunados del planeta y mirando por encima del hombro a los demás, así que seríamos unos engreídos y estaríamos otra vez en el mal camino. Los engreídos caen mal porque son unos chulos, los envidiosos son más poquita cosa, van encorvados y te miran con el rabillo del ojo a ver si no te has dado cuenta de que te tienen envidia.
La envidia se tiene desde pequeño, viene de serie. Si eres el hermano mayor tienes envidia de tus hermanos pequeños, si eres el pequeño tienes envidia de la ropa que estrenan los mayores y que tu usas de cuarta mano, si eres hijo único tienes envidia de los que tienen hermanos con quien pegarse y los que duermen con 4 más tienen envidia del hijo único con el cuarto para él solo.
Cuando vas al cole tienes envidia del que consigue ser amigo del líder de la clase, tienes envidia de que la profesora haga caso a otro niño, tienes envidia de la mochila nueva de tu compañera, tienes envidia de que a fulana la lleven a Eurodisney y a ti no, tienes envidia de que tu compañera sepa saltar a la goma sin dejarse los piños y tú seas un pato mareado y te partas un diente la primera vez que lo intentas, ( si, tengo un diente roto).
Ser envidioso es lo normal. Uno siempre mira más a los que le parecen mejores así que se pasa la vida deseando cosas que no posee o tratando de mejorar para parecerse a alguien o conseguir algo. Si fuéramos más listos miraríamos a los que nos parecen peores pero eso no nos mola, nos gusta más la autocompasión en plan: “fulano, que suerte tiene es tan alto/ listo/ guapo/ con una mujer tan estupenda o hijos tan buenos etc”.
La envidia es “de ida y vuelta”, a ti te da envidia alguien pero no te paras a pensar en que hay otro alguien por ahí al que tú le das envidia. Si por un casual caes en la cuenta de este hecho, te dices a ti mismo: “ me tiene envidia porque en realidad no sabe como es mi vida/trabajo/relación/hijos ( lo que sea)” y te quedas tan pancho, pero no aplicas ese pensamiento al objeto de tu envidia.
Me explico, si por ejemplo envidias las vacaciones de un compañero tuyo de trabajo en pongamos por ejemplo Marina D´Or…no se te ocurre pensar que se va allí con su suegra, sus primos políticos y la niña búlgara de intercambio y que probablemente para él sean las peores vacaciones de la historia, tú te obcecas con lo guay que es Marina D´Or y lo desgraciado que eres tú en Talamanca del Jarama. Solo vemos lo que queremos ver para sentirnos peores y desgraciados porque cómo mola la autocompasión.
La envidia tiene otra cosa curiosa y a mi modo de ver buena. Si tienes envidia de algo o de alguien puedes sentirte desgraciado, pero si tú provocas la envidia, aún a sabiendas de que nada de lo que eres o tienes es merecedor de ella, te sientes reconfortado y un puntito mejor.
Bueno pues a pesar de todas estas estúpidas reflexiones y de saber que el objeto de mis envidas no es perfecto, ni mucho menos, confieso que: tengo envidia de las madres que llevan a sus hijas perfectamente peinadas, del coche de mi amigo F, de los profesores que tienen 3 meses de vacaciones, de la gente que es capaz de controlarse y no abrir la boca y soltar todo lo que se les pasa por la cabeza, de los que no son impulsivos, de los que saben coordinar la ropa con los complementos, de todos los que leen y son capaces de retener citas y párrafos años después de haber cerrado el libro, de los que no tienen su memoria ocupada en retener datos inútiles, de los que trabajan cerca de su casa, de los que tienen cara de buenas personas, de los que son buenas personas, de los que comen y no engordan, de los que hacen deporte y les gusta, de los hermanos pequeños, de los hijos únicos, de los que tienen 7 hermanos, de los que tienen un chalet en la colonia del Retiro y de los que no se preocupan por una hipoteca. Ah, y de los que saben pintar.

Cosas de la envidia.