
Cosas por las que protestaba, renegaba y refunfuñaba ahora me gustan. Es una sensación muy rara porque no sé si es porque me he vuelto más sabia y ahora conozco el secreto de “los mayores”, o simplemente me he dejado convencer sin saber muy bien cómo.
Me pasa por ejemplo con los espárragos y la mayonesa. Estuve años aborreciendo esas dos comidas: “ que ascooo”, “ es que sólo el olor me da ganas de vomitar”…me recuerdo a mi misma diciendo mientras arrugaba la nariz. Era insoportable. Ahora me encantan los espárragos y la mayonesa es una salsa capaz de mejorar cualquier plato.
Me pasa también con la siesta. Odiaba echarme la siesta, yo quería bañarme en la piscina, ver la tele o leer. LO que fuera menos dormir. Ahora mataría por una siesta.
Odiaba ir en coche, me parecía una pérdida de tiempo y un rollo. Ahora, disfruto los viajes en coche, me gusta conducir, o ir de copiloto mirando por la ventana. Quiero llegar al destino ( casi siempre) pero no me molesta el viaje en sí.
Con 12 años llevar bolso era de señoras mayores y completamente innecesario y los leotardos eran una prenda creada por una madre vengativa. Ahora llevo el bolso más grande que encuentro, lleno de multitud de mierdas, y me encantan los leotardos y si son de colores mejor.
Me pasa con mis gustos por los tios. “¿ peró como te puede gustar Rafa si tiene 28 años?. Es un viejo“ . Ahora si tiene menos de 35 ni los veo. Me encantan los tios mayores, 50 años me parece una edad estupenda para los tíos, no les veo más que virtudes. A uno joven solo le veo desventajas.
También hay cosas que me encantaban de pequeña y que ahora sencillamente o son imposibles o no ejercen la fascinación que en su momento tuvieron sobre mi. Me encantaba el tobogán y podía pasarme horas bajando por lo que a mi me parecía una rampa peligrosa e interminable. O el baño con mis hermanos: burbujas, diversión, cataratas..aquello era una juerga, o que montar en bici, que era el mejor medio de transporte que se te podía ocurrir. Ahora odio el tobogán porque está en el parque, no sé bañarme y la sola visión de una bici en la televisión me hace agotarme.
Y hay cosas que siguen igual.
Los informativos me parecían un coñazo con 9 años y ahora me lo siguen pareciendo y además sé que ni siquiera informan. Las páginas salmón del periódico me parecían relleno y ahora las uso para hacer aviones. El Quijote era aburridísimo y ahora me duermo si lo leo. Los pantera rosa, esos bollos rosa chicle con aspecto de plástico, me hacían vomitar y ahora además de provocarme arcadas me traen a la mente visiones de arterias colapsadas de colesterol rosa. Jim Morrison era un místico plasta, y lo sigue siendo y además tonto por morir joven. Sigo odiando la sopa.
Me escondía para leer y aquí estoy agazapada en el despacho con mi libro.