miércoles, 13 de abril de 2011

LAS MADRASTRAS.

Las malas son un colectivo incomprendido. Les hace falta una buena campaña de marketing. Están absurdamente desprestigiadas y no gozan de las simpatías que deberían por parte del gran público. El lugar que les corresponde en el imaginario popular ha sido ocupado por una panda de cursis absurdas pero con un gran asesor de imagen, las princesas. De ellas, ya hablé en su momento .


Hoy voy a poner a las madrastras en el lugar que les corresponde. Voy a demostrar la labor social que han desempeñado, la importancia de sus tareas, la singularidad de sus empeños y cómo gracias a ellas, esas petardas de mejillas sonrosadas consiguieron hacer algo con sus patéticas vidas.


1.- Las madrastras y malvadas de Disney son una ONG y por eso no tienen nombre. Son un colectivo, como cuando dices “es de Greenpeace” “es médico sin fronteras” “es voluntario”. Ellas son “las madrastras”...así, sin más.

2.- No tienen nombre pero no porque no quieran. Si no porque son almas generosas y desinteresadas. “La madrastra de Blancanieves”, “La madrastra de Cenicienta”, “La madrastra de Rapunzel”… ceden el protagonismo a las cursis...sabiendo que si ellas se pusieran en primer plano eclipsarían a esas atontolinadas sin sangre. Son tan generosas que incluso admiten entre sus filas a sus iguales solteras y sin descendencia adherida…Cruella y Úrsula.

La única que tiene nombre y porque yo creo que es la líder es Maléfica… ¿Se puede tener un nombre más chulo? No. El único malo con un nombre tan chulo es Darth Vader… ¡qué gran pareja de malvados!!! Ya lo estoy viendo, su pequeño churumbel...con su capita negra y llamándose Maléfica Vader…ohhhh...sería genial.

3.- Enseñan que para estar bella hay que sufrir. Todas esas princesitas cursis en la flor de la vida creen que siempre tendrán esas caritas de manzana y esas cinturitas de avispa. No, no...Nada de eso. Para estar guapa hay que hacer sacrificios. La madrastra de Blancanieves enseña la importancia de ver en el espejo a tu amigo…la madrastra de Rapunzel se pasa la vida enseñándole a su niñata que hay que llevar los pelos bien peinados.

Esto parece una chorrada pero lo primero que hay que saber es la importancia de peinarse ¿Nadie se ha fijado en que las únicas que se despeinan al desesperarse son las malas? Las buenas ya pueden correr por un bosque, saltar por los aires, jugar con ardillas que no se les mueve un pelo. Ja. Eso es peluca.

4.- Las madrastras enseñan tareas del hogar a las niñatas de las que han tenido que ocuparse. Si dejaran a esas oligolérdicas a su aire…se dedicarían a ser un lastre para la sociedad. En cuanto te das la vuelta están cantando, bailando y hablando con animales, sintiendo una especial predilección por animales asquerosos como ratones, ratas y camaleones. Las madrastras que están hasta las narices de aguantarlas gorgojeando las ponen a planchar, cocinar, lavar, barrer y demás para que por lo menos mientras cantan hagan algo útil con su tiempo.

5.- Las madrastas son elegantes y saben que el negro estiliza. Tienen clase.

6- Las madrastras saben de sobra que las cursis son unas analfabetas. Son todo fachada y tienen menos conversación que un ficus. Saben, que si las dejan hablar a su aire jamás encontrarán novio y lo que es peor, se quedaran para siempre a vivir con ellas. ¿Qué hacen? Las duermen o las hacen parecer muertas. Ellas saben que no hay como parecer una indefensa para que se te acerque un maromo, así que las hacen parecer gacelas Thompson dormidas y los príncipes caen como chinches.

Por ejemplo, la madrastra de Blancanieves. Esa santa. Con lo que lucha por ser la más guapa del lugar y se pone de feísima para ir a sacar a la tonta del bote de Blancanieves de la secta de enanos donde la tienen currando como una esclava..y luego la duerme. Imaginad que llega el príncipe, se asoma a la ventana esa dónde siempre hay un pajarito piando que casualmente no es una paloma cagando y le dice a Blancanieves:

- ¿Qué tal? ¿qué haces?

- Pues aquí, que vivo con 7 tios que se han ido a la mina y luego vendrán cantando y con ganas de juerga y estoy preparando el festín.

Los príncipes son muy suyos..así que mejor que se la encuentre dormida y a ser posible amnésica.

La Bruja del Mar, como a la Sirenita no hay quien la tumbe, porque claro en el fondo es un pez y fuera del agua lo suyo es que se contonee y brinque...tiene que recurrir a una solución extrema...dejarla muda y darle dos piernas…para que pueda abrirlas. Que no se diga que no tiene recursos.

Y yo no digo nada...pero la única que chusca y al final no ze caza…es Pocahontas.

Le falta una madrastra.

lunes, 11 de abril de 2011

CUIDADO CON EL CONEJO ASESINO.

Se puede aprender mucho de los Monty Phyton, cosas importantes, de muchísima enjundia. Pero eso se lo dejo a los listos...yo voy a hacer filosofía de garrafón. Rollo libro de autoayuda y esas cosas tan chupis.

Primero escojamos una escena, completamente absurda por supuesto, como casi todas las suyas. Esta.


El Killing Rabbit de Los caballeros de la Mesa Cuadrada. Mucho jajaja, mucho jijiji, mucho como molan los Monty Phyton...pero se nos escapa la enseñanza vital de esta escena.

Menos mal que estoy hoy en modo didáctico para explicar las cosas. (Algún día hablaré de mi modo didáctico….)

A lo que iba.

¿Qué podemos aprender de unos tíos disfrazados de caballeros medievales que se descojonan de un conejo blanco y al final mueren desangrados por listos?

Muchas cosas, a saber:

La primera condición para que alguien te haga daño, es que ese alguien tenga poca pinta de poder hacértelo. Que tenga un aspecto de lo más inofensivo, como un adorable conejito blanco.

La segunda condición para que alguien te haga daño es que tú te lo dejes hacer. Que seas vulnerable. Que vayas completamente indefenso al encuentro del conejito blanco porque como es tan monísimo no crees que pueda hacerte ningún daño.

Se pueden dar una de esas condiciones o las dos. Obviamente, es facilísimo que ambas circunstancias confluyan, como el otro tiene poca pinta de poder hacerte daño, vas tú y te relajas y entonces te llevas una leche como un piano. Y acabas al borde de la muerte del bocado que te ha arreado el conejito blanco.

Si los caballeros de la mesa cuadrada, al llegar a la cueva, se hubieran encontrado con un dragón con pinta de asarlos vivos o de matarlos a bocados, hubieran optado por ponerse a la defensiva con la espada y el escudo y toda la pesca o directamente hubieran huido que es una actitud muy inteligente. No se trata de ganar o perder contra otro, si no de directamente no dejarte hacer daño o por lo menos no ser presa fácil. Si el dragón quiere achicharrarte por lo menos que tenga que perseguirte.

Los malos con pinta de malos provocan en su víctima una actitud defensiva y tienen que ser unos malos muy perseverantes o tener muchas ganas para conseguir hacer daño.

Además, los malos con pinta de hacer daño, como saben a lo que van...calculan la intensidad del daño. Pueden hacerte muchísimo daño sí,..pero saben lo que se hacen. Que es una putada, sí...pero por lo menos sabes que el otro, que te ha cortado un brazo o te ha dejado sin capacidad pulmonar, sabía lo que se traía entre manos. No era un amateur. Estás en manos de un profesional , y lo que es mejor, sabes que si hubiera querido matarte hubiera podido hacerlo...pero por alguna extraña razón decidió dejarlo solo en amputación. Algo es algo y el que no se consuela es porque no quiere.

El malvado tiene un plan. En el momento puede que no veas ninguna satisfacción en ser un objetivo digno de tener un plan para destrozarte...pero a largo plazo, puede molar pensar que alguien necesitó una estrategia, necesitó pensar en algo para hacerte daño. Consuela pensar que no eres presa fácil.

Como el malvado tiene pinta de hacerte daño y además tiene un plan...puedes intentar parapetarte en una posición defensiva, cavar trincheras y minimizar los daños. Si el malvado es uno de los buenos, tienes pocas posibilidades de éxito...pero lo habrás intentado que es algo que suele reconfortar. A largo plazo...pero reconforta, aunque sea cuando te estas lamiendo las heridas.

Ah y el malvado consciente siempre puede sufrir un ataque de conciencia, porque por ejemplo herede un Pepito Grillo de algún amigo o algo…y se sienta culpable del daño que te hizo. Es raro, pero puede pasar, así que también puedes consolarte pensando: en algún momento esto pesará sobre su conciencia.

Con los malvados además, una vez que te han dado la gran leche...normalmente no vuelves a por más. Reconoces su poderío, te acercaste demasiado a un malvado a pesar de su pinta dañina, te dio un buen bocado y te piras. Nunca jamás vuelves a acercarte.

Y por último, de un malvado se aprende. Que no son cosas buenas las que se aprende, vale...pero que nunca se sabe si en algún momento te harán falta...asi que no hay que desechar alegremente las enseñanzas de un malvado.

Con los conejitos todo es un despropósito y acabas escaldado o directamente sin cabeza como los Monty Phyton.

Para empezar un aparentemente inofensivo es mucho más letal. Su capacidad dañina es inversamente proporcional a su pinta de no haber roto un plato en la vida. Cuanto más mono sea, más capaz será de asestar un golpe mortal. Puede provocar un daño tan espectacular que deje secuelas de por vida…y eso sin proponérselo.

El conejito no tiene un plan. Ni siquiera sabe que es dañino así que no tiene el más mínimo control sobre su superpoder dañino, puede pegarte un bocado, amputarte un brazo o directamente degollarte…sencillamente porque si. Sin un plan. ¿ hay algo peor que estar destrozado y encima darte cuenta de que has sido víctima de un chapucero? Creo que no.

Como además no se ha enterado del daño que te ha provocado jamás en su vida tendrá remordimiento o conciencia tocacojones por ello. Es más, si alguien le dice por ejemplo: Las paso putas por tu culpa…dirá: ¿por mi culpa? ¿Yo? Pero si yo no hice nada. Así que tampoco te queda el recurso a reconfortarte en tu dolor pensando que el otro puede que en algún momento tenga un destello de remordimiento. Como no sabe que es dañino no tiene ningún tipo de pensamiento sobre ello, simplemente lo olvida y sigue haciendo lo que sea que hacen los aparentemente inofensivos.

Como no te esperas el golpe, no has elaborado un plan de defensa, así que el ataque y el daño te llegan por sorpresa y te dejan si capacidad de reacción. Boqueando sin conseguir llenar los pulmones de aire y dando vueltas sin cabeza pensando: ¿de verdad un conejito blanco acaba de degollarme? ¿ Cómo ha podido pasarme?

Por supuesto es entonces cuando te acuerdas de las advertencias que te dieron.

Como todos somos unos listos, cuando viene alguien, por ejemplo un hechicero con cuernos a decirte “cuidadin cuidadin...que ese conejito es Satán y puede hacerte mucho daño”. Tú dices…anda pírate…que soy el Rey Arturo y sé lo que me traigo entre manos”…y luego cuando estás agonizando de dolor supremo te acuerdas de esa frase y de tu “sé lo que me traigo entre manos”.

Así que ya sabéis, niños y niñas, cuidaos mucho de los conejitos blancos…y en caso de duda...mandadles un hurón.

..Mmm...creo que me he convertido en el hechicero con cuernos. Molo.

viernes, 8 de abril de 2011

DE CHAPA

La fortaleza es la manera de sobrevivir de los extremadamente sensibles, son los abuelos de Heidi.


Cuando somos canijos, todos somos de plastilina. Todo lo que te pasa te va dejando una huella, una marca. Algunas duelen más y otras duelen menos, algunas dejarán una marca para siempre y otras se borrarán casi al instante. Poco a poco vas formando una especie de cuerpo con el que te enfrentarás al mundo.


Más adelante se deja de ser de plastilina y en mi teoría hay dos opciones…pasas a ser de plástico o de metal. Eres Heidi o su abuelo.

Al contrario de lo que se pudiera pensar de primeras, los de metal son los extremadamente sensibles. Adoptan ese material porque saben que cualquier cosa les afecta. Son muy observadores, muy empáticos y le dan muchas vueltas a la cabeza. Les gustaría poder abstraerse del entorno para percibirlo menos, para sufrirlo menos...pero como eso no es posible...optan por ser de metal.

A un metálico todo lo que pasa le afecta...le deja bollo. Una abolladura que deja marca. Un golpe que nunca recobrará su apariencia primera. Como se conoce y sabe que esto es así, intenta dimensionar las cosas importantes, que deben afectarle, de las chorradas. Esas chorradas pueden ser cosas que para la gente sensible sin más son un drama, pero para el fuerte no pueden serlo porque si le afectaran esas nimiedades iría por la vida completamente abollado. Esto no quiere decir que cosas que los Heidis son importantes a él le parezcan chorradas. No. A los de plástico tooodoo les deja marca, pero se recuperan enseguida, muy rápidamente vuelven a cómo estaban. Los fuertes no, por eso tienen que esforzarse en que algunas cosas simplemente les reboten. Ejemplo práctico: padres para los que dejar a su niño en la guardería es un drama de proporciones cósmicas, madres que sufren al terminar su baja de maternidad…etc., Lloran y sufren y las pasan putas. Para alguien con una sensibilidad extrema…eso no puede causar un drama vital…tiene que relativizarlo y decir: vamos a ver, eso es una chorrada, no puedo dejar que me afecte. Necesita reservar su fuerza para cosas más graves.

Los que son de plástico son como Heidi. Van por el mundo alegremente, sin muchas preocupaciones, disfrutando de todo y llorando de amor, felicidad, por el color de las margaritas, porque Pichi se ha roto un ala o Niebla casi se lo come. Son sensibles y se les nota, cualquier cosita superficial les afecta mucho, se doblan, se abomban y se les nota. Todo el mundo considerará que son personas con mucha sensibilidad, adorables, queribles, achuchables y necesitados de cariño. Heidi se considera a sí misma una persona buena y encantadora. Amable al trato y sin dobleces.

El abuelo de Heidi es de metal. Camina por la vida pesadamente, un paso detrás de otro. Cada paso que da le cuesta porque es consciente de cada vez que pone un pie delante de otro. Nada de saltar alegremente sin pensar, recogiendo flores y olisqueando. No. Cada paso que da lo disfruta y lo sufre de igual manera. No es que sepa lo que hace, no es más listo que Heidi, pero sabe que cada paso que da le acerca a algo y le aleja de otra cosa. Si decide ir por aquí, sabe que deja de ir por allá...aunque también sabe que en algunas ocasiones podrá volver a atrás, pero eso será duro. El, que va andando con zapatos pesados, disfruta como Heidi. Puede incluso disfrutar más y es más consciente de todo lo que pasa a su alrededor.

Por eso mismo, la felicidad del abuelo de Heidi es mucho más acojonante que la de Heidi. El extremadamente sensible sabe ser feliz y lo que es mejor sabe CUANDO es feliz. Aprecia ese minuto, ese momento, ese día, ese mes…ese instante de felicidad. Y se le nota mogollón. Toda su chapa brilla y refleja lo feliz que está. Si lo tocas...incluso quema.

Un extremadamente sensible es siempre muy empático. Aprende que no mola ver como sufren los demás. Como no le mola ver a los demás sufrir (quedan excluidos los sufrimientos de gente a la que le tengan mucha manía), hace lo posible porque los demás no sean conscientes de su sufrimiento. Nada de efusiones emocionales de llanto, pena o dolor…que dejen a los demás con cara de póker y sin saber qué hacer. Este mecanismo es un arma de doble filo...porque los demás que no son como él...no piensan: oh vaya…lo está pasando tan mal que ni siquiera se le nota. Normalmente piensan: oh vaya, que fuerte, es que nada le afecta y si le afecta tiene los cojones de tirar para adelante...voy a llorar yo para que me ayude a mí.

Por eso se traga su pena, su dolor y su sufrimiento. Cuando algo le hace daño...le llega dentro. Traspasa la chapa y la agujerea...ese hueco no se cerrará jamás. Los bordes nunca volverán a unirse y se quedarán para siempre al aire…con el tiempo puede que esas aristas se pulan un poco...por el paso de los años y porque a base de repasarlos con la memoria, el extremadamente sensible consigue que se le haga callo en el alma y le duela menos...pero jamás deja de dolerle. Los agujeros en la chapa jamás se curan. Y siempre duelen.


No hay nada que acojone más que el llanto de un abuelo de Heidi. Las lágrimas de un fuerte acojonan muchísimo. Incluso a él mismo le dan miedo.

El humor negro es vital para la existencia de un extremadamente sensible. Cualquier cosa, tomada con humor negro duele menos. Para esto hay que ser inteligente…lo siento pero es así. La gente simple no entiende el humor negro. Sufre menos eso sí, .pero la gracia del humor negro se la suele perder con frases del tipo: “yo creo que con la muerte de un padre no se puede bromear”…

Y por último, un extremadamente sensible siempre desconfía. Desconfía. Sabe perfectamente cómo es y de lo que es capaz. Para lo bueno y para lo malo, sobre todo para lo malo. No se hace ilusiones sobre su buenismo y por supuesto tampoco se lo hace sobre el de los demás, aunque lo vayan vendiendo como Obelix: comprad comprad...mi buenismo. Un extremadamente sensible jamás se fía de primeras, ni de segundas…y siempre siempre estará a la defensiva. No es que no quiera dejarte entrar…es que sabe que si entras es muy probable que le hagas daño.


Por todas estas cosas los abuelos de Heidi pueden resultar antipáticos, fríos o dar miedo. Sin embargo, si consigues que te permitan rozar el frío metal, quedarás atrapado como si fueran un imán.


Fin de la chapa.