domingo, 26 de febrero de 2023

Los que están al otro lado

Son las diez y media de la mañana y estoy en pijama, en el sofá, con el portátil en las rodillas escribiendo este post. Antes de empezar a escribir, como siempre, hago un calentamiento leyendo cosas pendientes: newsletters, el periódico, webs y blogs que sigo y las notas que me he ido dejando a lo largo de la semana para inspirarme. Este calentamiento es, por una parte, una búsqueda de inspiración y, por otra, una excusa para no sentarme a escribir. Siempre funciona igual: caliento, caliento y caliento hasta que abro el documento y me pongo a ello.

A blog post is *a search query.*You write to find your tribe; you write so they will know what kind of fascinating things they should route to your inbox. If you follow common wisdom, you will cut exactly the things that will help you find these people. It is like the time someone told the composer Morton Feldman he should write for “the man in the street”. Feldman went over and looked out the window, and who did he see? Jackson Pollock. (blog de Austin Kleon)


Cuando escribo, ¿pienso en los que están al otro lado?

Leo esta cita en la newsletter de Austin Kleon. La releo y levanto la vista. Los cristales de la ventana están moderadamente limpios y eso me da cierta satisfacción. ¿Escribo para buscar algo? ¿Escribo para encontrar a mi tribu? ¿Escribo para encontrar gente interesante que me recomiende cosas fascinantes? Pues no lo había pensado nunca, pero es verdad que, a lo largo de todos estos años y gracias a lectores que están ahí al otro lado, he descubierto maravillas.

En la cita hablan de escribir para el hombre de la calle. Siendo, ahora mismo, políticamente correctos, diríamos que se trata de escribir para alguien corriente, para cualquiera. En la cita hablan de cómo le dieron ese consejo a Morton Feldman; él se asomó a la ventana y vio a Jason Pollock. Esas son cosas que pasan en Nueva York: aquí, donde estoy ahora mismo, si me asomo a la ventana solo veo gente corriente, normal, haciendo vida de sábado. ¿Escribo para ellos?

Forget your generalized audience. In the first place, the nameless, faceless audience will scare you to death and in the second place, unlike the theater, it doesn’t exist. In writing, your audience is one single reader. I have found that sometimes it helps to pick out one person—a real person you know, or an imagined person and write to that one. John Steinbeck

Mi adorado Steinbeck (leed, por lo que más queráis, Cannery Row y Las uvas de la ira) dice que hay que escribir pensando solo en una persona. Dice algo muy obvio pero que puede pasar desapercibido: en la lectura no hay una gran audiencia, no es como el teatro. En la escritura tu público está formado por una sola persona cada vez. Hace muchos años, cuando leí por primera vez este consejo, me pareció acertado. Creo que incluso durante una época lo seguí y escribía pensando en alguien en concreto. Aquello duró poco porque escribir pensando en alguien en concreto te obliga a pensar en los criterios con que esa otra persona juzgará lo que reflejas en tus palabras. Te obliga a hacer un ejercicio de empatía con los sentimientos, ideas y opiniones de otro al mismo tiempo que lidias con la maraña de tus propias reflexiones para dotarla de algún sentido. Además, y este pensamiento es una cosa que te da la edad, ¿qué pasa si esa persona desaparece de tu vida por la razón que sea? Como digo, aquello duró poco (no más de unos meses) y desde entonces no escribo pensando en nadie.

You can’t write for other people. You can’t write for the left or the right, this religion or that religion, or this belief or that belief. You have to write the way you see things. I tell people, Make a list of ten things you hate and tear them down in a short story or poem. Make a list of ten things you love and celebrate them.

El bueno de Ray me representa mucho más. (Leed, por lo que más queráis, Crónicas Marcianas. Sí, sí: ya sé que la ciencia ficción no os llama pero, EN SERIO, hacedme caso) Este sábado asiento al releer esta cita. Yo no escribo para nadie, ni siquiera sé quién hay al otro lado. ¿Qué estaréis haciendo cuando leáis esto? Como mi intención es enviarlo el domingo por la mañana quizás haya viciosos que, nada más despertarse, cojan el móvil, vean la notificación y entre legañas y bostezos lean estas palabras y piensen: «cuando desayune, apunto los libros y los compro», y luego no lo hagan nunca. Pero ¿qué más puedo saber de quien hay al otro lado? ¿Tenéis 30, 40 o 67 años? ¿Os despertáis solos o acompañados? ¿Usáis pijama y tenéis pulgar verde para las plantas? ¿Vuestras ventanas dan a un polígono industrial o a una calle estrecha en la que, ahora que nos acercamos a marzo, la luz del sol consigue llegar al asfalto? ¿Sois espías, emprendedores, arquitectos, alfareros, profesores, astronautas (por favor: si estáis ahí, decídmelo) o rentistas (esto también me interesa)?

A lo largo de todos estos años he conocido a mucha gente que me lee, a muchos que estáis al otro lado. Algunos se han convertido en amigos, otros llegaron y se fueron, con otros puse distancia. Pero, aunque haya escrito «mucha gente», son pocos comparados con la cantidad de gente que puede haber ahí, al otro lado. Si lo pienso me da vértigo. Recuerdo con nitidez dónde estaba la primera vez que me saltó una notificación de comentario en el blog: en el salón de mi casa, cerca de la cristalera. Miré el móvil y leí «comentario de Eva». ¿Quién era Eva? ¿Por qué me había leído? Y, sobre todo, ¿por qué me había dejado un comentario? Eso ocurrió hace quince años, pero la sensación sigue siendo la misma ante cualquier reacción que recibo por lo que escribo: asombro. No puedo ir mucho más allá porque jugar a imaginar otra vida en la que a alguien le interesa lo que escribo y pincha en su bandeja de entrada me da vértigo. No es vergüenza, ni falsa modestia: es sorpresa.

Me voy a vestir: prefiero que no me imaginéis en pijama. Imaginadme bien vestida, estilosa, elegante sin parecer excesiva y con un control absoluto sobre mis actos. Imaginadme discreta, inteligente, incisiva y aguda. Uso el imperativo: os hablo de vosotros. Os hablo a vosotros pero sois imaginarios, no existís hasta que estas líneas ya están fuera de mis manos. Es entonces cuando os volvéis reales. Es casi magia.


Os recuerdo que aquí podéis suscribiros para recibir estas entradas en el correo.


11 comentarios:

JC dijo...

Me pillas desayunando, vestido ya (solo desayuno en pijama si estoy malo), mirando y admirando la mini nevada de ayer en el césped del jardín, asombrado con un inusual cielo azul y un solecillo que vende calor pero solo da luz. Y preguntándome si programas los posts o si madrugas y los publicas a tan temprana hora de un domingo hecho para quedarse un rato más en la cama.

molinos dijo...

Hola JC, ¿te vistes antes de desayunar aunque no vayas a salir de casa? Los posts los programo si van a ser el domingo por la mañana, los que son entre semana, no. Pero vamos, no madrugo los fines de semana, aunque me despierte pronto me hago fuerte en la cama.

Anónimo dijo...

Tengo 54 años casada y con 3 hijos .Te leo en la cama,antes de poner el despertador para mañana.Te leo desde hace muchos años .Me has regalado muchísimos momentos de placer con tus recomendaciones de todo tipo y tus posts.En mi casa eres muy conocida por todas las veces que te nombro en las conversaciones : “Moli dice, escribe….”.Como si les hablara de una amiga mía.
Tenemos muchas afinidades en muchos aspectos.
Gracias por el tiempo y esfuerzo que dedicas a esto.

el chico de la consuelo dijo...

No me gusta la literatura de marcianos pero te haré caso con crónicas marcianas. Este blog sin despellejes esta un poquito como cerveza sin alcohol. Que lo sepas.
Bsss

Anónimo dijo...

Te escribo desde el superpoder que me otorga la invisibilidad.
A veces pienso sobre esta extraña intimidad. Me pregunto cuál es la razón que te impulsa a mostrar tus dudas y certezas (sobre todo estas últimas ;-)).
Yo vengo a este blog con una cierta curiosidad hacia las vidas ajenas (curiosidad sana, debo ser algo cotilla aunque nunca me he considerado como tal) y porque me has hecho excelentes recomendaciones en todo este tiempo. Gracias por lo segundo ... Sigue molando ...

Anónimo dijo...

Te leí el domingo por la mañana envuelta en la manta, totalmente legañosa, ahí me has pillado; pero no te podría contestar hasta llegar al trabajo, donde puedo ver los comentarios. Llevo leyéndote desde 2012, tengo 51 años, casada con hijos...y el post que mas me impactó, el que me dejó sin aliento, el que más me removió y que leía impetuosamente una y otra vez ha sido el de DESILUSIÓN Y DECEPCIÓN porque justo en esa época sentí como decepcionaba a alguien extremadamente querido para mi. Tenía que decirlo, porque fue un momento muy importante para mí: desde ese instante supe que te leería siempre.

Anónima Eva

Anónimo dijo...

No escribes para gente corriente, ni para cualquiera, sino para ese ser que está conectado a ti por el misterio, y que se manifiesta sin saber porqué, aunque no nos conozcamos fisicamente.

Quizas desconozcas el misterio que encierran tus escritos ni lo que pueden engendrar en personas como yo y otros muchos.
Sólo te puedo decir gracias, ya tienes ganado mucho, por o decir el cielo, por abrir ventanas al horizonte...

Anónimo dijo...

Te leo desde mi ordenador, en Suiza, cuando tengo mis minutos de relax entre llamada y llamada o reunión y reunión...

Llevo mucho tiempo leyendote, porque me encantan tus historias... a veces pasan semanas pero luego vuelvo a la ultima que lei...

Amo las recomendaciones de podcasts

Núria dijo...

La frase del salmón y las aceitunas es de "Doctor en Alaska". Lo sé porque yo pensé exactamente lo mismo: ¡¿desde cuándo las aceitunas son un gusto adquirido?! Aunque claro, Fleischmann no nació en el Mediterráneo. Quizá para él las aceitunas son lo que para nosotros la cecina o la asquerosidad esa del Easy cheese.

Dorotea Hyde dijo...

Datos que puedo dar: soy mujer; mi edad es el número del sentido de la vida, el universo y todo lo demás más uno; leo ciencia ficción y además de las Crónicas marcianas, es de lectura obligada Fahrenheit 451 y siempre, siempre que lo menciono, tengo que buscar el número o decir solo Fahrenheit porque soy malísima recordando títulos. Y estoy de acuerdo con Bradbury en lo de escribir. Pensar en alguien bloquea y se puede acabar escribiendo para no decepcionarlo o para cumplir sus expectativas en vez de las nuestras.

Me ha gustado mucho esta reflexión sobre la escritura.
Un saludo.

Cristina dijo...

Hola Ana. Te empecé a leer hace 11 años, cuando tuve que pasar unos meses en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, después de un accidente. Te leía de noche, entre la hora oficial de acostarse y la recena, asustada, expectante, decidida. Me gustaban sobre todo los libros encadenados, aunque en ese momento no podía leer apenas. Estabas en mis favoritos de internet y de vez en cuando acudía a ti. Ahora te has modernizado y te leo según escribes, recién despierta mientras apuro el tiempo antes de levantarme; subo la persiana, miro cómo está el cielo, chequeo mi cuerpo y cojo el móvil. Te veo también en Instagram y me encanta encontrarme con alguien que no vende, no sonríe y aún así me hace sonreír. Y chimpún