sábado, 25 de diciembre de 2021

Feliz cumpleaños, papá

Mi padre hubiera cumplido hoy setenta y ocho años. Cuando naces el día de Navidad, aparte de acumulación de regalos en un par de días con la consiguiente acumulación de paquetes y la también inevitable falta de inspiración, te arriesgas a que tu nombre tenga algo navideño. A mi padre le tocó Jesús Esteban Antonio, un nombre absurdo que nos provocaba muchísimas risas, cada año, cuando lo recordábamos en mañanas como esta, la mañana de su cumpleaños. 

En la mañana de su cumpleaños, mi madre nos traía el desayuno a la cama. Aparecía en nuestros cuartos con una bandeja con el desayuno para cada uno: zumo de naranja recién exprimido, café con leche y tostadas. De niños nos parecía un lujo extremo y de adolescentes una tortura porque nos despertaba. Yo nunca digo que no a un desayuno pero mi hermana lo dejaba enfriar y morir y seguía durmiendo. 

En el día de su cumpleaños comíamos solo nosotros seis. Nos vestíamos elegantes, poníamos la mesa y antes de empezar mi padre abría sus regalos. Nunca fue un gran entusiasta de su cumpleaños. Yo siempre lo fui, del suyo y del de cualquiera que me importe. Le regalábamos corbatas, libros, zapatos, discos. No recuerdo que le hiciéramos dibujos. Ahora que lo pienso, ¿los niños de hace cuarenta años dibujábamos menos? Tras la comida no había sobremesa. Mi madre nos colocaba como en una cadena de montaje y empezábamos a preparar sandwiches, canapés, tartaletas y bandejas de navidad para la merienda. A media tarde toda la familia de mi padre y parte de la de mi madre aparecía en casa para celebrar su cumpleaños. Le daban regalos. Corbatas, libros, zapatos, discos. Él los recibía con una gran sonrisa que pronto aprendí a interpretar y que decía: antes de que se acabe el día olvidaré estos regalos. 

En algún momento dejamos de hacer esas meriendas, dejamos de celebrar oficialmente su cumpleaños y él pareció agradecerlo. La última vez que recuerdo una gran celebración fue cuando cumplió cincuenta años. Organizamos una fiesta sorpresa una semana antes de su cumpleaños. Ocho meses antes había tenido un infarto cerebral del que aún estaba recuperándose. Juntamos en casa, en Los Molinos, a sus amigos de la infancia, de la universidad, de la mili, de las motos, de Los Molinos y recuerdo su cara de felicidad circulando entre los grupitos y hablando con todo el mundo. Es el único cumpleaños en el que pareció ser feliz por cumplir, por estar. Supongo que los otros cuatro hasta que murió también los sintió así, como algo a celebrar, pero no los recuerdo. 

¿Qué estaría haciendo hoy mi padre para celebrar su cumpleaños? No lo sé pero creo que pasear por Los Molinos, cotillear en la cocina para ver que se prepara para la comida y brujulear mucho por internet. No sé si me hubiera llamado para ver como estamos. Me resulta dificilísimo imaginarme a mi padre llamándome por teléfono porque él habita en un pasado en el que vivíamos en la misma casa y no teníamos necesidad de hablar por teléfono. 

Feliz cumpleaños, papá. 

2 comentarios:

Ignacio Bravo dijo...

Precioso Ana. Abz

Carmina dijo...

Pero... ¡qué guapo tu padre! Ya había visto una foto suya que pusiste de cuando era un señor mayor y la de hoy me confirma que fue guapo a todas las edades.

Muy bonito, Moli.