lunes, 27 de diciembre de 2021

De voces y amores


En 1997, Arthur y Elaine Aron publicaron un artículo científico con treinta y seis preguntas que ayudan a crear intimidad con otra persona. Una especie, si queremos llamarlo así, de cuestionario para enamorarse. O no.  A mí las preguntas me parecen regulinchi de interés, las típicas preguntas que a todo el mundo le encanta contestar de sí mismo y le importa un pepino lo que el otro conteste ¿Qué es un día perfecto para ti? ¿Cuando fue la última vez que cantaste? ¿Y que cantaste a alguien? ¿De todas las personas de tu familia, que muerte lamentarías más? ¿Cuál es tu recuerdo más preciado? ¿Tu mayor logro? pero, dejando de lado este tema... sé que de este estudio tengo un vago recuerdo de haber leído algo en algún momento pero sin prestarle mucha atención hasta estos días. Y lo que me ha hecho prestarle más atención ha sido la escucha de un podcast, claro. 

En 2020, una chica americana llamada Yves (nombre falso), se quedó sin trabajo, la relación/no relación que tenía con un hombre fue languideciendo y se aburría. Dándole vueltas a los problemas "importantes" que la rodeaban pensó en como sería una aplicación de ligar, mejor dicho, de conocer gente que solo funcionara a través de la voz: no hay fotos, no hay nombres, no hay nada. Liz, que puede ser un poco un personaje de Sexo en Nueva York, se tomó el trabajo en serio. Leyó sobre como lograr intimidad con otra persona, llegó a las treinta y seis preguntas y se le encendió la luz del ¡Ajá! 

Trató de reclutar a cien solteros de entre veinticinco y cuarenta y cinco años que se crearan un perfil personal solo con mensajes de audio respondiendo a las treinta y seis preguntas de los Aron. Para empezar, reclutar cien solteros no fue fácil. Al contrario de lo que ocurre en las aplicaciones de ligar donde hay una abrumadora mayoría de hombres, en este experimento, la proporción que ella tenía era de cuatro mujeres por cada hombre. Una vez reclutada la muestra, montó una web (Yves tenía muchísimo tiempo libre y mucho empeño porque yo solo de la pereza de pensarlo me agoto), creo los perfiles de todos y después, tras escuchar los cien perfiles, los emparejó unos con otros. Sí, como en las antiguas agencias matrimoniales. 

El funcionamiento es el siguiente: Yves me manda un correo a mí y me dice "tu pareja es A" y me pasa un link donde está el perfil de esa persona con todos sus audios. Yo lo escucho todo o lo que quiero y decido si mando a esa persona un audio, siempre a través de Yves, y me quedo esperando a que me conteste o no. Y así durante cuatro semanas que es el límite del experimento. A mitad del experimento cada uno de los miembros de la pareja tiene una reunión con un coach que le hace preguntas del tipo «De 1 a 10 ¿qué grado de intimidad tienes con esa persona?» La gente dice 7 incluso 8, pero hay que recordar que además de tener ganas de enamorarse, estábamos en pandemia y mira, ahí tenías ganas de crear intimidad hasta con tu impresora. Al final, a las cuatro semanas, Yves les dice que va a charlar con ellos por teléfono y lo que ocurre es que hablan entre ellos dos, por sorpresa. Lo que pasa después no lo sé aún, me queda la mitad del podcast. 

Llevo tres episodios y está siendo una experiencia curiosa. Por un lado, escuchar a estas parejas conocerse solo por audios (uno al día) es como ver una comedia romántica que crees que ya sabes como terminará y, por otro, es como espiar. (Ellos saben que con los audios se hará un podcast, así que no es espiar) A ratos me encuentro pensando «míralos que monos» y en otros digo «pobres, lo que les queda por entender de todo esto» 

Los escucho enamorarse de una voz, proyectar, en lo que el otro les dice, lo que quieren que esa persona sea y suspiro. ¿Me he enamorado alguna vez solo de una voz? ¿De los hombres que me he enamorado, me hubiera enamorado si hubiera empezado por la voz? Llamo a A y le pregunto qué opina. «Yo me acuerdo perfectamente del primer día que hablamos por teléfono y como me sorprendió tu voz» Yo no me acuerdo hasta que él me lo recuerda y consigue activar un pequeño destello en mi memoria. Tengo mis dudas de que enamorarse por la voz sea mejor que enamorarse por el aspecto o a través de una app de ligar. Al final todo se reduce a la luz que proyectas sobre aquello que no sabes de la otra persona, una luz que es como un filtro de instagram, y que siempre es para embellecer y mejorar. 

Mientras le doy vueltas a esto, me siento a ver El jinete eléctrico en Filmin. Jane Fonda y Robert Redford también se enamoran. No por la voz, claro. Se enamoran porque no pueden ser más guapos y porque, en esta peli, los dos son listos, inteligentes y van caminando por los paisajes de Utah. (Ella con unas botas imposibles pero se lo perdonamos porque es Jane) ¿Cuántas veces te has enamorado con todo a favor, la belleza, la inteligencia, el paisaje, la ocasión, sin saber nada del otro y acabó terminando porque tenía que terminar? 

El Covid me ha dejado sin ganas de comer tostadas por la mañana y hoy hace sol. Necesito comedias románticas que acaben bien. Espero que en los episodios que me quedan todos terminen juntos, felices y comiendo perdices. 

2 comentarios:

Hermano E. dijo...

Yo conocía a la que acabo siendo mi mujer de la pandilla, pero nunca había reparado en su voz, hasta que un día me llamó por teléfono a casa. Al principio no la reconocí, no asociaba su preciosa voz a su persona. Y a partir de entonces la vi con otros ojos. Como bien dices al final todo se reduce a la luz que proyectas sobre otra persona.

Marga dijo...

No sé si la voz, mi chico tiende a tartamudear pero es verdad que su tono de voz, y cuando canta que se atora menos, es sexy, muy sexy. En fin, cada cual valora lo que le toca y quién sabe lo que enamora de otro, es tan volátil y extraño. Pero me encanta esta película, que desconocía jo, y las botas de Fonda y su testarudez, de esa no se habla mucho porque parece que desmerece a quien la tiene, sobre todo si es mujer. Y la banda sonora de Willie Nelson y que sea un actor en esta película. Adoro a ese tipo y su trabajo sin fin, no hay año que saque más de un disco, incluso en pandemia. Cuando muera se me morirá un cachito.

Gracias por dármela a conocer. Qué bien lo paso viéndola.