Me gustaría saber qué se siente siendo «personal autorizado» cuando cruzas una de esas puertas por las que solo puede pasar «personal autorizado». Me gustaría saber quién era el hombre grabado en los pendientes de una de las señoras viejísimas que alquilaban casetas en la playa de Nazaré. Me gustaría saber porqué, en la era de internet, en la época de «escudriña hasta el último rincón del cajón de los cubiertos del apartamento que vas a alquilar», Portugal está lleno de mujeres viejísimas sentadas a la puerta de sus casas con carteles de "se alquilan habitaciones". Me gustaría saber si alguien para y les pregunta y si, cuando les llevan a sus casas, les hacen bacalao para cenar y les dan toallas bordadas. Me gustaría llegar a ser una mujer viejísima pareciendo una mujer viejísima, que se me vieran todos los años que espero vivir. Me gustaría que a Cher se le vieran los años que ha vivido y que en Mamma Mía 2 no pareciera un paso de Semana Santa. Me gustaría tener días suficientes en el verano para poder ponerme toda la ropa de verano que tengo o, si lo de los días es imposible, superar el impulso que me empuja a ponerme, todos los días, la misma camiseta roñosa y los mismos pantalones cortos cuando llego de trabajar. Me gustaría que mis perros, cuando me tumbo a leer, además de darme lametones me dijeran «deja de preocuparte». Me gustaría no seguir siendo aquella niña de ocho años que se quejaba tanto de dolor de cabeza, todas las tardes, que hasta mi madre me llevó al médico por si me pasaba algo. No me pasaba nada, solo me preocupaba el colegio al día siguiente. Me gustaría no acojonarme cuando me despierto con ansiedad y trato de convencerme de que me estoy agobiando con antelación. Me gustaría que mi tintero con tinta verde hiedra no se hubiera abierto en mi estuche o que, por lo menos, se hubiera derramado entero y el estuche fuera ahora completamente verde hiedra.
Me gustaría no haberme dado cuenta, anoche mientras me lavaba los dientes, de que ya nunca en la vida podré ser "staff writer" en el New Yorker. Me gustaría que ese pensamiento no me hubiera llevado a hacer una lista de todas las cosas que hice en su día y ya no puedo volver a hacer: dar vueltas en bici alrededor de la pérgola de la casa de mis abuelos. Ir vestida igual que mis hermanos. Vestir a mis hijas iguales. Amamantar. Parir. Follar por primera vez. Sentirme al volante indefensa y en peligro y, a la vez, independiente y poderosa. Volver a probar el hígado. Llamar a alguien abuelo, abuela, papá.
Me gustaría haber escrito algo divertido y frívolo. Algo tonto y sin mucho sentido. Algo atolondrado. Algo para reírse y pensar «es verano, todo es de colores y la vida mola muchísimo» pero no se me ocurre nada.
6 comentarios:
De momento has escrito una bonita miscelánea de esas primeras veces.
Ni tonto, ni sin sentido...
Y por qué nunca en la vida vas a ser staff writer del New Yorker, a ver, por qué?
Me encantas
:):):) AY ay ay con el paso de semana santa.... jo, da mucha pena lo de Cher, es q no puede ni cantar! Y eso q cuando sale hay que gritar "uuuuuuuuuuuuuuuuuuu"
xx
di
Me gustaría leer más de un libro al mes.
Me gustaría cumplir mis objetivos
Me gustaría no entristecerme por lo que no tiene solución ni está en mi mano
Me gustaría ver más a la gente que quiero, y menos a la que menos quiero
Me gustaría que no se me olvidaran tantas palabras a la hora de hablar
Me gustaría que no me importara lo que no tiene importancia
Me gustaría ir más (a bañarme) a la playa
Me gustaría tener más memoria y no olvidarme de lo que voy aprendiendo con esfuerzo
Me gustaría saber echar las cartas
Me gustaría no ser tan seria
Me gustaría.
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