viernes, 2 de febrero de 2018

Repetir desayuno, descartar vida.

Por mi cumpleaños he pedido un reloj despertador con radio. Lo quiero bonito, discreto y que no haga que mi mesilla de noche parezca la de un señor de Cuéntame con bigote. Quiero que tenga números que brillen iluminando mi insomnio pero que no brillen tanto como para despertarme cuando soy la Bella Durmiente. MI cumpleaños no ha llegado todavía así que me despierto con la alarma del móvil. 

Pulso descartar. No tiene sentido darle a repetir. 

Me levanto, meto los pies en las zapatillas que nos trajo El Ingeniero de Rumanía y que, en palabras de Clara, son como meter los pies en nubes y me pongo la sudadera de Nueva York. Todavía no es de día, es noche cerrada en mi pasillo y amanece en mi cocina. Pongo la radio «Alerta por frío, hoy no llegaremos a los diez grados en Madrid». Mientras abro la nevera para sacar la leche, la mantequilla y el zumo pienso en que la palabra Alerta ya no es lo que era, ahora la usamos para cualquier memez. ¿Alerta diez grados en enero? Me encantaría que hiciera menos cuarenta para ver qué palabra utilizaríamos ¿Alertón? ¿Alertaza? 

Vuelvo a la noche cerrada del pasillo y la convierto en día encendiendo la luz. «Chicas, son las siete y media, levantaos ya» 

Mientras caliento el café pienso en que todavía no sé si estoy triste o enfadada. Tengo esa sensación de querer hacerme bicho bola y, a la vez, querer sacar un lanzallamas y disfrutar de un liberador día de furia. Y tengo una contractura. Saltan las tostadas y me siento a untarlas antes de que se enfríen. Escucho el ruido de otro par de nubes andando por el pasillo y salto a apagar la radio. «Mamá, no me gusta la radio por las mañanas» María aparece con su bata con capucha con orejas y se sienta frente a mí. Nos miramos. Come brownie sin gluten intentando que no se le cierren los ojos y yo leo sobre los identitarios franceses que han inspirado al movimiento Alt-right en Estados Unidos mientras mordisqueo mi tostada. A mí tampoco me gusta la radio cuando desayuno con ellas, me parecen intrusos. Otro par de nubes entran arrastrándose. Clara se sienta, vierte la leche en su taza y parpadea con fuerza intentando despegar sus pestañas. No hablamos. Ni una palabra. Me gusta que ya sean tan mayores como para que el despertar sea como flotar en el mar dejándote llevar a la orilla y no una semifinal de los 100 metros lisos. Me gusta la calma y la tranquilidad mientras desayunamos sintiéndonos desgraciadas por tener que dejar nuestras camas, salir de casa, enfrentarnos a la vida. Me encanta que valoren el silencio cuando todavía no sabes qué versión de ti misma va a ser ese día.

Ojalá poder darle a repetir desayuno y descartar vida.

13 comentarios:

Carmina dijo...

!Qué bonito, Moli¡ Cada frase me parece un hallazgo. Escribes bonito, jodía. Te leo y me muero de envidia a la vez que disfruto y me alegro de leerte. Es como un ejercicio de sadomasoquismo.

anonima porteña dijo...

el momento del desayuno en casa suele ser pacifico.........y bastante siclencioso......... el asunto es despues cuando el pequeño se queda mirando a la nada en lugar de vestirse y yo me transformo en el increible hulk!!

HombreRevenido dijo...

Ese silencio mañanero es el único vestigio de civilización que une a chimpancés y a humanos.
Que no se pierda.

Anónimo dijo...

Pues-Menudo PEDIDO "Te Has Escogido...
Que Gracia!!
Pues-Nada, Nada, A DESAYUNAR, Que-La Vida Sigue Trotando!!
Feliz Mes!!

NáN dijo...

Toda la vida he tenido mi desayuno. Entendido como un acto en bloque, como el que describes. El trabajo al que iba a ir al terminar daba al acto un aura desagradable.

Una de las felicidades de estar jubilado es que ese bloque ya no existe. Quizá una hora después me tome un té, y más tarde bajo a tomar otro café con una porra o dos cgurros. O no. Me hago un zumo en casa. Es una actividad que se extiende a lo largo del primer tercio de la mañana. Bajo demanda puntual. Me hace feliz.

Lou Perea dijo...

Afortunada que eres de despertar con ellas. Yo me levanto y al salir de casa beso cada cabecita de los que quedan en la cama mientras mami sale haya alerta de frío o no
Por cierto, yo no usaría lo de “alerta”al menos hasta los 5 bajo cero a mediodía

Lou

Tita dijo...

Los sí utilizan alerta tan alegremente no conocen la sensación de salir de madrugada a a -5 y salir del trabajo con +10 y sentir la felicidad jajaja

El despertador molaría el de Atrapado en el tiempo a que si?

Anónimo dijo...

Y cuánto hace que no lloras por los madrugones que te dabas, has cambiado de trabajo? Desde que cuentas menos de tu vida, que era mejor y más interesante que los textos literarios de ahora, me tienes muy perdido.

Portarosa dijo...

Me ha encantado, Moli.

Besos.

Anónimo dijo...

LF encima de la leche hirviendo, me encanta. LF, Let´s Fuck.... sin tonterías.

Nos hacen falta blogs feministas como este, Mojinos, que por fin nos liberen. Gracias....

Sirka.

Anónimo dijo...

Quedo esperando con anhelo un post sobre los Goya o, en su defecto, sobre los Oscar próximamente. ¡Esos sí que entretienen con las tonterías que sueltas!

Maribel dijo...

Hace ya algunos años empecé a desayunar en el bar. Cuando me levanto me planto la pantuflas, voy al baño a hacer mis cosas, me ducho, me visto y me voy a desayunar al bar. Creo que los que desayunamos en bar somos de otra calaña, gente turbia, desheredados de la sociedad... no sé... podrías escribir un día sobre nosotros.

Juli de Córdoba dijo...

Hay que ver con qué maestría pintas una atmósfera tan íntima y consuetudinaria como la sensación de 'aquí hay algo equivocado' que uno tiene cuando hay que pegarse un madrugón y el resto del mundo sigue durmiendo.....