lunes, 16 de junio de 2014

2001 - 2013

Llevo tiempo pensando en escribir sobre esto. 

Hay muchos descerebrados, muchísimos, que llevan años leyéndome, años entrando a ver las chorradas sobre las que escribo y que de alguna manera han incorporado el blog a su vida. Descerebrados que se preocupan por mi y por las cosas que (me) pasan. Por todos ellos,  muchos de los cuales no han comentado nunca y por todos los demás que me han escrito o mandado algún mensaje, escribo este post. 

El Ingeniero y yo ya no estamos juntos. Mejor dicho, estamos divorciados pero seguimos estando juntos porque tenemos dos princezaz y  seguimos compartiendo mucho de nuestro tiempo. 

Las historias se terminan. Mejor dicho, nuestra historia se terminó y decidimos ponerle fin. Podíamos haber seguido pero a ninguno de los dos nos pareció buena idea, de hecho nos parecía la peor idea de todas. 

Separarse no es bonito y no es divertido. Se pasa mucho miedo, mucha tristeza y mucho vértigo... pero cuando sabes que es lo que tienes que hacer, que es la decisión correcta, se lleva mucho mejor. Pasamos miedo, pasamos vértigo, sufrimos y nos reímos durante todo el proceso. Nos hemos reído juntos y nos hemos acompañado. Seguimos riéndonos y acompañándonos. 

Decidir terminar una historia, un proyecto común es muy duro y es un fracaso. Hay que asumirlo así, algo por lo que apostaste en su día no ha salido bien. Cuesta mucho asumir ese fracaso y no dejarse llevar por la rutina y las mil quinientas veintiocho excusas absurdas que te das a ti mismo para no enfrentarte al hecho de que se ha terminado. Enfrentarte a la realidad, dejar de marear la perdiz y asumir el fracaso, cuesta muchísimo y da un miedo que te cagas... pero la opción de conformarte con algo que no es lo que quieres nos pareció muchísimo peor y mucho más de cobardes. Y si algo no somos, es cobardes. 

Tenemos custodia compartida porque es lo que nos parece más justo y mejor para las princezaz y todo está funcionando a la perfección. Estamos contentos, tranquilos y a gusto.

Las princesas han determinado ya  cuales son sus mayores problemas vitales en esta nueva situación, incluso han hecho una lista en nuestro cuaderno de familia, que por supuesto seguimos manteniendo. 

Ventajas de vivir con El Ingeniero: les da masajes en los pies, no les obliga a hacer la cama los sábados y no es un pesado con la verdura. 

Ventajas de vivir conmigo: todo está más ordenado, no soy una pesada con la fruta como el Ingeniero y sé hacer judías pintas. 

Todo lo cual es bastante subjetivo porque El Ingeniero y yo somos igual de pesados con la fruta y la verdura y él es tan ordenado que incluso les ha hecho un excel que tienen puesto encima de sus escritorios con lo que tienen que meter en su mochila cada día. Lo único cierto es que yo no les doy masajes en los pies (pero sé hacer coletas) y El Ingeniero no hace judías pintas (pero hace brownie sin gluten).

Como me dijo alguien, no te separas contra alguien, te separas con alguien. Y eso hemos hecho nosotros, nos hemos separados con el otro para poder seguir estando juntos sin ser pareja. Los dos sabemos que podemos contar con el otro para cualquier cosa que necesitemos.

Casarme con el Ingeniero fue la mejor decisión que pude tomar en su día. Divorciarme ha sido la mejor decisión 12 años después.  

Y ya está. 

Por primera vez en la historia del blog, no voy a habilitar comentarios. No hay nada que decir. 

Gracias a todos.