domingo, 12 de enero de 2014

EN LA NIEBLA


Me despierto y hay niebla. Voy conduciendo y entro en una blancura deslumbrante. Salgo a pasear con las nubes pegadas al suelo. 

La Niebla puede ser densa, espesa y baja.  Pueden ser jirones. La Niebla cae. Se levanta. 

La Niebla acerca y aleja. Desdibuja y al mismo tiempo perfila los contornos de cualquier objeto, cuando consigo verlos.

La niebla destruye y crea. Todo lo que se que hay ahí  fuera desaparece y se destruye al caer la niebla. Si no lo veo no existe. No hay nada más que esa blancura gris. Según avanzo y consigo ver algo, lo creo de la nada; surge como por sorpresa porque no lo veo acercarse, no camino hacia ello, no puedo anticiparlo, sencillamente aparece y lo creo de nuevo. Incluso lo conocido y familiar se ve de una manera distinta,  lo veo más como es, porque no me ha dado tiempo a imaginarlo. 

La niebla acaba con el tiempo y el espacio. Si me despierto y por la ventana sólo hay niebla, no sé que hora es. Si la niebla cae mientras conduzco o paseo, el camino, la carretera, la montaña me parecen nuevas y desconocidas. Como si las recorriera por primera vez. No veo dónde voy, no veo por dónde voy pero sé hacia dónde me encamino y conozco el camino. 

La niebla es soledad. En la niebla solo existo yo y lo que consigo ver. Creo lo que existe y eso que creo al percibirlo, al chocar con ello, desaparece según avanzo y la niebla vuelve a tragárselo. 

La niebla no me da miedo. No veo venir los peligros, ni puedo imaginarlos porque aunque piense en ellos e intente anticiparlos, no existirán hasta que los vea; y desaparecerán después. La niebla es segura frente a los peligros, yo no veo los peligros pero ellos no me ven a mí, quizás consiga escapar. La niebla también me hace a mí invisible. 

El único sitio seguro en la niebla es aquel en el que estás. La única manera de salir de ella es avanzando. 

La niebla me traga. 

La niebla me acoge.

La niebla hace al día noche.  Puede ser negra y puede ser brillantemente blanca. A veces, deslumbra. 

La niebla para el mundo. No hay sombras, nada ni nadie tiene sombras en la niebla. 

En la niebla floto. 

La niebla es silencio y al mismo tiempo es sonido. Es raro. Amortigua todos los sonidos y a la vez hace que  perciba sonidos que en la nitidez de un día sin niebla no percibo. Me escucho pensar. 

La niebla me calma, reposa. Me tranquiliza y centra.

En la niebla soy más yo porque estoy yo sola. No hay referentes, no existe el lugar de dónde he salido ni el lugar al que voy, sólo estoy yo. También puede que sea menos yo porque todo lo que me rodea me ha hecho como soy, lo que soy. 


A lo mejor lo que me ocurre en la niebla es que no soy... y por eso me gusta tanto. 

12 comentarios:

TXABI dijo...

... entonces, sin lugar a dudas, La Plana de Vic es tu refugio ideal !

Cristina dijo...

Yo he vivido en Torino, la ciudad con más niebla de toda Italia. Me gustaba mucho. Me sentía un poco como en un vientre materno.

Un amigo torinés me dijo que para él la niebla era como unas arenas movedizas que te tragan y cuanto más quieres moverte más profundamente te penetran. Me encantó esta imagen de la ciudad y cuando la añoro, la veo así, como unas arenas movedizas de las que escapé pero con nostalgia.

valpertuna dijo...

La niebla es un aislante

Paz dijo...

Me encanta la niebla alta, y el frío, me huele a casa...

Peter dijo...

Me gusta la niebla cuando está bajo mis pies en las montañas, cubriendo el valle. Me gusta en Salamanca, cuando sale la catedral entre la niebla desde el puente romano y voy corriendo.

Odió la niebla cuando conduzco

Ana María dijo...

La niebla es silencio, y que la temperatura se desplome. La niebla es el pelo o muy lacio o medio rizado por la humedad. La niebla es misterio, es invierno en la montaña, es claridad deslumbrante, es ir pegada al coche de delante subiendo el alto de los leones. Es dolor de cabeza cuando conduces y vas concentrado en lo que no ves.
Es manta y libro ;)
:*

Javier dijo...

"[...] La niebla, que no obedece reglas, que es humo y bruma tras la fiesta [...]"

Juliet dijo...

Me encanta la niebla. Parece de cuento, de historia de misterio.

Mi tía-abuela, que es de Salamanca, y de niebla ellos saben mucho, siempre decía "Mañanitas de niebla, tardecitas de paseo"... A mí me parecía imposible que toda esa bruma fuera a desaparecer en unas horas, pero... se cumplía el dicho.

Un abrazo Moli.


PD: Espero tu despelleje como agua de mayo.

Anónimo dijo...

No me gusta la niebla. Cuando conduciendo me angustia un poco, aunque luego me acuerdo de cuando Catherine Fulop se vio envuelta en niebla y apareció en Alemania, y se me pasa.
http://www.youtube.com/watch?v=LvGeoLVuWpo

Por otro lado, ayer por la tarde cruzando el Manzanares a la altura del puente de Segovia había una ligera niebla que daba al entorno un aire así como de instagram muy encantador.

Finalmente, decirte que te leo últimamente triste y no me gusta. Espero que vaya todo bien. Un beso

Anónimo dijo...

¡Déjate de nieblas y haz el despelleje de los Globos de Oro ya!!!

Nisi dijo...

La niebla me flipa, me parece curiosa y sorprendente y en general es inesperada. Me encanta oir los barcos haciendo sonar sus bocinas entre la niebla. Entre fantasmagórico y mágico.

Anónimo dijo...

Asi que te gusta no ser tú. Pero no nos participarás los por qué.