sábado, 16 de marzo de 2013

UNA DOCENA DE HISTORIAS DE VOYEURISMO LECTOR.


Os veo leer. En la calle, en un banco, en el metro, en el bus, en la sala de espera,  tirados en un sofá, en la cama, en la biblioteca inclinados sobre la mesa, en una butaca metidos en vosotros mismos, esperando a alguien.

Os veo leer, os miro y siento curiosidad.

Una curiosidad malsana. ¿Por qué estáis leyendo ese libro en ese momento? ¿Lo habéis comprado? ¿Os lo han regalado? ¿Leéis por placer o por obligación? ¿Leéis por esnobismo? ¿Si quisiera sería capaz de sacaros de vuestra lectura o es más importante que cualquier cosa que pase fuera? ¿ Qué pensáis mientras leéis? ¿Pensáis algo? ¿Qué sentís? ¿Sentís algo? ¿Deseáis terminar cuanto antes o que no termine nunca?






Te has puesto justo ahí, en esa posición imposible para molestarme. Para que vea que estás leyendo y que nada de lo que te diga o haga va a conseguir sacarte de ese interesante artículo. Te va a doler el cuello, se te dormirán las piernas y te quemarás la camisa con la ceniza, pero eso que estás haciendo es un mensaje. Me dices ¿ves como me siento yo cuando tú te pones a leer y pasas de mi? Tienes hasta cara de enfurruñado para que me de cuenta de que cuando yo leo...te sientes de lado y sin poder pasar a mi interior.










2.  Hacer  que se  lee.  
No estás leyendo, es mentira. Lo haces sólo para provocar. Has leído por ahí que “Reading es sexy” y aunque no lees nunca has decidido hacerte esa foto donde todo está medido para mandársela a él, para ver si sale de sus libros y se fija en ti. Ya no sabes que hacer para que te haga caso.  El problema es que se te nota que no lees, nadie que lee habitualmente tiene esa pose. Leer en un sofá es abandonarse, olvidarse del cuerpo, y ese nudo marinero con las piernas es todo lo contrario. Además, ¿Qué estás leyendo? ¿Qué es lo que has cogido para leer, para representar esa farsa? ¿Una edición de la Biblia que robaste en un hotel?





3.Apuntar lo que se lee.
Has terminado el libro, lo has cerrado y te has quedado al sol pensando en cuánto te ha gustado. Dejas que el sol te caliente, los personajes dando vueltas en tu cabeza mientras sujetas el libro y lo acaricias. Sabes que recordarás este momento, el momento justo en que terminaste ese libro y te quedaste dándole vueltas con el sol en la cara. Te  has levantado, has entrado en la casa y has salido con  un cuaderno y un bolígrafo. No quieres que se acabe tu relación con ese libro,  así que has vuelto a tu silla al sol y has empezado  a copiar los párrafos de todas las páginas con esquinas dobladas. El sol sigue calentando.




4. Sabía que te engancharías.
¡Lo conseguí! Me dijiste que a ti leer no te enganchaba, que no te gustaba leer ficción porque te parecía que era perder el tiempo. Leer historias imaginarias es una bobada me dijiste, con la cantidad de cosas que pasan en el mundo, no quiero leer ficción. Aún así, te convencí y mírate, sentado en el suelo, sin sentir, sin ver, ni oír, enganchado al libro que te he regalado, sin despegar la vista de los renglones y con cara de “necesito seguir, seguir, seguir, saber que pasa a continuación”. Ni siquiera te has dado cuenta de que me he llevado el tabaco....





Has recogido el correo y como siempre un montón de cartas. Todas iguales, con sus sobres alargados y la dirección escrita con una letra pulcra, intentando ser lo más clara posible para que la carta llegue segura al destinatario, a ti. Las has cogido todas, y has abierto justo esa, antes de llegar a casa, al coche. Ni siquiera te has quitado los guantes. Has sentido la urgencia y la necesidad de abrirla  ahora mismo, sacarla del sobre y empezar a leer. ¿De quién es? ¿Es una carta que esperabas y no llegaba? ¿ Es una que no esperabas y que te ha sorprendido? ¿Contestarás?




6.No lo hagas
No hagas eso, no la espíes, no la mires. Si puedes levántate y deja de mirarla. Créeme, es mejor que no sepas lo que hace, ni lo que dice, ni con quien está, ni qué libros compra, ni que bebe, ni que come. No la oigas hablar, no la mires. No te tortures, te va a doler. Te va a doler mucho.  Si no puedes irte, coge la revista y sumérgete en su lectura como si eso fuera a salvarte la vida porque realmente te la salvará. No la mires. Lee.


Rodeada de gente, incluso diría apretujada entre varias personas que charlan entre ellas lees. Te miro y sé que no eres consciente de nada más que de la lectura, no percibes al desconocido que se ha sentado en el respaldo de tu silla, ni la mujer que reclama tu atención levantando la voz para hablar con otra persona a tu derecha. Ni siquiera sabes donde tienes la mano y como tienes colocada la cabeza. No te darás cuenta hasta que un cosquilleo te indique que se te ha dormido la mano, entonces con sorpresa levantarás la cabeza del libro, mirarás a tu alrededor  y tardarás unos breves instantes en saber dónde estás y que haces ahí. Yo seguiré mirándote...dime qué lees.


Entras en el vagón sin mirar a nadie y te colocas donde nadie pueda molestarte ni leer lo que llevas apuntado en ese cuaderno. ¿Estás más atento a lo que lees o a lo que escuchas? ¿Escuchas algo o es solo una maniobra de distracción para que nadie te hable, para que nadie se acerque? Sabes por experiencia que la gente no respeta a los lectores, pero tiende a distanciarse de los que llevan auriculares. ¿Qué estás leyendo? ¿Lo has escrito tú? Echaré un vistazo por encima de tu hombro cuando me baje en la siguiente parada. 



9.
¿Terminará de prepararse?.
No quieres ir a esa cena que tenéis esta noche, no sabes muy bien con quién es, ni dónde ni porqué motivo es importante. Te da pereza levantarte, prepararte, ducharte, y pensar en tener que salir a la calle. Ella pulula entre la habitación y el baño, en albornoz, con la toalla en la cabeza y te pregunta si está bien con este o con aquel vestido. Tú levantas la mirada de vez en cuando, sin ganas de dejar la lectura, quieres apurar hasta el último momento así que levantas la mirada y le dices: estás estupenda con cualquier cosa. “The complete liar” es el libro que lees...





10.
Conjurando el miedo.
Años y años de volar y sigue dándote pánico. Las manos te sudan, te duele la cabeza, estás tan inquieto que hasta te parece que la ropa te da alergia, te pica todo y no puedes parar quieto de la ansiedad. En todos estos años solo has conseguido tranquilizarte de una manera y tienes que concentrarte mucho para conseguirlo. Llegas a la sala de embarque y te sientas, la tarjeta de embarque en el bolsillo de la camisa para  verla y sentirla  o te pondrás histérico al no encontrarla. Sacas el libro y te sientas muy erguido, las gafas puestas, las piernas cruzadas y el libro sobre ellas. Te concentras, te obligas a meterte en la lectura y lo consigues, consigues olvidarte de que en un rato tendrás que volar. 




11.
Leer con resaca
Sabes que no va a funcionar. Nada va a funcionar, pero has decidido luchar contra la resaca infame que te atormenta. Has conseguido salir de la cama y ducharte, pero ahí han terminado tus fuerzas y al salir solo has conseguido volver a ponerte la camisa blanca de la cena de ayer y los pantalones del pijama. Esos pantalones de pijama que intentas no ver, que intentas tapar con el periódico porque sabes que como los mires vomitarás. Tampoco has sido capaz de llegar al sofá cómodo del salón...y por eso estás ahí, tumbado en una posición imposible intentando leer el periódico y jurando que no volverás a beber.



12. Ve a por ella  
Deja el libro. Te está mirando y lo sabes. No sabes cuanto tiempo lleva mirándote, estabas inmerso en la lectura, tan entretenido que ni te has dado cuenta de que empezaba a llover pero ahora sabes, sientes, sin levantar la mirada del libro que te está mirando. Ya no hay nada que hacer, tu vista resbala por las letras, pero aunque tu vida dependiera de ello ya no serías capaz de decir que estás leyendo. Ella ha llegado y  te mira. Cierra el libro, levántate, mírala y sonríe. Te está esperando.


Por un breve instante he estado en vuestras vidas, me he permitido imaginar lo que pensáis, lo que sentís y todo porque os vi y estabais leyendo y nunca podré decir si fuisteis vosotros o vuestras lecturas lo que llamó mi atención.

Publicado primero en Una docena de.


Nota: me flipa este post. Me costó la vida escribirlo porque es ficción y yo no sé escribir ficción. Es un post por el que yo sola me doy palmaditas, me jaleo, y me saco en procesión. 

21 comentarios:

Nemo dijo...

Qué delicia de entrada te has marcado! Gracias por el disfrute.

TXABI dijo...

Acabo de desayunar y me lo leo completo... pinta bien

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho! has hecho volar mi imaginación, gracias.

Ronronia Adramelek dijo...

Yo leo por ansia, por angrucia, por vicio, por hambre, por necesidad, por curiosidad y porque soy vaga y me gusta que las fantasías me las den ya soñadas.

Ronronia Adramelek dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Nemo dijo...

Por cierto, que la foto de Jimi Hendrix es tal cual la describes.
Está devorando!

Anónimo dijo...

Dime qué lees y te diré quién eres...

Dime cómo lees y te diré cómo eres.......



Dime si lees, y te diré si eres........

Dime porqué lees, y te diré porqué eres.......


Gracias!!

Ana María dijo...

Me encanta la frase en letrita pequeña, te jaleas y te sacas en procesión, jajaja xDD

Un besazo, buen puente :*

Chirly dijo...

Genial!!

Anónimo dijo...

Fue lo mejor del relato jeje

El niño desgraciaíto dijo...

Pues enhorabuena, pero he de decir que no he conseguido terminar de leerlo :'(

Anónimo dijo...

Jimi Hendrix y David el bobito leyendo.

Yo, desde que tengo internete, cada vez leo menos. Además necesito gafas pa leer de cerca y son un coñazo.

Norabuena por el libro, compraré dos para regalar a sobrinas con nenes.

Don Mendo

Anónimo dijo...

Pues, para no saber escribir ficción, te ha quedado estupendo. Me ha encantado! Sigue ensayando y pronto tendremos el segundo.
Enhorabuena!
María.

Unknown dijo...

Hoy me quito el sombrero.

Besos.

Issa dijo...

Me ha encantado Moli!! Molas mil!

Mamen Orcero dijo...

Me ha encantado tu entrada.Me has recordado un comentario que me hizo mi hermana hace unos días. Acabo de publicar mi primera novela y mi hermana dice que se la va a llevar a todas partes para que los curiosos se interesen por ver qué está leyendo...ja,ja. Así de real es lo que cuentas.
Gracias por hacernos disfrutar de la lectura.

Dani Torregrosa dijo...

Reconozco que soy de esa fauna curiosa que mira siempre lo que están leyendo los demás... De hecho, en las fotos de este post me he dejado los ojos para ver qué estaban leyendo algunos de los personajes, sobre todo el gran Hendrix... :-)

Salud!

Anónimo dijo...

Lo mio con la lectura ya es vicio adquirido de muchos años, soy capaz de leer hasta debajo del agua.
Pero.... ¿Quién es el del metro o autobus?....¡por Dios!

Anónima descerebrada : Rita.

NáN dijo...

Yo diría que este texto es ficción no ficcional.

Sí, ya sé que mis definiciones te sacan de quicio, porque te hacen pensar que soy cerebralmente disfuncional en mayor medida de lo que parece.

Pero esta vez lo hago por una buena causa: para decir que lo has hecho bien.

Aportación personal: las mujeres que leen en público me atraen hasta una distancia en la que pueda saber lo que están leyendo, y si el libro cuenta con mi aprobación (incluso aunque no lo haya leído, pero me parezca de un autor leíble), me parecen absolutamente sexis.

Amaya (La libreta de Amaya) dijo...

Estoy sentada, he dejado tu entrada sin leer hasta tener un momento de paz. Dificil porque este fin de semana ha sido duro. Un niño a tope de energia y una niña enferma, mala combinación. Hemos pasado la noche en urgencias, la niña tiene neumonia, el niño se ha marchado al cole con su abuela y por fin, ha llegado mi momento de paz. Leo porque me permite relajar la mente y el cuerpo. Gracias porque leerte me ha permitido relajar la mente, el cuerpo,....

Crystal dijo...

Aprovecho que estoy loggeada y leyéndote con calma para decirte lo que pienso muchas veces: ¡qué chulada de escrito!

Con este post en concreto me has embrujado y he entrado en cada vida a través de la ventanita de la imagen con tu voz en off resonando en mi cabeza.

Yo leo con música para seleccionar el ruido de fondo con el que leo, pero a veces me distraigo con la letra y lo apago. Y entonces sólo uso los cascos para que no me hable nadie.

De todas maneras, como te dirá cualquiera que me conozca, en cuanto entro en modo lectura, nada ni nadie me saca de ahí. Vivo mis lecturas.

Gracias por compartir la tuya, Moli :)