lunes, 1 de junio de 2009

NUEVA YORK

He terminado de leer " Mi Nueva York" de Brendan Behan. No es un libro imprescindible, no he aprendido nada especialmente interesante y no me dejará ninguna marca especial, pero como es de Nueva York me compensa.
Nueva York siempre ha estado en mi vida, bueno yo creo que en la de casi todos. Desde que eres pequeño ves Nueva York en todas partes, en las pelis de Superman, en los dibujos de Tom y Jerry, en la Pantera Rosa. Ni siquiera sabes que es Nueva York, pero lo es, no lo sabes pero se va convirtiendo en algo familiar.
La primera persona que conocí que pasaba tiempo en NY era mi amiga G. Todos los veranos se marchaba a hacer un curso de inglés en la universidad. Ella es el colmo del glamour y a mi me parecía que su entorno natural tenía que ser NY. Me daba envidia pero yo no me veía a mi misma siendo lo suficientemente glamourosa como para encajar alli.
La primera vez que fui en el año 95, no sabía a que iba. ¿ QUieres venir a Nueva York? A una pregunta así solo se puede contestar que por supuesto. Llegué alli y la visión de Manhattan desde el taxi me dejó sin habla ( cosa harto complicada). Durante una semana pasee en el ambiente gélido de la ciudad, con nieve por los tobillos y más capas de ropa que en toda en mi vida. Me veo en las fotos de aquel entonces y parezco Falete. Me daba igual, estaba feliz, me atrapó la ciudad, el ambiente, la gente, los edificios, pero más que nada el aliento de la ciudad. Nueva York es otra cosa, no tiene nada que ver con ninguna otra ciudad. Da igual quien seas, de dónde vengas y cómo seas, yo era Falete sin duro y sin embargo allí estaba más feliz que una perdiz. La gente no lo cree pero NY es una ciudad acogedora, eres perfectamente capaz de imaginarte viviendo alli. Prueba a hacer eso en Paris, te falta frenillo, amor por la bollería y saber poner cara de asco. NY es otra cosa.
Recuerdo de mi primer viaje, el NY que veía desde la ventana del hotel: grande, enorme, oscura, y sobre todo siempre en movimiento, siempre ruidosa, no duerme, no hay descanso. Te sientes sobrepasado para luego descubrir en los primero paseos, que sales a descubrir algo que " ya conoces". Todo resulta conocido, todo lo has visto antes y sin embargo asusta: amedrentan las dimensiones, el ruedo, el movimiento, la prisa de la gente, la cantidad de gente, de idiomas , las tiendas y los contrastes. Todo asusta y sin embargo te sientes acogido o por lo menos no te sientes excluído.
Planeamos el viaje de fin de novios a Nueva York pero no pudo ser. Nos tiraron las torres gemelas días antes de marcharnos y no parecía buena idea viajar a una ciudad en ruinas a celebrar los felices que estábamos, aparte del acojone de volar por aquel entonces. El 11 S fue para mi como una enfermedad. Recuerdo donde estaba, con quien, a quien llamé, cómo conduje a mi lugar seguro presa del pánico más absoluto que he sentido en mi vida. Me puse fisicamente enferma, me afectó tanto que durante un año el ingeniero no me dejó leer ni ver nada que tuviera la más mínima relación con Nueva York.


En el 2002 volví a Nueva York pero esta vez como cicerone del ingeniero. Me sentía como si hubiera vuelto a casa, conocía el camino, las calles, la línea de metro que tenía que coger. Sabía a que cafetería quería llevarle a desayunar y cómo teníamos que pedir los huevos. Sabía a que teatro de Broadway iríamos y que salas del Metropolitan visitariamos. Quería llevarle a la Frick Collectión, a comer perritos gigantes en Central Park, a ver atardecer en el Empire State y a cruzar el puente de Brooklyn, pero lo que más quería es que él se sintiera como yo: atrapado por la ciudad.

Probablemente nunca viva allí y siempre vaya de turismo, pero siempre me sentiré como en casa.
Iba a recomendar un montón de libros sobre NY, pero no quiero ser gafapasta, así que dejo sólo uno para todo aquel que vaya a ir, haya ido o crea que jamás va a conocerlo: Historias de Nueva York, de Enric Gonzalez. El corresponsal de El País en esta ciudad durante varios años escribe un libro a medio camino entre la guía de viajes y el diario de su estancia. Emocionante, entretenido e imprescindible si vas a viajar alli.

10 comentarios:

nanu dijo...

Y yo que voy a decir??? Desde mi primera vez, en el lejano 92, he vuelto 12 veces. Y volvere, siempre. Por que sentarme en Bryant Park o quedarme idiotizada delante del Flatiron no tiene precio. Para lo demas Mastercard.

Nanu, pensando en pasar su honeymoon in NY

Cristina dijo...

Yo pisé NY por primera vez el verano pasado y habría vuelto este con gusto (o antes). Suscribo todo lo que dices, lo de que pese a lo que podría pensarse no es una ciudad fría en absoluto (como Londres, por ejemplo), que la conoces de siempre y al mismo tiempo la ves por primera vez, que es una ciudad en la que enseguida te imaginas viviendo y viviendo encantada de la vida. Ay, cómo me ha gustado esta entrada.

NY es efectivamente otro mundo, y después de visitarla ya sabes que por muchas ciudades "bonitas"/interesantes que visites, ninguna será tan especial como NY.

camaca dijo...

Yo quiero ir a NY!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Sílvia dijo...

I loveeeeeeeeeeeeeee NY!!!!!!!!!! ¡Quiero volver!

JuanRa Diablo dijo...

Es un viaje que tengo pendiente en mi vida. Me fascina Nueva York. Imagino que verlo en directo debe ser acojonante.

Gonzalo Muro dijo...

Más que una ciudad, NY es un icono lo que justifica esa sensación de haber estado, de conocerlo, de haber paseado por sus calles. Y es que tanto cine, algo nos debía de dejar).

Felicidades por la entrada, mezcla de reflexiones y humor, como siempre.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Me encantó NY. Creo que no he andado más en mi vida. Todo el día caminando. Ni un sólo taxi, ni un sólo metro. Quería pasear la ciudad, ver sus calles, la gente, los escaparates, pero despacio sin prisa. Me pasé una mañana entera en Central Park. No he visto un parque tan bonito jamás. A J. ya lo había atrapado la ciudad en un viaje anterior. A mi me atrapó para siempre en aquel viaje en mayo del 2006, nuestra luna de miel.

MALVALOCA.

yomigmo dijo...

No estaba especialmente ilusionada por ir, y al final tuve que reconocer que me había encantado el viaje y que estoy dispuesta a repetirlo una y mil veces. Es sencillamente impresionante, y a la vez impresionantemente sencilla. Me gusta. Por otro lado me sorprendió la poca querencia a la cocina de los habitantes de esta ciudad tiene y que no es una ciudad ni de niños ni de ancianos, todo son jóvenes trajeados ocupadísimos. Volveré de nuevo con mi heredera, si o si... cada vez que ella recuerda las tiendas que saqueábamos está próxima al paroxismo más gozoso. Y NY bien vale una visa quemada.

peibol dijo...

Tienes toda la razón del mundo. Yo fui esta semana santa por primera vez, que me moría de ganas desde hace años, y cuando me veo en las fotos, aún no me creo que estuviera allí; es apabullante y a la vez cercana, y sobre todo, una ciudad llena de contrastes. A cada lado del parque puedes encontrar los barrios más marginales y los más elitistas, y todos parecen convivir en armonía. Volveré... ¡Vaya que sí!

Hans dijo...

Sabes qué, Moli? Me voy a NYC este jueves. Feliz como na perdiz. Que le den a todas esas cosas que tú sabes: vuelvo a NYC.
Bss.