viernes, 24 de septiembre de 2021

Correr y escribir

Voy en metro. Voy en metro más que en toda mi vida, voy tanto en metro que, por fin, he conseguido aprenderme  ciertas rutas, ya casi no tengo que leer los paneles. Desayuno té y camino mucho, muchísimo. Tanto que todos los días me duelen los pies al llegar a casa, creo que todavía no están acostumbrados a este trajín y que, además, echan de menos la relación que tenían con el embrague, el acelerador y el freno. Muchas reuniones por zoom y presenciales. Mucho tiempo de mascarilla. Ya sabía que antes la usaba poco porque no lo necesitaba, estaba siempre trabajando sola o conduciendo sola pero ahora me doy cuenta además de lo que su uso provoca. No sabes qué cara tiene la gente en el metro, se habla menos porque no se escucha nada y mis orejas protestan. Subo y bajo escaleras. Muchísimas pero, por ahora, no las suficientes como para llegar arriba sin que me cueste. Llevo cascos en cuanto salgo a la calle igual que antes le daba al play según me metía en el coche. Conduciendo me concentraba por completo en lo que escuchaba. Por ahora, en el metro y caminando, esa concentración me cuesta más. Quizás sea porque me falta costumbre, porque todavía no he alcanzado el nivel de automatismo necesario para abstraerme del entorno. No sé si lo conseguiré algún día, me sigue sorprendiendo Madrid, estar en la ciudad entre semana. Casi me siento guiri.   He empezado a ver The Crown, llevo cuatro episodios y mi máxima preocupación es saber porqué eligieron para interpretar al Duque de Edimburgo al actor con los arcos superciliares más prominentes del mundo. Va con uniforme, con ropa maravillosa de los años cuarenta y yo solo pienso en que en una peli de neandertales haría un papelón. Veo un par de episodios de Sex Education, quiero esa casa y la ropa de Gillian y que me quede así.  Milagrosamente, no me duermo viendo la tele. Me he cortado el pelo como un quinqui de los 80, corto por delante y más largo por detrás. Es una etapa para dejarme el pelo largo sin parecer una divorciada de urbanización cerrada con piscina y paddle. Duermo siete horas del tirón sin drogas. Antes de eso leo cuatro o cinco páginas antes de desplomarme. Hago videoconferencias los domingos y en mi nevera de solterismo extremo hay jamón serrano, kiwis, yogur y tomates. Leo el New Yorker mientras desayuno, voy por el 9 de agosto. Compro siete libros en la Feria, dos en sendas presentaciones y uno para regalar. He conocido a Patrick Radden Keefe y me he enamorado de su voz. 

Estoy cansadísima, con ese cansancio extenuante que proporciona la excitación permanente, la novedad, el descubrimiento. Corro para acostumbrarme a mi nueva vida, para llegar al momento en que todo acabe encajando donde debe. No me da tiempo a escribir. Lo echo de menos. 

7 comentarios:

jota dijo...

Pues una vida corriente y moliente como la mayoría.
Interesante que una madre duerma la noche de un tirón sin ayuda. Enhorabuena por todo

Raquel dijo...

Escribe en el metro! Con tu creatividad seguro que podrías contarnos las historias de los enmascarados con los que te cruzas ;)

Anniehall dijo...

Me consuela un poco saber que tú también te desconcentras de los auriculares. Pensaba que era la única dispersa, se ve a la gente tan aparentemente metida en lo que van oyendo. Yo me llevo 'tus podcasts' de paseo pero me paso el rato 'rebobinando' (cuánta comilla, leche) porque me entretengo con las casas, los árboles, la ardilla... Lo mismo a todos nos pasa igual.

rousmery68 dijo...

El actor que comentas, me parece que tiene una cara "rara", la serie a ratos me aburre...

Nymeria Solo dijo...

Matt Smith tiene una cara rara, sí, pero te acostumbras. Yo creo que hace muy buen papel.
La verdad, coger el metro es bastante cansado. Después de casi dos años en el paro (me quedé sin trabajo justo antes de la pandemia) volví a trabajar este verano y entre el madrugón, las dos horas diarias de metro y que mi trabajo era muy físico las dos primeras semabas volvía a casa que parecía que me habían dado una paliza. Llegué a asustarme de lo cansada y dolorida que me sentía, pero sólo era que había perdido la costumbre. En fin, mucho ánimo, que pronto te acostumbrarás y además por lo que cuentas estás a gusto en el nuevo trabajo, eso hace mucho.

Dorotea Hyde dijo...

Usar el transporte público en Madrid, agota. Supongo que debe de pasar eso en las grandes ciudades. Aunque tengas un trayecto largo y puedas sentarte, si te toca subir, bajar, hacer trasbordos, caminar contra corriente, luchar contra los empujones... acabas para el arrastre. Aun así, espero que disfrutes de tu nueva etapa.

Un saludo,
DH

sonia dijo...

Pelo de divorciada de urbanización cerrada con piscina y paddle...😂