lunes, 11 de noviembre de 2019

Demasiado amor para una semana

La semana pasada me persiguió el amor por tierra, mar y aire, el amor me acosaba. No el amor como experiencia, no me cayeron pretendientes de los árboles ni tuve una experiencia romántica inenarrable, ni un antiguo amor apareció por sorpresa para decirme que sí, que yo tenía razón y que efectivamente se había equivocado. Me refiero a que me encontré con que todo a mi alrededor era filosofía sobre el amor, gente hablando sobre enamorarse, la pareja, el desamor, el olvido, las expectativas. Recorrí el espectro completo de sensaciones leyendo, viendo y escuchando el amor y lo he clasificado por el bien de este post y de mi cabeza. 

La historia de mierda que a todo el mundo le encanta y a mí me encabrona. 

«¿Has visto el segundo episodio de Modern Love?» «¡Es alucinante, mi favorito, vas a flipar!» «Es una historia preciosa, de muchísimo amor». Me puse a verlo y enseguida empecé a gritar a la televisión, terminando con un «vete a la mierda». La historia que tiene a todo el mundo suspirando de amor a mí me ha parecido un nuevo caso de hombre triste buscando su ratito de gloria, su manita por la espalda y que alguien le haga sentir algo por dentro porque está muerto, porque es un mierda. ¿Qué cuenta el famoso episodio? Hombre y mujer se conocen, se enamoran locamente, prometen encontrarse en un lugar concreto y él no aparece. Siguen con sus vidas, ella convencida de qué él era el hombre de su vida, que aquello que habían sentido era real y que probablemente él no sentía lo mismo. Por un azar completamente ridículo en la era de internet, él  se presenta en una firma de libros de ella en su ciudad. Sin levantar la mirada, con carita de corderito degollado, de mira qué monísimo soy. «Oh, qué sorpresa» «Oh, vaya, no esperaba verte aquí». Se encuentran, van a cenar, se cuentan sus vidas. Él  a la pregunta de si está casado contesta una variación de lo que siempre contestan los tíos casados cuando salen a buscar que les hagan casito:  «digamos que vivimos bajo el mismo techo».  (Un insulto a su mujer y a la persona con la que están hablando). Comprueban que siguen gustándose y pasan la noche de copas, paseando, contándose sus vidas. Él le cuenta que no acudió a su cita porque perdió el libro, Anna Kareninna, en el que ella le había apuntado la dirección. Aquí me salió una vena supercínica y pensé «Te está contando una trola tridimensional» pero bueno, lo pasé por alto. Ven amanecer, se despiden y cada uno se marcha a su casa. ¿Qué hace cada uno? Ella vuelve a casa y según entra por la puerta le dice a su marido que han terminado. Con calma y tranquilidad se da cuenta de que (por razones que se me escapan pero que no importan porque cada uno se enamora como quiere aunque no de quien quiere) está enamorada de otra  persona y no quiere seguir viviendo una trola. Ole por ella. ¿Qué hace el triste de él? llega a casa, ve a su mujer despidiendo a sus chavales y le dice «vamos a intentarlo» y la mujer le mira con cara de «pero si es lo que llevamos haciendo toda la vida».  

Con esta historia la gente suspira de amor y yo pienso que es una puta mierda. Él no merece ni el aire que respira de lo triste que es y ella, pobre, ¿quién no se ha enamorado de un gilipollas integral alguna vez en su vida? ¿Quién no ha idolatrado a un completo imbécil para luego darse cuenta de su error? Todos. A ella le salva que asume ese enamoramiento y decide no mentir a su actual pareja aunque sea para no estar con el idiota (ella no queda claro si se da cuenta de lo idiota que es).

Y eso sin mencionar que la historia no tiene ni pies ni cabeza en la era de internet donde tecleas el nombre de alguien y su número de pie y te saca sus últimas diez direcciones de correo. Y encima ella es una periodista famosa.  

La historia de amor que saca a relucir mi cinismo amoroso y luego me abochorna porque me reconozco. 

Por otro lado, estuve escuchando The Shadows. Un podcast canadiense de ficción que cuenta como una joven titiritera canadiense, Katlyn, vive, piensa y siente el amor. Aquí pasé en un primer momento del cinismo más asqueroso, rollo «madre mía la flipada está del amor con su rollo quiero que mis relaciones sean auténticas y no como las de todo el mundo» a agradecer estar sola en mi coche mientras lo escuchaba. Katlyn vive una historia de amor más o menos compleja, como las de todos vamos, y nos la cuenta y en el podcast la escuchamos. Parece una tontería pero no lo es. Escuchar una historia de amor narrada en primera persona es una experiencia muy extraña y que a veces resulta hasta desagradable. Los susurros de amoríos en la cama o los juegos de palabras entre una pareja son algo que todos creemos únicos y sin embargo son todos iguales. Y es curioso como da más vergüenza o incomoda más escucharlos que verlos en una película. Lo he estado pensando y creo que es porque cuando ves una relación amorosa en una pantalla, si te incomoda reconocerte puedes poner distancia pensando esa pareja no somos nosotros, esa chica rubia no soy yo y yo no vivo en Alaska,  pero el audio, ¡ay el audio!, esos susurros, esas sonrisas que se escuchan y esas risas entre sábanas podrían ser las tuyas y de hecho han sido las tuyas tantas y tantas veces. 

Así que con The Shadows pasé las dos etapas, la del cinismo de señora mayor desengañada del amor y la de avergonzarme de mí misma porque yo he sido Katlyn más veces de las que me gustaría. 

La historia de amor que explica algo que a mí me ha pasado y que no había pensado. 

«Though crushes are almost universally associated with the very start of love, in reality, they can happen just as much at love’s near-end point».

Cuando te separas de alguien lo que más cuesta es verbalizarlo, llegar a ese momento en que uno de los dos dice algo que los dos sabéis. Lo más duro es el camino hasta ahí, la angustia, el peso dentro, la negación, el ya se pasará, el será una mala racha hasta el momento final. Después de decirlo, de hablarlo, de ponerlo sobre la mesa, en mi experiencia todo es más fácil. No menos doloroso pero más fácil, menos extenuante. Dejar de fingir, rendirse a la evidencia siempre descansa. Y en este artículo Alain de Bottom explica como esa rendición,  la conciencia de que hemos renunciado a la esperanza de ser felices con esa persona nos quita de encima la presión y la exigencia y nos hace verla como es (en lo bueno) y no como nos gustaría que fuera para poder vivir con ella. Tenemos un breve momento de «¿Nos estaremos equivocando y deberíamos seguir intentándolo?» pero no, es un crush, una ilusión. Alain de Bottom lo llama un "flechazo otoñal" porque sucede cuando una relación está muriendo. 

«We are merely enjoying an artificial rush for someone because we have – in a deep part of our souls – finally given up hope of ever trying to live with, or be happy alongside, them».

La historia de amor a la que aspiras con la edad y tras haber pasado muchas historias de amor.

Un amor tranquilo, sin estridencias, sin apariciones estelares de la nada y por sorpresa, sin promesas eternas, sin grandes gestos pensados para epatar, sin expectativas y a ser posible sin susurros ridículos. 

«Habían llegado a una etapa, ocho años después de iniciar su relación, en la que habían empezado a hacerse regalos útiles que, más que expresar sus sentimientos, reafirmaban su proyecto de vida en común. [...] En una de las celebraciones de aniversario de boda, él le había entregado una tarjeta en la que ponía «Te he limpiado todos los zapatos», y en efecto lo había hecho, rociando todo el ante con impermeabilizador, frotando con una crema blanqueadora unas viejas zapatillas deportivas que ella todavía usaba, dándole a sus botas un brillo militar y tratando el resto de su calzado con betún, cepillo, trapo, trabajo duro, devoción y amor».

Siempre Barnes, siempre su retrato de la pareja como un sitio tranquilo, sin sobresaltos, como un jardín en el que descansar y al que mirar.  Este fragmento es de "El universo del jardinero" en el libro Pulso. 


Quizás haya sido demasiado amor para una semana.   


16 comentarios:

Voz en off dijo...

A mí también me parece una historia patética. Pero muy clásica, la mujer se pilla y el tipo huye tras el polvo!

Anónimo dijo...

Me ha flipado lo de los zapatos. Para mi eso es AMOR así con mayúscula

Carlos Balbás dijo...

Es preferible demasiado amor a demasiado poco, yo soy de los de dar de querer

Anónimo dijo...

A mí alguien me lustra los zapatos para demostrarme no sé qué y lo mando a freír monas. Que yo comprendo que a estas alturas os falta la energía y la paciencia y estáis cada vez más avinagrados/as y ya solo os interesa abonar el mito del amor tranquilo, esa cosa tierna, adulta y sin aspavientos que sin duda os merecéis después de haber aguantado tanto. Vendrá la jubilación y tendrá tus ojos darling. Palabrita del niño Julian.

Anónimo dijo...

¿ Te has enamorado ya de un imbécil Molinos? , ¿ compramos palomitas ?

LEA - Marta dijo...

¡Qué alivio saber que no soy la única que pensaba que el tipo del capítulo 2 era un gilipollas integral!
Ya estoy buscando Pulso, me creas necesidades!!!

Di Vagando dijo...

Una cosa: la primera historia no es exactmente las pelis de Linklater de "Before"??? O sea, tras la primera noche quedan en volver a quedar en Viena 6/12 meses después, pero ella no aparece pq "se ha muerto su abuela" y luego pasados los anios se re-encuentran en una firma de libros de él en Paris, y pasean todo el día por la ciudad de l'amour y al final (atención! spolier!) él no coge ese avión???? ES LA MISMA HISTORIA!!!! (o muy similar)

Yo tengo q decir q esas dos pelis me encantaron (yo tenía la edad de los protas), y cuando vi la última, q tb me gustó, pero es ya mucho más agridulce, (ya tienen 40 y algo y claro yo seguía teniendo la edad de los protas... vamos creciendo con ellos) .. me dio q pensar...

muxus

di

Anónimo dijo...

" La historia que tiene a todo el mundo suspirando de amor ". Traducido: la historia que tiene a mis cuatro amigos del trabajo y cinco amigas de ampa suspirando de amor. Da igual. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid voy a continuar ahondando en mi magnifica teoría sobre el hombre triste, ese mierda. Píldoras de autoayuda sentimental, by Moli Francis.

María dijo...

El sexo y el amor van de la mano, pero son cosas distintas. La otra persona NUNCA es como a ti te gustaría, pero a los hombres eso les importa un carajo, mientras que las mujeres queremos cambiarlos todo el tiempo. Consejo de abuela: si no soportas como es él, déjalo pronto.

Anónimo dijo...

No entiendo esa bobada, de que la mujer quiere cambiar al hombre. Te has planteado la cantidad de cosas insufribles que puedes tener tú? Y a veces no nos simplemente las aceptan. Habrá otras buenas que merecen la pena no?

Anónimo dijo...

Yo también he visto ese capitulo y estoy totalmente de acuerdo. Es verdad que a mí Andy Garcia me influye para querer tirarle de lejos el libro en la cabeza, más que para enamorarme de él con esa cara de bobalicon. Me gusta más la última historia la de la señora mayor y el corredor tan majo...

Pau dijo...

Por eso uno debe elegir para estar alguien a quién ama y no de quien se enamora, creo que escribes claro del enamoramiento y al final la ultima historia de amooor de verdad.

Barbara dijo...

Me encanta leerte y me encanta el blog. Gracias! La historia del trastorno bipolar a mi me ha gustado, tanto por el colorido y musica como por lo que narra y cómo no, ese final feliz... qué seriamos sin los finales felices?

Ojala la vida nos asegurara a todos finales felices.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Vi el mismo capitulo pero no vimos la misma historia. Nada de lo que yo percibí se parece siquiera a lo que relatas.
Pero es bueno. Es la magia del cine. Solo algo simple y bobo no puede tener diferentes lecturas.

Susana dijo...

La mayoría de las historias de cine no son creíbles. Un saludo

Anónimo dijo...

En la de modern love... yo tampoco creo que fuera... era trola. Estaba claro y puede que ella hasta lo supiera pero decidió vivir la fantasía unas horas para luego tomar el timón de su realidad y cambiar su vida sin más y sobre todo, sin él. Yo prefiero pensar ésto.
Ana cestaland