jueves, 3 de mayo de 2018

Oda al queso

«No me gusta el queso» Pero, vamos a ver alma de cántaro, ¿cómo no te va a gustar el queso? El queso es una inmensidad que encierra en su interior tantas y tan buenas cosas que no se puede despachar con esa simpleza:«no me gusta». Decir que no te gusta el queso es como decir que no te gusta el campo o ninguna ciudad o la ropa en general. Una simpleza, una estupidez, una tontería. 

El queso es la cumbre de los alimentos. Es tu mejor amigo, tu amante, tu comodín, tu payaso y tu pañuelo de lágrimas. El queso nunca te abandona, siempre está contigo. El queso llega a nuestras vidas pronto, quiere seducirnos, conquistarnos, abrirnos las puertas a su inmenso mundo de color, sabor y texturas pero como sabe que somos memos y que no tenemos criterio lo hace de una forma que no nos asuste, en forma de juguete: quesitos triangulares, bolas de minibabibel de colores brillantes. Llamar queso  a lo que hay dentro es casi un insulto pero eso no lo sabes hasta que creces, te enriqueces y te enamoras del queso.  ¿Por qué el queso, con todo su mundo y su savoir fair hace esta absurda presentación en nuestra vida? Porque el queso nos conoce, sabe que los humanos somos bobos y que de críos no somos capaces de valorar los sabores  ni las sorpresas. Queremos comer todos los días lo mismo y que todo sepa exactamente igual a cómo sabía la última vez. De canijos la variabilidad gustativa no es una cualidad que apreciemos. Y hay gente que se queda ahí, son los de «no me gusta el queso» y «nada como la comida de mi madre»

Después, el queso empieza a seducirnos poco a poco haciendo cosas divertidas: se deja rallar para que hagas aludes de queso sobre tus spaghettis, se deja fundir para ponerle una deliciosa costra a la lasaña o los canelones al horno y si encuentra el entorno adecuado se presenta en su forma más divertida del mundo mundial: la fondi de queso. Si de niño tienes la suerte de tener acceso a esta cumbre de la diversión gastronómica serás para siempre devoto fiel de la cofradía del queso. ¿Qué puede haber mejor que mojar trocitos de pan o de patata pinchados en un palito en un líquido amarillo que al estirarlo hace hilos? NADA. Por favor, si hasta sale en Asterix que es una cumbre de sabiduría. 

El queso es generoso. Es una cumbre gastronómica pero no por eso va de chulito por la vida, el queso es tan guay que se junta con los sosos, con los marginados, con los tristes: la ensalada y la tortilla francesa. Pones taquitos o lascas de queso en una ensalada y mágicamente pasa de ser algo sano y sin gracia a ser algo resultón. Echas queso en una tortilla francesa y por arte de birli birloque, pasas de sentirte una solterona sin propósito vital a ser alguien con gracia y estilo.  Y eso por no hablar de cuando el queso se hace salsa....o helado.  

Cuando el queso te ve con posibilidades de ser una persona con criterio empieza a mostrarse en todo su esplendor. Te ve preparado y te da la oportunidad de probar quesos con personalidad, los quesos que huelen. En esta etapa ya está claro quien se ha quedado atrás, quien permanecerá para siempre fuera del paraíso quesil, son todos esos que dicen: a mí los quesos que huelen me dan asco. Esos se quedan atrás, abandonados en el mundo de las comidas sin olor, sin personalidad. Abandonados en la cuneta sin capacidad para apreciar el rótulo "quesos caseros". 

Los quesos que huelen son los quesos de los elegidos. Exigen entrenamiento, paladar, capacidad para la adaptación y gusto por la novedad. Todos huelen pero son todos distintos, la experiencia que proporcionan cada uno de ellos es diferente pero todas son buenas, todas merecen la pena. Si te gustan los quesos que huelen eres un privilegiado, la vida jamás terminará de darte sorpresas y el queso será tu aliado para siempre. Ya estarás preparado para decir "El queso es mi pastor y nada me falta" porque sí, porque los que hemos sido agraciados con el sentido del gusto sabemos que podríamos vivir comiendo solo queso. De desayuno, comida y cena. Sabemos que el queso no nos dejará solos. Es tan inmensa su disposición a ayudarte que  incluso el que no sabe cocinar, el que no ha encendido un fuego en su vida, el que no tiene cocina pueda montar una cena y quedar como un rey. ¡Prueba a hacer eso con las judías verdes o con la quinoa! Si no sabes cocinar y tienes que montar una cena, quien sabe si incluso una cena romántica, el queso y sus infinitas variedades está ahí para ayudarte. Compras los quesos, los cortas sintiéndote imaginativo y los colocas en un plato con uvas, frutos rojos o pan. ¡TACHÁN! Ya pareces algo. El queso te hace mejor, te hace sofisticado. Y si la cena es romántica y va muy bien, extremadamente bien y en la madrugada es necesario reponer fuerzas... puedes comerte lo que haya sobrado. Prueba a que te apetezca comer brecol a las cuatro de la mañana. Prueba a que sea sexy, prueba a comerlo a dos.  

Pero el queso no está solo para el jolgorio y las risas. Si llegas a casa con el corazón roto y no quieres  comer nada porque la vida ya no tiene sentido el queso estará ahí para pasarte la mano por el lomo y abrazarte. Quizá lo haga en forma de queso de tetilla que puedas mal cortar  o incluso comer a bocados entre lágrimas o quizá lo haga en forma de loncha de queso que puedas comer de pie delante de la nevera o quizá, si nos ve muy desesperados nos deje meter directamente el dedo en la tarrina de untar y chuparnoslo porque estamos tan tristes que sabe que no podemos hacer más.  Ni siquiera el jamón serrano, Dios lo guarde en todo su esplendor, es capaz de acompañar tanto. 

El queso no se acaba nunca. ¡Dios salve al queso!  

26 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias Moli, alguien tenía que decirlo.
Marta.

Anónimo dijo...

Simplemente brillante
Eva M.

Vicente Carrasco dijo...

Amén.

Mi mujer es atea con respecto al queso, ella se lo pierde.

Anónimo dijo...

AMÉN

Esti dijo...

Hay personas que no son de fiar: esos que prefieren el té antes que el café y los que dicen que no les gusta el chocolate. Y luego están los que reniegan del queso, que a esos yo ya no los considero humanos, a lo mejor son reptilianos.

xaquin dijo...

En este panorama de mierda que nos cae, nada como loar algo, que recuerda en esencia a eso que llaman néctar de los dioses...

Esther dijo...

Moli, de otra fan del queso, pero francesa. Se dice "savoir-faire" y "fondue".

Anónimo dijo...

Tengo a mi hija de dos años mojando trozos de queso en un vaso de leche. No quería comer nada más. Al principio he pensado que estaba criando un monstruo, pero te he leído y me siento mejor.

Anónimo dijo...

Me gusta el queso, no me disgusta aunque tampoco entiendo a quienes lo veneran y les encanta.
¡No es pa' tanto, venga ya!
Tata_keli

Tita dijo...

El culmen es la tarta de queso. Que no sabe a queso, pero que Tarta y Queso estén en la misma frase, ya es glorioso.

De queso se puede vivir.

Anónimo dijo...

Soy muy fan también de la leche, que es la madre del queso, y del yogur, que será hermano, pero no me gusta el sabor agrio que dejan al comerlos.
Y el chocolate es su primo.
Verdades supremas

Anónimo dijo...

No podría vivir sin queso en la nevera. Me he pasado por la cocina y tengo cinco tipos de quesos entre loncheados, para gratinar, en porciones, cuña de queso y queso fresco.
Viva el queso! Viva su olor! Viva tu maravilloso post!

Sara dijo...


¡¡¡¡¡ BRAVO !!!!!!

Carmina dijo...

Tienes la capacidad de convertir algo sencillo en el catecismo de una nueva religión. Yo, entre las bendiciones que he recibido en la vida, tengo la de un amigo que va todos los veranos a Cantabria y me trae un queso de Cabrales que puedo comerme sin medida, sin compartir, abusando incluso, porque soy la única de casa a la que le gusta.

Estoy también con Tita. La tarta de queso que hay en todas partes me parece un poco tontona, pero hago una de queso y nueces que es algo sobrenatural.

Portarosa dijo...

Genial, Moli.

Anónimo dijo...

Pero… pero… ¿y qué decir del vino tinto, la pareja perfecta para todos los quesos del mundo mundial? Con eso sí que no hace falta nada más en el mundo.
Y me voy, que acabo de sufrir un ataque de quesitis urgente que sólo se puede solucionar en el mercado de la Paz… Ese brie con trufa… ese pecorino… ese grana padano madurado…

Anónimo dijo...

Carmina, por favor! el queso cabrales es el más famoso de Asturias, no de Cantabria, que aunque están cerca son muy diferentes.

cabrales, de Asturias
cabrales, de Asturias
cabrales, de Asturias

cabrales

de

Asturias

Anónimo dijo...

¡Entonces los World Cheese Awards son para los amantes del queso como los Oscar para los amantes del cine... Queso... rpresa!
Teka

Alele dijo...

Odio el queso.
Con toda mi alma, odio el queso, la nata y la leche. Odio la bechamel, puaj.

El queso es leche podrida.

La LLave Roja dijo...

Aun me acuerdo de cuando mi madre cenaba queso y una manzana y yo ponía caras de asco..... ahora estoy en la fase de los quesos que huelen, me falta la fase de los quesos con "vida" jejeeje. soy una fanática del buen queso, más que del buen vino.
Cuanta razón!!

Anónimo dijo...

UMMMMM...... QUEESSOOOO

Carmina dijo...

Bueno, digamos que mi amigo va todos los veranos al pueblo de Cantabria donde nació su madre y hace una escapada desde allí a Asturias y compra mi queso de Cabrales antes de volver a Cádiz con mi regalo. Gracias, Moli. Ya no se me olvida.

Marisa dijo...

Soy una madre fundamentalist a ( o al menos lo sería para ti, las fundamentalists de verdad llamarían a servicios sociales) odio el invierno con todas mis fuerzas, los días cortos y nublados me angustian hasta dejarme sin respiración, hay veces que no te comprendo, pero leo post como este que firmaría letra por letra y vuelvo a caer rendida a tus pies igual que el día que te encontré por casualidad buscando a alguien que compartiese mi espanto por Los ojos amarillos de los cocodrilos. ¡ Larga vida al queso!!!! Por cierto el viernes encargué tu libro y estoy deseando empezarlo.
Un saludo.

La Marmota dijo...

Amén

sasadogar dijo...

Hacia tiempo que no escribía en el blog, pero es que esta oda no tiene desperdicio.¡Qué preciosidad, qué gracia tienes para escribir jodía!. Suscribo todo lo que dices...
Yo soy una fanática del queso con mala suerte. Mi marido odia el queso, lo cual limita mucho mi disfrute en casa y tengo una hija que tampoco le gusta y otra que si lo disfruta, así que estamos empatadas. Eso sí, cuando vamos a algún hotel con bufet bueno, disfruto como una enana probando todos los que quesos a mi disposición.
El poderlo disfrutar en pequeñas ocasiones me hace más "disfrutona" cuando tengo ocasión; hay que ver siempre el lado positivo.

Un beset desde la capital del Turia

molinos dijo...

Sasadogar, el día 31 firmo en Valencia!!! Presentamos el libro allí, ¡ojalá puedas venir!