lunes, 1 de agosto de 2016

Lecturas encadenadas. Julio

Julio ha sido un buen mes, he tenido 15 días de vacaciones que he aprovechado para leer sin tregua porque ¿acaso las vacaciones no son para hacer lo que más te gusta? Ha sido ademas un mes de mujeres, de los seis libros que he leído, cuatro están escritos por mujeres. 

Empecé el mes con Las tareas de la casa y otros ensayos de Natalia Ginzburg. Este año se cumple el nacimiento de esta autora y las editoriales están echando la casa por la ventana reeditando sus obras y YA ESTÁIS TARDANDO EN LEERLA. Natalia Ginzburg es una de esas personas que te da pena que esté muerta, no poder charlar con ella, leer los artículos que escribiría sobre el mundo ahora mismo, escucharla, pensarla y aprender. La parte buena es que sus libros son tan fabulosos que se puede aprender, pensar, emocionarse y rascarse el alma con ellos. 

Las tareas de la casa recoge artículos y ensayos publicados por Natalia a lo largo de los años en distintos periódicos y revistas. Los primeros, recogidos bajo el epígrafe “Nunca me preguntes” son los que más me han gustado y he doblado tantas esquinas que casi podría haberlo copiado entero. Estos ensayos son de tono más intimista, recogen pensamientos sobre su vida diaria, sobre las pequeñas cosas de la cotidianidad que muchas veces no pensamos, que damos por supuestas pero que construyen lo que somos y lo que hacemos y cómo las recordamos y las pensamos dice mucho de nosotros. Ginzburg habla de la búsqueda de casa, sobre la vejez, sobre su experiencia con un psiquiatra, sobre las novelas, sobre su relación con la música.
“Porque las novelas están entre esas cosas del mundo que son a la vez inútiles y necesarias, totalmente inútiles porque carecen de una razón de ser visible y de cualquier clase de finalidad, y no obstante necesarias en la vida como el pan y el agua, y entre esas cosas del mundo que a menudo se ven amenazadas de muerte y que, sin embargo, son inmortales”. 
Agrupados en el epígrafe "Nunca no lo sabremos", se recogen los artículos de Ginzburg en los años finales de los 60 y los 70 que resultan ser de actualidad también en el 2016. Reflexiona y escribe sobre la importancia de la crítica literaria y su desaparición y lo que debe esperar el que escribe y las reacciones que provoque. 
“Cualquiera que escriba hoy en día, y sea lo que fuere lo que escriba- novelas, ensayos, poesía o teatro- deplora la ausencia o la rareza de la crítica, es decir, la ausencia o la rareza de un juicio claro, inquebrantable, inexorable y puro. En el deseo de un juicio semejante tal vez se esconda el recuerdo de la fuerza y de la severidad que sobre nuestra infancia proyectaba la figura paterna. Sufrimos por la ausencia de la crítica del mismo modo que en nuestra vida diaria sufrimos por la ausencia de un padre”. 

Ginzburg piensa y escribe. Jamás pontifica ni sienta cátedra. Todos sus artículos comienzan en un tono que parece decir (cuando no lo dicen explícitamente) voy a escribir sobre este tema a ver si así consigo aclarar mis ideas. Se sienta y escribe y va desentrañando el hilo de sus pensamientos para intentar llegar a alguna conclusión que, a veces, está lejos de la intención con la que había comenzado el artículo. Es maravilloso leer el discurrir de su pensamiento y acompañarla en esa ordenación de ideas. 

Tiene un capítulo sobre cómo tratar la relación de los niños con Dios y sostiene que nadie tiene derecho a decirle a un niño “Dios no existe” porque en realidad no lo sabe, reflexiona sobre como hemos desterrado el pensamiento individual y solitario porque requiere esfuerzo y soledad, dos cosas que aterraban en los años 60 y que ahora casi parecen ciencia ficción.
“El pensamiento solitario no aparece más que como un melancólico y estéril fruto de soledad y esfuerzo; y hay dos cosas odiadas hoy en día con arrogancia: la fatiga y el esfuerzo”. 
Dediqué 13 días a leer a Natalia y una semana a copiar todas las esquinas dobladas. He releído mi cuaderno con todas esas anotaciones para escribir este post y podría seguir copiando citas hasta llenar este blog pero es mucho mejor que la descubráis. 

El invierno del dibujante de Paco Roca es el cómic del mes. Lo compré el 31 de mayo en una tienda de cómics en Valencia cuando fui a pasar el día allí y a comer con un amigo que me recomendó comprarlo “es muy de tu rollo” me dijo. El invierno del dibujante cuenta exactamente eso, el invierno de 1958 de unos cuantos dibujantes importantes en España y creadores de algunos de los personajes más conocidos del tebeo en nuestro país. En el verano de 1957 decidieron abandonar la Editorial Bruguera que les explotaba y además se quedaba con sus personajes en propiedad, para crear una revista propia en la que ellos tuvieran el control y los derechos. La aventura no salió bien, Bruguera era una editorial muy importante y con contactos políticos que los asfixió hasta forzar su vuelta al redil. Esta es su historia contada casi como un informe histórico, con un dibujo pulcro, recto, frío y como antiguo que encaja muy bien con la historia. 

Las deudas del cuerpo de Elena Ferrante. Merezco todo el sufrimiento que me proporciona esta autora porque después de odiarla en el primer tomo y querer asesinarla en el segundo sigo torturándome con su espantosa escritura y las zopencas de sus protagonistas. 

No consigo entender cómo estos libros han alcanzado tal éxito de crítica. Entiendo su éxito como super ventas porque son unas novelas completamente planas, con unas protagonistas falsamente intensas y atormentadas que sufren amoríos, desencuentros, reconciliaciones, luchas familiares, etc exactamente igual que un culebrón de sobremesa.  Enganchan y se leen en diagonal, como el Código Da Vinci. 

El éxito de crítica no me lo explico. A Elena Ferrante se le ven todas las costuras al escribir, se percibe el tono de falsa importancia, es cursi, pretenciosa y falsamente profunda. En esta tercera entrega no contenta con el culebron de las dos amigas decide introducir un poco de “contexto histórico” hablando a tontas y a locas del partido comunista italiano, de los sindicatos, el terrorismo, las protestas estudiantiles de mayo de 1968 en Paris, el feminismo, la mafia… de todo saben y todo les pasa a las dos bobas protagonistas.

“La primera obra italiana en décadas que merece el Premio Nobel” dice The Guardian en la faja del libro. Se me salen los ojos de las órbitas. 

Las cumbres de cursilísimo de la Ferrante Premio Nobel. Mi fe en la crítica literaria se ha extinguido completamente. 

Manual para mujeres de la limpieza de Lucia Berlín ha sido el descubrimiento del mes. Oí hablar de este libro en La Cultureta hace meses y después Nan me lo recomendó y lo compré en Tipos Infames en la Feria del Libro en el Retiro. 

Me ha deslumbrado. De mayor quiero escribir como Lucia Berlin. Me ha recordado a Steinbeck por sus descripciones de las personas, que nunca son personajes, a Fante por la relación su madre y su abuelo alcohólico, a Dan Fante por su relación con la botella y un poco a Erskin Caldwell y su Camino del tabaco. 

Lucia Berlín escribe relatos relacionados con su vida, según cuentan en el prologo ella decía “de algún modo debe producirse una mínima alteración de la realidad. Una transformaciónn, no una distorsión de la verdad. El relato mismo deviene la verdad no solo para quien escribe,también para quien lee. En cualquier texto bien escrito lo que nos emociona, no es identificarnos con una situación, sino reconocer esa verdad”.  Y eso es lo que ella hace, apoyándose en ganchos de su vida construye unos relatos magníficos. 

A veces me pregunto si leo bien los relatos. Sé que los disfruto, paladeo y sufro pero nunca me paro a pensar si he aprendido algo o si tenían una intención que no he sabido captar. Para mí, los relatos, los buenos, son como asomarme a una ventana y ver un trozo de vida desde la distancia o como viajar en un tren en el que puedo imaginar la vida de los que viajan conmigo a partir de lo que comparto con ellos en ese tiempo, de sus conversaciones, sus posturas, sus risas o sus llantos, perderme en mi cabeza y olvidarlo cuando me bajo del tren y lo dejo atrás. Durante un rato han sido parte de mi vida y luego  siguen sin mi, y yo sin ellos, dejo de ser la que era mientras leía esos relatos. Algo así. 
"Mamá odiaba la palabra "amor". La decía con el mismo desprecio que la gente dice la palabra "furcia".
No se puede decir más con menos. Tras los artificios y la cursilería de la Ferrante, la escritura de Lucia es aún más deslumbrante. Escribe como si no le costara, como si le saliera solo, como si todo ese talento que está en su cabeza pugnara por salir desde sus dedos a la página. Tiene mil frases que son auténticas maravillas, perlas que te encuentras y dices ¡pero qué cabrona, como se puede escribir así! Es divertida, sarcástica, tierna, ingeniosa, inteligente, cruel, nostálgica, audaz, sincera, dolorosa, amarga... Todo. 
"Son preguntas inútiles. La única razón por la que he vivido tanto tiempo es porque fui soltando lastre del pasado. Cierro la puerta a la pena al pesar al remordimiento. Si permito que entren, aunque sea por una rendija de autocompasión, zas, la puerta se abrirá de golpe y una tempestad de dolor me desgarrará el corazón y cegará mis ojos de vergüenza rompiendo tazas y botellas derribando frascos rompiendo las ventanas tropezando sangrienta sobre azúcar derramado y vidrios rotos aterrorizada entre arcadas hasta que con un estremecimiento y sollozo final consiga cerrar la pesada puerta. Y recoja los pedazos una vez más."

Y no, no faltan comas. Lucia Berlin escribe casi sin comas y por eso también me gusta. 

Trieste de Dasa Drndic. Este libro llevaba en mi estantería justamente un año y le llegó el turno. En la introducción se indica al lector que “el libro de Dasa Drndic no es un libro fácil”. Dejando de lado que me parece una manera nefasta de presentar una lectura, el principal problema de Trieste no es para nada su dificultad (que a mí me ha parecido escasa) sino su indefinición. Trieste es un libro que no se define, no sabes si está leyendo una novela, un ensayo o una transcripción de testimonios personales sobre las atrocidades nazis.

¿Lo mejor de este libro? La portada que es preciosa con una ilustración de Natalia Zaratiegui y la parte final cuando Drndic se ha aburrido de novelar (con escaso éxito) y pasa a contar la historia de los Lebesborn, las instituciones creadas por los nazis para crear hijos perfectos de la raza aria tanto por el método de elegir a los padres perfectos como robando niños. Las historias y los testimonios de niños de distintos Lebesborns que ahora tienen 60 o 70 años son aterradoras y muy desconocidas pero me temo que solo aptas para muy frikis de la II Guerra Mundial. 

Hace varios años leí ¿Por qué corre Sammy? de Budd Schulberg y me encantó. Después leí "El desencantado" que también me gustó así que cuando me encontré en la Feria del Libro antiguo con "Más dura será la caída" decidí comprarlo a pesar de que el tema del boxeo no me apetecía nada. Como siempre pasa con los libros y eso es lo que tienen de maravillosos, cuando menos te lo esperas y con el que crees que menos te va a gustar, te encuentras revolcándote de placer y absolutamente flipada. 

Más dura será la caída es una novela fabulosa. Habla de boxeo pero también de dinero, de ambición, de la búsqueda de uno mismo, las relaciones, la maldad, el miedo, la amistad, la traición y el amor, claro. Es una novela de 1947 que lees en blanco y negro, oliendo a tabaco, bebiendo whisky y con sombrero. 

Budd Schulberg trata también un tema de actualidad en los años 40 y 50 y de actualidad ahora; el papel de la prensa para vender mentiras y enmascarar la verdad y el poco criterio del público para rechazar esas mentiras. Es más fácil tragarse lo que los medios cuentan y entregarse a la conveniencia de no pensar que desarrollar un criterio y un espíritu crítico. 
"No quiero andar a gatas por la vida buscando mi alma por todos los rincones como si fuera un gemelo de la camisa". 

Leed a Natalia, a Lucia y a Budd. Seréis afortunados.

Y con esto y un bizcocho hasta las lecturas encadenadas de agosto que será solo una: La Broma Infinita de David Foster Wallace. 



14 comentarios:

Blanco Humano dijo...

¿Para cuándo un Teo? Yo soy muy fan de los libros de Teo desde siempre. Ahora estoy leyendo Teo en el parque acuático y me parece que la tensión dramática alcanza cotas insuperables.

ELISA dijo...

Qué amenos comentarios. Es curioso, cómo apetece leerlos tras la desconexión.

NáN dijo...

Ya sabes que no soy de viajar, pero el único sitio del mundo que me hará hacerlo es Trieste. ¿Sale mucho la ciudad en la novela?

Lucia Berlin vivió una vida que merece la pena haber sido vivida, a pesar de la gruesa cadena de dificultades... si se tiene el deseo más deseante de vivir. Y además, por la razón que sea, sabe contarlo. La mejor sorpresa literaria que he tenido en los últimos 10 años.

Ferrante: es posible que The Guardian, Zadie Smith (la literata más inteligente del mundo), Martin Amis y El Amor de Mi Vida, que estaban salivando a la espera del último tomo, estén equivocados y tú tengas la razón. O puede que no.

Todo lo que dices de la política en el tercer tomo pasa por alto que la política italiana fue la más interesante de Europa, después de la de Francia, en los años 60 y 70. La política como confrontación se vivió intensamente por parte de la mayoría de la población. Ya en el primer tomo, cuando eran unas niñas, la confrontación fascismo-comunismo forma parte de la vida cotidiana. Lógico que, al crecer, se vieran rodeadas con mayor intensidad por ese enfrentamiento. En Italia y en Francia la política se vivió así... hasta que dejó de merecer la pena. Si en el tomo tercero habla mucho de ello, habla de lo que, a mi alrededor, era la vida real. Me parece interesante y necesario.

(Reconozco que, aunque no esté muy de acuerdo con lo que dices, a mí los tomos uno y dos me atrajeron y, al mismo tiempo me aburrían: me he racionado uno por año... terminaré en 2018).

Anniehall dijo...

Un poquito masoca sí que vas a ser. Salvo Ferrante has conseguido que me apetezcan todos.

Esther dijo...

Aubque no sea de este mes, tengo que decirte que gracias a ti me he enamorado perdidamente. De Blacksad.

MG dijo...

Me he apuntado a Budd, Lucía y Natalia, de hecho Lucía Berlin está en mi lista inabarcable de cosas que quiero leer en vacaciones. Me interesa mucho tu libro de agosto, ya nos contarás qué tal porque yo lo veo medio inalcanzable (y porque me da mucha pereza leer casi con dos marcapáginas, que conociendo a DFW hace falta para las notas al pie), DFW me fascina en no ficción, pero su ficción me impone mucho.

Ya contarás.

Elena Rius dijo...

Atractivísimo ese libro de la Ginzburg. Tengo que hacerme con él ya. Y estoy contigo en considerar a Ferrante una pretenciosa intensa. No me creo nada a sus personajes y alucino de que a la gente le guste tanto. Claro que tal vez, como dice Nán, tú y yo estamos equivocados y todos los demás tienen razón...
Blanco humano: durante años leí una y otra vez los libros de Teo con mis hijos. De verdad que me encantaban.

molinos dijo...

Blanco HUmano, cuando nos leamos La broma Infinita hablamos de Teo y de COCO XD

Elisa, ¡muchas gracias! Eso intento, conseguir animar a leer aquellos libros que me han gustado mucho.

Nán, no, no sale mucho Trieste. Si quieres leer algo bonito sobre Trieste y que te va a gustar tienes que leer a Marisa Madieri, mujer de Claudio Magris y su "Verde agua" creo que se llama. Buenísimo. Y la Ferrante tú mismo dices que te aburres y que te la racionas...¿por qué? porque es una plasta. Y sí, toda esa parte histórica y política estaría muy bien si lo contara bien, si pudieras creerte algo. Pero no. Y estoy segura de que acierto yo... nadie se acordará de la Ferrante años después como ocurre con Lucia Berlin que es maravillosa.

AnnieHall de la Ferrante ya paso, ha cruzado el umbral de hacerme peor persona cuando la leo. El último tomo me lo salto. Alehop!

Esther ¡bien, bien, bien! BlackSad es una pasada, enamorada de un gato pero es que es una pasada.

MG. Lucia Berlín son relatos y sé que no te van mucho pero es espectacular de buena, hacia tiempo que no tenía tanto flechazo. De la broma ya hablaremos por ahora estoy deslumbrada pero solo llevo 50 paginas.

Elena, el de Ginzburg muy bueno y el de Lucia Berlin no dejes de leerlo porque te va a gustar seguro. Menos mal que coincides con lo de la Ferrante, no entiendo el éxito de crítica como comento, el depúblico sí porque es un culebrón. Sin más.

Tita dijo...

Lo mismo te acompaño con La broma infinita que la tengo ahí pendiente. Me apunto todo menos la Ferrante.

Anónimo dijo...

A Natalia Ginzburg la tengo pendiente desde el año pasado y este verano ha estado entre mis candidatas a incluir en la maleta en mi viaje anual al sur, pero al final ha sido que tampoco y seguirá pendiente. De lo demás no sé nada y me apunto dado el entusiasmo a Lucia Berlin. Coincido con MG en mi preferencia por la no ficción de DFW. Con todo a la playa me llevo Extinción, que junto a la Broma Infinita y el Rey Pálido es lo que me queda de leer del genio. Esperando con impaciencia tu encadenado de Agosto.

Fdo. Aquel viejo blog Marlei.

txipi dijo...

Mil gracias Moli por estas críticas literarias. A los que leemos poco nos viene de maravilla que nos separes el grano de la paja (y disfrutamos -al menos yo- con alguno de los despellejes :DDD).

Un apunte: en la cita de Lucia Berlin, hay una coma que me perturba un poco (aunque igual estoy equivocado). Creo que en lugar de:

"En cualquier texto bien escrito lo que nos emociona, no es identificarnos con una situación, sino reconocer esa verdad”

Debería ser:

"En cualquier texto bien escrito, lo que nos emociona no es identificarnos con una situación, sino reconocer esa verdad”

No estoy seguro acerca de poner la coma después de "escrito", pero sí que me parece que separar sujeto, verbo y predicado rompe la frase O:)

Anónimo dijo...

Hola otra vez Moli,
justo al acabar de leer este post me han regalado el libro de L. Berlin!
He acabado y disfrutado "Y eso fue lo que paso" de Ginzburg, pero no he podido con "Open", empieza bien pero me ha aburrido con tanto partido de tenis.
También he leído "El libro de los Baltimore", tan de moda, y ni fu ni fa, lo he leído como cuando te pones delante de la tele sin hacerle mucho caso, no me ha enganchado y a veces me ha aburrido.
Acabo de empezar "El bar de las grandes esperanzas" y mi hijo tiene el tomo integral de Blacsad :)
Así que no me faltan lecturas
Gracias por este post también.
Nati

Anónimo dijo...

Tenía ganas de leer a Lucía Berlín y me he terminado de decidir con tu post. Llevo dos cuentos y por ahora "chapó".

Pensaba recomendarte a cambio los cuentos de Lorrie Moore y Lidya Davis (sobre todo los cuentos de esta última, una vez que les coges el tranquillo, o eso me pasó a mí, son píldoras adictivas) pero veo que aparecen mencionadas en en el libro de Berlín y tal vez no sea necesario. Y de la Moore puedes saltarte el último publicado en España, a mí me resultó muy flojo, pero "pájaros de América" y "Al pie de la escalera" son para quitarse el sombrero...

A cambio te dejo "Léxico familiar" de la Ginzburg, de todos los que he leído de ella el que más disfruto. Y dentro de la literatura norteamericana, Middlesex de J. Eugenides. Hace dos años fue el libro estrella entre mi círculo de adictos lectores y ya por siempre quedará como lectura y gozo estival.

Gracias

Marga.

Anónimo dijo...

He leído a Lucía Berlin y ha sido como una epifanía. La escritura de esta mujer, sus relatos...algo descomunal, no es de este mundo. Gracias Molinos por la recomendación.

Aquel viejo blog marlei.