miércoles, 12 de noviembre de 2014

Lecturas encadenadas.- Octubre (y II)

Vamos con los últimos cinco libros de octubre que quedaron pendiente en la anterior entrega de los libros encandenados.

De Neguri a Lausanne - diarios de una transicion 1977-1980, de Alejandro Gaytán de Ayala. De este libro me habló Juan Ignacio Pérez Iglesias mientras paseábamos por San Sebastián arriba y abajo hablando de Pinilla, de museos y de un millón de cosas más. Luego, tuvo la gentileza de enviármelo. Mil gracias Iñako. 

Es un libro muy curioso. Son las memorias de un señorito vasco de Neguri en los años de la transición, cuando todo su mundo y su posición económica y social se desmoronan. Es culto, católico, de familia del Opus, de derechas, jugador de bridge, anglófilo, aficionado a la ópera y a la música clásica, viajero, depresivo y homosexual. Es una especie de Oscar Wilde o de personaje de novelón inglés del periodo de entreguerras. Refinado, infantil para muchas cosas, observador de la realidad política y social que se va imponiendo en el País Vasco. Es clasista, casi racista, profundamente egoísta, y está asustado porque todo su mundo y sus certezas se desmoronan con 37 años.

En algunos momentos y salvando las distancias, me recordaba al Sandor Marai del primer tomo de sus memorias que son también las de un señorito quejumbroso y elitista que a veces resulta cargante e insoportable, y que es incapaz de valorar lo bueno de los cambios que se producen a su alrededor independientemente de los perjuicios que le ocasionen a nivel material. Repito que es un libro curioso y tiene su mérito el que se haya atrevido a publicar esos diarios casi sin editar, enfrentándose a esa realidad 30 años después. Es un poco una mezcla de Dowtown Abbey y el Hola con unos toques de realidad política.
"En realidad, la naturaleza humana se acostumbra fácilmente a la desaparición de los demás, por muy queridos que sean, que es la única manera de seguir viviendo". 
"Verdaderamente, las mujeres vascas viejas son de una elegancia natural extraordinaria, por muy bajo que sea su nivel social. La mujer humilde cursi es un producto de otras latitudes". 
Catedral  de Raymond Carver.  Colección de relatos que saqué de la biblioteca y que no recuerdo de dónde me llegó la recomendación. Todos los relatos son bastante deprimentes y tétricos. Algunos angustiosos. En casi todos aparecen niños en circunstancias tristes, dramáticas o incluso terribles.  Con los relatos siempre tengo la misma sensación de inquietud y asombro. Me intriga cómo los autores son capaces no de contar una historia completa sino de transmitir la sensación de que han observado una vida, a unos personajes y ha cortado un pedazo de esas vidas para mostrárnoslas, transmitiendo la sensación de que hubo algo antes del trozo que nos muestran y habrá un después que nos veremos, que no se nombra pero que aún así, los lectores sentimos real.

Llegados a este punto del mes, pensé en que todo lo que había leído hasta ese momento era pelín deprimente y que a lo mejor me convenía leer algo más ligero, menos dramático así que fui a la biblioteca, busqué a David Lodge y saqué Pensamientos secretos . Lodge escribe otra vez el mismo libro; una universidad inglesa, un profesor casado e infiel,  intrigas académicas, vida inglesa. Los escribe como churros y se leen exactamente igual, como un entretenimiento fácil y sin complicaciones. Un pasarratos sin más.
"Es un buen ejemplo de lo que estábamos hablando esta tarde, la intimidad de la conciencia, el secreto del pensamiento, es el archivo del que sólo nosotros tenemos la llave, y menos mal que es así...". 
Como la lectura fácil no dio resultado, volví a lo que pedía el cuerpo. Plataforma de Michel Houellebecq. Tras lo mucho que me gustó en su día "El mapa y el territorio" parecía una apuesta segura.

La historia de Michel, un funcionario gris, sin vida, sin intereses más allá del sexo y su historia al conocer a Valerie en un viaje organizado y comenzar una relación "perfecta" me ha dejado bastante fría a pesar de las pormenorizadas y detalladas escenas de sexo espectacular. Paralelamente a su historia personal, se desarrolla la trama sobre la vida profesional de Valerie centrada en el desarrollo de la industria turística, los viajes organizados para que turistas europeos salgan de sus vidas grises y de las normas que el viejo mundo impone para vivir aventuras de todo tipo en paraísos lejanos en Asia, África y América.

No me ha parecido gran cosa a pesar de su fama, muchísimo más flojo que "El mapa y el territorio" que me deslumbró. No le he encontrado la gracia ni me ha escandalizado ni me ha hecho pensar. ¿Se supone que es una reflexión sesuda sobre el sexo? ¿Sobre la depravación moral de Europa? ¿Sobre la mojigatería fingida? ¿Sobre la hipocresía occidental? Ni lo sé ni me importa mucho, la verdad. Se lee bien pero sin mucho más interés.
"Es imposible hacer el amor sin un cierto abandono, sin la aceptación, al menos temporal, de un cierto estado de dependencia y de debilidad. La exaltación sentimental y la obsesión sexual tienen el mismo origen, las dos proceden del olvido parcial de uno mismo: no es un terreno en el que podamos realizarnos sin perdernos".
Terminé el mes con un regalo de la editorial Turner, Las esposas de Los Álamos de Tarashea Nesbit. El tema me apetecía, la vida de las mujeres, de las familias que acompañaron a los científicos reclutados por Estados Unidos tanto en su país como en Europa a mediados de la II Guerra Mundial para llevar a cabo una investigación supersecreta en el desierto de Nuevo México, en Los Álamos, y que terminó con la creación de las bombas nucleares que se lanzaron sobre Japón para poner fin a la guerra.

Pues bueno, a pesar de que el tema me apetecía el libro es regulero. Desconozco la razón por la que Tarashea ha optado por contar la historia en primera persona del plural, englobando en ese "nosotras" a todas las mujeres que llegaron a Los Álamos siguiendo a sus maridos. El resultado es que la narración resulta artificiosa, superficial y poco atractiva, porque realmente no llegas a conocer a ningún personaje ni ninguna circunstancia concreta. Es todo una sucesión de párrafos del estilo: 
"Llegamos recién casadas, o inmersas en la crisis matrimonial de los siete años, o siendo todavía muy amigas de nuestros maridos, o sin estar ya enamoradas pero tratando de seguir adelante por nuestros hijos, o por nosotras mismas. Algunas esperábamos continuamente que se produjera un desastre y teníamos siempre las persianas bajadas, a algunas nos invadía un escepticismo discreto, aunque nadie se diera cuenta, y nuestro apelativo era Polly. Algunas de nosotras siempre nos las apañábamos con lo que teníamos, y no tardamos en formar clubes de lectura y grupos para hacer punto. Algunas brillábamos en reuniones, y organizábamos bailes por las noches y meriendas y clubes de bridge".

Y así todo el libro. "Algunas", "otras", "éramos", "queríamos, "no queríamos"... un despropósito y una desilusión. 

Y con esto, un bizcocho y mi insomnio de alerta, hasta los encadenados de noviembre.

La fotografía es un cuadro de Jordan Buschur titulada Sideways Stack. 



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias Moli,me llama la atención el de relatos;mira a mi de relatos me gustaron mucho dos:El valle largo de tu querido Steinbeck que leí este verano por ti,y el Relatos Inesperados de Roald Dahl,en algunos de los cuales se basó Alfred Hichcock para sus relatos televisivos,genial escritor.
Sonia.

NáN dijo...

Quizá vuelva a lo de Plataforma, pero un accidente me obliga a teclear con una sola mano (¿confesamos que en mi caso “mano” es un eufemismo para “dedo”?) y. como no me corto en longitud, me concentraré en Carver.

En los años 91 y 92, cada dos sábados nos reuníamos entre 10 y 15 personas en mi casa para leer en voz alta relatos de “Realismo sucio”; con prioridad, Carver. Esos principios (y finales) in media res no los inventó él, como todo en literatura proceden de los tiempos de la Tarara. Hemingway, aplicando su teoría del iceberg: al lector solo se le proporciona la parte visible, o sea, un 10%. Y sin embargo, los relatos de Carver (o a veces de Carver & Lish), desde su pequeñez, nos dan una gran información sobre personajes de clase baja. Su segundo libro coincide con el mandato de Reagan y desde ahí nos dan una foto de las consecuencias de la reaganomics (de cuyas consecuencias ya brutales disfrutamos ahora).

Son como “pequeñas colecciones de fotos”. Me parece que para obtener una idea “emocional” de la Gran Depresión, hay que acompañar lecturas (fiction y no-fiction) y películas con las colecciones de grandes fotógrafos de la época. Pues para conocer de la “emocionalidad” de esa época de pérdidas sociales, nada mejor que los relatos de Carver.

¿Deprimentes, tétricos y angustiosos? ¡Pues anda que tus libros de la IIGM! Pero enseñan a pensar y conocer una época histórica excepcional mejor que muchos librotones.