Para empezar voy a dejar claro que yo soy una persona ordenada y bastante organizada. (Algunas malas lenguas dicen que asquerosamente organizada) Me casé con un señor ordenado y muy cuadriculado y a base de años de educación hemos conseguido que nuestras hijas consideren el orden algo bastante fundamental en sus vidas. Dicho esto, soy una persona ordenada con una tolerancia al desorden generado por otros bastante alta lo que me convierte en alguien con quien se puede convivir sin querer asesinarme.
¿A qué viene todo esto? Pues a que en mis brujuleos por Instagram he descubierto un nuevo palabro, una nueva jerga de neolengua de influencer: el "ruido visual". Una cursilada para denominar el desorden pero llevado al extremo. Me explico: las eliminadoras del "ruido visual" consideran "ruido visual" cualquier cosa que hace que tu casa parezca un lugar en el que vive alguien y no un piso piloto.
¿Los estropajos están a la vista y no en una bandejita de madera? ¡Ruido visual en tu cocina!
En mi brujuleo investigador y por lo que he podido deducir después de inspeccionar unos cuantos cientos de fotos, el antídoto contra esa lacra del "ruido visual" es el mimbre, la madera clarita y catorce catorcenas de colgadores. Además de eso, tienes que pintar todos tus muebles de blanco viejo, verde amanecer o azul profundo porque, por lo visto, la madera no es que haga ruido visual es que es un estruendo insoportable.
Además de ser ordenada, yo no tengo muchos trastos. No acumulo mierdas, de vez en cuanto hago batidas y tiro, dono o regalo ropa, libros, juguetes y demás objetos que pueblan una casa sin casi darte cuenta. A veces, incluso, hago redadas entre la propiedades de mi madre y con nocturnidad y alevosía corro al punto limpio antes de que me pille. Estoy completamente a favor de no convertir nuestras casas en desvanes y de no llegar a sufrir las primeras etapas de un Diógenes....pero, de eso a vivir en un piso piloto o una vivienda de Airbnb va un trecho. Es más, si tengo que elegir entre el piso con la camilla con las fotos de la primera comunión de todos los nietos en marco de plata y una casa llena de cestas de mimbre, etiquetas en las cajas, colgadores por doquier y la misma personalidad que una planta de plástico, me quedo con la camilla.
No sé mucho de decoración y entiendo que es más cómodo, más práctico y más limpio no tener mil trastos por medio pero los tratos, nuestras cosas, son los que hacen de nuestra casa nuestra casa y no la del vecino. "Mira como ha quedado este salón solo pintando el mueble". Y cuando te fijas, además de pintar, han quitado todas las fotos, colocado tres cestas, el mando de la tele ya no se puede encontrar y los libros parecen de esos que se miran pero no se leen.
Hay que tener la casa ordenada, claro que sí. Eso da paz mental y te hace creer que tienes control sobre lo que te ocurre, pero llevar el orden hasta el extremo de borrar completamente tu paso por tus habitaciones es ridículo. ¿Quieres que tu casa esté ordenada o no distinguirla de la del vecino? Lo que ellos llaman "ruido visual" yo lo llamo vivir una casa, hacerla tuya, reconocerla, distinguirla, crear recuerdos, hacerla acogedora. Ordena pero no te borres.
Mi consejo de influencer de garrafón: que el ruido visual no os impida ver a los vende humos.
PS: que conste que algunas ideas para ordenar no están mal. Como influencer de medio pelo con armario minúsculo he probado las perchas de terciopelo y una cosa os digo, corred a comprarlas.
PS2:dejo para otro día, la plaga de las reformas dedicadas a hacer todas las casas exactamente iguales. La cultura del adosado inglés aplicada a los interiores.