Una tarde preciosa con El Retiro petado de gente, vamos hablando de mil chorradas y pienso en las miles de veces que hemos venido, en carrito, en silla, en patinete, en bici.
Hay una luz preciosa y mientras esquivamos turistas y parejas vamos hablando sobre patos y cisnes. Por un momento estoy tentada a contaros que los patos tienen el pene en forma de sacacorchos y que cuando practican sexo es a rosca... una imagen perturbadora que decido no compartir todavía con vosotras.
- Me encanta el Palacio de Cristal.
- Es un palacio de cristal como otro cualquiera-. Dice M que está en modo lo tengo todo visto.
- ¿Ah si? ¿Cuántos palacios de cristal en medio de un parque has visto, listilla?
- Ninguno... pero no me gustan.
- Bueno, pues a mí éste me encanta, me siento princesa cuando lo veo.
- Mami, tú no eres más princesa porque no quieres-. Comenta C.
- ¿Porque no llevo el pelo largo?
- Si y porque eres un desastre.
- Pues lo siento, es la madre que te ha tocado.
- ¿Sabes que ahora se llevan dos trenzas de raíz desde los lados de la cabeza?-. Me pregunta C cambiando de tema... o eso creo.
- Pues no, es un dato que desconocía completamente. Yo no sé hacer trenzas de raíz.
- Ya, eres una madre un poco regular.
- Mamá, ¿por qué no jugamos a inventarnos historias?-. Interviene M.
- No, mejor vamos a jugar a que digáis 5 cosas que hago bien, que os gustan de mí.
- Joooo... eso es un aburrimiento.- dice mi pequeño clon agitando su coleta.
- No, nada de aburrimiento porque hay que pensarlo bien. No vale decir bobadas de "nos quieres mucho" y esas cosas que hacen todas las madres. Tienen que ser cinco cosas especiales de mi.
Se callan un rato mientras vamos camino del lago.
- ¿Nos compras un helado?
- Si os ayuda a pensar, sí.
- ¡Claro que nos ayuda a pensar!
M se zampa un Magnum de fresa (sin gluten) y C, como si tuviera una regresión a los 5 años, se pinta toda la cara con un corneto de yogur. Nos sentamos.
- ¡Spaghettis con verduras y langostinos!-. Grita C triunfante.
- ¡Eso no vale! Eso es cocinar y lo hacen todas las madres.
- ¡Judías pintas con arroz!-. Se suma M.
- Que no, que las comidas no valen.
- ¿Tarta de zanahoria sin gluten?-. Replica M poniendo ojitos
- Bueno, venga... pero spaghettis, judías pintas y tarta de zanahoria solo cuentan como una cosa. Os faltan cuatro.
- Que escribes-. Dice M.
- ¿Eso te gusta?
- Sí, me gusta cuando estás en casa sentada escribiendo historias y te miro y tienes un tic. Mueves la boca mientras escribes como si estuvieras contando la historia a la vez.
- ¿Lees lo que escribo?-. Le pregunto.
- No. Casi nunca. Sólo cuando tú me dices que lo lea, pero a veces cuando se me ha olvidado llevar fotos para algún trabajo del cole, entro en tu blog a buscar allí las fotos. Eso mola, encontrarte en internet.
- Bien, van dos cosas. C, pequeña bruja, ¿qué dices tú?
- Tus amigos.
- ¿Mis amigos?
- Si, me gusta que tus amigos sean míos también. Ir a sus casas aunque tú no vayas, poder contarles cosas que a ti no te cuento, reírnos de ti, meternos contigo, que me abracen. Me gustan tus amigos.
- Vale, eso me gusta. Ya van tres cosas. ¿Qué más?
- ¡Los Molinos!-. Grita M.
- Sí mami. Los Molinos mola mucho y eso es tuyo porque vamos ahí por ti y nos gusta por ti y por tus amigos y por tu familia y vamos a ir siempre siempre. Así que Los Molinos aunque no seas tú, eres un poco tú o más.
- Bien, eso me gusta también. Os falta una.
- Ya son suficientes.
- No, el juego eran 5 y falta una. A ver M, piensa un poco... y piensa bien... no vale decirme como el otro día "tienes papada".
- Te lo has tomado fatal y, además, todo el mundo tiene papada.
- Tú no.
- Yo soy joven.
- ¿Y yo no?
- ¡Mamá, no me líes! Tú eres joven pero yo lo soy más.
- Vale, vale... pero venga, os falta una cosa.
- Yo tengo una ya, - dice C.
- A ver... miedo me das.
- A mi me gusta cuando llegas a casa, abres la puerta y gritas... ¡Hola princezas!
- Muy bien, ¿por qué te gusta?
- Porque cuando dices eso ya está todo bien.
- Estupendo. Ya están las cinco cosas. ¿Veis como no era tan difícil? Vamos.
Volvemos caminando.
- Chicas, ¿cuando sea vieja me meteréis en una residencia?
- Si tú no quieres no-. Dice C.
- ¿Y me invitarás a tu casa?
- Sí, pero yo te invito y tú me dices que no puedes venir.
- ¿Y eso?
- Porque es mejor.
- Jajajaja... vale. ¿Y tú M, me invitarás?
- Pues no lo sé... ya veremos. Pero mami, se me ha ocurrido otra cosa que me gusta de ti.
- A ver.
- Me gusta como lees.
- ¿Y eso?
- Porque lees muy dentro. Te pones a leer mientras desayunamos o en el sofá o en cualquier sitio y te miro y pienso, yo quiero leer así.
- Eso es precioso, cariño.
- Lo sé.
De todas las veces que hemos venido al Retiro, como siempre, ésta es mi favorita.