miércoles, 16 de septiembre de 2015

Anomalía estadística

"Eres una anomalía estadística" dice mirándome mientras se agacha  porque entre lo alto que es y los (malditos) mariachis casi no me oye. 


No sabéis lo que es una anomalía ni la estadística pero esa frase, que en realidad nos incluye a las tres, quiere decir que somos diferentes. Ni mejores ni peores pero distintas de lo que la gente espera. 

¿Por qué? 
Porque no nos echamos de menos. Os lo he preguntado, os lo pregunto, mil veces para haceros rabiar. 

- ¿Me habéis echado de menos?
- Que noooo

Vosotras no me lo preguntáis nunca porque ni siquiera se os ocurre y eso estupendo. 

Yo confieso, os confieso, aunque ya lo sabéis, que tampoco os echo de menos. Confieso, incluso, que hay días en que ni siquiera me acuerdo. Luego os llamo, hablamos un rato. Otros os tengo que sacar las palabras con sacacorchos "Mamá, me estás quitando tiempo de jugar", nos reímos y lo vuelvo a olvidar. No es que os olvide, claro que no, pero no me acuerdo de que soy madre, una madre. Y me gusta sentirme así, me encanta ese sentimiento. 

Igual que me incorporé al trabajo de las bajas de maternidad sin sentir ni un ápice (otra palabra que no conocéis) de culpabilidad o tristeza; cuando ahora estamos sin vernos unos días, me siento bien, tranquila, contenta y feliz. 

Ni más feliz ni menos que cuando estamos juntas. Ni más ni menos contenta, ni más completa ni menos. Sí más tranquila porque cuando queréis sois muyyy pesadas. 

Soy yo estando juntas y también estando separadas. 

Vosotras también sois vosotras sin mi. Estáis, sois igual de felices, tristes, cabreadas, pesadas o divertidas conmigo o sin mi. 

Ahora que lo pienso no es estar "sin", esa es la clave. Aunque no nos veamos en lo que la gente considera que es un montón de días y a nosotras se nos pasa volando, nunca nos sentimos "sin".

Me gusta que seamos una anomalía estadística. Creo que lo estamos haciendo fenomenal. Y os lo escribo aquí porque aunque ahora os da igual y ni lo pensáis, puede que en algún momento del futuro... de ese futuro en el que la lejía lo solucionará todo, tengáis curiosidad por saber cómo me sentía. 

Brujas. 

viernes, 11 de septiembre de 2015

No todas


"Que los textos de @Barbijaputa levanten tantas críticas demuestra cuánto queda por hacer en la lucha por la igualdad" Ignacio Escolar. 

Y que los ficus no hablen demuestra que todo les va bien en la vida. 

Yo no quería escribir sobre la Juana de Arco del feminismo de trincherita porque no, porque para qué... pero cuando me noto hervir la sangre y hormiguear los dedos y se me atraganta el Mix 5 de alpiste, sé que o hago algo o los que me rodean van a terminar salpicados por mi bilis. 

Para el que viva a salvo de este conocimiento y, por supuesto, más feliz que yo, resumiré la situación. Barbijuana sustuvo en un artículo publicado en el diario que todos los hombres son potenciales asesinos porque todas las mujeres somos potenciales víctimas de su maltrato y opresión. 

"Al igual que todas las mujeres somos víctimas potenciales, los hombres son verdugos potenciales. ¿Quiere decir eso que todas las mujeres vamos a ser violadas o maltratadas? No. Al igual que no todos los hombres serán violadores o maltratadores. La ventaja es que los hombres al menos saben si ellos son o no verdugos: las mujeres no podemos saberlo nunca, el riesgo siempre está ahí".

Tal cual. Se queda tan pancha. Cada uno es libre de sacar las conclusiones que quiera, por muy peregrinas que sean, incluso aunque sean completamente bobas. Me parece bien. Ahora, lo que me hostiliza hasta el infinito es el hecho de envolverlo en un paquete de regalo que incluye:

- actitud salvadora: ¡Eh chavalas!, he venido a ser vuestra abanderada porque no lo sabéis pero sois unas pobrecillas oprimidas. 

- actitud de chulo de instituto. Y sí, he puesto chulo con toda la intención. Actitud de John Travolta en Grease, "eh, chavalas, vengo a salvaros, yo voy a defenderos de cualquiera que os diga nada, porque vosotras, pobrecillas, no sabéis". 

- actitud de mantón de banda. O eres de tigres o eres de leones. O gritas "babor, babor, que gane babor" o gritas "estribor, estribor, que gane estribor". O eres pares o nones, o blanco o negro. 

- actitud de terapeuta de tres al cuarto. "Usted no lo sabe pero está enamorado de su padre"..."Tú no lo sabes pero eres una víctima" y "Tú no lo sabes pero eres un verdugo". 

Con todo esto, Barbijuana te trae el regalo y tienes que aceptarlo sí o sí, porque si no lo haces, resulta que o eres una desagradecida, o estás tan oprimida por el patriarcado que ni siquiera sabes qué hacer con tu vida. Si eres un hombre y dices "hombre, yo creo que las cosas no son exactamente así", estás siendo "postmachista" que a mí me suena exactamente igual de vacío de contenido que el "predeporte" como actividad extraescolar. 

Este regalito fue el lunes, lo leí, me encabroné no sé muy bien si como víctima oprimida o como postmachista pero me callé. Sin embargo hoy, hemos tenido segunda entrega del regalito. 

"El hecho de que haya personas que comparen a la mitad de la población española, los hombres, que además de ser un grupo mayoritario es un grupo opresor sobre las mujeres por los privilegios de los que disfrutan (cobran más por el mismo trabajo, no son discriminados en entrevistas preguntándoles si tienen pensado ser padres, no temen que se les cosifique ni tienen temores como quedarse a solas con un desconocido, no tienen riesgo de ser violados en cualquier esquina…) con un grupo minoritario y oprimido como el de los gitanos, o con los negros en EEUU, otro grupo oprimido y discriminado, deja claro que el machismo vuelve a centrar el debate en el hombre y en cómo cada artículo feminista es recibido como un ataque, en vez de asimilar el objetivo de lo escrito: empatizar con la realidad de las mujeres en situaciones vulnerables".

Ole. Resulta que o comulgas con todo su artículo o estás atacando. 

Estoy siendo muy buena porque no estoy haciendo sangre de la parte del artículo en que mezcla chicas indias violadas con camareras con champán envenenado en una fiesta pero la conclusión de Barbijuana es que como todas las mujeres están en peligro, todos los hombres son peligrosos y o aceptas esto como un dogma de fe o no estás empatizando con el problema. 

Para sostener su cruzada de trincheritas, se ha dedicado a recopilar ejemplos de mujeres que en algún momento se han sentido amenazadas o que tienen miedo por la calle. Y son muchas, muchísimas, cuando no debería ser ninguna. Pero, que sean muchas, muchísimas, una barbaridad de ellas no significa que cada hombre que te encuentras por la calle, conoces o con el que tienes una relación vaya a maltrarte, pegarte o asesinarte. Es una conclusión tan evidente que da vergüenza tener que escribirla. ¿Todas esas mujeres no conocen muchos hombres con los que están seguras y tranquilas y sin ningún tipo de miedo? Seguro que sí: sus padres, sus amigos, sus compañeros de trabajo, de gimnasio. 

Una vez más lo repito para que quede cristalino: queda muchísimo para la igualdad, hay mucho por lo que pelear, mucho en lo que educar. Soy mujer, trabajadora, tengo dos hijas y me NIEGO absolutamente a convertir a mis hijas en unas odiadoras profesionales de hombres. 

Y para el Sr. Director del medio al que le parece que los textos de Barbijaputa demuestran lo que queda por hacer por la igualdad. Hay muchas mujeres, muchísimas, y muchos hombres, muchísimos que no necesitamos ni de lejos ese tipo de artículos banales, frívolos y de trincheritas para saber lo que queda por hacer. 

La diferencia es que esas muchas mujeres y esos muchos hombres trabajamos juntos para ello en vez de armarnos con palos y horcas.

Sobre el mismo tema, ya escribí hace un mes "No me liberes" 

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Documentales que hay que ver: rusos y arte.



En todas las casas hay chascarrillos particulares y sólo conocidos por los iniciados. En la Molicasa tenemos un montón, pero uno de los mejores es que si alguien dice "ensaladilla rusa", "vodka", "sputnik", "Putin" o cualquier otra palabra que remotamente tenga que ver con Rusia, alguien contestará:

- Camarrradas, rrrrussos todos. 

Y nos descojonamos. Si alguien dice "Val Kilmer" la respuesta es la misma.

- Camarradas, rrrusos todos. 

Por eso, cuando empecé a ver "Red Army" y apareció en pantalla el protagonista hablando inglés con un acento ruso alucinante y físicamente clavado a Val Kilmer (si Val Kilmer no hubiera decidido envejecer comiéndose a los rrusos todos) me levanté del sofá y dije muy seria: Camarrradas, rrrusos todos. 


A lo que iba. ¿Qué es Red Army? Es un fabuloso y fantástico documental sobre hockey sobre hielo. Lo sé, es un tema que no resulta muy atractivo y del que resulta difícil pensar, a priori, que se pueda hacer un documental interesante y que te tenga en vilo durante hora y media. 

Eso es lo que distingue un buen documental de una bazofia documental. Contar una buena historia ya sea de animales en la sabana, de guerras, de peces, de ciencia, de grandes logros o de hockey sobre hielo, requiere saber contar la historia. Parece obvio pero no lo es. Es necesario saber qué se quiere contar y, una vez que se tiene claro el fin, hay que armar la narración para conseguir que el espectador no use el documental para dormirse. 

Red Army es un documental que tomando como hilo conductor la formación, consolidación y desaparición  del mejor equipo de hockey sobre hielo de la historia y su capitán, Slava Fetisov, recorre la historia de la URSS desde la posguerra hasta los juegos olímpicos de invierno de Socchi. La figura de Fetisov, (clavadito a Val Kilmer) provoca miedo, tensión, comprensión, ternura y luego otra vez miedo. Es la historia de una personalidad hecha a sí misma por su tesón pero moldeada también por las circunstancias políticas de su país y del mundo. 

Descerrrrebraddos todos, no dejéis de verlo. 

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Si Fetisov me da ganas de llevar guardaespaldas, Herb and Dorothy me dan ganas de adoptarlos como abuelos. No pueden ser más adorables, más tiernos, más lúcidos y más entrañables. 




Herb&Dorothy es un documental sobre arte, sobre arte contemporáneo y coleccionistas. Pero no es una historia de dinero, ostentación, subastas y exhibicionismo. Herb y Dorothy viven el arte, viven para el arte, entendiéndolo, apoyándolo, admirándolo y comprándolo. 

El arte puede no entenderse y puede no gustar. 
El arte puede entenderse y no gustar.
El arte puede entenderse y gustar.
El arte puede gustar sin entenderse. 

Herb y Dorothy están más allá de estas apreciaciones, ellos viven el arte. Hay una escena maravillosa, por lo que transmite y por su sencillez, en la que Herb, anciano y con su bastón, mira fijamente una pieza de arte conceptual. Una pieza que para el profano puede no entenderse. Al mismo tiempo, la conservadora del museo está hablándole pero él permanece abstraído en la contemplación. De repente se gira y dice: 

- ¿Por qué está colocada así? Está al revés. 
- ¿al revés? No, es así.- contesta la conservadora. 
- No, así no dice nada. 

La conservadora se pone unos guantes y gira la pieza. 

- ¡Así!- exclama Herb. 

Y tiene razón. La pieza que parecía una "tontería de arte contemporáneo" adquiere esa característica, para muchos inapreciable y difícilmente explicable en palabras que le confiere la calificación de arte.


La sonrisa del bueno de Herb lo dice todo. 

Herb&Dorothy es un documental para conocer el arte sin alharacas, sin grandes millonarios, sin falsos especialistas que hablan jerga. Es un documental para acercar el arte a la gente corriente, para apreciar la dedicación de una vida a una pasión. 

Si queréis conocer a una pareja genial, entender un poco de arte y acabar el día con una sonrisa y creyendo un poquito en lo bueno de la vida, no dejéis de verlo. 

Rusos, hockey, abueletes y arte contemporáneo, dos cócteles para un par de noches. 


lunes, 7 de septiembre de 2015

Verano del 42

Se acabó el verano. Mi mejor verano de los últimos 5, no está mal. Estoy como los niños, diciendo "se me ha pasado volando". No he parado de ir, venir, hacer planes, ver gente. 

Tengo la espalda destrozada de tanto coche. ¿Cuántos kilómetros me he hecho? ¿15.000? Voy doblada de dolor y como una abuelita. Como siga así, necesitaré un bastoncito. Recuerdo cuando fuimos a recoger a los PAGS, hace tres años, a una casa perdida en el Pirineo de Huesca. Dos viejitas, casi centenarias, salieron a recibirnos. Una ciega y la otra doblada en un ángulo de 90 grados sin poder levantar la cabeza. Dos cachorros peludos corriendo entre las piernas, laz princezaz en éxtasis y El Ingeniero bajo una lluvia de piropos: pero ¡qué buen mozo eres! ¿A qué viene esta disgresión? Ah si, como siga con el coche así voy a acabar como aquella viejita. No me importaría vivir en el Pirineo pero llego tarde para tener ese cutis sonrosado. 

Por otro lado si el precio a un verano genial es acabar doblada con 90, lo pago. Nunca había estado tanto tiempo en la playa con las princezaz, 15 días que se pasaron volando y nos reímos tanto. El juego de las historias fue un hallazgo y creo que la historia de las tres chicas a las que pusimos de nombre Mari Cruz, Mercedes y Jenny (¡mami, como la novia de Forrest Gump) va a ser el típico chascarrillo para toda la vida. 

"Mami, Mari Cruz es la china, su padre es japonés porque lo digo yo y es un magnate de la leche. Vino a España a Galicia y se enamoró de una señora que hacia quesos y yogures y por eso le pusieron a la hija Mari Cruz aunque fuera china. Y claro, es alérgica". 

Me acuerdo y me muero de la risa. Creo que me acordaré también del día, recién llegada a San Sebastian, y me llamaron llorando por tercer día consecutivo desde el campamento para que las fuera a buscar. Me rompían el corazón pero fui una roca y les dije mientras me subía al bus para irme de cena: No volváis a llamarme llorando. 

Funcionó. No volvieron a llamarme ni llorando ni nada. Volvieron encantadas y quieren repetir el año que viene. Los trucos de bruja malvada molan. 

He comido más postres de manzana que en toda mi vida. Sin crema. Odio la crema pastelera. ¿Qué sentido tiene? La crema es como si la nata se hubiera puesto mustia. Un asco. 

En 60 días me he puesto pantalón largo sólo 3. Ha hecho un calor asqueroso, incompatible con llevar pantalones. Me he comprado 3 pares de sandalias y sólo me he puesto dos. Sabía que me equivocaba al comprar unas. Las guardaré para que las usen laz princezaz, estamos ya en ese punto en que podemos compartir zapatos. Pronto seré yo la que herede. 

He perfeccionado mucho la técnica de la siesta. Estaba a punto de conseguir un 10 en ejecución artística en el programa largo cuando se me han acabado las vacaciones. Perderé práctica y no sé si podré retomar ese nivel alguna vez en mi vida. 

Les he explicado a las niñas qué es un prepucio. Y les he dado la brasa con una lista de cosas que no me gustaría que tuvieran los tíos con los que salgan: nada de gorras de visera plana, ni tatuajes, ni piercings, ni joyas, ni el pelo largo...Han prometido quedarse conmigo para siempre. 

He tenido tiempo de solterismo, tiempo de madre en exclusiva, tiempo de hija, de hermana, de amiga. He escrito muchísimo pero menos de lo que me gustaría porque tengo mil cosas en la cabeza. Leí muchísimo en julio y casi nada en agosto pero supongo que ambas cosas se compensan. He ido al cine y descubierto música nueva. He vagueado y hecho planes como cuando tenía 16 años, sentarnos a charlar sin nada que hacer durante horas. He vuelto a comprobar que en Francia hay mucho tío guapo. 

Sigo con la operación dejarme el pelo largo. Ya está largo, queda decidir hasta cuando lo dejo crecer o si me lo corto ya. Según el día, la hora y el espejo que me mire me inclino por una cosa u otra. 

- Mami, no te hagas coleta que pareces más vieja. 

Me hago coleta cuando nadie me ve o cuando el que me ve considera que estoy guapísima. O cuando no puedo más. 

También he perfeccionado el arte de las pesadillas. Las que tengo ahora son del tipo apocalíptico: tsunamis de los que tengo que salvar a las princezaz, ataques nucleares terroristas de los que tengo que salir corriendo con Idris Elba mientras intento saber qué está ocurriendo. Fantasmas y espíritus. El otro día tuve una en la que el padre de una amiga de la infancia me regañaba muchísimo y con más miedo que vergüenza conseguía balbucear: tengo 42 años y hago lo que quiero. 

En St Remy de Provence me compré una pulsera que no voy a quitarme hasta que se desintegre y recordar siempre el verano de los 42 años.