miércoles, 3 de junio de 2015

¿Qué te falta para ser renacentista?




¿Qué te falta para ser un hombre del Renacimiento?

- Un nombre con L. Pocos de mis lectores se llamarán Leonardo o Lorenzo. Dos nombres muy del Renacimiento. Nos apañaremos con el nombre que tengáis aunque no suene a pizzería. 

- Hablar italiano. Sí, en España también hubo Renacimiento pero, seamos sinceros, cuando hablamos de esa época todos nos la imaginamos en italiano. 

- Llevar capa. Una elegante capa carmesí o parda, atada al cuello con un fino cordel o una cadenita. Lamentablemente las capas han caído en desuso y ya sólo se atreven a llevarlas los tunos y Plácido Domingo. 

- Calzas o leotardos pegados. Esto sinceramente espero que no lo llevéis ninguno. 

- El pelo largo y perilla. Gracias a Dios esta moda ha quedado olvidada porque, como ya he repetido cientos de veces, sólo si eres increíblemente guapo e increíblemente atractivo (nótese la E que sustituye a Y, no a O) puedes permitirte el pelo largo. La perilla no puedes permitírtela en ningún caso. 

- Vivir en un palacio. Si alguno cumple esto que no me lo diga. 

- Tener un juglar, una cortesana y comer con las manos piezas de caza chorreando salsa. Sin comentarios. 

- Ser viejo con 50 y haber perdido todos los dientes con 40. 

Obviamente vivimos en una época difícil para ser un hombre del Renacimiento pero hay algo que sí puedes hacer hoy mismo, en cuanto acabes este post, para ser como Lorenzo de Médicis. 

Ni Lorenzo, ni Leonardo, ni capa, ni calzas, ni perilla, ni hablar italiano, ni tener un palacio ni una cortesana (o sí), ni juglar, y con las manos sólo comes pizza; pero te interesa la ciencia, el arte, las buenas historias y los proyectos chulos. 

No te sobra el dinero ni estás para grandes inversiones, pero te gustaría contribuir a un proyecto chulo, a poner en marcha algo molón. Te encantaría poder decir "Joder, esto se ha hecho gracias a mi" y que no fuera una autopista pagada con tus impuestos, con un dinero que ni has olido. 

Ese picorcillo que sientes se llama "ansia de ser mecenas" y estás de suerte, porque te traigo la manera de solucionarlo, de calmarla. Y no es con un ungüento. 

La revista Principia da el salto al papel. Un salto sin red encabezado por los dos locos que me metieron en esto y que por ahora va como un tiro. Queremos lanzar una revista de papel bueno, con ilustraciones maravillosas que acompañan textos con grandes historias de ciencias (bueno, y un artículo escrito por mi); un proyecto del que puedes formar parte por unos pocos eurillos. 




¿Escribo este post para pedir? No. Increíblemente y contra todo pronóstico, el "ansia de ser mecenas" está muy extendida en nuestra época y ya contamos con todo el dinero que necesitábamos para sacar la revista, pero no se trata solo de eso. En la era de "trabaja por el prestigio" o "trabaja gratis por la publicidad", en Principia queremos pagar a todos los que contribuyen con su trabajo a hacer la revista y por eso no puedo dejar a los descerebrados sin la oportunidad de ser mecenas, de sentirse como Lorenzo de Médicis, como los Reyes Católicos...

Pensadlo bien. A ver si llegamos a 500 mecenas, una superfiesta de mecenas. 

Pinchad en el enlace y convertiros en mecenas para disfrutar de una gran revista y poder decir: 

"Seré mecenas en lugar del mecenas”. 

Gracias mil. Descubriré América por vosotros. 

lunes, 1 de junio de 2015

Sobrevivir al mes de mayo



Odio el mes de mayo con todas mis fuerzas. Si tuviera que elegir un mes del año para borrar, sería mayo. Lo odio. Desde siempre, desde pequeña. Me sienta mal, me pone triste y sobre todo me agota. 
Cuando llega mayo siempre me propongo lo mismo: “Que pase rápido”. Me encantaría cerrar los ojos y que al abrirlos fuera junio. Este año me enfrenté a él, como todos los años, con los puños cerrados, los dientes apretados y esperando aguantar hasta el final, concentrada en hacer que pasara rápido, que me resbalara. 

No he parado. Ha sido como un maratón. He dormido poquísimo y a deshoras. Me he hecho adicta a unas siestas terroríficas de las que me levanto completamente destrozada. Me encontré con un kamikaze en dirección contraria por la autopista yendo con las niñas en el coche y tras esquivarlo me pasé los siguientes 40 minutos intentando explicarles a las princesas qué había pasado y porqué razón alguien hacia eso. He disfrutado viendo a C feliz en una sesión de fotos, bailando y posando encantada de la vida. He escrito sobre científicos que dicen tonterías y sobre porqué no me gusta que en los blogs ponga “Leer más”. Empecé el mes cenando con dos grandes amigos justo el día que se cumplían 4 años de nuestro primer encuentro. 

He conocido a la jefa de comunicación de la NASA, a la “Jefa de Curiosidades” del Museo de Ciencias Naturales de Chicago, a un profesor de física de la Universidad de Navarra y a una experta en carbón con la que llevaba intercambiando tweets una eternidad. Casi muero ahogada de calor en una entrevista en la radio del Círculo de Bellas Artes. Descubrí después que el entrevistador es cuñado de una compañera de trabajo de Molihermana. Compré 2 libros en la Feria del Libro Antiguo.

Me llevé a Juan y a Pobrehermano a “Cómete el Museo”, en el Museo de Ciencias Naturales, y fue como llevar a dos niños pequeños. Dos cuarentones solteros sin hijos que hacía 30 que no iban y fliparon con todo. Además, les gustó la comida. He terminado de ver Mad Men con un mal final y la última temporada de The Good Wife ha sido una auténtica mierda. He empezado Louie. 

Las princezaz me dijeron que soy vieja para casarme otra vez. Casi me muero de amor cuando ante una crisis de llanto y de pena horrible de C porque no le gustaba su túnica de primera comunión, M se puso muy seria y le dijo:

“No llores. El vestido no es feo y aunque lo fuera, es imposible que contigo dentro sea horrible”. 

Acompañé a C a la final de relevos, 25 metros pies de croll. Una prueba absurda en la que era finalista. He vivido prácticamente tres semanas alimentándome de pollo de Mercadona relleno. Vi Eurovision con las princesas y recordé cuando a mi también me hacia ilusión y creía que podíamos ganar. Me partí de la risa cuando ante las dudas sobre si Conchita era hombre o mujer, Molimadre zanjó la conversación con una respuesta peregrina: es un hombre, pero como canta con voz de pito y muy regular se puso Conchita de nombre y así llama la atención. 

Las ocho de la tarde se ha convertido en la hora del Gintónic “Sue Ellen”, en el jardín de mi amiga O, nos sentamos y nos tomamos un gintónic mientras se va el sol. A veces con chuches, a veces con alpiste. He vuelto a nadar con ganas y un día se me acercó un hombre a preguntarme por el mp3 acuático. Según Juan “es obvio que quería ligar contigo”. Yo no lo vi tan obvio. He ido al hospital con las dos princezaz a diversas pruebas con resultados irregulares. Un aburrimiento. 

He dado una charla con unas zapatillas rosa fosforito y he pasado a formar parte del maravilloso equipo de Pint of Science. Me he convertido en copywriter y escribí un post sobre “La regla de las 800 palabras” que me saqué de la manga pero que no quedó mal. Despellejé trapos y a Espe. Y escribí sobre la muerte.  He sido zalamera con un vasco muy serio hasta hacerle reír a carcajadas. He pasado una tarde de complicidad completa maravillosa. Me he comprado una camiseta de rayas y escribí sobre aprender a leer para ser mejor escritor. He leído sobre la posguerra de la II Guerra Mundial y contacté con un autor americano que me ha mandado su libro desde Nueva York. He conocido al ego más grande y más bobo de mi vida y he comprobado que hay tíos que siguen considerando un peligro que una mujer sepa más que ellos. Me he cortado el pelo y he recuperado mis antiguas gafas. He sido jurado en un premio de pintura y fui a votar.  He terminado mi curso de periodismo cultural. 

1 de junio. 

Lo he conseguido.


11 meses hasta volver a sobrevivir. 

martes, 26 de mayo de 2015

Querida Espe

Querida Espe, 

Le escribimos desde el colectivo de malvados desprestigiados para agradecerle el excelente trabajo que en las últimas fechas viene desarrollando, con extremada y asombrosa eficacia, para devolver a la maldad verdadera el protagonismo que se merece. 

Durante los últimos años hemos sufrido una campaña de desprestigio que comenzó cuando, nuestro amado lider, Darth Vader, descubrió la paternidad. Desde ahí todo ha ido cuesta abajo sin parar: lobos que se hacen buenos, lobos que en vez de morir vomitan arrepentidos a sus víctimas, brujas que jamás ganan. Un despropósito tras otro. 

Estábamos a punto de cerrar y disolvernos cuando la hemos descubierto. ¡No damos crédito a nuestra suerte! Es usted una malvada de casta, de pura cepa, una mala de las que ya no quedan. Sin vergüenza, sin disimulos, sin medias tintas. Con mala leche, con rencor. Maneja el arte de la velada sutil, la amenaza sonriente y el apuñalamiento por la espalda. Por tener, tiene hasta secuaces a los que no le importa abandonar a su suerte si le traicionan o son capturados por las fuerzas del bien. "No tengo ni la más remota idea de quién es ese" dice con su mejor sonrisa, helando la sangre del pobre secuaz que creyó que la familia siempre protege a la familia. 

Todo esto, además, lo adorna con ese aspecto de adorable e indefensa ancianita que queda con sus amigas para ir al bingo y tomar té en Embassy. Nos reímos recordando cuando pensaban que era tonta. ¡Qué jugada maestra! Dejar que pensaran que era tonta, que le dieran la espalda y encontrarse con su sombra cerniéndose sobre ellos, los listos, años después. 

Hemos asistido a su campaña electoral con expectación y emoción. Tomando apuntes. No podíamos creernos que fuera usted tan torticera, tan falsa, tan mentirosa, tan increiblemente insultante hacia sus contricantes y, sobre todo, hacia los votantes a los que supuestamente usted debía engatusar. ¡Qué uso del lenguaje tan astuto! ¡Qué manera de hacer la cobra y hacerse la loca con todo el dinero que sus secuaces han trincado! ¡Qué golpe maestro los gritos de mártir de la democracia acorralada por las filtraciones sobre sus pobres y escasos ingresos! 

¡Una diosa del mal! ¡Un prodigio de crueldad! Aplaudíamos a rabiar en nuestra sede. ¡Bravo, bravo! ¡Espe for president! 

Nada podía salir mal. Pero salió. Unos cuantos irreductibles se negaron a darle su voto y cuando todo parecía listo para un nuevo dominio del mal en Madrid, llegó otro adorable ancianita, recogió a todos los pobres nietecitos y se hizo con el poder. 

Desolación en nuestra sede. Catástrofe en nuestras filas. No sólo no habíamos conseguido el poder. Eso daba miedo pero poco, el verdadero miedo es que sabíamos que su cólera, doña Espe, sería un tifón de furia, rabia y bilis que arrasaría con todo. 

Y así ha sido. Sabemos que intentó contenerse. El domingo por la noche salió tragando tanta bilis que hasta se atragantó y temimos que cayera presa de convulsiones mientras nuestro amigo Alien le atravesaba la blusa de Cortefiel. Consiguió contenerse, aunque el rictus la delató. El ardor de esa noche no se lo deseamos ni a nuestro peor enemigo. 

Sabíamos que no duraría. Un malo de verdad no acepta la derrota así tan ricamente y se va a casa a hacer calceta o a jugar al golf. Un malo de verdad acojona hasta el último momento, causa pesadillas, atemoriza, aterroriza y no se rinde hasta que le clavan la estaca en el corazón se funde a negro. 

Hoy hemos asistido a su rueda de prensa. La rueda de prensa del pánico. Qué espectáculo, qué timing, qué ritmo, qué frases y qué saber estar. 

50 minutos tarde. Una blusa espantosa a la par que hipnotizante. Un tono de voz clavadito al de un madre cuando dice "Te he dicho que vengas". Un peinado atroz. Un maquillaje de solterona que cena tortilla francesa en plato duralex. Toda una dirección escénica al servicio del mal. 

"Te estamos esperando, querida". Esa frase dirigida a alguien de su equipo con un bisbeo de víbora del desierto nos ha helado la sangre. ¡Qué manera de empezar! No sabemos quién es "querida" pero suponemos que ha caído fulminada. 

-Las fuerzas del mal de los rojos quieren aniquilar la civilización de occidente. El centro izquierda, el centro centro, el centro derecho y la centralidad. Debemos combatir todos a una como Fuenteovejuna contra esa señora que quiere llevarse a vuestros primogénitos, romper vuestros cerditos y obligarnos a llevar palestinos. 

Caras de incredulidad entre nuestros socios. No sabemos mucho de Carmena, lo mismo come niños, pero de ahí a aniquilar la civilización de occidente... va un trecho y eso lleva tiempo y ella tiene  una edad. 

-Rajoy está preocupado, muy preocupado. Y si yo fuera él estaría de camino a los puertos para salir de la Tierra Media porque como le pille lo descuartizo empezando a tirar por la barbita esa asquerosa que tiene. 

Toma, toma, toma. Dando sablazos (con sable) al títere de la organización malvada. 

-Llevamos perdiendo votos mucho tiempo. Y todos sabemos de quién es la culpa ¿verdad? Si me hubieran dejado a mi, la botella no hubiera estado ni medio llena, ni medio vacía sino en el contenedor de reciclaje. 

Se podía sentir el acojone en la sala, en las redes y en nuestra sede. Todo el mundo contenía el aliento. Se escuchaban los susurros de los periodistas para no despertar aún más a la fiera. 

¡Un cónclave! ¡Necesita un cónclave! Hemos pensado que lo que usted necesitaría sería un cónclave, uno de los buenos. Con sus intrigas, sus venenos, sus murmuraciones, sus amenazas y sus asesinatos por el poder. Un cónclave o una reunión de familias mafiosas con bate de beisbol.

- Todavía nadie tiene la mayoría. Ja ja ja. A lo mejor soy alcaldesa. 

Hemos sentido crujir la tierra y tambalearse los cimientos de la civilización occidental. Los aplausos entre nuestros socios han sido atronadores.

¡Espe, nos has hecho miedo!. ¡Como los normandos hemos salido volando! ¡Qué final más apoteósico! 

Porque esto es el final, ¿verdad? ¿Verdad? ¿Verdad?

lunes, 25 de mayo de 2015

Los desconocidos rutinarios

Fotografía de Gaspar Sánchez
En el recorrido que haces todos los días para ir a trabajar o en tu carrerita de runner diaria, o en el camino que sigues para ir a recoger a tus hijos al colegio, te cruzas con un montón de gente. Muchas de esas personas te pasan desapercibidas pero otras, muchas también, a fuerza de verlas todos los días a la misma hora, en los mismos sitios, se convierten en algo familiar. 

Cada día te las cruzas y ves cómo cambia su ropa según la estación del año, si van mejor o peor peinadas, si se han cortado el pelo, si van solas como siempre o si excepcionalmente van con un acompañante. Escuchas retazos de sus conversaciones con otros o por teléfono al cruzártelas y, de vez en cuando, al encontrártelas en otros sitios, a deshoras, fuera de la rutina compartida, no puedes evitar tener la sensación de "yo le conozco". 

En la vida en la red pasa más o menos lo mismo. Leyendo blogs, picoteando en unos y otros, siguiendo a gente en twitter que a su vez sigue a otra gente que tú empiezas a seguir, pinchando en blogs que recomiendan, leyendo comentarios sugerentes, muchos desconocidos que viven a kilómetros de ti comienzan a serte familiares. A esos desconocidos familiares de la red también les "oyes" hablar en sus comentarios en blogs, en sus tuits, en sus conversaciones con otros desconocidos familiares. 

Todos esos "desconocidos rutinarios"  tienen sus vidas, sus problemas, sus ilusiones y sus proyectos. 

La diferencia entre la calle y la red es que la red permite algo que si ocurriera en la calle a todos nos haría dar un respingo y pensar que el desconocido se ha vuelto loco. La red permite pedir ayuda, colaboración o solicitar voluntarios para tu proyecto, permite salir con el megáfono y decir: "Ey chicos, que estoy montando esto y necesitamos toda la ayuda posible". 

Hace un par de meses, unos de esos desconocidos rutinarios de la red, que llevas años viendo y ellos viéndote a ti, desconocidos rutinarios que te has cruzado en twitter y en blogs, que lees y sospechas que te leen, salieron con su megáfono a pedir ayuda para un proyecto chulo. 

Me acerqué a ellos y les dije, "Oye, yo no sé si puedo ayudar en algo pero me encantaría participar. Puedo hacer casi cualquier cosa, menos raíces cuadradas". (Lo de las raíces cuadradas no se lo dije... quería me cogieran). 

¿Por qué me acerqué? ¿Por qué lo hice? Pues por lo mismo que he hecho casi todo lo bueno de mi vida, siguiendo un impulso y pensándolo mucho. No sabía realmente si iba a poder ayudar; si iban a querer o si iba a ser capaz de hacerlo. Soy regular trabajando en equipo. 

¿Qué ofrecían los desconocidos rutinarios con su megáfono? Un proyecto muy chulo que encajaba con mi idea de la divulgación y la ciencia. Tenían un equipo ya formado y todo en marcha. ¿Qué podía ofrecer yo? No soy científica ni conozco muchos bares en Madrid. Pero siguiendo ese impulso les dije: "Contad con mi pluma y lo que sé de comunicación". 

Podía haber salido fatal, podía haber sido un caos, un fracaso o mucho peor, una decepción mutua, pero no. Ha sido una experiencia maravillosa, un lujo de colaboración que me ha servido para recordarme a mí misma que soy buena en lo que hago. Un placer increíble y una suerte inmensa trabajar con un equipo entusiasmado, ilusionado y aterrorizado ante la enormidad del proyecto puesto en marcha. 

24 horas antes de empezar, estábamos todos histéricos y nerviosos pero disimulábamos. Durante el festival, estábamos sobrepasados y flipados por el éxito y corriendo de un lado a otro, de un chat a otro, de un grupo de wasap a otro solucionando imprevistos, contándonos la última hora, compartiendo fotos. 

Hoy, 5 días después de haber terminado, compartimos la sensación de resaca feliz. Estamos agotados pero muy muy contentos, con sensación de formar parte de algo muy grande y, a pesar del agotamiento, deseando empezar a preparar el proyecto del año que viene. 

Dos meses después de acercarme a los desconocidos rutinarios del megáfono, puedo decir que hacer de esos desconocidos rutinarios primero unos jefes, para luego formar con ellos un equipo y hacernos amigos, es de las mejores cosas que (me) han pasado en la vida. 

Y estoy muy muy contenta. Y además, he aprendido a trabajar en equipo. 

Mil gracias a todo el equipo de Pint of Science y en especial a Inés y Gaspar.