lunes, 18 de mayo de 2015

La siesta, manual de uso

"Este post trata de una actividad peligrosa, consulte a su entorno antes de utilizarla. Mantener alejada de la gente sin autocontrol". 

La siesta es peligrosa. Muy peligrosa. Su uso y dominio está al alcance de unos pocos elegidos. No son los más altos, ni los más guapos, ni los más listos ni los más nada... simplemente tienen un don. Un don con el que se nace y que no se puede adquirir jamás. 

El resto de los seres humanos que no gozamos de ese don, no debemos dejarnos engatusar por los cantos de sirena del hombre del mazo que nos llama después de comer para "echaaa una cabezaditaaaaa", "te pesannn los párpados", "hace mucho calor para hacer nada" o su versión más sofisticada "estudios científicos dicen que la siesta es buenísima para tu cerebro". Si caemos en sus redes, si sucumbimos a su encanto, lo pasaremos mal, muy mal. Una y otra vez. Nunca mejora. 

Me llamo Moli y no sé manejar la siesta. Soy una nueva adicta. Años y años diciendo "yo paso" para acabar cayendo en sus redes al cumplir los 40. No me controlo. 

1.- La siesta sirve para dos cosas. Si eres menor de 10 años, la siesta sirve para que la humanidad descanse de ti. Si tienes más de 25, la siesta sirve para que tú descanses de la humanidad. En el periodo que va entre los 10 y los 25, la siesta como concepto sencillamente no existe. 

2.- La relación entre siesta y bienestar personal es más que dudosa. No hay que creerse los estudios que dicen que una breve siesta de 20 minutos es justo lo que necesitas. Si es de 20 minutos no es siesta, es un simulacro, un amago, un intento, un sólo la puntita. Si dura más de 20 minutos es excesiva. ¿Es contradictorio? No. Sencillamente nadie ha descubierto cuánto tiene que durar una siesta para despertarte a gusto y sin ganas de matar o de llorar, o las dos cosas a la vez. 

La Bella Durmiente quizás...

3.- La siesta puede ser de sofá o de cama. Hay partidarios de ambas modalidades, especialistas en una de ellas, y gente, como yo, a la que le da igual. Es como el tenis; puedes ser de hierba o de tierra batida o defenderte en las dos superficies. A mi me pasa eso, según las circunstancias elijo una u otra, se me dan igual de mal las dos. Lo hago más por el público. 

4.- A la siesta se puede ir de cabeza o dando rodeos. Es decir, uno puede ir directamente con la intención de dormir. Tumbarse, cerrar los ojos y dormir (los conozco que hasta se ponen tapones, el móvil en modo "lista de siesta" y el despertador) o se puede dar rodeos. Tumbarse con la excusa de ver una peli o leer un rato para acabar diciendo "voy a cerrar los ojos cinco minutos".  

5.- La siesta te acoge en su seno y te da un sueño plácido, un sueño de músculos relajados y baba colgando que ni de coña disfrutas por la noche. Puede que oigas ruidos al fondo pero te da igual todo, estás en tu nube de algodón saltando, abrazado por el algodón, y te sientes ligero y más feliz que una perdiz. 

6.- El despertar. La nube de algodón se abre y empieza a dejarte caer, de repente ya no flotas sino que estás en el fondo del agua y tu cuerpo quiere salir a la superficie... pero tú no. Quieres que la dosis siga haciendo efecto, quieres seguir en la nube. Mantienes los ojos cerrados, no te mueves, intentas volar para alcanzar la nube otra vez. Caes.   

7.- Empieza el dolor y el sufrimiento. Sensaciones desoladoras te recorren haciéndote pensar que nunca más volverás a ser alguien activo y con capacidad para articular palabra. 

8- Negación. Repites un mantra: "no estoy despierta, no estoy despierta, no estoy despierta". Con los ojos cerrados y sin moverte lo repites. Alguien te habla, escuchas la tele, la esquina del libro se te clava en la espalda, se te ha dormido una pierna. Evidentemente, estas despierta. 

9.- Reconocimiento de síntomas: agotada la dosis y sus efectos, empiezas a notarte cansada, y, según los días, triste u hostilizada con el planeta entero. Quieres llorar o pegar, o las dos cosas a la vez. No quieres hablar con nadie, no quieres ver a nadie o quieres media docena de personas que te arropen y te digan que puedes seguir durmiendo 3 ó 4 años más. Boca pastosa

10.-Fantasías sobre la Bella Durmiente y su sueño de 100 años. El príncipe muere a manos de Maléfica o se lía con ella y nunca la despierta. Felicidad absoluta.  

11.- Valoración de posibilidades: llegados a este punto sabes que tienes que levantarte. No hay más remedio, no hay otra solución pero aún así fantaseas con irte directamente a la cama a dormir hasta el día siguiente o, en su defecto, convertirte en un samurai. O un ficus. Algo que no padezca. 

12.- Recuperación de la vertical. Llanto, llanto, llanto. 

13.- Recuperación de las conexiones neuronales, el ritmo cardiaco y el sentido de la vida. 

14.- Peinarse. Misión imposible. 

15.- Proclamación de buenos propósitos: la siesta me sienta fatal, es el último día que me la echo. Esto es insano, me encuentro fatal y luego además no rindo y estoy hecha polvo. Si fuera capaz de hacer lo que hacen otros, una cabezada de 20 minutos y listo o como uno que yo me sé, que en el curro se va al baño, se sienta en el váter y se duerme con la cabeza en la pared 15 minutos, que le sirven para tirar toda la tarde. Yo no sé, se me va de las manos, no lo controlo así que lo mejor es que lo deje. 

Os he advertido. La siesta la carga del diablo. Te vuelves adicto. Huid del "hombre del mazo" y sus cantos de sirena. 


Y recordad, no hay siesta demasiado larga. 

viernes, 15 de mayo de 2015

Letras escritas

En el verano de 1999 pasé muchas noches en Ávila, muchísimas. Cuando me levantaba para irme a trabajar a Madrid, al bajar a mi coche siempre me encontraba una notita en el parabrisas. El Ingeniero me las dejaba cuando se iba al monte a las 6 de la mañana. Yo le dejaba notas en casa para cuando volviera o buscaba su todoterreno mugriento al anochecer para dejarle una nota para el día siguiente. Las tenemos todas guardadas. 

Unos días después de morir mi padre, tuvimos que ponernos a mirar sus papeles de trabajo. Trabajaba en casa, su ordenador, su mesa y todas sus anotaciones manuscritas, sus cálculos de instalaciones eléctricas, fórmulas, notas, esquemas. Todo aquello escrito por su mano se elevó sobre el papel y se hizo casi tridimensional. Allí estaba él, todas sus anotaciones, sus características "j", el final de las palabras alargadas… era casi como oírle, hacía más increíble que hubiera muerto.

Tengo una caja llena de cartas recibidas durante mi niñez y mi adolescencia. Cartas llenas de flores, de chorradas, de “me gusta fulano pero no se lo digas”, “me he enrollado con mengano”, “mis padres son un rollo”. Tengo cartas de adulta guardadas en cuadernos y entre las páginas de libros. 

Me da pena pensar que si saliera ahora con alguien no tendría esas notas,  Los wasaps, y los mensajes y los chats están bien pero no son lo mismo que esa nota escrita en un posavasos de un bar de mala muerte de Ávila o en un ticket de tomates comprados en un mercadillo con el único motivo de tener un papel en el que dejar una nota. Me da pena pensar que si ahora tuviera 12, 14 o 16 años no escribiría cartas ni tendría cartas. Hay gente a la que hace años que no veo y sin embargo sería capaz de reconocer su letra en cualquier parte. 

Mi propósito del mes de abril fue escribir algo a mano todos los días. Quería escribir pero no quería hacer un diario, ni listas de cosas, ni nada que tuviera un propósito más allá de dejar por escrito lo que se me iba ocurriendo. Quería hacerlo porque sí, sin razón aparente más que comprobar si era capaz de hacer algo metódicamente durante 30 días seguidos, si es verdad que pasados 21 días uno adquiere una rutina que ya no puede dejar. 
Empiezo este cuaderno sentada en el banco de madera de la puerta de casa de Sos, el banco que tiene un Sol y una Luna y que C dice que no es un banco, que solo es un trozo de madera”. 
Una libreta nueva, blanca y rayada (sólo me gusta escribir en libretas rayadas) con un precioso canto naranja que me trajo mi amiga Cristina de Londres.

¿He conseguido escribir todos los días? Todos menos dos. Alguno no escribí en esa libreta, sino en mi cuaderno de mesa o en el que llevo en el bolso, eso era lo de menos. Lo importante era dejar algún registro escrito por mi manos, por la derecha concretamente. 

Lo más difícil no ha sido escribir sino dejarme llevar. Hubo días en los que me senté a escribir un par de líneas con una idea para un post y acabé hilando una historia entera, hablando de un desconocido, de que intentar olvidar es como abrazar un globo inflado o las mil palabras necesarias para mi próxima charla. Otros días, me senté a escribir sin propósito, sólo para dejarme llevar y he descubierto dos cosas. Primero, que cuando  consigo abstraerme de todo y centrarme sólo en transmitir lo que estoy pensando o sintiendo pierdo completamente la noción del tiempo.

La segunda cosa es mucho más impactante. Escribiendo a mano soy buena. No buena de hacerlo bien, sino buena de bondad. En un mail, en un post o de palabra puedo ser muy cruel, puedo insultar, encabronarme, hostilizarme, indignarme y hasta ser agresiva. Tecleando la hostilidad sale por mis dedos deprisa, sin pausa, sin pensar y con fuerza. A mano no me sale, tampoco es que lo haya intentado y no haya podido, sencillamente escribiendo a mano soy todo bondad. 

Es un descubrimiento fascinante porque cuando me di cuenta pensé en las cartas que escribo, que he escrito. Si alguien me importa mucho, si lo quiero mucho en algún momento de su vida recibirá una carta, una nota de mi parte en la que estaré yo siendo buena. No, “siendo buena” no es la expresión; en mis cartas soy yo en mi mejor versión, en mi versión achuchable o algo así. 

Eso es bueno. Muy bueno. 

Todos los mails que he escrito en mi vida y son muchísimos son iguales. Tienen el mismo aspecto, los mismos colores, la misma letra…pueden haber sido muy bonitos, endemoniadamente crueles o espantosamente anodinos y todos tienen la misma pinta. De un vistazo nadie sabría si son míos o de otra persona. 

Mis cartas y mis cuadernos no. Son míos, soy yo. Cuando pienso en mi muerte, en hacer testamento, en qué dejaré a laz princezaz, lo único realmente valioso que quiero que tengan son mis cuadernos. Todos. Incluso los que no ha leído nadie. Quiero que los tengan, los abran y de un simple vistazo me vean ahí en esas letras, en esos renglones, en la letra perfecta al empezar el cuaderno, apresurada al anotar alguna idea o directamente ilegible al tratar de terminar una página con una idea. Quiero que me vean en las anotaciones laterales, en las flechas, los tachones, los “esto no”, “recordar esto” y en las flores que dibujo al hablar por teléfono. Quiero que  cuando superen la pena de no tenerme (que espero que superen pero también espero que tengan… aunque últimamente cuando les pregunto si me quieren me dicen: Nos caes bien) me vean en esas letras, me lean en esas letras y me reconozcan. Que me sientan. 

Creía que había mi propósito de abril no tenía propósito. Escribiendo este post lo he descubierto. A lo mejor mi subconsciente me ha hecho escribir para mejorar mi caligrafía y que las princesas no me digan “Mamá, ahí no pone mochila, pone wadilo” 

jueves, 14 de mayo de 2015

martes, 12 de mayo de 2015

Cuando la política me toca la lectura


Llevo días queriendo escribir sobre la siesta, sobre mi propósito de abril, sobre un par de bancos y sobre un montón de cosas más pero, hoy, tengo que escribir sobre política. 

Yo no quería pero me obligan. 

Como todo el mundo sabe hay elecciones dentro de nada y todos los partidos se han lanzado a decir barbaridades, chorradas, memeces, o una combinación de estos tres conceptos según la hora del día, el programa en el que participen o la dirección del viento. No les hago ni caso pero claro, me tocan la lectura y los libros y me enciendo. 

Por lo visto los de "Ahora podemos" organizaron una especie de reunión el domingo para debatir su programa "El libro y las bibliotecas". Para empezar todo tiene un tufillo electoralista rollo "somos distintos, nos mola leer" que me da urticaria, pero bueno vale, acepto electoralismo como arma para sacar los libros a pasear. 

Jazmín Beirak, en la lista para la Comunidad dice que “Nuestras propuestas aspiran a crear más lectores y a aumentar los índices de comprensión lectora, relacionado con el área de Educación”.

Esto ya me chirría un poco más. ¿Crear más lectores con propuestas políticas? ¿Aumentar los índices de comprensión lectora? A mí eso me suena, aunque a lo mejor es que yo soy malvada y tengo la mente sucia (esto no es a lo mejor, esto es una verdad verdadera) a palabrería chachi piruli de Disney. 

Para empezar las propuestas políticas no crean más lectores. Los lectores se "hacen" por el hábito  creado en casa y no en el colegio, pero en cualquier caso, aunque quisieras hacer algo en educación, las competencias de temario en el colegio son del Estado, no de la Comunidad de Madrid así que todo esto no es más que aire metido en un globo rosa. 

¿Quieres promover la lectura? Di algo como "proponemos abrir más bibliotecas, ampliar horarios, financiar actividades de fomento de la lectura y dotar de dinero y libros a las localidades con menor índice de lectores". 

Pero claro, eso suena a "se necesita pasta" y no queremos sonar así, queremos sonar a dar saltos por la pradera, cantar el Lalalá y todo es beautiful. 

Después pasan a criticar "La noche de los libros" que para ellos es un "macro evento pero poco más". Vamos a ver, un "macro evento" de tres pares de cojones que hace que las librerías en Madrid estén abiertas hasta las mil, que la gente salga a la calle a comprar libros y se acerque a los mostradores en las calles, que se organicen charlas, presentaciones y firmas, que haya ciclos de documentales y exposiciones. No sé, a lo mejor es que yo me conformo con poco y los de Podemos querrían una alfombra roja con escritores posando con modelos de Moschino y zapatos de Jimmy Choo o que el fantasma de Shakespeare les hablara con una ouija, pero a mí, pobre mortal madrileña, me parece un evento espectacular que saca a los libros a la calle, los lleva a primera línea de los medios de comunicación y hace que la gente compre libros. 

Sigo leyendo esperando encontrarme con esa idea genial sobre La Noche de los Libros que me deje boquiabierta y me haga tragarme mis palabras y mis pensamientos. 
“El libro tiene un capital simbólico fuerte y debemos contar con actores y deportistas famosos que promocionen la lectura entre cientos de miles. Por ejemplo, Mireia Belmonte o Mario Casas recomendando a Benito Pérez Galdós”.
Reconozco que boquiabierta sí me quedo. Y reconozco que me trago mis palabras y mis pensamientos que son sustituidos por un alarido ensordecedor ¿EN SERIO? 

No doy crédito a semejante majadería. 

"El libro tiene un capital simbolico fuerte"...todo el mundo sabe que esta es una frase que mueve a las multitudes a querer leer. Es tann apetecible...como cortarse las cutículas con un hacha. 

En el mundo beautiful de Podemos supongo que habrán pensado: 

"La Noche de los libros es una memez de evento. Sí, la gente sale a la calle, compra libros y va a las librerías pero eso es solo un macro evento. Enseñémosles el sentido de la vida y hagamos que Mario Casas les hable de Benito Pérez Galdós. Hordas de lectores vamos a conseguir, alcanzaremos cimas de comprensión lectora jamás imaginadas, las bibliotecas rebosarán de lectores enfervorecidos, los editores nos amaran sobre todas las cosas y todo será precioso y de color azul cielo". 

¿Mario Casas y Mireia Belmonte? ¿EN SERIO? 

"Hay que tender lazos con el mundo del espectáculo" ¿EN SERIO ESTO ES LO QUE SE TE OCURRE PARA FOMENTAR LA LECTURA? 

¿Hay alguien con un cerebro en funcionamiento que crea que ver a un actor, repito un actor, recomendando a Galdós hará que broten los lectores como champiñones? 

Gracias al cielo, a la reunión se le ocurrió acudir a alguien con cabeza que argumentó que esas ideas eran una completa majadería, a lo que la aspirante a Presidenta de la Comunidad respondió:
"Nos preguntamos si debíamos quitar La Noche de los Libros. La respuesta fue no, porque ocupar el espacio público tiene una utilidad simbólica. Sin embargo, hay que dotarlo de contenido. Tenemos la voluntad política de que la cultura no sea elitista”.
Pero, pero, pero. ¿Ocupar un espacio público? Vamos a ver, si yo voy a una librería o a 25 La noche de los libros, no ocupo nada por muy simbólico que sea, voy de compras. Si voy a un concierto o a una presentación que se ha organizado desde una institución pública en una calle, una plaza o un edificio, tampoco ocupo nada, acudo a un evento. 

Me revienta la pseudo palabrería revolucionaria completamente vacía de contenido y absurda que se utiliza para sonar "distinto". Me revienta porque además no sé usarla cuando debo. A ver si la próxima vez que deje el coche en doble fila y me llamen la atención le digo al guardia "no tiene usted ni idea, no estoy aparcando en doble fila, estoy cargada de utilidad simbólica ocupando un espacio público". 

Lo de la voluntad política de que la cultura no sea elitista hablando de lectura es de bofetón con la mano abierta. Si algo no es la lectura, es elitista. Está al alcance de cualquiera. Todo aquel que quiera leer un libro o acceder a una biblioteca puede hacerlo ahora mismo. 

¿Debería haber más bibliotecas? Sí.
¿Debería fomentarse la lectura? Sí.

¿Cómo se hace esto? Con pasta, con campañas institucionales de fomento de la lectura que cuestan dinero, con charlas en los colegios pagando a la gente que da esas charlas. Con talleres en las bibliotecas para niños y adultos para acercar la lectura pagando a los profesionales que los imparten. 

Enséñame la pasta para todo eso y déjate de Mario Casas hablándome de Pérez Galdós, con todos mis respetos a Mario Casas y a Pérez Galdós. 

¿La manera de fomentar la lectura es a través de un actor de series de televisión? ¿Eso es lo que se te ocurre? ¿Y una nadadora de élite? Y ¿Son lectores de verdad, quiero decir, les gusta leer o los vas a usar como gancho? 

¿Vas a hacer que la lectura no sea elitista pagando a alguien para que anuncie que bueno es leer? Y ¡Qué tal si pagas para permitir que la gente acceda a la lectura y la descubra? 

De política no me gusta hablar pero es que hay cosas que me tocan muy dentro. 

Para fomentar la lectura lo que hay que hacer es apagar la tele y leer, que tus hijos, tus amigos, tu pareja, tus compañeros te vean leer y disfrutar con la lectura. Que te vean disfrutar tanto que te digan 

"Jo, ¿qué estás leyendo? me estás dando envidia. Yo también quiero".