Vamos en el coche Molimadre, las princezaz y yo.
Siempre es la misma rutina, primero escuchamos la radio intercalando emisoras que les gusta a ellas con otras que me gustan a mi. Hay canciones que son innegociables y aunque a ellas les gusten mi dedo sale disparado a quitarlas en cuanto suenan los primeros acordes.
Pronto las emisoras dejan de escucharse. Ponemos el mp4 de M, con música variada que Molimadre y yo resistimos durante un periodo de tiempo que a nosotras nos parece eterno y a las princezaz un suspiro. Ya son mayores pero todavía son capaces de escuchar la misma canción en bucle n veces sin que les estalle el cerebro. Ni que decir tiene que ni Molimadre ni yo tenemos ya esa capacidad.
Llega el turno de Molimadre.
- Ahora mi música.
- Abuuu, ópera noooo. Por favor, ópera no.
- No voy a poner ópera pero vamos no entiendo que no os guste con los horrores que escucháis vosotras.
-Abu, yo no entiendo que a ti te guste la ópera. Son siempre señores gordos que hacen “ohhh ohhhh ohhhh” y que van vestidos con ropas de los 80.
- ¿De los 80? jajajajajaja. ¿Por qué dices eso?
- Porque es ropa de hace mucho tiempo. ¿Qué es eso que suena?
- Es Elvis Presley, el rey del rock. No puede ser que no le conozcáis.
- ¿Es muy viejo?
- Está muerto.
- Pero es viejo.
- No, se murió joven pero hace muchísimo tiempo.
- A mí es que toda la música que sea AC no me interesa para nada.
- ¿Música AC? ¿Qué es eso?
- Antes de C.
- Jajajajajajajaja.
- Y ¿este que suena ahora quién es?
- Es Bob Dylan.
- No me lo digas... esto es música MAC.
- ¿Música MAC?
- Muchísimo antes de C.
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- Chicas ya llegamos. En cuanto pasemos el congosto veremos el cielo de Benasque.
- Abu, siempre es el mismo cielo.
- ¿Qué dices?
- Que el cielo es siempre el mismo, aquí, en Madrid y en la China capuchina.
- Pero ¿de qué cielo hablas? ¿del azul o del de ir si eres bueno?- Molimadre va directa al abismo. Me concentro en la conducción para no reírme.
- El cielo de ser bueno no existe Abu, es un estado.
- Oh... un gatito por la carretera.- Molimadre decide abortar la conversación.
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Cenamos. Hablamos del colegio de las princezaz y de las próximas olimpiadas que van a a celebrarse y por las que estamos nerviosos porque a lo mejor eligen a M para la natación. La conversación deriva hacia la fundadora de su colegio. Las princezaz deciden contarle la historia a Pobrehermano Mayor.
- La Madre Alberta se llamaba Alberta Jimenez y se casó y tuvo muchos hijos pero se murieron todos y entonces decidió pedir permiso para abrir un colegio.
- ¿A quién le pidió permiso?.- pregunta Pobrehermano Mayor que se está descojonando ya.
- A Dios, creo.- contesta C.
- Y ¿se le murieron todos los hijos?.- pregunto yo.
- Todos menos Albertito.- contesta M muy seria.
- ¿Albertito?.- grandes carcajadas por mi parte.
- Que sí mami, que lo ponen en el libro. “Tuvo muchos hijos pero se murieron todos menos Albertito”.
- ¿Y qué paso con Albertito?.- Pobrehermano Mayor ha encontrado un filón.
- No sé...lo mismo sigue vivo.
- En fin, es una historia buenísima pero no tan buena como la de la fundadora de mi colegio.
- ¡Cuéntanosla!
- Pero si ya os la he contado.
- ¡No nos acordamos!
- Vale. A ver. Enriqueta Aymer de la Chevalier era una aristócrata francesa..
- ¿Qué es eso?
- Era de una buena familia, muy rica y con muchos privilegios.
- ¿Tenía un cuarto para ella sola? ¿Llevaba vestidos?
- Si, si...pero calla. Cuando llegó la Revolución Francesa que quería acabar con todos los privilegios de los nobles y de los curas y las monjas, ella escondió a un cura en una trampilla que había debajo de su piano.
- ¿Tenía piano? ¡Qué morro!
- Eso da igual, el caso es que alguien se chivó a las autoridades.
- ¿Quién?
- No lo sé, no me acuerdo.
- Mami, así no se cuentan las historias.
- ¿Te lo cuento o no? Bueno, la metieron en la cárcel pero como ella era tan buena se dedicó a enseñar a leer a la hija del carcelero y así cada mañana cuando llegaba la lista de los que iban a guillotinar...
- ¿Qué es guillotinar?
- Pues es una máquina en la que te tumban, pones la cabeza sobre una madera y desde arriba dejan caer una cuchilla que te corta la cabeza.
- ¿y te mueres?
- Claro.
- ¿Y qué hacían con los cuerpos?
- Pues los metían en carros y los tiraban.
- ¿Donde? ¿En el contenedor verde?
- ¿Qué?
- ¡Si! y los ojos iban al contenedor de vidrio...
Por el rabillo del ojo veo a Pobrehermano Mayor llorando de la risa... la conversación se me ha ido de las manos.