viernes, 2 de mayo de 2014

Lecturas encadenadas. Abril.




En abril sólo he leído dos libros (tres en realidad, pero lo explico luego) y no muy gordos. No sé que ha pasado. He tenido vacaciones, he tenido tiempo y me recuerdo a mí misma leyendo en la cama, en el jardín, en el sofá...pero no me ha cundido mucho en cantidad, aunque sí en calidad.

"Extinción" de David Foster Wallace. Primer libro de ficción de DFW que cae en mis manos por gentileza de los Reyes Magos. 

Lo primero que tengo que decir es que DFW no se parece a nadie ni en lo que cuenta ni en como lo cuenta. 

DFW es un genio. Te coge de la mano y te hace traspasar confiadamente la puerta, el espejo que lleva a su mundo. Leyendo a DFW me siento como Alicia en el País de las Maravillas. En su mundo hay cosas conocidas, elementos que tienen sentido para mí, cosas cotidianas que reconozco...y por eso entro confiada y tranquila a leerle. Y de repente, sin saber muy bien cómo, estoy cabeza abajo, nada es lo que parece.  Soy demasiado pequeña o demasiado grande. DFW lo ha vuelto todo del revés, todo gira a mi alrededor sin que sea capaz de atraparlo...es cómo si estuviera en una habitación conocida y de repente las paredes hubieran desaparecido y yo estuviera en medio del desierto o en una carretera desierta. DFW usa todo mi universo conocido, todas mis referencias cotidianas y las descoloca. 

DFW "es" intensamente. No es un intenso, no tiene nada que ver con eso, pero todo lo que cuenta es intensamente preciso y muy profundamente moderno y contemporáneo. Lo es tanto que muchas de las cosas sobre las que escribe con mucha precisión y a las que él da una trascendencia vital, quince años después ya están pasadas o incluso han dejado de existir. Esto no tendría porqué ser un problema en sí mismo, al fin y al cabo todo o casi todo lo que cuentan los novelistas de principios o mediados del siglo XX (y todos los anteriores, claro) nos son completamente ajenas, pero el "problema" de DFW es que hay superficialidades sobre las que construye su ficción a las que da un gran protagonismo y que al leerlas 15 años después provocan la misma sensación, entre la ternura y la vergüenza ajena, que me provocan las películas de los años 80 que han envejecido mal. Esto no resta valor a su escritura, pero es una sensación rara...aunque puede que me pase sólo a mi. 

DFW es surrealismo cotidiano y psicodelia personal. Es  una apisonadora que te apabulla con su dominio del lenguaje y su precisión. Con su escritura, con su genio te pasa por encima y tienes que correr muy deprisa para conseguir que por un lado no te aplaste y por otro poder seguir su ritmo. 

En Extinción  se recogen 8 cuentos. Confieso que uno fue demasiado para mí y no lo terminé. De los demás, el primero sobre las pruebas de marketing a un bollito y el último sobre un hombre que caga esculturas, son los que se ajustan mejor a lo que contaba antes de mi sensación de estar viendo una peli de los años 80. Son intensamente superficiales en lo que cuentan pero son también intensamente profundos en la sensación que provocan más allá del momento "marketing absurdo" o "arte contemporáneo ridículo". 

El cuento más breve y más terrorífico es del bebé y sus padres. Me dejó literalmente temblando. Ahora que lo pienso, en ninguno de los cuentos hay un sentimiento positivo real. Hay mucha desesperación, mucho cinismo, mucho "fraude". 

"Si nunca han llorado ustedes y quieren llorar, tengan un hijo"

"La paradoja de la fraudulencia consistía en que cuánto más tiempo y esfuerzo invertías en resultar impresionante o atractivo a los demás, menos impresionante te sentías por dentro: eras un fraude. Y cuanto más fraude te sentías, más te esforzabas en transmitir una imagen impresionante o agradable de ti mismo para que los demás no descubrieran a la persona vacía y fraudulenta que realmente eras". 

"Es más bien como el repentino destello interior cuando uno ve algo o se da cuenta de algo: un destello repentino o lo que sea que marque una epifanía o un descubrimiento. No es simplemente que suceda demasiado deprisa como para que uno pueda descomponer el proceso y ordenarlo en forma de idioma inglés, sino que sucede a una escala en la que ni siquiera hay tiempo para ser consciente de ninguna clase de tiempo en absoluto en el que esté teniendo lugar el destello: lo único que uno sabe es que hay un antes y un después, y que después uno es diferente."

¿Lo recomiendo? Si, pero sólo para valientes y aguerridos lectores. 

Travels with Charley de John Steinbeck. Hace meses encontré este libro en internet y como si fuera un náufrago, mandé un tweet diciendo "que alguien me regale este libro". Tuve mucha más suerte de la que suelen tener los náufragos y por mi cumpleaños, alguien que me conoce mucho y me quiere más, me dio la gran sorpresa y me regaló ese libro dos veces. ¿Dos veces? Si. Me regaló la versión en inglés y a pesar de que está descatalogado consiguió un ejemplar en castellano para que fuera comparando ambas versiones, no se fiaba de que la traducción fuera lo suficientemente buena. 

El libro en castellano es de una biblioteca de Estados Unidos que supongo decidió deshacerse de parte de sus fondos y no se como llego a Amazon. No me importa. El libro lleva un sello de la "Pend Oreille County Library"  y ¿dónde está esto? Pues nada más y nada menos que en el condado de Pend Oreille, en el estado de Washington al oeste de Estados Unidos. La biblioteca está en un micropueblo a orillas de un río y cerca de una reserva nacional. 

Me alucina pensar en la cadena de acontecimientos que han hecho que este ejemplar, que este libro, haya llegado de una minúscula biblioteca en un pueblo rural del oeste de Estados Unidos a mis manos. Vi la reseña del libro, lo tuitee, alguien se fijo, alguien se preocupo, alguien decidió que ese libro en castellano no tenía sentido en esa biblioteca o alguien lo robó y llegó a Amazón. El alguien que me quiere mucho lo encontró y aquí está. Es una de esas cosas que crees que nunca te van a pasar...y pasan. 

He ido leyendo las dos versiones alternándolas. Un capítulo en inglés y luego una lectura rápida en castellano por si me había perdido algo. La mayoría de las veces sólo me había faltado entender alguna palabra y he descubierto que la versión en castellano es bastante pobre y regulera. Otras traducciones de Steinbeck que he leído eran muchísimo mejores. 

¿De qué va el libro? Con 58 Steinbeck decide hacer un viaje alrededor de Estados Unidos con el propósito de conocer su país porque siente que después de 25 años viviendo en Nueva York, París y Londres se ha desconectado de la realidad de los americanos de a pie. Organiza el viaje, se compra una especie de autocaravana a la que llama "Rocinante" y se lleva a su perro, Charley, para que le haga compañía. 

Steinbeck empieza su viaje con muchas ganas y mucho empuje. Con decisión quiere verlo todo, conocer a la gente, quedarse con los paisajes, con las imágenes, con las opiniones. Se siente curioso e inquieto. Interesado. Y consigue mantener ese empuje hasta que alcanza la costa oeste de Estados Unidos. Allí el lector percibe como al llegar a su territorio natal se va poco a poco desinflando física y anímicamente. Ese decaimiento llega bien porque es una empresa demasiado ambiciosa o por lo que el mismo Steinbeck explica "me siento igual que cuando estuve en el Prado, no puedo asimilar más, mi cuerpo dice no y mi cerebro está de acuerdo". El lector, yo en este caso, llega al final deseando que Steinbeck vuelva a casa, a su cama, a su rincón y descanse. 

El libro es un diario de viaje en el que Steinbeck cuenta lo que ve, describe los paisajes, sus encuentros con distintas personas. Expone sus sensaciones viajando por su país, reflexiones sobre política, sobre medioambiente, sobre la pérdida de los localismos por culpa de la televisión y la radio y todo lo va mezclando con recuerdos de su infancia, de su vida, de su manera de escribir...Es un diario de viaje que se parece mucho a lo que podría escribir yo (por supuesto en mi estilo cutre a años luz de Steinbeck) si pusiera por escrito todas las cosas que se me ocurren cuando voy conduciendo. 

Steinbeck lo explica muy bien, conducir solo es una manera maravillosa de pensar. 

"If one has driven a car over many yearse, as I have, nearly all reactions have become automatic. One does not think about what to do. Nearly all the driving technique is deeply buried in a machine-lie unconscious. This being so, a large area of the concious mind is left free for thinking."

Steinbeck admira el otoño y comparte mi odio hacia el "buen tiempo" permanente. 

"I´ve lived in good climate, and it bores the hell out of me. I like weather rather tan climate". 

Y al final, cuando su viaje se está acabando...dice algo muy cierto. 

" Who has not know a journey to be over and dead before the traveler returns? The reverse is also true: many a trip continues long after movement in time and space have ceased"

Es Steinbeck, es un viaje en coche y un diario. Lo recomiendo muchísimo. Y creo que hace buena pareja con otro libro de viajes por carretera por Estados Unidos, "Menuda América" de Bill Bryson.  

Y con esto y un bizcocho...hasta los encadenados de mayo. 




martes, 29 de abril de 2014

¿Saludas o pasas?


En el mundo hay dos tipos de personas: las que saludan y las que se piran.

Están los que atisban a alguien y van a su encuentro para saludar y están los que se echan el pelo por la cara, se suben el cuello del abrigo, se dan la vuelta ipsofácticamente o directamente se bajan del autobús para no saludar.

Si alguien se pregunta, yo soy de las que se pira y se baja del autobús aunque le queden 20 paradas.  

He decidido autoanalizar esta querencia mía por la invisibilidad social para saber a qué responde.

¿Por qué no saludo?

1.- Por pánico escénico. Tengo una cara muy normal. Toda yo soy muy normal...por no decir anodina. Ni alta ni baja, ni gorda ni flaca. No llevo crestas, ni melenón ni el pelo de un color imposible y casi nunca me pongo mis características gafas. ¿Qué pasa con esto? Pues que la gente se olvida de mí. Cuando alguna vez decido volverme alguien sociable o cuando llevo un nivel de alcohol por encima de la media en mi sangre me he lanzado a saludar a un conocido, la mayoría de las veces me he encontrado con esa mirada de foca monje que en el mejor de los casos dice: “ni idea de quién eres” y en el peor dice “María, nos conocemos del colegio”.  ¿Hay algo peor que tener que explicarle a alguien de qué le conoces cuando obviamente no se acuerda? ¿hay algo más ridículo?

2.- No saludo porque no quiero saludarte. Esta variable presenta muchas subdivisiones.

2a) No quiero saludarte porque tuvimos un pasado precioso que no quiero que me jodas con el presente. Voy a hacer un esfuerzo sobrehumano por olvidar que te he vislumbrado en este momento para seguir manteniéndote en el recuerdo idílico y precioso.

2b) No quiero saludarte porque me caes mal. Lo siento pero no sirvo para la farsa social, si me caes mal y no es obligatorio que te salude, no voy a saludarte. Seré educada si por trabajo, compromiso social o choque frontal tengo que saludarte, pero nada más. Me caes mal, seamos sinceros. ahorrémonos las formalidades.

2c) No quiero saludarte porque tuvimos un pasado horrible. ¿Hay posibilidad de que el presente sea maravilloso? Pues sí pero sinceramente con nuestros antecedentes...mejor no arriesgarnos.

Estas situaciones se aplican igual a amigas del colegio, excompañeros de curro, de gimnasio, de curso, de viaje, amantes, novios, ligues...lo que sea.

3.- No te saludo porque aunque me caes bien voy con alguien que no quiero que veas. Tengo una vida que a lo mejor no quiero que conozcas, o que es complicada y no quiero tener que ponerme a explicarte o que no quiero explicarte y ver en tu cara la expresión de ¿qué me estás contando?

4.- No te saludo porque vas con alguien que sé que no quieres que vea. Y puede ser tu madre. 

5.- No te saludo porque me caes bien pero vas con alguien que no quiero saludar por cualquiera de los motivos del punto 2.

6.- No te saludo porque ninguno de los dos deberíamos estar aquí y los sabemos. Y no, no hablo de “eso” que estáis pensando....hablo de cualquier cosa.

7.- No te saludo porque me aterra que no sepas quien soy. Me caes bien.  Me encantaría saludarte pero sospecho que no tienes ni idea de quién soy y prefiero vivir en mi país de luz y color donde no sólo sabes quien soy sino que me recuerdas con cariño y estabas deseando volver a encontrarte conmigo. Si me caes fenomenal puede que incluso en mi mundo de luz y color imagine que les hablarás de mí a tus nietecitos o a tus colegas en la residencia “Bellasvistas”.

8.- No te saludo porque sé que tú no quieres saludarme. Tengo la certeza absoluta de que me has visto, sabes quién soy y sabes de qué me conoces...y se que no quieres saludarme. ¿para qué iba a querer acercarme yo? ¿Por maldad? Sí, ese es un buen motivo...pero no lo suficientemente bueno. Lo mismo eres un as y me conoces tanto que sabes que lo que más me jodería es que al acercarme fingieras no conocerme y entonces entraríamos en una espiral absurda que mejor nos ahorramos. Te ignoro.

Ser asocialmente absurda es muy complicado y genera mucho stress. Voy paseando parapetada detrás de mis gafas de sol alerta a cualquier posible conocido que entre en mi órbita  para  poder evitar encontronazos...pero por experiencia sé que donde menos te lo esperas, saltas la liebre, la excompañera de colegio, una exprofesora, un exligue, una amiga de tu madre o alguien que te odia.


Eso sí, por experiencia os digo que el mejor sitio para esconderse de alguien a quien no quieres saludar es la sección de baterías de coche de un supermercado...No preguntéis.  


lunes, 28 de abril de 2014

Más detalles: Torturismo.

Molimadre está mejor. 

Tras mi momento de sensibilidad extrema que sospecho que ella no ha leído, todo ha vuelto a su ser. No sé si habrá sido el destino, el cosmos, el horóscopo o una convivencia continuada de 96 horas...pero volvemos a dónde estábamos antes. 

Unas cuantas perlas sobre nuestra relación, para que no penséis que somos una peli americana. 

Viernes, todooo el día en el hospital, las dos solas. 

- Ya estoy aquí.
- Ah bien, hoy estás muy mona. 
- ¿Ayer no lo estaba?
- Bueno...no me acuerdo. 

****

Molimadre duerme. Lleo. Duerme mucho. Leo muchísimo. 

- ¿Ya te has despertado? ¿Damos un paseo?
- No estaba durmiendo.
- Mamá, has roncado.
- ¿Roncar? ¿Yo? Siempre eres tan exagerada...
- Mamá...te juro que has roncado.
- Imposible. 

****

- Mamá, me voy a ir ya...en media hora viene Molihermana, pero yo me tengo que ir porque no llego a recoger a las niñas.
- No te preocupes, estoy bien. Me quedo aquí sentada leyendo. Vete sin problemas.
- ¿Seguro que no te importa? ¿necesitas algo?
- Nada, nada. Vete. 

Me voy a Los Molinos con las princesas. Suena el teléfono. 

- ¿Has conseguido entrar en casa?
- Mamá, estamos hablando por el fijo...¿tú que crees?
- Ay hija, no sé...cómo eres tan torpe con las llaves y las puertas. 
- Tu confianza en mi me abruma...¿qué tal la tarde?
- Pues vino tu hermana al rato de irte tú y me echó la bronca porque había ido al baño sola. 
- Joder mamá, pues claro...es que eres la leche. ¿No podías esperar?
- Tenía que ir al baño y como me habías dejado sola.
- Joder, pero si te pregunté si necesitabas algo.
- En ese momento no necesitaba ir.
- Mamá, ¡eran 20 minutos! 
- Te estás poniendo insoportable....relájate anda. 

****

Sábado por la mañana. El grupo de "Molihermanos" de wasap está onfire organizando la salida de Molimadre del hospital. 

- Pobrehermano, ¿qué tal ha pasado la noche?
- Ella muy bien. Yo regular.
- ¿Qué ha pasado?
- Que ha roncado como un gorila. 
- Ja. 

******

Sábado tarde. Las visitas vienen y van. Yo voy y vengo también. Café, pastas, chocolates. Princesas. El médico de Molimadre viene y se organiza una sesión de ordenador para ver las radiografías y las fotos de la operación con detalladas explicaciones del médico. Yo paso mucho del tema. 

- Moli, ¿no quieres ver esto?
- No mamá, ya estás operada, es lo que tú querías y ya está. Que te recuperes pronto es lo único que me importa.- Respuesta para ganar el Premio Nobel de Hijismo.
- Pues resulta que no me han hecho lo que yo pensaba.
- ¿te has operado de algo sin saber qué te hacían? Dime que por lo menos era esa pierna. 
- A ver...no es eso....
- Mamá, sí es eso. Tu médico ha explicado una operación que no tiene nada que ver con lo que tú nos habías contado. O tu médico miente, cosa que dudo o tú nos has contado lo que has querido.- interviene la voz de sabiduría suprema de Molihermana. 

- Pobre Tito Vilanova...que pena y que mal rollo me ha dado.
- A mí me operaron hace mil años de la glándula parótida porque tenía un bulto.
- Bueno mamá...eso te crees tú, visto lo visto de como te enteras de tus operaciones lo mismo lo que te hicieron fue quitarte las amígdalas.- Tras ganar el Premio Nobel me despeño hacia el huerfanismo a la velocidad de la luz y consigo quedar fuera del testamento en un nanosegundo.
- ¡te voy a pegar con la muleta! ¡lo que tengo que aguantar!
- Mamá, se han reído todos...me lo has dejado a huevo. Me apuesto lo que quieras a que Molihermana también ha pensado el chiste. 
- Jajajaja...sí, yo lo he pensado...pero me he callado a tiempo. 
- Voy a ir a por "el palo de las arañas para pegarte".
- ¿Corriendo? ¿Al sprint?.- me vengo arriba en mi venganza, estoy ya fuera de control. 
- Pero qué graciosita eres...qué graciosita. 

*****

- Mamá, te dejo aquí acostada. Cualquier cosa que necesite, me mandas un wasap y bajo de mi cuarto. Cualquier cosa, no te levantes sola ni hagas bobadas.
- No, no...tranquila.

Subo. Me pongo el pijama. Me acuesto. Abro el libro. 

"Baja". 

Bajo, la ayudo a levantarse. Se vuelve a acostar. Subo. Me acuesto. No pongo el movil en silencio y duermo con él en la oreja porque me da pánico que me llame y no enterarme....su venganza podría ser terrible. Por supuesto, no pego ojo. 

A las 9 de la mañana me levanto. 

- Mamá, ¿Qué tal noche has pasado?
- INFERNAL.
- ¿Infernal? Y ¿por qué no me has avisado? ¿por qué no nos has llamado?
- ¿qué ibas a hacer? ¿arreglarme los cojines? 
- Pues no lo sé, lo que hiciera falta...
- Ya bueno...yo no quería molestar pero he pasado una noche horrible y estoy fatal e incomodísima....
- Joder mamá, no me lo eches en cara ahora, tenías que habernos avisado. 
- Si claro y que luego te vayas por ahí quejando de lo mala madre que soy. Y te hagas la víctima. 
- ¿Quién se está haciendo la víctima hora? Había pensado hacer calabacines y champiñones salteados para acompañar la carne. 
- ya....
- Ya ¿qué? ¡no te parece bien?
- No bueno, yo no digo nada. Estoy aquí sin poder hacer nada, pero ¿por qué no haces mejor calabacines rellenos de gambas?
- Pero ¿no decías que no decías nada? ¿Quieres calabacines rellenos de gambas? Pues dilo. 
- No se te puede decir nada. 

Confieso que huí, dejando los calabacines a la mitad. Abandoné a Molihermana cocinando mientras Molimadre le daba instrucciones sentada en la cocina con la pierna en alto. Soy ruin pero no podía más. 

Lo último que escuché ayer al salir por la puerta fue..."Ay tu pobrehermano...la lata que le estoy dando". 

En fin, todo va viento en popa a toda vela hacia los niveles acostumbrado de "torturismo" entre nosotras.

(Ja. Si tenía alguna oportunidad de heredar algo...con este post acabo de eliminarla).

viernes, 25 de abril de 2014

Los detalles.

Voy conduciendo y pensando dónde estaba hace un año. 

El 23 de abril de 2013, pasé la tarde en la Librería Gaztambide firmando libros. Fue una gran día  y allí estabas. Como siempre, llegaste tarde, con unos afte eight de regalo y diciéndole a todo el mundo que sabías que yo estaba atacada de los nervios. Estabas feliz, aunque no dijeras nada y mucho más nerviosa que yo. Te vi, lo sentí, nos emocionamos y no dijimos nada porque somos muy del Sr. Lobo. 

Este año voy camino  del hospital. Llevo a las princesas. Estás bien, no te vas a morir ni estás enferma. Te han operado porque de alguna manera absurda y que no consigo entender, has decidido que necesitas una prótesis de cadera para poder seguir haciendo “vida normal”. Lo que tú consideras vida normal con casi 70 palos: subir el Aneto una vez cada dos años, esquiar, hacer parapente, montar en bici, raquetas en la nieve, conducir 7 horas...y un millón de cosas más. 

Se que no es grave, se que estás bien. Dolorida y quejándote porque eres una enferma fatal, pareces un hombre en eso, pero todo ha salido perfecto. 

Se me escapan dos lágrimas. Me siento boba. 

Pienso como una adulta, como una tía razonable y me digo que estoy siendo sensiblera e idiota, que no te va a pasar nada....y luego pienso que te pasará, más pronto que tarde, te pasará lo inevitable. 

Conduzco y recuerdo el momento exacto en que pensé que en algún momento no estarías, dejarías de estar. 

Fue hace 13 años, vivía en mi casa de la calle Viriato y no lo estaba pasando bien. De hecho, lo estaba pasando tan mal que decidiste venir a “espabilarme”. Nunca has sido de consolar, eres más de espabilar. Mientras esperaba a que llegaras, pululaba y en un determinado momento  me senté en el banco -alfeizar de la enorme ventana de madera gris que daba al jardín delantero de aquella casa. Me sentía morir y entonces te ví aparecer por la calle, tranquila, caminando con tu gabardina gris y tu bolso. Llovía un poco. Apareciste por el lado derecho y te miré mientras llegabas al telefonillo del jardín. Y en ese momento, pensé “algún día no estará y no la veré nunca jamás”. Fui dolorosamente consciente de ello y lloré por una ausencia que todavía no era. 

Me recompuse antes de que subieras y luego discutimos por alguna majadería como mi absurda colocación de los muebles, el orden de los armarios de la cocina o mi ropa. 

Hoy, mientras voy al hospital soy otra vez consciente de esa ausencia que no es, que no ha llegado todavía y pienso tonterías. Pienso en quién se pondrá la horrible y viejísima bata de cuadros que usas en Los Molinos en invierno. Pienso en si seré capaz de encontrar las sábanas bajeras que se ajustan a la cama de mi cuarto en ese maravilloso armario de ropa blanco que tienes y que sólo tú entiendes. Pienso en quién hará torrijas en Semana Santa y lo que es peor la pularda rellena en Navidad. Pienso en que la nevera estará ordenada y sin tupers sorpresa. Pienso en que tendré que aprender a coser algo o llevar los dobladillos grapados. Pienso en que nadie me dirá “tú no lo sabes, pero eres guapa porque tienes un brillo especial en los ojos” (apuesto a que no te acuerdas de esto, fue un extraño momento de amor entre nosotras). Pienso en que nadie me sacará de quicio hasta hacerme llorar. Pienso que las princesas ya no tendrán a su “abu”. Pienso en que tu cuarto se quedará vacío, en la increíble cantidad de cosas que tienes guardadas y que sólo tú eres capaz de encontrar en ese caos clasificatorio en el que vives y que sólo entiendes tú. Pienso en que ya no habrá nadie que me diga con superioridad “Ja, ves como tenía razón al guardar esto en 1987”. Pienso en quién me dirá “Eso no tiene gracia”. Pienso en que ya no veré esa cara de “qué graciosita te crees y qué poquita gracia me haces”. Ni la de “eres una listilla”. Pienso en quién sacará cada Navidad las cajas de adornos con cosas guardadas desde hace 60 años, pienso que yo no seré capaz ni de encontrar esas cajas.  Pienso en que ya no podré quejarme de no ser la favorita...ni de ser la primera opción para tirar de la avioneta. Pienso en que ya no te oiré jamás decir “bueno, hoy no vas mal vestida”. Pienso en cómo lloraré a moco tendido cuando abra un cajón y haya dos millones de cajas cada una llena de botones de un determinado color. Pienso en que nadie me acariciará la cabeza y me dirá “sé que te pasa algo...no quieres contármelo pero dime que estarás bien”. Ya no seré la princesa de nadie. Pienso que Pobrehermano Mayor ya no será el favorito. Ya no habrá violetas en casa ni golosinas del Lidl escondidas para que no nos las comamos. Pienso que ya nadie hará cocido y me dirá “se que no te gusta pero a tus hermanos les encanta”. No escucharé más historias que empiecen por “Tu pobrehermano”. 

Todo esto son bobadas, pero yo ya sé que que las bobadas se hacen enormes y  son lo importante,  lo más importante. Son las cosas que me dolerán. No será la pena, ni la ausencia...serán esas tonterías. 

Pienso en quién se sentará en tu sitio en la mesa de la cocina, usará tu servilletero y se encargará de ese millón de detalles que sólo tú ves y que se que se perderán aunque intente aferrarlos. 

No me hagas esto y diga lo que diga Pobrehermano Mayor, aférrate a la vida. 

Y que sepas que te prohibo que vuelvas a operarte de nada, ni siquiera de un uñero.