viernes, 25 de octubre de 2013

UNA DOCENA DE RAZONES PARA LEER A ANTONIO MUÑOZ MOLINA


Hoy le entregan el Premio Príncipe de Asturias de las Letras a Antonio Muñoz Molina. 

Un premio literario y más uno tan mediático como el Príncipe de Asturias provoca una oleada de noticias, reportajes y sesudos análisis sobre el autor agraciado.  Expertos, amigos, editores, colegas, portales especializados, periódicos y demás...se lanzan a escribir las loas sobre ese autor. Su editorial prepara las máquinas para echar a la calle nuevas ediciones de sus obras y las librerías cambian los escaparates para poder colocar toda la obra de ese autor a la vista del posible cliente. 

En muchas ocasiones esta saturación mediática  puede ser contraproducente, la gente se cansa y decide pasar de ese autor...y en el caso de Muñoz Molina eso sería una pena. Intentado salir de las loas indiscriminadas y los sesudos análisis literarios voy a  dar una docena de razones convincentes para conocer y leer a Antonio Muñoz Molina.

1.- Es español. 
Ser español no es un mérito en sí mismo, vamos que tiene el mismo mérito ser español que camboyano, pero desde 1998 no se le concede el Premio Príncipe de Asturias de las Letras a un autor de nuestro país.  15 años sin que un autor español consiga este premio tan reconocido  y con tanta proyección son muchos años y hay que leer a Muñoz Molina para comprender porqué de entre todos los autores españoles que pueden merecerlo ha sido él el elegido para terminar con la tendencia de 15 sin un premio a un español. 

2.-Su web. 
Antonio Muñoz Molina  tiene una web estupenda. Una web currada, sencilla, cómoda, amigable y en la que recoge toda la información que un lector  pueda querer conocer sobre su vida y su obra. Hay un completo perfil biográfico, más bien autobiográfico escrito por el propio autor para satisfacer la curiosidad que siempre levanta la vida de un escritor, hay fotos de toda su vida, están recopilados todos sus libros publicados, noticias, premios, traducciones disponibles y hasta dispone de una sección donde publica escritos de sus lectores. 

Muñoz Molina además, utiliza twitter. Y lo hace muy bien.  Su perfil de twitter es igual de sencillo que su web, con poco dice  todo lo que hace falta decir y saber, tal cual.  No es pesado, no pontifica  ni se dedica al autobombo. El título de su entrada del día y el enlace. No hace falta más.  

La web incluye además un maravilloso blog al que es necesario dedicar en exclusiva uno de los puntos de la docena. 

Como ya he dicho antes lo mejor de su  web es su blog. Es un blog cuidado, que escribe diariamente y que es un lujo para los lectores. Escribe con la extensión justa y necesaria para empezar y acabar, para transmitir lo que quiere. Escribe sin grandes artificios, da la sensación de que al final del día te has sentado con él y te está contando qué es lo que más le ha llamado la atención en la jornada. Puede ser una reflexión provocada por una noticia, por un paseo en bici, por una rutina escritora, por una exposición, por una canción, por una lectura, un pensamiento vital.  Tiene un registro cercano, amable. 

“Escrito en un instante” es un blog personal maravillosamente escrito y un lujo para los lectores. 

“Escribo sobre lo que me gusta y sobre lo que encargan, escribo sobre lo que veo, escribo sobre lo que me cuentan, escribo sobre lo que me entusiasma y sobre lo que me escandaliza. Escribo sobre lo que me da la gana”  (De su anotación Memorial Day) 

4.- Vive en Nueva York la mitad del año. 
 ¿Por qué el hecho de que viva en Nueva York es un motivo para leerle? Pues por lo bien qué cuenta como es Nueva York, por cómo describe en sus artículos la vida en la ciudad, como es vivir allí, no ir de visitante o de turismo sino vivir en la ciudad pero sin perder nunca el asombro por esa ciudad y el recuerdo de cuándo llegó por primera vez allí. Muñoz Molina cuenta todo sobre Nueva York: cómo florece Central Park en primavera, cómo son las noches de invierno, el tráfico, los taxis, montar en bicicleta, los conciertos a los que asiste, las exposiciones que visita, la relación con sus alumnos, las visitas de amigos que van a visitarles, los sonidos de la ciudad y también cómo se ve España desde la distancia, con esa perspectiva que sólo dan los kilómetros de por medio.

No todos podemos vivir en Nueva York seis meses al año pero leer a Antonio Muñoz Molina es estar un poquito allí por como lo cuenta. Escribe sobre la ciudad no contándote lo que ve, sino haciéndote sentir lo que ve. No es un reportero, es un escritor.   

5.- Vive con una escritora, Elivra Lindo. 
Vivir con alguien que escribe puede ser un infierno. Escribir es una actividad sin horarios y que no termina nunca. Escribir invade. Muñoz Molina  y Elvira Lindo comparten profesión, y parecen llevarlo muy bien. De hecho tal y como lo cuenta parece el plan perfecto, eso sí...nunca escriben en la misma habitación.  Dos escritores juntos puede ser una lucha de egos pero también tiene el beneficio de que el otro comprenda tus bloqueos, tus horarios extraños, tus ataques de creatividad y tu sequía. Tienes a tu primer lector al lado y sobre todo puedes compartir las horas de trabajo y las horas de ocio.  

Si escribes y vives con alguien que escribe seguro que jamás tienes que escuchar la pregunta “¿Pero no puedes dejar de escribir un rato?”

6.- Monta en bici. 
Monta en bici que no es lo mismo que “es ciclista”. Muñoz Molina monta en bici para moverse por Nueva York y por Madrid, pasea en bici. Los escritores siempre parecen gente rara. Tendemos a imaginarlos todo el día sentados, concentrados en sus escritos, leyendo y sin moverse mucho...y Antonio Muñoz Molina resulta que se mueve en bici. No es un maniático del deporte, ni de la bici...no es como Murakami que se puso a correr y se le fue de las manos hasta hacerse un ultramarathon de 100 km. Con Muñoz Molina  no hay peligro de esos extremismos, monta en bici como podríamos hacerlo cualquiera.  

7.- Descubrir nuevas lecturas.  
Comparte muchas cosas de las que experimenta y lo hace muy bien. Compartir la crítica o las cosas que no gustan, un mal comentario convence casi inmediatamente pero transmitir el entusiasmo por algo, conseguir que el lector sienta la necesidad de correr a experimentar lo que se está recomendando es complicadísimo y él lo consigue. 

Sus comentarios sobre libros (también sobre exposiciones o películas) provocan la necesidad casi inmediata de correr a buscar ese libro del que habla, de descubrir a ese autor nuevo o de releer ese clásico a la luz de esas apreciaciones que Muñoz Molina ha compartido con él.  

8.- Descubrir música. 
Si es complicado transmitir el entusiasmo por algo, transmitir la música escribiendo es algo prácticamente imposible y sin embargo Antonio Muñoz Molina lo consigue. Es un gran melómano, un amante de la música casi de cualquier tipo y  un enamorado de la música clásica y del jazz en particular. En muchos de sus escritos la música es fundamental y tiene algunos fragmentos en los que no solo consigue que el lector casi oiga la música, además consigue que se sienta como si la estuviera escuchando.  

“Escuchada tan cerca, sin amplificación, en esta sala forrada de paneles de madera, la música suena con una claridad, con una transparencia suprema: la mano derecha y la mano izquierda en el piano, sus cuerdas vibrando bajo los golpes de los martillos, la pulsación del contrabajo, el aire resonando en la concavidad de la caja, los golpes graves del pedal en el bombo de la batería, las escobillas deslizándose sobre la piel tensada de los tambores pequeños, provocando ondulaciones metálicas en los platillos, como si un puñado de arena fuese cayendo poco a poco sobre ellos y se pudiera distinguir el choque exacto de cada uno de los granos.”

9.- También descubre y describe el arte (la pintura) de una forma magistral. 
En sus artículos  te hace ver y entrar en algunos cuadros. Sus descripciones de cuadros, fotografías y dibujos te transporta al interior de esos cuadros. 

Da igual que hable de un maestro de la antigüedad como Caravaggio del que es un gran admirador: 

Allí estaba el cuadro, La resurrección de Lázaro, mucho más alto de lo que yo había imaginado, con una crudeza y una presencia que no sugieren ni de lejos las reproducciones, con esos negros de Caravaggio en los que la mirada va encontrando poco a poco tantas veladuras como en los campos de color de Mark Rothko. Sólo estando delante de él se recibe el impacto de sus dimensiones, el desequilibrio audaz entre la parte inferior que ocupan las figuras y todo el espacio en negro que queda por encima de ellas. Recién sacado de la tumba después de varios días en ella Lázaro no es el emblema esperanzado de la resurrección sino un cadáver de una rigidez y una palidez pavorosas, un despojo que en ese instante de recobrar la vida no puede ser más que la inminencia de un monstruo. El roce de la mano de Cristo parece que lo sacude con una corriente eléctrica más propia del laboratorio del doctor Frankenstein que de una escena evangélica.” 

O hablando de Rothko y como son sus cuadros, aparentemente sencillos pero en los que se adentra como espectador y comparándolos con Hopper. 

10.- Une ciencia y letras.
Por si fuera poco todo lo anterior, es un escritor, un 'hombre de letras' que sabe y aprecia la ciencia. Muñoz Molina se acerca a la ciencia con respeto y curiosidad y a veces casi con un poco de algo que podríamos llamar “precaución”. Cuando después escribe sobre ella o da conferencias consigue que la gente de letras sienta curiosidad y ve la ciencia más accesible. Pero  no sólo eso, sino que escribe y habla de ella con gran profundidad despertando el respeto y admiración en muchos científicos y eso tiene mucho más  mérito.  

11.- Sus libros. 
Mi consejo para acercarse a Antonio Muñoz Molina y su escritura, es empezar por su blog y sus artículos. Cogerle el gusto, el gusanillo y después lanzarse a sus novelas donde ya aviso es bastante más denso.Confieso que yo no soy muy fan de sus novelas, pero sí muy muy fan de uno de sus libros: Ventanas de Manhattan, un libro maravilloso sobre Nueva York. Si se le coge el gusto, es un escritor muy prolífico con novelas muy famosas con las que disfrutar: El invierno en Lisboa, Plenilunio, El jinete polaco, Sefarad...etc.  

12.- Es un hombre normal. 
Muy normal. No es la alegría de la huerta ni un tío con un atractivo físico espectacular pero tiene pinta de ser un gran conversador, no en el sentido de ser el centro de la conversación. Parece alguien ( y lo parece por como escribe) con una gran curiosidad por todo lo que le rodea, alguien con interés en escuchar y hablar, alguien con capacidad de interesarse por lo que le cuentan y por establecer conexiones.  Alguien que te escucha con atención al hablar, y que no habla por hablar... Alguien con el que apetece salir a cenar y charlar.  Esto lo aprecia uno en su autobiografía (o autorretrato) que también aparece en su página web.

Hay que acercarse a Muñoz Molina porque es un tio normal y corriente, que empezó escribiendo porque tenía que escribir, porque sentía que tenía que escribir. Ha dedicado su vida a la escritura y ha conseguido vivir de ello.Habrá sido director del Instituto Cervantes en Nueva York, es Académico de la Real Academia de la Lengua desde 1996, ahora Premio Príncipe de Asturias de las Letras..pero continúa siendo un tío normal y corriente que comparte su escritura diariamente con sus lectores. 

Hay que leer a Antonio Muñoz Molina  porque es un lujo al alcance de todos. 

Hay que leer a Antonio Muñoz Molina para emocionarte cada día. 


Republicación de Unadocenade

jueves, 24 de octubre de 2013

LECTORA CURIOSA E INQUIETA BUSCA BLOG DE DIVULGACIÓN CIENTÍFICA PARA RELACIÓN ESTABLE


El candidato ideal deberá responder al máximo de los requisitos deseados:  

Lo más importante es que yo le guste, que me quiera como público.

No soy científica, no estudié una carrera de ciencias y la física me da miedo,  pero soy curiosa, una lectora voraz y tengo un nivel de  comprensión lectora bastante aceptable. Soy crítica, observadora y capaz de establecer relaciones entre lo que leo y lo que ya conozco.  Si estás interesado en esta relación deberás apreciarme como público objetivo. Es fundamental para que lo nuestro funcione que tengas interés en tenerme como lectora, que quieras engancharme con tu blog.   

Si me acerco a tu blog de divulgación científica y lo primero que percibo es un tono displicente de superioridad intelectual provocado por ser “de ciencias” frente a los que estudiamos algo de “letras”, interpretaré que allí no soy bien recibida y que tu blog no tiene ningún interés en tenerme como lectora. Pensaré que  tu blog es sólo para otros científicos, para compartir las ideas geniales que tenéis o  para discutir temas sesudos y me iré por donde he venido a buscar a otro que si me quiera.

Quiero que tu blog me provoque interés, que me ponga mariposas en el estómago. Necesito que tus posts tengan un título que me active la curiosidad, algo que me haga pensar “parece que hice bien en fijarme en él, tiene algo interesante que contarme”.

Por ejemplo, algo como “Los comienzos de la apofenia cuántica” no es nada sexy o a lo mejor sí, pero  para otro tipo de lectores, no para un lector medio como yo. “Apofenia cuántica” no me dice nada, no sé lo que es la apofenia y el término “cuántica” me remite vagamente a la física...pero no me atrae lo más mínimo. Es más, me provoca rechazo. Es igual que si vas a viajar a Atenas y  quieres buscar información sobre el Parthenon. Buscas un blog que te cuente cosas chulas sobre ese monumento. Si encuentras uno con un post titulado “Cómo interpretar la historia que nos cuentan los relieves del Parthenon” obviamente te molará más que algo como “Iconografía morfológica de las metopas del friso oriental” que te hará correr despavorido en círculos pensando que aquello no es para ti. Pues “los comienzos de la apofenia cuántica” es un título que hace correr despavorido a cualquiera que no sea apofeno cuántico...si es que existe.  

Necesito saber al comenzar a leer qué es lo quieres enseñarme, qué es lo que quieres que aprenda o que haya aprendido al terminar de leer. Tengo que centrar mi atención y mi comprensión lectora y que me marques qué es lo importante. Tú eres el que sabe, tú marcas el camino.  Si tu post es una disgresión tras otra, me dispersaré, me descentraré, me perderé  y los nervios por no entender lo que quieres decirme harán que nuestra relación termine. También puede ser que me esfuerce mucho y consiga llegar al final pero si te has dispersado mucho puede que mi sensación al terminar sea ¿Y? ¿esto es todo? ¿qué he sacado de aquí? y puede que no vuelva.

Voy a acercarme a tu blog despacito, con prevención y puede que hasta con  un poco de miedo. Sé perfectamente que soy una ignorante científica con mil lagunas y por eso me acerco a tu blog, para intentar llenar esas lagunas y aprender de ti.  Tengo la actitud adecuada y quiero dedicar tiempo a leer eso que me quieres contar,  lo último que necesito es un texto hostil, farragoso y plagado de términos y conceptos que no entiendo, palabras que para mí no significan nada. No te  estoy pidiendo que  banalices  la ciencia, ni que  utilices un lenguaje propio de Dora la Exploradora, pero encadenar conceptos complejos sin una breve explicación no es buena idea. No tienes que pensar el texto para que lo entiendas tú  y tus colegas sino para que lo entienda yo. Piensa en mí al escribir.  

No des nada por supuesto. Es mucho mejor que me repitas algo que ya conozco a que asumas que yo lo conozco y esa suposición abra un agujero negro en nuestra relación.

Házmelo fácil pero no demasiado fácil. No te lances a un alarde de erudición que yo no soy capaz de valorar porque para mí todo aquello no tiene el menor sentido, pero tampoco necesito que te vayas al otro extremo y me expliques las cosas como en Barrio Sésamo. No me trates como si fuera imbécil.

Necesito saber qué quieres enseñarme, que me digas qué tengo que mirar, dónde fijar mi atención y que lo hagas con un lenguaje que me permita entenderte y que además no me aburra.

Esto es fundamental. Nadie quiere aburrirse, ni en el cine, ni en una cita, ni leyendo un blog. No me aburras. Se ameno, interesante, chispeante e ingenioso. No, no te equivoques. No quiero un cómico, ni un monólogo del club de la comedia pero tampoco quiero tener que sujetarme los ojos con palillos mientras líneas y más líneas de de aburrimiento aparecen en la pantalla.

Un blog de divulgación científica no es un libro de texto, no es una revista científica, no son apuntes de la carrera. No es algo para estudiar. Leer tu blog de divulgación científica no es una obligación. Muy al contrario tiene que ser un placer, pero no nos equivoquemos, no quiero un placer fácil. Estoy dispuesta a esforzarme, a  recurrir a mis conocimientos de COU ocultos en algún pliegue de mi cerebro, a otras lecturas y a cualquier recurso que me permita seguirte porque sepa que al final el premio será gordo, pero no puede ser un placer tan dificil de conseguir que me haga abandonar y pensar que tu blog no es para mí, que estás fuera de mi alcance.

Necesito también que en el post en cuestión me des algo a lo que agarrarme, algo que yo reconozca y que al comenzar a leer me haga saber que ahí podré asirme y a partir de ahí seguir escalando, una pequeña satisfacción que me haga seguir leyendo para desde ahí saltar a entender el siguiente paso y pensar “esto lo he entendido” “me ha quedado claro”.

No te enrolles. Sé que eres listo y sabes muchísimas cosas pero no me las quieras contar todas de golpe. Enséñame sólo un poco, déjame con ganas de más, de volver otro día a verte, a ver qué más me quieres contar y que puedo aprender contigo. No me gustas por todo lo que sabes, por todo lo que parece que sabes. Me gustarás si sabes contármelo y contigo aprendo.

Una vez establecido el contacto, es obvio que nuestra  relación no va a ser fácil.  Tu blog de divulgación científica y yo tenemos poco en común. Para que nuestra relación avance y se consolide,  ambos debemos dar un paso para acercarnos y hacer un esfuerzo por gustar al otro, por entenderle. Prometo esforzarme por entenderte,  pero tú tienes que hacer un esfuerzo por hacerte entender.

No te pases de listo y prometo currarme los comentarios y hablar de ti a mis amigos.  

Publicado originalmente en el número 12 de la revista de divulgación científica Journal of Feelsynapsis.

martes, 22 de octubre de 2013

UNA VEZ MÁS, LA MAGIA DEL BLOG.


"Estoy sentado en un avión de salida hacia Madrid. Mañana estaré por allá. Me encantaría comprar tu libro y lograr coincidir contigo de alguna manera a ver si me lo firmas".
 
Cuando recibes este correo de alguien que viene desde el otro lado del océano, sabes que tienes que hacer lo que sea para conseguir arrancar 10 minutos de tu marathoniana jornada diaria entre Mordor y el mocho para conocer a ese descerebrado que muestra un interés completamente desproporcionado en conocerte. 10 minutos sólo...para no alargar la posible decepción al verme llegar.
 
"El lunes, a las 16:15 en la Puerta del Museo del Prado que da al Jardín Botánico".
 
Silencio al otro lado de la red. Como no tengo nada que perder, al fin y al cabo yo tengo que pasar por allí de todos modos, decido ir igual a la cita fantasma. Voy pensando en lo acertado de mi elección de punto de encuentro, pensando que es un sitio por el que seguro que andarán cerca porque es muy turístico. Caigo en la cuenta de que no andarán por allí, cuando llego, aparco en la puerta y tras congratularme por mi suerte, me doy cuenta de que es lunes y el Museo del Prado está cerrado.
 
Decido sentarme a esperar. No tengo nada que perder. Si aparece estupendo y si no aparece pues por lo menos lo habré intentado.  La plaza del Jardín Botánico es un buen sitio para esperar y más sin turistas. Árboles enormes, un día nublado y poco tráfico, un sitio tranquilo.  Saco el libro oteando de vez en cuando...aunque caigo en la cuenta de que no tengo ni idea de qué pinta tiene el descerebrado. Tengo que confiar en que él si me reconozca.
 
Suena el móvil. "Número desconocido". Mierda, ¿quién será?
 
- Moli...soy yo. Estoy aquí en el Starbucks...¿dónde voy?
 
Un maravilloso acento, un tono de voz suave y dulce. Le pega todo.
 
- Según miras al Museo todo a la derecha. Allí en una plaza estoy sentada.
- ppiiiiiiii.
 
Se cortó. Estupendo.
 
Mi plan de seguir leyendo tranquilamente se va al garete. Me pongo "un poco" nerviosa. ¿Me pongo de pie? ¿sigo sentada? ¿bordeo el museo en la dirección en la que creo que van a venir? pero..¿ y si no vienen por ahí y eligen venir por la acera de enfrente? ¿y si no me reconocen al cruzarse conmigo porque esperan verme en la plaza?
 
Mejor me quedo aquí, paralizada de nervios y disimulando.
 
Cuando ya creo que se han perdido, aparecen. Se que es él por la sonrisa y los brazos abiertos para saludarme.
 
- Moli por fin. ¡Qué ganas tenía de conocerte!  Estas igual que en las fotos pero más guapa y más joven.
- ¿Habéis encontrado bien el sitio? ¿Por qué me has colgado el teléfono?.- no soy nadie esquivando la emoción del no saber que decir.
- Lo hemos encontrado bien, pero es que me quedé sin batería y te hemos llamado desde una cabina. Estos son mis primos que también querían conocerte.
- Nos ha hablado tanto de ti que es como si te conociéramos y vamos a leer tu libro.
- Mil gracias de verdad.
 
Diez minutos de maravillosa conversación, una dedicatoria con mi pluma y tinta verde, muchas risas y un montón de fotos. Así fue nuestro encuentro.
 
"asd" fue la primera contribución de Oswaldo a este blog.
 
Hacerme feliz por encontrarnos y demostrarme una vez más que abrir este blog ha sido una de las mejores cosas que he hecho en la vida, ha sido la última.
 
 
 
 
 
 
 
Mil millones de gracias.

lunes, 21 de octubre de 2013

MI DIENTE 29 AÑOS DESPUÉS.


29 años después lo recuerdo perfectamente.

Un pasillo largo con las clases de 4º de EGB al principio y las de 3º al fondo. 6 clases en total. Yo estaba en 4º B, la segunda puerta a  la derecha. Las aulas tenían una puerta de madera de color cerezo y  grandes ventanales por los que se veía el pasillo.  En el lado izquierdo estaban los armarios para dejar los abrigos y los babys. De madera de cerezo con rejilla en las puertas. En los días de lluvia jugábamos a escondernos allí y hacer el idiota. El suelo del pasillo era de granito pulido de un color entre rojo y  granate con trocitos blancos, seguro que esto tiene algún tipo de nombre técnico que desconozco.  

Ese día, debía llover y por eso mis compañeras estaban en el pasillo jugando o charlando. Entré por el fondo del pasillo y un poco antes de la puerta de mi clase, por alguna extraña razón,  se me cruzaron los cables. Me quité el abrigo, lo colgué en el armario, cogí mi baby dije:

- Chicas, poned las manos así.

Las dos me miraron extrañadas. Recuerdo sus caras y sus nombres perfectamente. Eran dos de las niñas más altas y más grandes de la clase, todo lo grande y alta que se puede ser con 11 años. Les hice juntar las manos y con los cables totalmente cruzados, les dije: a ver si podéis conmigo.

Y me tiré en plancha.
Y no pudieron conmigo. Obviamente.

Me di de bruces contra el bonito suelo granate con pintitas blancas. En un ataque de dignidad , me levante como pude, me reí y me fui al baño. No eran más de 20 pasos pero durante esos 20 pasos pensé que me había convertido en un monstruo. Llegué, me miré en el espejo y allí estaba mi diente partido. Menos de lo que me había parecido al tocarme con la lengua pero mucho más de lo que me hubiera gustado.

Volví a clase y durante las dos horas siguientes me destrocé la lengua contra el filo del diente.


29 años después recibo una llamada de Molihermana.

- Moli, no te asustes.
-Ya estoy acojonada...qué pasa.
- M se ha dado un golpe muy fuerte en la cara en el patio del colegio.
- Voy corriendo.

29 años después sigo con el diente roto. Hay gente que no se da cuenta a pesar de conocerme desde hace años, hay otros que sin embargo lo ven en foto "tienes un diente roto".  Muchos en estos 29 años me han dicho "a ver si se te va a terminar poniendo negro" o "¿por qué no te lo arreglas?" o "no te lo arregles nunca...es sexy y no serías tú sin ese diente roto". 

29 años después recuerdo el dolor que sentí al darme contra el suelo. Un dolor cortante, penetrante y que me dejó fulminada por unos segundos.

29 años después, sé que ese dolor fue una mierda comparado con el dolor que sentí al ver a M con sus preciosos dientes partidos, sus preciosos ojos azules inundados de lágrimas y su  voz entrecortada diciéndome: Mamá...lo siento, no lo he hecho aposta.

Joder. Es que todo le pasa a ella.