jueves, 4 de julio de 2013

MI NUEVO SITIO

Llevo 12 años, 7 meses y 3 días en los libros de colores.

La sede de los libros de colores un edificio de esos que alguien en un festival del humor absurdo bautizó como “inteligente”.  Esto quiere decir que es exactamente igual de feo, impersonal e incómodo que otros miles de ellos que hay dispersos por el país.

El de los libros de colores está ubicado en un polígono en medio de la nada que rodea a Mordor. Ni una sombra, nada medianamente no ya bonito sino nada que no agreda a la vista, nada que en días como hoy no den ganas de suicidarse al mirar por la ventana. Nada que no me haga plantearme ¿qué hago aquí?

En los libros de colores he tenido siete sitios diferentes, el último de los cuales estreno hoy.

La pradera se ha convertido en una sabana.  Me planteo traerme unos patines para ir de mi sitio a la impresora a por los informes, a la cocina a por mi tuper y al baño en una excursión en la que es posible que cambie el tiempo dada la distancia que tengo que recorrer.

Hemos pasado de estar apiñados, vernos el cogote, oler nuestros desodorantes y hacer prácticamente imposible abstraerse de las conversaciones telefónicas de los demás a casi necesitar prismáticos para ver a los demás praderistas. 

Tengo un sitio nuevo. Creo que me gusta pero no sé si porqué está bien o porqué he desarrollado un superpoder que consiste en que todo lo que (me) pasa en los libros de colores me es completamente indiferente.

Me ha tocado una nueva esquina de la pradera. Es una esquina que antes formaba parte de un despacho, concretamente del que fue durante diez años el despacho de Jefe Supremo.  Era la esquina de los sofás de recibir a las visitas de cortesía. No me senté más que un par de veces pero soñé mil veces con echarme una siesta en ellos. Eran blancos.

Mi nueva esquina está  completamente acristalada. Enfrente de mí, y por encima de la mesa de Sonrisas tengo una pared entera de cristales por la que veo una hilera de chopos que ahora que lo pienso he visto crecer desde que los plantaron al estrenar el edifico inteligente.  Al lado de Sonrisas y en diagonal conmigo se sitúa ahora Cedric. Creo que nos vendrá bien este cambio. Cambiar el metro que nos separaba por dos metros y medio va a mejorar nuestra relación. Él es demasiado grande y demasiado joven y yo tengo demasiada mala leche y muy poca paciencia últimamente.

A mi izquierda tengo otra pared enteramente acristalada. Era la que quedaba a la espalda de la mesa de de despacho de Jefe Supremo y él siempre tenía bajados los estores. Nosotros no. Están abiertos hasta arriba. Si giro la cabeza veo  en primer término  el parking donde aparcan los importantes de los libros de colores, después hay otra hilera de chopos que he visto crecer y después la nada poligonera del páramo de Mordor. Veo mucho  cielo…muchísimo.  Tengo mucha luz pero el cielo de Mordor es aburridísimo, es como mirar una pared azul. Cero misterio, cero intriga, cero.  La parte buena es que el par de días al año en que las nubes lleguen al cielo de Mordor tendré una bonita vista. Y el día que llueva veré hasta los charcos. Este pensamiento me hace feliz.

Sonrisas, Cedric y yo somos una isla de tres mesas.  A mi izquierda la ventana y el perchero con un chal negro que lleva ahí mil años.   A la derecha nada, no hay mesa que haga par con la mía y me gusta. Me gusta ser impar. 

Tengo una mesa rectangular, con una suave curva que hace que la parte de mi izquierda sea un poco más estrecha que la derecha. Es de madera clarita, bueno de contrachapado de ese cutrecillo con patas metálicas. Una mesa de oficina como otras mil.  También tengo una silla en la que nunca me he fijado. Tiene brazos que caben justo debajo de la mesa y ruedas a las que sospecho que ahora mismo les voy a dar muchísima más utilidad. Morenaza está ubicada a mi espalda y creo que nos encontraremos a medio camino deslizándonos sobre nuestras sillas mientras bebemos té y miramos el cielo de Mordor.

Encima de la mesa, de izquierda a derecha,  tengo un monitor necesario para revisar algunos libros de colores pero que no recuerdo la última vez que encendí. Un bote de cristal petado de bolis, lápices, tijeras, rotuladores y mil mierdas más. Es un bote de cristal que no tiene nada especial pero para mí lo es porque me lo dio Antonio…antes de conseguir salir de aquí y empezar una nueva vida fuera de los libros de colores.  El monitor del ordenador colocado encima de un paquete de folios sobre el que también hay un bloc de postit, una calculadora y una concha recogida en una playa un día de invierno.   

Un cuenco de cristal vacío que alguna vez tuvo caramelos.

Un teléfono que nunca suena. Ni siquiera me sé mi número.

 La torre de la CPU ocupa el extremo derecho de la mesa. En ella hay tres postales, una lista de teléfonos que nunca miro y un post it con contraseñas de aplicaciones tan supersecretas que ni siquiera recuerdo para qué sirven…supongo que por eso tengo apuntadas las contraseñas. Hay un posavasos de una noche de juerga “Finish your gin and begin to sin” y un iman que me envió una descerebrada “All you need is love and gin &tonic”. Imanes de distintos países traídos por compañeros que ya no están aquí sujetan las tres postales. 3 cds de música clásica y uno de Van Morrison.

Un cuaderno. Grande. Con anillas. Con cuadrícula azul. Siempre sobre la mesa. Cada día, al llegar saco la pluma y apunto la fecha…bueno, ya no lo hago. Me da igual que día sea, son todos iguales. Saco la pluma y mientras reviso libros de colores apunto los datos y las impresiones allí. Podría hacerlo directamente en la aplicación superguay que tenemos pero me mola escribirlo en mi cuaderno, con mi letra…es la única manera de recordar algo de cada libro de colores que reviso.

Un montón de libros de colores para revisar.

Una taza de té.

Un bote con clips.

Recién colgado esta mañana en su nueva ubicación mi calendario literario. Julio es Philip Roth.


“There´s no remaking reality…Just take it as it comes. Hold your ground and take it as it comes. There´s no other way”. 



miércoles, 3 de julio de 2013

LIBROS ENCADENADOS.- JUNIO






No sé que he hecho el mes de junio. No sé en qué cojones he perdido el tiempo, supongo que en alguna memez, pero el caso es que el ritmo lector ha flojeado mucho. Sólo 3 libros y además de pocas páginas. Un desastre absoluto. Quisiera pensar que  en julio voy a recuperar tiempo de lectura, pero con el madrugón completamente absurdo que me estoy metiendo me temo que eso no va a pasar.







Industrias y andanzas de Alfanhui de Rafael Sánchez Ferlosio. Tercer libro en español del año. Regalo por mi 40 cumpleaños. Confieso que tenía mogollón de pereza para empezarlo  porque no tenía ni idea de qué iba y además quería que me gustara. Me jode cuando me regalan un libro con muchísima ilusión y no me gusta…a pesar de lo que la gente crea no me hace feliz decirle a alguien “el libro que me regalaste me pareció una mierda”.  Así que tras meses de esquivar sus miradas de “es mi turno, es mi turno” que me lanzaba desde la estantería de “pendientes…lo cogí y lo empecé muy despacio, con mucho cuidado.

Y flipé. Es un libro extraño, a medio camino entre el realismo mágico y el surrealismo. Al leerlo, a veces tenía la sensación de estar ante la explicación de un cuadro de Mondrian o de Klee.  Escribir lo que se siente es difícil, escribir lo que se ve o se imagina es complicadísimo pero conseguir que el lector vea y sienta algo que no existe en la realidad es la leche. Sánchez Ferlosio consigue meterte en un mundo irreal, poético, onírico  en el que sin embargo te ves andando, sintiendo el calor y notando los colores.  

Es también un libro irregular. Hasta la mitad más o menos me pareció espectacular, distinto, raro y extrañamente hipnótico…luego creo que empieza a flojear, hay más “trama” y de alguna manera rara, la presencia de un mundo más real y más reconocible resta encanto o espíritu a la lectura. Te metes en un universo extraño e increíble y cuando lo estás viendo todo flipando…de repente empiezan a contarte una historia que reconoces pero que no es ni la mitad de chulo que lo anterior. Es un poco la sensación de salir de un sueño…

El maestro contaba historias por la noche. Cuando empezaba  a contar, la criada encendía la chimenea. La criada sabía todas las historias y avivaba el fuego cuando la historia crecía. Cuando se hacía monótona, lo dejaba languidecer; en los momentos de emoción, volvía a echar leña en el fuego, hasta que la historia terminaba y lo dejaba apagarse. Una noche se acabó la leña antes que la historia y el maestro no pudo continuar.
-          Perdóname Alfanhuí.
Dijo y se fue a la cama. Nunca contaba historias sino en el fuego y apenas hablaba de día”.

Alfanhuí conocía bien la leña. Sabía los maderos que daban llamas tristes y los que daban llamas alegres; los que hacían hogueras fuertes y oscuras, los que claras y bailarinas, los que dejaban rescoldos femeninos para calentar el sueño de los gatos, los que dejaban rescoldos viriles para el reposo de los perros de caza”.

“Alfanhuí no hubiera sabido decir si en sus ojos había una tenebrosa soledad y en sus oídos un insondable silencio, porque aquella música y aquellos colores venían de otra parte, de donde no venía nunca el conocimiento de las cosas; traspuesto el primer día, por detrás del último muro de la memoria: la inmensa memoria de las cosas desconocidas”

Creo que es un libro que leeré con laz princezaz.



¿Una gran ilusión? Un ensayo sobre Europa de Tony Judt.  Sobre este libro ya lo dije todo el día en el post que le dediqué el otro día. No es una juerga, no es entretenimiento, es para pensar y aprender.

Ayer leí  “El profesorJudt hace trasbordo”  en la Revista de Libros que recomiendo para el que tenga interés en leer sobre Judt  y en el que me moló ver que una voz bastante más autorizada que la mía opinaba lo mismo que yo sobre este libro.

Se trata de un librito espléndido, no simplemente penetrante, sino inquietantemente profético. Lo cierto es que leerlo a la luz de la actual crisis existencial que atenaza a la Unión Europea resulta verdaderamente escalofriante. Nada menos que hace dieciocho años, Judt escribió que cada uno de los sucesivos estadios de acción europea conjunta, desde el Tratado del Carbón y el Acero en 1951 hasta Roma en 1957, a La Haya en 1969 o a Maastricht en 1992, se habían ajustado a un modelo constante

“Aunque «entusiastamente europeo», Judt se sentía consternado ante la idea de volver al «círculo asediado y mutuamente antagonista de países desconfiados e introvertidos que era el continente europeo en el pasado más reciente», y no le gustaba la etiqueta de euroescéptico; sí admitía ser un europesimista, que veía que una Europa verdaderamente unida era lo bastante improbable como para convertir todo intento en esa dirección en algo desaconsejable y contraproducente. Eso también suena ahora más cierto incluso que cuando fue escrito.



Remedio para melancólicos de Ray Bradbury. Libro de relatos que compré en la Feria del Libro Antiguo porque era de Bradbury y porque me moló el título. Es una edición viejuna, con una etiqueta de Galerías Preciados, una portada bastante fea y un papel grisáceo muy vintage.(no es la que enlazo)

Los relatos que recoge ese título tan chulo son breves y no presentan ningún nexo de unión entre ellos. Como a la vez estoy leyendo los relatos de Cheever, me choca esa “desconexión” entre relatos porque los de Cheever de alguna manera rara son siempre el mismo o lo parecen, cosa que no les resta calidad para nada…de hecho son mucho mejores que los de Bradbury.

Del libro de Bradbury los que me más me han gustado son los que tienen algo que ver con los de Crónicas Marcianas (si no lo habéis leído no sé en qué estáis perdiendo el tiempo), los que se ambientan en Marte. Ahora que lo pienso a Bradbury le pasa un poco como a Ferlosio con Alfanui, cuanto más irreal y onírico es…mejor son sus relatos y por eso los de Marte son mejores o al menos a mí me gustan más: “La ventana de color frutilla”, “Todo el verano en un día” y “Eran morenos y de ojos dorados” que es el que más me ha gustado de esa serie.

Me moló el relato que abre el libro “En una estación de buen tiempo” en el que una pareja americana llega a Biarritz. Él es un enamorado del arte contemporáneo y un admirador de Picasso al que considera el mayor artista de todos los tiempos.  Picasso aparece como personaje del relato pero Bradbury lo presenta tal y como era, dando una visión con él que encaja perfectamente, contando una historia que podríamos considerar real y no ficticia.

Y hay otro relato “El maravilloso traje de helado de crema” que me ha recordado muchísimo a Steibenck y los personajes de Cannery Row. El ambiente, los tipos que aparecen, el argumento, los diálogos…todo me recordó a Steinbeck.

Ha sido una lectura curiosa…




De Cheever han caído otros 4 relatos y  me han gustado todos. Me quedo con el inicio de “The Pot of gold”

They were always at the threshold of fortune; the always seemed to have something on the fire

Y con el final del mismo relato

“ Desire for her delighted and confused him. Here it was, here it all was, and the shine of the gold seemed to him to be all around her arms




Ahora que lo pienso, este mes también terminamos la lectura de “El Hobbit”. La primera vez que leí ese libro tenia 9 años y realmente no lo leí, me lo leyeron. En la semana que había nacido Pobrehermano Pequeño , Pobrehermano Mayor, Molihermana y yo estábamos en casa de mis abuelos dando el coñazo. Un hermano de Molimadre decidió que todas las noches, si nos portábamos bien nos leería un trozo de un libro que estaba leyendo él y que resultó ser “El Hobbit”. Dormíamos los 3 en dos camas y recuerdo perfectamente la sensación de meternos en la cama, taparnos hasta la barbilla y ver a mi tío sentado en un lado de la cama contándonos las historias de Bilbo Bolsón.

A las princezaz no les gusta que les lea en la cama, prefieren hacerlo solas. Les he leído El Hobbit mientras cenaban, para que se distrajeran ellas y para no entrar yo en un ataque de histeria al eternizarnos para comer 3 croquetas.

El Hobbit no es un gran libro, está a años luz de “El señor de los anillos”, es un cuento, una historia de aventuras con buenos y malos. A mí me ha gustado leerlo y a las princesas les ha flipado y a veces ha provocado grandes momentos.

“Bilbo se escondió entre el follaje”.

-        C , no hace falta que levantes la mano…¿qué pasa?
-          ¿Qué es follaje?
-          Jijijijiji.- risita de M.
-          Follaje son los arbustos, las ramas, cuando hay muchas plantas y casi no se ve a través de ellas.
-          Ya…pero follaje es algo más.- dice M.
-          No, “follaje” no es nada más, te lo aseguro.
-          …ya…pero se parece mucho

Pues con esto y un bizcocho (aunque lo que me apetece es un copazo) hasta los encadenados de julio.  

martes, 2 de julio de 2013

PADRES Y PRINCESAS

Mi padre siempre me contaba la misma historia:

“Cuando  ibas a nacer, yo siempre decía que quería una niña. Una niña dulce y cariñosa que cuando llegara a casa saliera a recibirme y darme besos y abrazos…y bueno, naciste tú. Menos mal que luego nació tu hermana que sí que es muy cariñosa

Mi padre era un cachondo y un gran sabio porque esa frase resume muy bien lo que los padres esperan de sus hijas, de sus princesas (comentarista que sufre con lo de princesas…de verdad., no te me ofendas) y la total falta de conocimiento que tienen con la realidad de sus hijas.

Para empezar, un bebe es un ser extraño, raro, difícil de manejar y que a los padres normalmente les parece algo bastante ajeno a ellos mismos. Si el bebé es niña, la dificultad, extrañeza y el sentimiento de ¿qué hago con esto? es mucho mayor. Un tío con su bebe Pepito en brazos es capaz de visualizarse jugando al fútbol, a las chapas, montando en bici o incluso bebiendo cervezas. Con ese bebe tiene algo en común, aunque sólo sea el género. Ese bebé tiene cola y algún día se afeitará. Un tío con su bebé Pepito sabe que sabrá ponerle la ropa sin problemas y que cuando uno diga  azul el otro no preguntara ¿celeste o marino? Un bebé Pepito parece frágil pero es algo con lo que se puede congeniar y con el que se visualiza haciendo cosas.

Un bebe princesa es más complejo. Es monísima, ideal y la más preciosa del mundo mundial pero el padre solo puede visualizarse con ella yendo de la mano, empujándola en el columpio, de paseo por la playa, pero intenta visualizarse haciendo algo “de niñas” y no le sale. Lo de la cerveza lo intenta pero sin saber muy bien cómo les recorre un escalofrío, se le ponen los pelos de punta y dice “¿cerveza?, ¿mi princesa? No”.  Y aparca esos pensamientos del futuro porque bastante tiene ahora con adivinar si el vestido se abrocha delante o detrás o si la falda con peto se pone por debajo o por encima de la camiseta o cual es la parte de delante de las braguitas.

Llega entonces una época estupenda de amor entre el padre y su princesa. La princesa es dulce y cariñosa. Inciso.- aunque sea una borrica de campeonato, le mole hacer el bestia y sea tirando a bruta siempre siempre siempre será dulce y cariñosa a los ojos de su padre.-Fin del inciso.  Por otro lado, las princesas consideran que su padre que las ADORA es el más guapo, el más alto, el más listo y el que mejor hace el tonto en la piscina, el zoo o el parque. Es una relación adorable. 

Todo va sobre ruedas. El padre adora a su princesa que es la más guapa del mundo mundial, la princesa adora a su padre y sale corriendo a sus brazos cuando llega a casa o se encuentran en la calle. Todo va bien, más que bien, va perfecto.

Cuando la princesa empieza a ser un poquito más mayor, empieza a tener gustos propios.  Y esos gustos propios pueden resultarle al padre tan ajenos como la atmósfera de Marte. A su princesa le gustan cosas de niñas. Y el padre no es una niña. Con un poco de suerte, en su infancia  tuvo hermanas que siempre le parecieron unas brujas (dicho con cariño) y con las que no recuerda haber compartido esas cosas de niñas.  Es más, recuerda claramente como no compartía esas cosas con ellas y más bien se dedicaba a destrozarle las muñecas o lo que fuera con que sus hermanas jugaban.

El padre descubre entonces que durante su vida ha conocido a muchas mujeres: su madre, sus hermanas, sus primas, sus amigas…sus ligues ( ah no, no no, no…eso ni insinuarlo) pero su princesa es única, irrepetible, maravillosa y no tiene ninguna de esas cosas que él siempre ha achacado a “todas las mujeres”.
Es su princesa y al mismo tiempo es una desconocida porque no hay ninguna mujer como ella.

Así que el padre mira a su princesa y sabe que es una mujer pero no es como ninguna otra. Es mejor sí, …pero ¿cómo se maneja? Es una época muy tierna. El padre odia los tacones…pero se recorre mil tiendas para comprarle unos tacones de plástico para su niña. Le chirrían las córneas de pensar en maquillajes pero es feliz cuando su princesa aparece con toda la cara llena de manchurrones. El padre es capaz de tragarse una exhibición de gimnasia rítmica, bailes regionales, natación sincronizada o lo que sea. Es capaz de ir a ver el espectáculo de princesas Disney, hello kitty o cualquier otra cosa atroz. Por supuesto y antes de que hordas de gente susceptible se me eche encima, a la princesa también le puede molar el fútbol, el piragüismo o el alpinismo de altura, eso da igual, pero le guste lo que le guste el padre estará flipado de compartirlo con esa princesa,  que es mujer pero que no es como ninguna mujer que él haya conocido porque sencillamente es mejor. Es su niña.

Después e increíblemente rápido para lo que querría el padre, la princesa se hace mayor. No hablo de que tenga  20, 18, ni siquiera 15. Con 10, 11, 12 años…la princesa empieza a hacer cosas incomprensibles para el padre. Donde antes había risas siempre, su princesa reacciona ahora ofendida o discute o llora o dice algo atroz “papá…no me entiendes”. 

El padre se queda paralizado. ¿Cómo que no la entiende? Claro que sí, es su niña. La niña más increíble del mundo (da igual que tenga media docena de ellas, todas son increíbles a su manera) y se llevaban bien y ¿qué ha pasado?

La princesa se está haciendo mayor y el padre normalmente no quiere verlo. Porque si su princesa se hace mayor hará cada vez cosas de mayores, que él recuerda vagamente que hacían las chicas que él conocía cuando él se hizo mayor.

El primer día que la madre de su princesa le dice “Le gusta un chico” o “tiene un novio”, el padre quiere morir. Su primera reacción es “neguemos la evidencia”…pero

-         ¿cómo le va a gustar un chico si tiene 12 años?
-         Pues porque tiene 12 años.
-         Eso es…¡¡12 años!!
-         A ti ¿con cuántos años te gusto una chica?
-         ¿A mí? Yo con 12 años solo pensaba en fútbol y escupitajos.
-         …..
-         ¿ A ti con 12 años te gustaba alguien?
-         Claro…
-         ¿COMO QUE CLARO???
-         A ver cariño…no colapses…o es que ¿acaso has pensado en algún momento que eras el primer tío que me había molado?
-         …..
-         En fin..vete haciéndote a la idea de que le molarán los tíos, saldrá con ellos y le romperán el corazón.
-         NI DE COÑA. Es muy pequeña y para eso queda muchísimo…
-         No queda tanto…
-         Estás siendo cruel conmigo…
-         Jajajajaja…no es tan grave…a lo mejor tiene suerte y encuentra uno como tú.
-         …Si..eso estaría bien.¡NO!, uno como yo no…que yo era muy golfo.

Empieza una etapa atroz para el padre. Su princesa crece, se hace mayor y se aleja y se acerca a él en un baile frenético de emociones que él no controla y que le hace recordar cómo se sentía cuando nació; no tiene ni la más remota idea de cómo manejarlo.

Cuando ha conseguido tranquilizarse “un poco” pensando que bueno las cosas irán despacio y lo de los amores de su princesa con doce años no es más que un juego infantil e inocente, su mujer llega y le dice:

-       A tu princesa le ha bajado la regla por primera vez.
-       ¿QUE????
-       A ver por favor...tranquilizate, que no tiene tétanos.
-       Pero, pero, pero..¿cómo va a tener la regla si tiene 12 años??
-       Pero a ver...¿de qué guindo te has caído? ¿A qué edad te crees que viene la regla? ¿ a los 25?

El padre sufre. Mira a su niña y descubre que ya no es una niña. Es una mujercita. Y tiene misterios,  algunos que él no conoce y otros que él conoció con otras “mujercitas” en su momento y solo de pensar en algún energúmeno (cualquier tío que se acerque a su princesa será un energúmeno) descubra esos misterios...se le abren las carnes en canal.

El padre además, sufre otro curioso efecto. Cuando por fin ve a su princesa como una mujer...el resto de los hombres, ellos, sus compañeros, sus colegas de género...pasan a ser potencialmente peligrosos. Todos ellos. Todos son hombres y todos mirarán a su princesa. Y él sabe como la mirarán porque él es como ellos...no, él no es como ellos porque tiene una hija.

Ahora comprende a su suegro y no entiende como no le pego una leche a él cuando llego a su casa de la mano de su hija.


Él no será tan comprensivo. Es su princesa. 

sábado, 29 de junio de 2013

UN DOCENA DE BEBIDAS EN TU RECORRIDO VITAL


¿Qué has bebido en tu vida? 

Obviamente leche y obviamente agua. ¿Y después? ¿ A qué no lo has pensado nunca? Las bebidas son como escalones en tu vida, como la talla de tu ropa, con el pelo que has ido perdiendo. 

Mira lo que bebes y sabrás cómo eres de mayor.  


1. Refrescos. 
Los refrescos no son alcohol. Obvio, pero cuando tenías 7, 8, 9, 10 años, los refrescos significaban casi casi lo mismo que significarían las bebidas alcohólicas después. Eran la ocasión especial, los cumpleaños, el premio si te portabas bien, la lata que te comprabas si ibas de excursión, lo que pedías si te llevaban a un restaurante. 

Dentro de los refrescos no todos eran iguales, estaban los de naranja y limón que eran como medalla de plata y luego la Coca Cola que era el premio gordo, la medalla de oro, lo más alto del pódium.  

2. Calimocho. 
El calimocho es una bebida muy rara. Mezcla la Coca-Cola que tiene siempre un componente de bebida de cumpleaños, de niños, de chispa de la vida con el vinazo más asqueroso que es una bebida de viejos, de señores mayores con chaqueta de punto en un bar mugriento. Inexplicablemente el componente infantil de mediasnoches de la cocacola y las cabezas de gambas del vinazo amargo casan bien y resulta ser una bebida estupenda para dar los primeros pasos en el camino de la bebida alcohólica. 

Gracias a Dios, es una etapa que se deja atrás. Bueno, casi todos la dejan atrás, siempre hay el que quiere seguir viéndose como un jovenzuelo con bolsas de plástico en un banco del parque.  

3. Cerveza 
 Es la bebida permanente. Se empieza a beber en barras libres en las que está calentorra y casi sin gas, se bebe en litronas compradas a escondidas y bebidas en parques y a la entrada de conciertos, en cañas bien tiradas, en dobles “porque las cañas no duran nada”, en minis gigantes en conciertos multitudinarios, en tu casa al llegar del curro directamente de la lata recién sacada de la nevera, en el picnic con la tortilla de patata y el bocata.  Se bebe en el aperitivo, por la tarde y por la noche. Empiezas a beber cerveza de jovenzuelo y te haces viejo con una caña en la mano. 

4. Combinados imposibles: Martini con limón, licor 43 con naranja..etc.   
Esto es más de tías. Hay que beber para mimetizarse pero la cerveza resulta demasiado amarga, el calimocho resulta demasiado cabezón y además se bebe a morro y se busca una bebida un poquito más exótica, más exclusiva, más frívola.  Esos combinados son dulzones, se beben rápido, entran solos y dejan una resaca espantosa pero claro eso no lo sabes hasta el día siguiente.  

5. Whisky 
Después de dar tumbos por el mundo del calimocho, la cerveza y las copas imposibles se llega a la primera etapa de bebida de mayores: el whiskazo. El whisky lleva su propia evolución. Se empieza bebiendo el más barato que haya diluido en cuanta más coca cola mejor y luego el paladar se va educando y ya se prefiere determinada marca de whisky y se diluye en menos coca cola o incluso sólo en agua o los más campeones sólo con hielo. La etapa del whisky dura bastante, años, muchos años…y hay gente que permanece fiel a él durante toda su vida. 

El problema del whisky con cocacola es que después de atufarte n números de ellos, además de una resaca atroz provocan un nivel de azúcar en sangre muy desagradable e incluso impide el sueño si no estás acostumbrado a la cocacola. El whisky por cierto deja una resaca espeluznante también.  

6.Ron 
El ron es una bebida curiosa. Se puede llegar   a ella directamente desde la cerveza y el calimocho o después del whisky. Tiene también su propia evolución y se empieza bebiendo el clásico ron blanco que hay en todos los bares del país para terminar luego hablando jerga del tipo: “yo quiero un ron moreno venezolano que es dulzón pero no tanto”, “O yo quiero mejor uno de 25 años”.  


7. Chupitos alcohólicos. 

Por un lado tenemos los chupitos de jóvenes: tequila, saporovskys, vodka a palo seco, mezclas imposibles de bebidas con muchísima graduación. Estos chupitos se beben en la cumbre de la borrachera con el absurdo propósito de demostrar lo que se aguanta antes de derrumbarte. 

En el otro extremo están los chupitos de viejos: licor de hierbas, orujo blanco, orujo, licores variados. Estos se beben al final de pantagruélicas comidas y para disimular los llamamos “ digestivos”. La moto que vendemos es que los bebemos para digerir mejor el festín que acabas de apretarte pero la realidad es que lo que te apetece es un copazo pero no es el momento.  Cuando sí es el momento estos digestivos crecen y pasan de ser chupitos a ser “copa balón con mucho hielo”. 

Por cierto, cuanto más te gusta beber algo en copa balón más viejo eres. Y esto es científico…


8. Vino bueno 

Tras años de beber  vinos capaces de desatascar las peores cloacas del planeta tu paladar dice basta y exige vino bueno. Aquí hay también todo un mundo de posibilidades, desde el que se limita a elegir uno bueno cuando va a un restaurante hasta el que se hace un curso de cata, compra vino y lo guarda en casa para epatar a sus amistades. Al vino bueno le pasa que parece que no es beber, te atufas una copita o dos al llegar a casa o mientras preparas la cena y parece que no bebes. 

9. Champán

Hasta que no te has atufado un buen pedo de champán no te gradúas en el curso CCC de “Saber beber”. El champán es muy traicionero, entra fácil, se acaba rápido y es muy celoso. ¿Qué quiere decir esto? Que es raro quedar a beber champán solo, normalmente va al final de una comida para celebrar algo y en esa comida con suerte habrás bebido sólo vino o puede que hayas bebido cerveza y vino. Después el champán “Qué fresquito” “Qué rico” “ Qué bien entra el buen champán”. Se acaba rápido y te lanza a una euforia que te hace decir..” otra botella” u “ vamos a tomar copas”. Si es otra botella,  la resaca será cabezona de las de que te crece el cerebro tanto que crees que te va a salir por las orejas…si optaste por el mundo copas, el champan se pondrá celoso y al día siguiente la holgura craneal te matará. 

El champán es de mayores y hay que manejarlo con cuidado porque además da resacas de las que no recuerdas que hiciste… 


10.Bebidas sin. 

En medio de la navegación por los mares de las bebidas alcohólicas de repente llega una etapa en la que no puedes beber o quieres beber menos. En las mujeres suele ir asociado a bombo y en los hombres a algún tipo de susto médico o esponjamiento obeso que les hace replantearse su dieta.  Es entonces cuando se empieza a beber cerveza “sin”, chupitos “sin”. Es una etapa de mucha pena y muy ridícula. Sinceramente si no puedes tomar alcohol es mucho mejor tomar zumos o refrescos o incluso agua. Las bebidas sin son como ver a otros practicar sexo..sabes cómo se hace, sabes cómo se siente y además te apetece..pero te castigas con mirar solo. 


11. Gin Tonic. 

Cuando te has bebido miles de whiskys de repente un día te apetece otra cosa. No te apetece el sabor dulzón del whisky ni una cerveza ni vino y entonces pruebas el GIn Tonic. No quieres, porque el Gintonic es de viejos, de señores mayores, de tus padres, pero te apetece, es una fuerza incontrolable y te dejas llevar. Y te gusta, te gusta mucho. 

El Gintonic es la bebida que se puede pedir de aperitivo, de sobremesa o para tomar copas. No es dulzona y no entra tan fácil como el whisky así que (en teoría) bebes menos.  Además descubres que deja muchísima menos resaca. 

El Gintonic casa bien con la juerga pero también es una bebida solitaria. Una bebida de “ estoy hasta el moño de todo me voy a tomar un gintonic a mi bola”. 

Por supuesto también tiene cosas malas. La peor es que hay una corriente terriblemente snob de ha convertido una bebida recia y molona en un carnaval de pijadas sinsentido. Hay que mantenerse firmes y no caer en absurdeces. Ginebra, tónica y limón o como mucho lima. Todo lo demás son fuegos florales. 

12. Oporto, jerez, brandy  
Estas son bebidas de señores mayores, muy mayores, de pelo blanco y manos arrugadas. Para beber en copa balón pequeña y con el periódico al lado. No sé bien cuando se llega a beber estas cosas, en qué momento dejas el gintonic y el vino bueno y coges una botella panzuda con un líquido de color oscuro. Por no saber, no sé ni siquiera si son bebidas distintas pero sé que es lo que me espera al final del camino del alcohol.  


Los caminos del alcohol son complejos y muy intrincados, pero resulta que todos más o menos hemos seguido el mismo recorrido vital en nuestra relación con el alcohol. Todos menos los abstemios…pero de esos no puedo hablar.

Publicado primero en Unadocenade.