Es un alimento de contrastes.
Para empezar, el mundo se divide entre los que aman la sopa, el humo, la cuchara sopera y escaldarse la lengua hasta que te quedas sin papilas gustativas y los mafaldistas, entre los que obviamente me encuentro: odiamos la sopa.
El primer tema polémico es ¿la sopa es alimento o bebida? Sus defensores dirán que un alimento y añadirán algo como “contundente”. Dirán cosas como “nada como una buena sopa para reconfortar el cuerpo y el ánimo”. Los detractores decimos que es bebida caliente, vamos como un café con leche un chocolate o un Nesquick, lo que pasa es que con otro atrezzo, plato sopero o cuenco en vez de en vaso y así parece más. Una sopa da calorcito (o te abrasas el esófago...depende) pero alimentar, alimentar...regular. Nadie se toma una sopa y dice: estoy llenísimo. Normalmente se pregunta ¿qué hay de segundo? Hay sopas muy tramposas que han conseguido pasar a ser segundo plato ( el cocido de no se dónde) y parece que llena..pero en realidad solo rellena empapa en todo lo que te has atufado antes.
Para dejar este tema zanjado: la sopa se traga sin masticar, se bebe. Es bebida, aunque le pongas cosas que floten para despistar.
Para dejar este tema zanjado: la sopa se traga sin masticar, se bebe. Es bebida, aunque le pongas cosas que floten para despistar.
La sopa parece un alimento sencillo: un líquido coloreado con una enorme variación cromática, con tropezones de todo tipo flotando o hundiéndose. Repito, parece sencillo pero no lo es. Una buena sopa requiere muchísimo trabajo y dedicación. Si se hace con desgana o malos ingredientes o prisas es un alimento desagradecido y reconroso y queda un aguachirri asquerosa.
La sopa es un alimento de amor supremo. Nadie te quiere más en el mundo que aquel que te prepara una sopa, un caldito. Yo soy ejemplo de eso: odiadora de sopa profesional, hago calditos variados para laz princezaz…que yo jamás pruebo.
Pero en una nueva paradoja sopera, a pesar de ser un cumbre del amor supremo, la sopa es un alimento muy poco romántico. Mejor dicho, nada romántico. No sirve para una primera cita, es un alimento traicionero: puedes salpicarte, puede quemar muchísimo y debatirte entre soplar para enfriarlo o removerlo sin fin mientras el otro se zampa su primer plato y te pregunta si es que no te gusta, puede ser que te confíes y sin querer sorbas, puedes salpicarte y mancharte en el trayecto del plato a la boca, tienes que abrir mucho la boca para meterte la cuchara o poner boquita de piñón para solo la puntita y plantea dudas cuando llegas al final: ¿Inclinas el plato para coger los últimos restos? Lo dicho, es un alimento traicionero para una primera cita. Eso por no hablar del tema…”Me meo. A ver como se lo digo”.
La sopa tampoco vale para cena romántica casi por los mismos motivos que no vale para una primera cita. Ni siquiera con la confianza de la pasión amorosa la sopa pega con las velas y esas cosas. Pero, sin embargo y como ya he dicho antes, la sopa es un alimento de cariño. Un amor consolidado y molón, de esos de llego a casa y lloro de agotamiento y el otro te hace mimos o te consuela…pide sopa (al que le gusta). Otros consideramos de mucho más amor una tortilla de patata, pero le reconozco el componente cariñoso a la sopa.
La sopa es un alimento que cambia según con quien se tome. Una sopa en familia o con amigotes suele ser un momento cálido, el amor y el buen rollo rodean a ese grupo de gente que levanta las cucharas al compás y sorbe con fruición. La sopa en soledad ,sin embargo, se parece mucho a la tortilla francesa es un alimento de dar pena: qué solo estoy, nadie me quiere y aquí ando con mi cuenco de sopa lamentándome, voy a llorar y que mis lágrimas enfríen este brebaje.
La sopa en la infancia mola. No lo has pensado, pero sientes que tu madre te quiere si te hace sopa (yo no soy ejemplo de nada…mi madre me daba sopa y yo lloraba, pero claro a Pobreshermanos y Molihermana les flipa) y además, no olvidemos un superhit de la comida infantil: la sopa de letras. Incluso los que odiamos la sopa hemos jugado a buscar las letras de nuestro nombre y ponerlas en el bordecito del plato…
Por todo esto, se podría pensar que la sopa es una buena opción. Da buen rollo, calienta, reúne a la familia y reconforta si no eres del sector mafaldesco del mundo.
Pero no, la sopa tiene un lado oscuro, muy oscuro. ¿Qué daban en los campos de concentración? Exacto. Sopa, en su peor acepción. Pasa de ser un alimento amoroso a ser el alimento del horror: un agüilla repugnante que deja las tripas rugiendo en el mejor de los casos y mataba en el peor.
La sopa es un alimento infinito en sus variedades pero no se puede organizar una comilona a base de sopas. Sería un follón de cucharas, soperas, platos hondos y además puestos a imaginarlo, sería más como una cata de vinos: mmm..le noto un sabor ligeramente a cebolla y sin embargo esta sabe más a cabeza de gambas. Imposible.
En la cumbre de la escala social de las sopas, hay una que se cree más, el top de la creación sopera y el colmo del refinamiento: el consomé. No admite fideos ni letras..solo jamón del bueno y nada de atrezzo de baratillo. Se toma en unas tacitas absurdas que sólo se diferencian de las del café con leche en que tienen dos asas. El consomé es un cursi.
En la cumbre de la escala social de las sopas, hay una que se cree más, el top de la creación sopera y el colmo del refinamiento: el consomé. No admite fideos ni letras..solo jamón del bueno y nada de atrezzo de baratillo. Se toma en unas tacitas absurdas que sólo se diferencian de las del café con leche en que tienen dos asas. El consomé es un cursi.
Ninguna sopa es igual a otra y por supuesto, la mejor es siempre la de tu madre, la de tu abuela o una que te comiste un día en no sé dónde. Se rodea de un halo de leyenda que resulta inalcanzable para cualquier otra sopa que pruebes.
Las sopas frias, no son sopas. Son otra cosa, con menos gracia, menos reconfortantes y nada de amor pero a cambio no te echan humo en los ojos y no te escaldas al tomarlas. Definitivamente, son más de mi estilo.