jueves, 17 de mayo de 2012

QUERIDO,



Ya no puedo más. He intentando controlarme y no decir nada porque luego todo es un follón, se me llena el blog de gente, todo el mundo comenta y mi rinconcito de paz se convierte en un corral de verduleras…pero ya me conoces, no tengo fuerza de voluntad...así que te voy a decir unas cuantas cositas.

Empezaré diciendo que no me caes mal, no te tengo especial manía y si me obligaran a escoger un amigo entre todos los que formáis el gobierno, serías el elegido sin duda alguna. Tienes cara de bonachón y no vas mal peinado, dos virtudes que no abundan entre tus ministros que tienden a tener cara de malvados de comic o a llevar unos peinados altamente perturbadores. No descarto que todo sea una maniobra por tu parte para parecer más bonachón…pero eso sería astuto…y pinta de astuto no tienes...y no es insulto...la vida es así.

Al grano. Voy a explicarte qué es ser presidente de gobierno. Ser presidente de gobierno, es como ser jefe supremo, como ser madre dando verduras, como ser padre prohibiendo salir un viernes, la gente te odia. Ser presidente del gobierno implica que le caigas mal a mucha, muchísima gente. Efectivamente, te votaron 11 millones de personas que son muchas...pero hubo muchos más millones que no te votaron y que por tanto no te quieren. Eh, eh, eh...no me vengas con que la legitimidad y blablablá. Que sí, que eres presidente legítimamente pero asume que hay cantidad de gente que no te quiere. Ser presidente implica ser impopular, ser criticado, vituperado, ser objeto de bromas y que te juzguen por todo continuamente.

¿Cómo que no es justo? ¿Cuántos años tienes? Haber elegido muerte y haberte quedado de registrador de la propiedad, vivirías tranquilo y nadie haría chistes a tu costa.

Quiero ser presidente, quiero ser presidente, quiero ser presidente” Años y años de dar la murga hasta el infinito, la brasa hasta el más allá. Años de “Yo sé lo que hay que hacer...yo se lo que hay que hacer…y no te lo voy a decir”…años de “yo lo haría mejor, yo lo haría mejor”. Pues hala…ahí lo tienes...eres califa en lugar del califa…, y la gente no te quiere. Llora y apechuga o vete y hazte cheerleader.

No vuelvas a decir “Estoy haciendo lo que tengo que hacer”. Tú sabrás lo que estás haciendo, por mi bien espero que algo de todo esto funcione, aunque te confesaré que tengo mis dudas. Yo no soy presidente, ni ministro pero me parece que si tu plan astuto pasa por reactivar la economía y a la vez le quitas a la gente la pasta y el trabajo...reactivar, lo que se dice reactivar no va a estar fácil...pero oye, que tu eres presidente y yo reviso libros de colores. A lo que iba, estarás haciendo lo que tienes que hacer pero eso no significa que tengamos que hacerte la ola. Tampoco significa que no podamos tener opinión y que nos parezca que tu reforma laboral, por ejemplo, sólo va a servir para que haya más paro…pero bueno...esperaremos a ver qué pasa...

Más cosas. Alguien tiene que decírtelo. Está muy feo, feísimo, que estés haciendo todo lo que dijiste que no ibas a hacer. Entiéndeme, nadie espera que un político diga la verdad. Nadie esperaba que hubieras dicho algo totalmente sincero y honrado al electorado...algo del tipo “Todo está peor de lo que nos creemos asi que sintiéndolo mucho, si llego a ser califa subiré los impuestos, bajaré las pensiones, recortaré la sanidad y la enseñanza pública, os subiré la gasolina, os privatizaré las carreteras…y veremos que más se me ocurre”. No, nadie espera eso. Para ganar unas elecciones lo suyo es mentir, prometer la luna y si hace falta vender una o dos madres o las que hagan falta.

Pero alma de cántaro, ¿Cómo no se te ocurrió usar las frases comodín? Mariano... ¿subirás los impuestos?Ya veremos”…Mariano... ¿ privatizarás la sanidad”…” No creo”. Ya sabes, esas frases que son un sí, pero no...Puede que a lo mejor.

De todos modos lo peor no es mentir a los que no te han votado, a esos les da igual...es más, hay algunas tan listos, tan listos y tan desconfiados que sabían que estabas mintiendo desde el minuto 1. Lo peor, como iba diciendo, es que mientas a los que te han votado... ¿sabes la carita que se les está quedando? Además, les estás mintiendo tanto y en tan poco tiempo que se les están acabando las excusas…y el dinero y el trabajo, que eso también hace mucho claro para la carita que se les está quedando. Mide tus mentiras...porque a este ritmo...dentro de 4 años o prometes un coche, una casa, un puesto de senador vitalicio para todos o lo vas a tener chungo.

Sé por dónde me vas a salir ahora “es que estaba todo mucho peor de lo que yo creía”. Venga ya, coño. Eso no se lo cree nadie. Todos sabíamos que todo estaba muchísimo peor de lo que nos decían. Todos mentís como bellacos (qué bonita palabra) o ¿es que creías que habías inventando la pólvora? “Se me ha ocurrido algo para ganar votos, voy a mentir muchísimo y así seguro que gano, Bwha, bwha, bwha”...pensaste mientras te mesabas las barbas. No eres tan tonto, te lo estás haciendo.  Y lo sabemos.
De todos modos, como hoy estoy comprensiva mientras calculo la indemnización que me corresponde cuando me echen, voy a decirte lo que hubiera sido mucho mejor. No es que te hubiéramos querido más, ni hubieras sido mejor persona, pero por lo menos te tendríamos algo de respeto por tener el valor de decirlo.

A ver, he ganado las elecciones y esto está hecho un desastre absoluto como sabíamos todos pero no decíamos. Os dije que no iba a bajar las pensiones, ni subir los impuesto, ni tocar la enseñanza, ni abaratar el despido, ni hundir la ciencia, ni privatizar la sanidad…pero os mentí. Era la única manera de que me dejarais ser califa en lugar del califa...asi que andaros listos y a ver si dentro de cuatro años os acordáis de esto y no picáis como bobos”.

No pongas esa cara de susto. No me digas que eso no se puede decir. ¿No se puede decir pero se puede hacer? ¿Se puede hacer con total  desfachatez y arrogancia y te da vergüenza decirlo? ¿Crees que porque no lo digas no nos damos cuenta?

Dos cosas más para terminar. No me salgas con el recurso ese de niño pequeño que usáis todos los políticos “José Luis era peor”. Jose Luis era un inútil integral, un memo y un absurdo pero es historia...el que está ahora ahí, eres tú...y el marrón es tuyo y tú lo querías.

Y por último, por mi bien (porque el tuyo me es completamente indiferente) espero que todo esto que estás haciendo...funcione...porque si no...En vez de califa en lugar de califa dentro de 4 años solo podrás ser hechicero de la tribu porque estaremos viviendo en las cavernas.

miércoles, 16 de mayo de 2012

UNA DOCENA DE COSAS QUE NO MOLAN DE TU SMARTPHONE



Todos tenemos un Smartphone o teléfono inteligente. Un nombre ridículo, cursi y completamente idiota y que además no se corresponde con lo que nuestro teléfono es para nosotros.


Seamos sinceros, amamos nuestros móviles. No seríamos nadie sin ellos ahora mismo. Sales de casa y te palpas los bolsillos, o rebuscas en el bolso compulsivamente pensando..¡¡el móvil!!..¿ Me he dejado el móvil? Es prácticamente imposible, pero aún así hiperventilas hasta que lo notas en el bolsillo o en el fondo del bolso. A estas alturas del 2012 hay más posibilidades de que salgas de casa sin ropa interior que sin tu móvil.

Nuestros móviles son estupendos, fabulosos, hacen cosas que jamás pensamos que podría hacer un teléfono y otras muchas cosas que ni siquiera sabemos que pueden hacer. Somos la generación de la cabina y del teléfono de rosca. Recordemos que el teléfono de góndola en casa de nuestro amigo Pérez nos parecía sofisticado…y míranos ahora..tenemos un iphone, un Samsung o un megateléfono chupi. Somos los más.

Molan mucho y permiten por ejemplo leer este post absurdo en cualquier sitio, así que solo por eso merecerían la pena, pero también tienen un montón de cosas que no molan nada y además nos complican la vida.


1.La batería “coitus interruptus”


Tu antiguo microteléfono Nokia, que no olvidemos, hace 5 años te parecía guay porque no ocupaba nada en el bolsillo, tenía una batería que duraba tanto como la del gato que mueve el brazo en el chino de tu barrio. Tenía tanta batería que hasta te olvidabas de dónde habías guardado el cargador. Tu supersmartphone lamentablemente no te sigue el ritmo como tu viejo Nokia, se agota enseguida, casi siempre en el momento más inoportuno..”un poco más..un poco más….ohhhh”. Te deja a medias.


2. El “frustrante” teclado táctil


El teclado táctil es posiblemente el peor invento que ha habido nunca. Teníamos teclados pequeños y molones y nos los han quitado por unos bonitos, molones, chulos pero que no sirven para lo que se supone que tienen que servir: Escribir. No solo es que no sirvan, es que es una tortura atroz el mero hecho de intentarlo. Son un coñazo y además te obligan a ir releyendo lo que escribes porque ponen lo que le sale de los huevos. Al final optas por no escribir o por encomendarte a que la capacidad interpretativa del “tactilismo” de tu interlocutor sea comparable a la tuya.


3. La pérdida de conexión


Esto es tan espantoso como cuando vas al baño con un apretón espectacular, te sientas, triunfas y después descubres que no hay papel higiénico. ¿Qué te queda? Hacer algo ridículo, cómo salir con los pantalones sin subir, gritar para que alguien te lo tire por encima de la puerta o mirar alrededor buscando un sustituto. Con la conexión es igual..escribes algo..le das a enviar y no hay conexión 3G..empiezas a hacer un baile de chamán agitando el móvil, apagas enciendes, sacas la batería, la tarjeta…y te desesperas.


4. La capacidad para conectarse cuando no quieres


Estas de excursión por Pirineos, bonito paisaje, bonitas montañas. Tu móvil en el bolsillo. Al mes siguiente descubres que lo que creías que había sido un día de campo, natural y barato te ha salido por un pico porque casualmente cruzaste la frontera y tu móvil inteligente entró en conexión 3G en Francia.


5. Las 1001 aplicaciones.


Por fin tienes un Smartphone. Lo quieres todo, el Instagram, el Evernote, el dropbox, las catorce aplicaciones para ir a correr, la de las recetas, el apalabrados, facebook, twitter, la que te controla la regla, todas. Acumulas en pleno ataque de Diogenismo, para descubrir que organizar las aplicaciones da la misma pereza o más que colocar fotos en un álbum. De vez en cuando te da un ataque y optas por borrar sin criterio, para al cabo de unos días decir: me voy a instalar algunas, pero controlando. Ja. Es la espiral del Diogenismo aplicativo.


6. Inseguridad en la elección.


Elegir el modelo de móvil es más complicado que elegir casa. No se trata de me gusta o no me gusta. Es más allá ¿Cual es el mejor? Hordas de adictos al iphone braman sobre ti…¡¡¡ si te vas a comprar un móvil nuevo..cómprate un iphoneeee!!!...hordas de enemigos de Apple gritan..¡¡mucho mejor un Samsung!! O un Htc!!!.. No sabes que hacer..todos parecen iguales..todos los que los tienen dicen que los suyos son mejores. Al final, te tapas la nariz, saltas y esperas acertar.


7. Crean frustración


Oh que bien..estoy en la sala de espera de algún sitio absurdo y puedo leer mi blog favorito. Como mola mi teléfono, voy a comentar algo en esta entrada tan chula. Escribes con el puto teclado táctil, le das a enviar….y sale algo como “ la aplicación ha causado error”. Ahora estás aburrido y frustrado porque sin duda ese comentario era el mejor que habías escrito nunca. Lo mismo si quieres usar google maps porque estás perdido en medio de un polígono. Metes la dirección y te quedas mirando la barra de navegación, hasta que te das cuenta de que se te ha hecho de noche y hubiera encontrado más rápido el camino echando miguitas.


8. Los nombres


¿ Por qué no le ponen nombres chulos a los teléfonos? Iphone, Galaxy, HTC…son feos..y además suelen llevar una ristra de números que perturban muchísimo. ¿ tienes un iphone? ¡ Cual? ¿ El 3 o el 4 con G? ¿ EL galaxy 3000 o el I1204? No lo seeeeeee…es mi teléfono y lo quiero igual.


9. Hay que aprender jerga.


Tu viejo nokia tenia números y letritas y un botón de llamar y otro de colgar. Te costó tela saber que para que saliera la c, había que darle 3 veces al botón, pero al final tenías una velocidad de tecleo de mecanógrafa de Mad Men. Eso, con tu nuevo teléfono no sirve de nada..ahora tienes que aprender cosas como “Modo de red” “3G”, “Modo vuelo” “ Itinerancia de datos” “ Almacenamiento masivo” “ Samsug Kies”….todo muy del espacio y todo muy de “mírame y no me toques que me jodo”.

10. El ridículo gesto de acariciar la pantalla.


Nos hemos acostumbrado, pero pensado fríamente parecemos monos amaestrados cuando miramos una pantalla y la acariciamos con dulzura o cuando hacemos una grácil pinza con el índice y el pulgar para ampliar algo. ¿Dónde ha quedado el atractivo del vigoroso tecleo? Hombres del mundo..acariciar vuestros smartphones..no es sexy..

11. Son adictivos.


Para superar un problema, lo primero es verbalizarlo. “ Me llamo Molinos y soy adicta a mi móvil”. Lo siguiente es pensar en cómo solucionarlo….pero eso ya para otro día. Vayamos poco a poco.

12. ¿He comentado lo de la batería?


Tienes un Smartphone última generación. Miras tu bolso y ves el cargador de corriente, el cargador de coche y el cable para cargarlo conectado al pcny piensas “ Creo que si llevara el teléfono fijo de casa, llevaría menos cable”.

Todas estas cosas hacen que nuestros móviles no sean perfectos…pero seamos sinceros, ¿ A quién le importa? Los queremos así.


Publicado originalmente en Unadocenade

martes, 15 de mayo de 2012

ENSAYO SOBRE EL ARMARIO



Los armarios son un objeto curioso. La mayor parte del tiempo pasan completamente desapercibidos, no te das cuenta de que están, no se disfrutan como un sofá y  los usas un intervalo de tiempo cortísimo y normalmente durante ese uso estás pensando en otra cosa: llego tarde, no me acuerdo donde he aparcado el coche, tengo que coger la cartera, que no me olvide el móvil…A veces el armario intenta llamar tu atención y entonces hace que un cajón no abra, esconde algo al fondo de una balda o sencillamente no le sale de los cojones cerrarse. Cuando ya está muy cabreado manda el rayo puteador que te taladra el cráneo, penetra en tu cerebro abriéndose paso a codazos y apartando cualquier otro pensamiento e instala en el centro de tu universo este mantra: tengo que ordenar este armario.

Ese rayo puteador te jode infinito. Si triunfa, si no eres lo suficientemente rápido como para esquivarlo o entorpecer su paso con un pensamiento más potente…estás atrapado. Tienes que ordenar el armario.

Inciso...casi todos los hombres son inmunes al rayo puteador de los armarios...pero sin embargo son presa fácil de otro rayo puteador: tengo que limpiar el coche...- Fin del inciso.

El armario tiene mala fama entre la gente desordenada y no debería ser así. El armario es amigo de esa gente, les permite esconder su caos. Imaginaos la casa de la persona más desordenada que conozcáis sin armarios, exacto, un reportaje de televisión de esos que entran en un salón hundiéndose hasta las rodillas en trastos.

Un armario solo está perfectamente ordenado si está medio vacío. El 50 % de capacidad de un armario es el límite para permanecer en perfecto orden de revista. Los armarios de Ikea no son cómodos, ni versátiles ni tienen mucha capacidad: están vacios...ese es el secreto de los suecos. Coge toda tu ropa o todas tus herramientas o todos los juguetes de tus churumbeles y vete a la sección de armarios de Ikea…verás que risa. Prueba con esos que se cierran con cortinita y que parecen tan monos…el descojone absoluto.

Un armario nunca es lo suficientemente grande por dentro ni lo suficientemente pequeño por fuera. Siempre ocupa demasiado espacio y cabe demasiado poco.

Un armario es como el mes de enero, o el de septiembre. Genera buenos propósitos imposibles de cumplir, que realmente crees que esta vez sí conseguirás llevar a cabo: “hoy lo ordeno y a partir de hoy lo mantengo ordenado, siempre es mejor eso que esta paliza que me estoy dando”, “ahora cuando llegue, voy a guardar casa cosa en su sitio”. Esos buenos propósitos duran más o menos lo mismo que la intención de ir al gimnasio todos los días, aprender inglés, llamar a tu madre más a menudo o no comprar un libro más…perdido en el limbo de tu falta de voluntad.

Todos los armarios tienen tendencia al desorden, todos, pero podemos establecer una clasificación de menos a más:

- El armario de las herramientas, bombillas, cables, trastos de pintar y demás murgas de bricolaje. Suele ser territorio de hombres y suelen tenerlo en perfecto orden. Es el único sitio de la casa donde encuentran las cosas a la primera, sin decir la mítica frase “Aquí no está”.

- El armario de los abrigos que normalmente está en la entrada o en algún tipo de habitación que se usa menos. Los abrigos entran y salen durante el invierno y llegado el momento entran y no salen en una temporada. El problema de este armario no es el desorden, es la capacidad. Acumulamos abrigos, chaquetas, chupas, anoraks y demás sin pensar en el volumen que esas prendas tienen y el porcentaje de entrada y salida de prendas no está equilibrado. Entran prendas pero no salen…este armario suele permanecer ordenado hasta que estalla.

- La despensa. Un caos con sistema domina el ecosistema de este armario. Si hay suficientes víveres, suelen organizarse por baldas siguiendo algún tipo de sistema que junta las conservas con las conservas, las cosas de desayuno con la bollería, la leche y el zumo en una balda y la comida “por si acaso” que nunca se come en otra balda. Suele haber en todas las casas algún elemento perturbador que nadie se explica cómo ha llegado “¿de dónde coño ha salido esta lata de berenjenas en vinagre y que hace en la balda del azúcar y la sal? Suele ser un armario que cuenta con las simpatías de los tíos…”qué hay que hacer la compra...con la cantidad de cosas que hay para comer aquí”.

- El armario o “solución de almacenaje” de los juguetes de los niños. Nunca, jamás, nunca, los juguetes son del tamaño adecuado para poder jugar con ellos al tetris y aprovechar todo el espacio disponible. Este armario solo está ordenado por interés y empeño de las madres. La duración de su orden es inversamente proporcional al tiempo que se haya dedicado a dejarlo en perfecto estado de revista…no se conocen casos en que el orden haya durado más de 1 hora.

- El armario de la plancha. Es un ser mítico para los tíos... ¿tenemos un armario de la plancha? Este mola porque puede estar desordenado sin cargo de conciencia.

- El armario de la ropa de cada cual. Este ya permite todo tipo de descojone y descontrol. Una opción es todo ordenado incluso por colores y tipos de prendas. Otra opción es los cajones ordenados y las baldas hechas un cristo o viceversa. O la opción más caótica...todo metido a presión, sin ningún tipo de orden...el armario pasa a ser más bien un escondite...y como todos los escondites tiene sus sorpresas... ¿Que es esto rojo que asoma por aquí? Coñoooo...pero si tenía una camiseta roja superchula...ni me acordaba...eso sí, está pelín arrugada.

Por encima de todos estos y en una categoría diferente está el peor armario de todos, uno que todos odiamos y que es sencillamente imposible de mantener ordenado. Estoy hablando del temido ¡¡armario de los tupers!!!

Es el más cabrón de los armarios. Hay que usarlo siempre como si estuvieras manejando plutonio, cualquier error puede significar el caos. Se debe abrir la puerta con mucho cuidado. Otear el interior hasta encontrar el tuper que crees que necesitas o el lugar donde pretendes colocar el que tienes en la mano. Visualizar la maniobra a realizar y solo cuando tengas claros los movimientos, efectuarlos con suma precisión y cuidado. Cualquier mínimo error en el manejo, quebrará el inestable equilibrio que domina el mundo de los tupers y que es incomprensible para los humanos. Cualquier descuido, provocará un estallido que incluirá un derrumbamiento de las torres de tupers. Si eso ocurre, todos saltarán por los aires, disparados hacia el exterior en un efecto cascada que vaciará el armario por completo y desparejará tapas y tupers provocando sudores frios, mala leche y cabreo supremo en el usuario. Normalmente esta explosión suele ir acompañada del grito: .“se puede saber para qué cojones tenemos tantos tupers. Hay que tirar la mitad”. Por supuesto, no se tira ninguno. Se vuelven a colocar dentro como buenamente se puede en una nueva cumbre de equilibrio inestable, .esperando que el próximo caos le toque a otro.

Por último y para concluir este sesudo análisis solo diré una cosa, desconfío mucho de la gente que tiene los armarios perfectamente ordenados. Alguien que tiene los jerseys por colores, las faldas agrupadas por largos y los pantalones colgados como si no se usaran, no me parece de fiar. Son gente que dedica su tiempo libre a ordenar, a colocar en vez de tirarse a no hacer nada, leer, o lo que sea. Esconden algo seguro  y seguro que tienen  conversaciones aburridas. Ahí lo dejo.

domingo, 13 de mayo de 2012