Hace años un concierto en lunes, en plan tranqui, en un teatro y sin alcohol de por medio habría sido impensable, pero las cosas cambian, es lo que toca y además me apetece.
El mundo de los conciertos es curioso. Cuando empiezas, cuando te desvirgas con tu primer concierto es una actividad “tutelada”. Algún mayor te lleva. Alguien responsable habla con tus padres (o te llevan tus padres, pero no fue mi caso), te compra la entrada y te lleva a disfrutar de tu música favorita. Ya lo he contado, pero yo tuve un comienzo genial. 1988 Bruce Springsteen en el Vicente Calderón con la gira “Tunnel of love”. Bruce y Patti acababan de liarse y se comían literalmente en el escenario, él salía con un chalequito espantoso y ella con unos globitos mordiéndose los labios. Recuerdo el calor infernal que hacía en julio en Madrid, y la ropa que llevaba puesta, moda ochentera total: pantalones largos de rayas verdes y camisa blanca con hombreras. Me parece que en el pelo llevaba una cinta haciéndome tupé. Cuando volvimos a Los Molinos a las tantas de la mañana recuerdo estar en éxtasis. Esa sensación la he vuelto a tener cada vez que he vuelto a ver a Bruce. Un tío que nunca defrauda.
Yo no lo sabía, pero aquel primer concierto tan espectacular iba a condicionar mucho mi disfrute de los siguientes conciertos a los que asistí. Si tu primera experiencia es acojonante tiendes a creer que todas serán así en el futuro…y nada más lejos de la realidad.
MI siguiente experiencia concertil fue memorable pero no tuvo nada que ver con la música. Ya lo conté también (debería plantearme cerrar el blog, ya lo he contado todo), pero ese mismo año, asistí al concierto de Nacha Pop en la sala Jácara del cual sacaron un mítico disco que yo aún conservo en vinilo. Creo que estuvo bien pero no puedo contar nada porque me entretuve con mi primer novio explorándonos los premolares, días antes de que me plantara en la cafetería Chikito e inaugurando así una fabulosa serie de desengaños amorosos, que también he contado. Para ahondar más en mi imagen patética, contaré que no recuerdo que llevaba puesto aunque seguro que pasé horas eligiéndolo, pero llevaba en la mano el libro de latín de 2º de Bup forrado con un papel rosa de corazones. Lo pienso ahora y digo..¿Quién coño era yo? ¿Papel rosa de corazones? Y hay algo todavía más inquietante... ¿quién me forró los libros?
Después de este par de experiencias importantes por su trascendencia para inaugurar dos grandes presencias en mi vida: mi amor por Bruce y mis desengaños amorosos, recuerdo un montón de conciertos.
Cuando eres joven e imbécil muchas veces vas a sitios que no quieres ir. Yo era joven, imbécil y bastante solitaria, así que me ahorré bastantes conciertos, pero para evitar el creciente ostracismo social al que me veía abocada por mi lengua afilada y mi falta de atractivo para el mundo masculino, de vez en cuando asistía a algún concierto aunque supiera desde el principio que aquello era mal plan. Entre muchos recuerdo uno espantoso de Mecano en El Escorial…jamás me habían gustado y después de ese día menos.
Cuando enfilé todo recto mi relación autodestructiva y la música ratonera se apropió de mi existencia, asistí a todo tipo de conciertos rarunos, en sitios infectos y que conllevaban la obligación de ingerir grandes cantidades de alcohol. Sonido espantoso, entradas cutres en blanco y negro compradas en el desaparecido Madrid Rock de Gran Vía, vasos de plástico pisoteados, barrillo infecto en el que se te pegaban los pies al suelo. Uno de los mejores de este tipo, fue Johnny Winter en el antiguo pabellón deportivo del Real Madrid. Musicalmente era fabuloso pero pasabas miedo temiendo que se muriera en cualquier momento mientras tocaba la guitarra…como no sabréis quien es diré que es un angel del infierno pero albino y flaco, flaquísimo. Aquí tocando Johnny B. Good.
Intercalados entre muchos horribles, mención aparte merecen los conciertos de los Rolling. El primero en el Calderón, al que recuerdo haber ido con una compañera de clase que era argentina y decía de Charlie Watts que era “el baterista”, apelativo que nos movía a la hilaridad más absoluta, seguramente empujados por la ingesta de n minis de cerveza: Moli, bebe deprisa que se calienta.
En otra ocasión y motivados por el reclamo “la última oportunidad de verlos” (ja...después de eso han debido volver 4 veces más) nos liamos la manta a la cabeza y nos piramos a Gijón. La noche antes nos agarramos tal melopea que al día siguiente no éramos personas, ni siquiera medio personas.(2) Movida por mi amor autodestructivo, asistí al concierto en la grada porque exnovio iba con muletas y escayola. No recuerdo prácticamente nada musicalmente hablando. Del viaje en coche con Juan recuerdo mil. Se pasó todo el viaje chequeando que llevábamos los tickets, la reserva del hotel, dinero, las llaves..todo.
Durante todos estos años, 22, desde mi primera experiencia, las condiciones para ir a un concierto han cambiado mucho.
Hoy voy a un concierto.
En un teatro.
He quedado media hora antes en la puerta.
No beberé.
Me compraré un muffin de chocolate en el hall del teatro, que me comeré mientras suenan los teloneros y con mi antojo de dulce saciado, voy a disfrutar del concierto.
Tenía muchísimas ganas de verles en directo.
Ya colgué canciones suyas pero he visto que esos videos ya no están, así que lo cuelgo de nuevo y no dejéis de ver la peli. (ND, si te gustan los musicales, no te la pierdas).
(1)A Bruce le he vuelto a ver 10 veces más en todos estos años.Sus conciertos merecen un post aparte que a lo mejor en el algún momento me decido a hacer.
(2) Fede, con la excusa de contar este concierto..podías ponerte las pilas y escribir el post que me debes por mi cumpleaños. ¿ No querías presión? Pues ya la tienes.