Me encantaría tenerlo encima de la mesa de la cocina mientras desayuno el domingo, para ir leyéndolo con calma mientras me tomo un par de cafés. Como ahora eso es materialmente imposible, me conformo con leerlo en el intervalo que va desde las 11 de la mañana hasta las 6 de la tarde. Si me pongo a ello pasada esa hora, ya no me concentro igual, no me interesa lo mismo y me descubro leyendo en diagonal y teniendo muy poco interés en lo que me cuenta.
Antes del último cambio de edición me molaba el EPS. No me importaba no terminarlo el domingo y dejarlo en el revistero del baño para ir leyéndolo durante la semana. Ahora ya casi nunca encuentro nada que me interese minimamente, así que lo ojeo como si fuera una revista del corazón, por encima y leyendo "los santos", como decía mi abuela.
Me gusta el periódico el domingo porque tengo la sensación de que al pararse la actividad diaria, caben más cosas que no son "noticia" y sí son información. Casi siempre descubro algo que me interesa y que tirando del hilo me llevan a sentir curiosidad por algo que jamás se me hubiera cruzado por la mente.
En enero de este año, un artículo titulado "Noche" me llamó la atención. Las palabras historiador, noches, enfermedad y consciencia me atraparon. Tony Judt un historiador judío de 61 años contaba como eran sus noches atrapado en un cuerpo afectado de una enfermedad neurodegenerativa que le había restado todo tipo de actividad muscular pero que le permitía ser perfectamente consciente de lo que le ocurría y ocurría a su alrededor. Contaba con extraordinaria cercanía como eran sus noches, como recurría a repasar recuerdos, conocimientos, lecturas...etc..para pasar esas horas lo mejor posible. Leí el artículo del tirón dos veces. Dejando a un lado lo trágico y horrible de la situación me pareció un tipo lúcido y con ideas interesantes.
El periódico siguió publicando sus textos. El siguiente fue sobre su juventud, cuando había que cambiar el mundo. Después de haber leído sobre sus noches de enfermo terminal, el contraste al encontrarme con un Judt joven y con sentido del humor me descolocó pero lo encontré estimulante e interesante. Después vino uno sobre la crisis de la mediana edad que en su día me pareció algo lejanísimo pero ahora mismo ya no tanto. Cuenta como en ese momento vital, cuando se preguntó ¿qué hago aquí? decidió estudiar checo y como esa decisión, aparentemente banal, desencadenó una serie de hechos que le llevaron a cambiar muchas cosas. Después tropecé con este, donde partiendo de su amor a los trenes reflexionaba sobre su infancia, la experiencia del viaje y mil cosas más. Me encantó y se lo pasé al ingeniero para que lo leyera también.
Tony Judt murió este verano.
¿Por qué cuento todo esto hoy? Por que hoy he leído este artículo suyo sobre la situación actual, sobre la necesidad de estar en desacuerdo, de pelear, de discutir y de avanzar desde el no conformarse. Me ha gustado mucho pero no voy a decir nada más porque él lo explica muchísimo mejor que yo...
"Quienes afirman que el fallo es del "sistema" o quienes ven misteriosas maniobras detrás de cada revés político tienen poco que enseñarnos. Pero la disposición al desacuerdo, el rechazo o la disconformidad -por irritante que pueda ser cuando se lleva a extremos- constituye la savia de una sociedad abierta. Necesitamos personas que hagan una virtud de oponerse a la opinión mayoritaria. Una democracia de consenso permanente no será una democracia durante mucho tiempo".
Para la tarde del domingo, un post gafapasta.