miércoles, 3 de diciembre de 2008

ESTA BONITA ÉPOCA DEL AÑO:

Navidad. A mi me gusta. ( no me lapidéis)

Con esto no quiero decir que sea una talibán de las fiestas navideñas y me pase desde el 1 de diciembre con la casa decorada de rojo, papel higiénico con los renos de Papa Noel y villancicos como banda sonora de mi vida. Nada más lejos de la realidad, pero en general la Navidad no me desagrada, hay muchas cosas que me molan..y otras que no.

Me gustan las luces de Navidad, son bonitas, me dan buen rollo. No me gusta que las enciendan el 1 de diciembre, pierden gracia, te acostumbras y al final te acabas aburriendo, como pasa con todo.

Odio el mundo tarjeta navideña. En breve en el trabajo me veré sepultada por cientos de “christmas” que la gente manda a mi jefe. . Los “christmas” hacen ilusión si son personalizados. Si son un tarjetón horripilante firmado por el Presidente de la Asociación de Mancos viticultores de Talamanca de Abajo, pues aparte de no hacer ilusión es que no hay necesidad. Por culpa de todos estos descerebrados con mucho tiempo libre me paso la mitad del día poniendo "felicidades. Un fuerte abrazo", ensobrando y pegando…apasionante.

Los que recibes en tu casa del Banco, de Gas Natural y de Iberdrola, esos me ponen de mal humor. No me jodas que me deseas feliz navidad…falso que eres un falso. Y además mucho desarrollo sostenible y mucho “somos verdes” y a desforestar la amazonia con todo ese papel absurdo.

Los “detalles navideños”. Al curro llegan muchísimos regalos para mi jefe. Hacia el 20 de diciembre o así, solo puedo salir de detrás de mi mesa saltando por encima de ella de todos los que tengo acumulados. Es incómodo si, pero merece la pena porque siempre me cae algo..un jamoncito, una cajita de vino, un lote de pelis…a ver si este año con un poco de suerte me cae un Ipod.

Me gusta la lombarda y la pularda rellena. A pesar de que no me mola comer pájaro que parezca pájaro porque no me gusta jugar a “Operación” con la comida, la pularda me encanta porque está deshuesadita y no hay que empezar a pulir huesos para comer algo.

Odio los dulces navideños: turrón, polvorón, mazapán, mantecados, garrapiñadas, roscos de vino, anguilas de mazapán..puagh, puagh, puagh. Roscón de Reyes tampoco, ¿se ha visto alguna vez un bollo más soso?.

Me gusta la Nochebuena y el día de Reyes.
Sufro en Fin de Año y Año Nuevo, no me molan, me dan mal rollo y me pongo triste. Eso sí, me encanta tragarme el Concierto de Año Nuevo en la tele. Si tuviera pasta sería algo que iría a ver en directo con todos esos chinos millonarios que abarrotan la sala.

En Navidad en la tele, con un poco de suerte encuentras algo que ver. Gracias a que las teles ponen sus mejores películas, cuando estás con el empacho de comida tienes algo entretenido que ver y que no necesita riego cerebral ( toda tu sangre está en la digestión ).¿ Quien se resiste a tragarse Indiana Jones y la ultima cruzada a las 6 de la tarde el día de navidad?.

Eso si, no entiendo a quien se le ocurrió retransmitir la Lotería, me parece aburridísimo. Claro que a lo mejor es culpa es mía, porque no entiendo el sorteo. Para mi consiste en niños prepúberes, con aspecto no de no querer estar ahí, gritando como energúmenos y ensartando bolas en unos alambres, mientras frikis con amuletos y periodistas con micrófonos abarrotan la sala.

Los anuncios navideños no me gustan. Los de perfumes de tías siempre están protagonizados o por una tía con pinta de puta misteriosa o por una Lolita virginal en busca de un follador lascivo. ¿ De verdad que alguien compra perfumes con esos anuncios?.

Al final va a resultar que no me gusta la Navidad…y me ahorro la lapidación.

martes, 2 de diciembre de 2008

EL INVIERNO

Ha llegado diciembre, no queda nada para qué de verdad sea invierno. Llega el solsticio de no se qué, que tampoco sé muy bien qué día es, la ciencia no es lo mío. Y si, es invierno porque los rayos del sol inciden no sé como porque la trayectoria es no se qué…me da igual.

Me encanta. He decidido que mis meses preferidos del año son octubre, diciembre y febrero. Los demás me son indiferentes quitando abril, mayo y junio que los odio.

Me gusta el invierno básicamente porque adoro el frío. Tiene muchas ventajas frente al calor. Te abrigas y dejas de pasarlo. No sudas y no hueles mal. La depilación deja de ser una prioridad diaria.

Me favorecen los gorros.

No hay nadie por la calle. Te cruzas con gente que no sabe apreciar la belleza del invierno, van corriendo. Lo bueno es que no hablan a gritos por teléfono porque está ateridos de frío y con los guantes no se puede teclear y llevan los cascos tan enterrados dentro del gorro, la bufanda y el cuello del abrigo que no se oye su música atronadora.

Me encanta la nieve. Me gusta ver como cae y como se pone todo blanco. Andar por ella y escuchar como cruje. El cielo azul y un frío espantoso, de esos que sales a pasear y sientes como se te congelan los mocos y la nariz se pone roja.

Me gusta conducir de noche en invierno. Incluso si hay atasco, lo prefiero al del verano, solo ves luces rojas y oscuridad, no sabes cuanto queda. Mucho mejor que recocerte a 40 grados con el sol pegando de pleno, temiendo que el coche se caliente y viendo la distancia que queda.

Me gusta ponerme un jersey gordísimo y unos calcetines rojos con vacas que tengo y que te mantienen los pies calientes siempre.

Me encanta pisar charcos.

Me mola el viento aunque confieso que mi umbral de tolerancia a él no es excesivo, así que me gusta verlo desde casa.

La niebla no me incomoda, ni siquiera para conducir, me parece hasta romántica (esto debería hacérmelo mirar).

Me encanta levantarme y que haga mucho frío. Desayunar y volverme a meter en la cama a leer muy bien tapada. En verano las sábanas estan arrugadas del sudor y es asqueroso, no apetece.

Me gusta mucho más ir a la piscina con frío que con calor. Nadar en agua calentita mientras fuera llueve o nieva. Me da igual salir a la calle con le pelo mojado, como no puedo ponerme mala….


En el invierno hay silencio y aunque yo no pare de rajar, eso me encanta.

MATERNITY (VI): FUNCIONES ESCOLARES.

Mis hijas van a un colegio “buenísimo”, básicamente porque está a 50 pasos exactos de la puerta de mi casa. Se me caen las lágrimas cuando salgo por la mañana y veo que vivimos al lado. Lástima que casi siempre lleguemos tarde, ¿he comentado que soy muy impuntual?.

Bueno, a lo que iba. Es un colegio “buenísimo” pero tiene sus cositas. Primeramente las monjas están claramente en contra mía y han ideado un sistema para localizar a los niños pequeños que consiste en coserles el nombre en una cinta de distinto color dependiendo de la edad que tengan. Así, los de 3 años son “ cinta roja”, los de 4 “ cinta azul” y los de 5 “cinta amarilla”. De primeras parece un buen sistema sin más complicaciones, pero claro…alguien tiene que coser la cinta de colores en las mil y una prendas que componen el uniforme. Yo suelo comenzar la tarea con ahínco y buenas intenciones en los primeros días de septiembre, para pasar después por la frustración, el cabreo, la desesperación y finalmente la resignación…mis hijas son las únicas que llevan el nombre torcido..pero qué más da..son tan monas.

Las monjas, no contentas con este desafío anual, tienen otro preparado: la función de navidad. Yo empiezo a tener escalofríos el 2 de noviembre, cuando mis dos princesas se pasan horas cantando villancicos en inglés y en español, recitando poesías y bailando por toda la casa. El momento disfraz se acerca.

Los niños de 1º C tienen que venir de ángeles. Sed creativos.”

“Los niños de 3ºB tienen que venir de posaderos. Sed creativos



¡MIERDA!...ángeles vale..pero ¿posaderos??. Sudores fríos me recorren. Llamo a mi suegra que es mi salvadora en estos casos y le cuento de que tienen que ir disfrazadas. “No te preocupes, yo me encargo”.

Al día siguiente, dos notitas del colegio me esperan.

Los ángeles no deberán traer alas”. Joder, pues vaya gracia con 3 años lo divertido son las alas.

Las posaderas son judias”. ¿Ein?.

Llamo a mi suegra y le cuento las novedades. “ NO te preocupes”.

Unos días después cuando ya me he relajado, nuevas circulares.

Los ángeles deberán llevar adornos en el pelo dorado, la túnica tiene que llegarle a los pies y los zapatos deben ser blancos”. Vaya por Dios. Menos mal que no me tome al pié de la letra lo de ser creativa y seguro que mi suegra no ha ideado un disfraz de ángel minifaldero, rojo puticlub y con cuernos de diablo.

Las posaderas son de la zona de Galilea”. Me entra la risa floja. Mi suegra me dice…claroooo..y yo pienso..mira pues voy a aprender como iban las posaderas hebreas.

Llega el día de la función que siempre es entresemana y a una hora en que nadie trabaja como las 4 de la tarde. Hordas de padres estresados esperan emocionados a que sus retoños canten los villancicos que llevan oyendo dos meses en casa. Los disfraces son graciosos porque me doy cuenta de que no todo el mundo tiene una suegra costurera con mucho mundo….jijij..creo que veo un ángel morado y todo.

La función en total dura unos 20 minutos. Flashes, cámaras, madres llorando y todos para casa a ver los vídeos. Lo malo de que todos vayan disfrazados iguales es que te puede pasar como a mi amigo D. que cuando llegó a casa y puso la cinta se dio cuenta de que había grabado a otro ángel……


....yo no digo nada...pero eso a una madre no le pasa.

domingo, 30 de noviembre de 2008

EN EL TREN

Hoy he ido a echar gasoil al coche. Mientras esperaba a que el amable gasolinero me cobrara, pensando en lo alucinante que es que ahora mismo solo me cueste 40 € llenar el depósito, mi vista se ha paseado por el mostrador de comida prefabricada de la gasolinera y de repente me he quedado petrificada leyendo LORD SANDWICH.

No, no me he vuelto loca. Y no, tampoco como sandwiches con aspecto de ser de plastilina. Es que he recordado que yo tuve el inmenso ¿honor? de conocer al dueño de esa importante empresa de alimentación. ¿No es increible la gente tan peculiar que conozco?.

Debo decir que el recuerdo de este señor? me traé más bien escalofríos porque pasé hasta miedo. Corría el año 2003 y G y yo nos disponíamos a realizar nuestro viaje anual. El destino era Paris. Quedaba un mes para que naciera M. así que no podíamos volar, y además el tren nos encanta y es muy romántico. Como no estábamos hipotecados hasta la coronilla, tiramos la casa por la ventana y nos fuimos en Gran Clase en el tren " Ciudad de la Luz".

Éramos jóvenes, pipiolos, despreocupados y sobre todo desconocíamos la existencia de Lord Sandwich. Nos acomodamos en nuestro compartimento, leímos, tomamos una copa y a las 10 de la noche nos encaminamos al vagón restaurante a disfrutar de lo que pensábamos sería una romántica cena atravesando la Meseta. ¡Qué equivocados estábamos!

En el vagón restaurante no había ni una mesa libre, asi que tuvimos que sentarnos en una mesa ocupada por un hombre de aspecto un poco macarra..pero nada hacía preveer la noche de pánico que íbamos a pasar. Era Lord Sandwich.

Para empezar nos trató como si tuvíeramos 16 años. En segundo lugar enseguida dedujimos que era un poquito machista porque a mi ni me miraba, todo lo hablaba con G. incluso cuando yo comentaba algo miraba a través de mi. A lo largo de toda la cena nos instruyó sobre los beneficios de tomar 16 cafés de máquina al día, los 25 millones de personas que vivían en Nueva York y como nos estábamos equivocando por vivir en el centro de Madrid y no a 60 km en dirección norte. Todo en un tono amenazador que incluso me hizo morderme la lengua a mi. Barajé la posibilidad de descojonarme en su cara con lo de los 25 milones de habitantes de Nueva York...pero G. me arreó un rodillazo temiendo probablemente que nos pegara.

Creo que nunca hemos engullido la cena tan deprisa pero aún así a mi se me hizo eterno. No contento con esa charla, al percatarse de que estaba embarazada soltó dos perlas que literalmente me hicieron desear tirarme en marcha del tren.

-A las mujeres cuando están embarazadas se les pone carita de muñecas...pero claro cuerpo de elefantas......Lo mejor es mirarlas solo de cuello para arriba.

- Cuando mi mujer se puso de parto, no se quejó ni nada. Me despertó cuando ya estaba toda la cama llena de sangre..

Aparte de compadecerme por su pobre mujer...decidí que era la hora de irme a dormir...pero no iba a ser tan fácil. Estaba empeñado en tomar una copa con nosotros. Yo me negué aduciendo que no podía beber pero G. se vió obligado a ir con él. Debo decir que nunca se tomó una copa más rápido. Cuando llegó a nuestro compartimento me dijo: Ana coge el mismo tren que nosotros a la vuelta.
Teníais que habernos visto 4 días más tarde, como en las pelis de espías, escondidos detrás del periódico en la estación de Austerlitz.

De esta bonita anécdota se deducen varías cosas:
- no hay que hacer pandilla en los trenes
- cenar a las 8 puede ser de guiris, pero no es tan mala idea.
- sobornar al jefe del tren para que te reserven una mesa para 2 no está mal visto y además funciona
-los asesinatos en los trenes tienen su explicación.