Mi maravillosa profesora de inglés me cuenta que se va a la India a hacer yoga. Es una loca del yoga y se lo toma muy en serio. Por ejemplo, me ha contado que necesita por lo menos tres horas para poder hacerlo bien. Además para practicarlo y concentrarse no puede tener ni la tripa llena ni mucha hambre porque por lo visto estar saciado o hambriento son estados incompatibles con el yoga. (Otra razón más por la que tengo mis dudas sobre el posible encaje que el yoga y yo podríamos tener como pareja). La cuestión es que se va a la India a hacer yoga y viajar por el país. Me comenta que está pensando en irse a dormir al desierto aunque hará frío y puede que no sea la mejor época pero que, a lo mejor, es una «experiencia interesante».
¿Y esa cara?–me pregunta al ver mi expresión al otro lado del Skype.
Ahora todo son experiencias. Experiencias gastronómicas, sensoriales, intelectuales, artísticas. Antes comíamos, sentíamos, leíamos, viajábamos, escuchábamos conciertos o veíamos una peli, sufríamos. Ahora experimentamos, hasta a las enfermedades las llamamos experiencias. «¿Fue tu depresión una experiencia que mereció la pena?» La experiencia como eufemismo supremo, como velo embellecedor de cualquier realidad de la vida.
Voy a crear una plataforma en contra de las "experiencias". Me opongo con firmeza y determinación al uso, abuso y mal uso de la palabra “experiencia”. Yo no experimento nada, a mí las cosas me pasan, me suceden, me arrasan, me tocan de refilón, me sobrepasan, me destrozan, me cabrean, me sumen en una alegría inmensa o me causan pena infinita pero no las “experimento”. De lo que hago, como, pienso, leo, en suma de lo que escojo vivir o de lo que me cae porque sí (llámalo destino, azar o Dios con su varita mágica) aprendo o no aprendo, me arrepiento o lo disfruto, lo aborrezco o lo deseo o me deja indiferente pero no lo experimento.
La experiencia, en singular, es un grado se decía antes. Decíamos de alguien que tenía mucha experiencia cuando había vivido mucho, cuando a base de repetir siempre lo mismo, de trabajar toda una vida en una misma tarea o estudiando un tema había adquirido una sabiduría, una maestría, un saber hacer. Ahora no. Ahora ese tipo de experiencia se desprecia porque lo que se lleva es el cambio, ser "rompedor", saltarse los esquemas, mirar/hacer/ver las cosas de manera diferente, lo que mola es la exaltación de las experiencia como fenómeno singular y único. Tener una experiencia y saltar a la siguiente. De experiencia en experiencia y tiro porque me toca.
¿Tienes experiencia de más de veinte años dando clase? Mal.
¿Son sus clases experiencias intelectuales interesantes? Fenomenal.
Un paso más allá de las experiencias están las “experiencias interesantes” que me parecen una cumbre de falsedad y engaño. Tengo la teoría, bastante comprobada, de que cuando alguien dice de algo que ha sido una experiencia muy interesante ya sea un libro, ir a dormir en el desierto, dar una charla en un evento, hacer un viaje o asistir a una reunión, en realidad, quiere decir «antes que repetir esto me arranco las uñas a bocados pero como no quiero decir que me equivoqué te digo que es interesante» ¿Por qué creo esto? Porque la palabra interesante es tan neutra que resbala, es tan inútil que cuando de verdad algo suscita interés, curiosidad o ganas de más siempre le ponemos un calificativo “muy interesante”, “Super interesante”, “interesantísimo”.
«Ha sido/ será una experiencia interesante” es siempre sinónimo de ojalá no tuviera que hacerlo, ojalá no lo hubiera hecho. ¿Por qué lo creo? porque se puede aplicar a cualquier tipo de tortura «en el colegio me pegaban pero fue una experiencia interesante», «el restaurante fue carísimo y un timo pero fue una experiencia interesante», «como película es un tostón pero fue una experiencia interesante sentarme durante 3 horas a ver un plano dijo de los pies del director».
«Una experiencia interesante» es siempre una mierda pinchada en un palo, algo que si es posible es mejor evitar. Cuando alguien hace algo que le gusta mucho, cuando alguien disfruta de lo que hace, come, lee, escucha, ve o lo que sea, jamás dice que fue interesante. Decimos «no sé como explicártelo, me dejó alucinado, fue increíble» o «te lo recomiendo muchísimo, te va a encantar» o la cumbre del entusiasmo «ojalá hubieras estado allí».
Ya os contaré si mi adorable profesora durmió en el desierto o no. Stay tuned.