martes, 18 de junio de 2013

MOMENTOS DE PRADERISMO LABORAL: Esta pradera es una ruina.

En mi pradera laboral convivimos tres departamentos: los que compramos los libros verdes, los que compran los libros rojos, los que miden las ventas de todos  los libros y un par de especímenes de los que fabrican libros rojos y que no se sabe muy bien porque están aquí. Éstos además de tener al único becario de la pradera…tienen otros horarios y los peores sitios.

Los praderistas nos llevamos todos bien, no nos molestamos, hacemos bromas comunes cuando los habitantes de las peceras que nos rodean no están y en general convivimos en amor y compañía sin mucho problema. Además, hemos desarrollado un superpoder fabuloso: completa indiferencia hacia cualquier rumor, frase o idea que venga de más allá de la puerta que delimita nuestra pradera. Nos da igual, nos la pela completamente.

Hace 15 días, la vida discurría pacífica en la pradera, con las habituales conversaciones sobre el tiempo, las anécdotas de los no vivos de informática y las posibilidades de que haya un ERE o no…vamos de los que se habla en todas las praderas.

De repente unos cuantos seres de los que habitan en otros ecosistemas de los libros de colores irrumpieron en la pradera con carpetas, bolis y cintas métricas y empezaron a mirarnos, a contarnos, a remirarnos, a contarnos. Por un momento esperé que alguno de ellos sacara la absurda maquinita esa de las azafatas para contar gente...tiki-tiki-tiki-tiki.

Se marcharon.

La pradera siguió su ritmo vital.

A los diez días otros  seres de más allá vinieron y nos dijeron:

-          Os mudáis.
Levantamos la cabeza, miramos y seguimos currando.

-          Va a venir un becario nuevo y no cabéis…

Levantamos la cabeza, miramos y seguimos a lo nuestro.

-          Os mudáis a la pradera de arriba que es más grande, más amplia y con mucha más luz.

Se marcharon.

Los praderistas nos reunimos y dijimos:

¿Para qué cojones nos mudamos? ¿Para meter un tío más?
¿Y no sería más fácil mover a los que no se sabe muy bien por qué están aquí?
Si...eso sería lo lógico, y lo inteligente y por tanto no se les habrá ocurrido. Mover a dos tíos siempre será más fácil que mover a 14…pero es algo tan obvio que a las altas esferas no se les ocurre ni de coña.

Hace una semana nos dijeron que subiéramos de excursión a la pradera de arriba, a ver las vistas y tal. 

Subimos.

-          Os mudáis seguro aquí ya, la semana que viene. Mañana os traemos las cajas.
-          Ya.
-          ¿Cómo que ya?
-          Que ya, que cuando nos traigas las cajas y venga la mudanza a mover las cosas me lo creeré.
-          Que si, que si...que esta decidido. Que es fijo.
-         Que si, que si…y yo soy Halle Berry. Ah y no necesito una caja, solo tengo un bote de bolis y una taza.

Al  día siguiente nos mandaron un correo diciendo que no nos mudábamos, que no era necesario y era mucho lío.

Aquí fue donde nos acojonamos. Por supuesto teníamos razón.

Unos cuantos operarios, en concreto dos: Manolo y Benito llevan 3 días desmontando la pradera. Las mentes que gobiernan los libros de colores tras desechar las primera opción inteligente: mover a dos personas, desecharon también la siguiente: mover a 15 personas un piso a una pradera igual pero pelín más grande y han optado por la más incomprensible: meterse a hacer una obra de mil pares de cojones destrozando una zona del edificio que casualmente no está panelada sino que tiene tabiques de piedra mientras la gente curra.

Como todas las obras el contratista dijo: 3 días.

Los praderistas dudamos de que esté terminado antes de mes y medio. Manolo y Benito deben irse aún más lejos en sus predicciones porque vienen solo un par de horitas a pasear y decir: a mí esto no me sale en el plano.

Ahora estamos 15 praderistas currando en medio de un montón de paneles tirados por el suelo, perfiles de aluminio, espuma aislante de esa que tiene mierda para aburrir, cables, muebles movidos de sitio y broncas entre Manolo y Benito y su jefe que no parecen tener claro para qué cojones han destrozado media planta.
A ratos hacemos como hacen todos los españoles. Nos paseamos a ver currar a Manolo y Benito y elucubramos sobre cómo será la obra y donde acabaremos reubicados.

Otras veces me siento la protagonista de Esta casa es una ruina cuando al abrir la puerta de la cocina para coger mi tuper, me encuentro a Manolo sonriendo y diciendo ¿Cuál es tu maletita? Aquí huele a lentejitas. 

Pero la mayor parte del tiempo pasamos olímpicamente de esta nueva absurdez laboral ideada por las mentes que gobiernan los libros de colores y seguimos a lo nuestro.

-     LA UE HA PROHIBIDO CORTAR ALETAS DE TIBURÓN. – grita Sonrisas mientras baila  en círculos alrededor de su ordenador con los brazos en alto
-          Joder Sonrisas…que susto. En fin, cada loco con su tema.
-          Vaya Sonrisas, me has jodido el plan de fin de semana.- dice Cedric muy serio.
-          Jajajajaja...ahí has estado bien.
-          Oye Sonrisas y qué más da que les corten las aletas antes que después…
-          Nooooooooo.-….no hagas eso…no le preguntes a Sonrisas por los tiburones…
-      ¿Cómo qué más da?? ¡No es lo mismo!!! Si tienes que pescar el tiburón y en puerto cortarle la aleta...te caben menos aletas en el barco porque tienes que meter el tiburón entero, imagina que solo puedes llevar 200 tiburones muertos. Si les puedes cortar la aleta en el mar, los pescas, cortas las aletas y los tiras y en la bodega donde caben 200 tiburones enteros caben 20000 aletas…es el fin, la muerte del planeta, la destrucción….el holocausto.
-          Moli...tú de bucear pasas, ¿no?
-          Si...me da claustrofobia como a Woody Allen. 
-          Bien hecho…mira lo que pasa cuando te das una sobredosis.
-          Si...y aquí…en medio del páramo de Mordor a 500 km del mar. En el fondo me enternece. 
-          ¿Hacemos una porra para ver cuando terminan la obra Manolo y Benito?
-          Venga…
-          Pero... ¿no os alegráis de lo de los tiburones? Es la noticia del día!!

Y así pasamos los días entre martillazos, gente correteando y tiburones. Una juerga. 


lunes, 17 de junio de 2013

DESDE EL OTRO LADO.

Normalmente cuando ves algo desde fuera, siempre te lo imaginas mejor, más bonito, con más encanto, con secretos y misterios que hace que lo que tú ves mole mucho pero que te hace imaginar que por dentro será aún mejor.

En la mayoría de los casos si se da la remota posibilidad de conocer ese “algo” desde dentro te sueles llevar una desilusión. Visto desde el otro lado, aquello  no es tan chulo, ni tan divertido, ni tan especial o tan espectacular.

A mí me ha pasado con muchas cosas en la vida…pero con la Feria del Libro no.

Durante años he ido a la Feria del Libro. Algunos años emocionada, con pasta y con ganas de comprar y he vuelto sin nada y enfurruñada. Otros años he ido enfurruñada y he vuelto feliz con libros que no pensaba comprar y que me habían “llamado”. Otros años he planeado con tiempo mi excursión para ir entre semana y no pasar calor ni luchar con hordas de gente. Otros sin embargo me ha pillado el tiempo y he ido el peor día de caloreta con una muchedumbre increíble que hacía imposible acercarme a las casetas. He ido sola. He ido con El ingeniero. He  ido con las princezaz en carro, en patinete y andando. He ido con amigos.

Siempre pensé que los libreros pasaban un calor de mil pares (la mayor parte del tiempo) y que los autores tenían que tener mucha paciencia para firmar tanto y atender a la gente que acudía a decirles lo que les gustaban sus libros o las ganas que tenían de conocerles…pero que seguro que tanto libreros como autores pasaban unos días increíbles.

Jamás pensé que lo viviría desde el otro lado. Ni se me pasó por la imaginación en todos estos años de pasear por allí. Este año he pasado al otro lado y ha sido con mucho, lo mejor que ha traído la publicación del libro.

No he pasado frío a pesar de hacer frío.
No he pasado calor a pesar de hacer un calor de mil pares.
No me he aburrido.
No he pasado vergüenza.

Ha sido una pasada.  No puedo decir más. Sólo escribir aquí un post para agradecer a todos los que habéis hecho posible estos tres días de firma en la Feria del Libro.

Gracias una vez más a mi lectora que me animó para intentar publicar. Gracias a todo el personal de La Esfera de los Libros que incomprensiblemente pensaron que era buena idea publicarme y que me han acompañado en los tres días. Gracias a Mónica por las patatas del primer día, a Berenice por las fotos con C firmando y a Mercedes y sus dos perros por venir  ayer a conocerme con la caloreta que hacía. Gracias a Guillermo por pasarse a verme y hacer caso de todos mis mensajes sobre librerías donde me dicen que se ha agotado.

Gracias a la librería Gaztambide y la librería Punto y Coma. 

Gracias a mi familia que ha sido superpiña y han venido todos a hacer el frikifan en las casetas y además han comprado. Gracias porque han movilizado a sus amigos y conocidos para que compraran el libro y vinieran a la Feria. Gracias a todos mis tíos que se acercaron a verme, orgullosos como pavos y que me emocionaron mucho. La gente cree que es complicado escribir dedicatorias a gente que no conoces, pero es mucho más difícil escribirlas para alguien a quien quieres y te conoce bien.

Gracias a la chusma de Montes que vino en masa a hacer el payaso delante de la caseta y a comprar el libro. Gracias incluso por el descojone que os traéis a mi costa en el grupo de wasap.

Gracias a mis amigos de Los Molinos que salieron de Los Molinos en fin de semana para venir a verme, a comprar el libro, para emocionarse conmigo  por verme allí. Por supuesto también vinieron  a descojonarse de mi hasta el infinito y poder hacer burla permanente cuando nos vemos “¿Cómo estás autora?, ¿Vas a emborracharte con nosotros o desde que eres famosa ya no bebes con chusma? “Hazte una foto con nosotros que luego la venderemos al mejor postor”. Gracias cabrones.

Gracias a Molimadre que compra libros compulsivamente por encargo y arrastra a sus amigas a verme. Gracias a Pobrehermano mayor que está regalando mi libro a todo su club de fans. Gracias a Pobrehermano pequeño y Molicuñada que me han hecho publicidad entre el sector joven de Los Molinos. Gracias a Molihermana y Molicuñado que trajeron el otro día a Minicuñado y Littlered a robarme protagonismo en la caseta.

Gracias al Ingeniero y las princezaz que lo han sufrido y disfrutado a partes iguales.

Gracias a todos los descerebrados que se han pasado a conocerme. A la chica que llego el domingo, que llevaba un collar de colores y me dijo que le encantaba el blog y que ella había empezado uno porque le habían roto el corazón pero que ahora ya no lo necesitaba. Al (casi) ingeniero que me lee desde que está en bachillerato, recomendó mi blog a su madre y ahora lo leen juntos. Al chico alto que se declaró lector en la sombra que vino con su amigo que me miraba con cara de descojonarse. A la chica que vino a comprar un libro para su amiga que me mandó un mail hace un mes diciéndome que cumplía 18 años y era el peor cumpleaños de su vida. Gracias a Sara que vino su hija Sara. Gracias a Hitlodeo que después de 4 años leyéndome vino ayer a ponerme en un apuro “¿sabes quién soy?”. Gracias a Amelia, Ana María y sancoleur que son muy descerebradas y han venido varios días.  Gracias a Vanesa y al Sr. Granados. Gracias a María que llego el viernes la primera e hizo el completo: charla, libro y foto.   Gracias a Natalia que llegó una noche al blog y al día siguiente se plantó en la Feria a conocerme con sus dos príncipes. Gracias a la profesora de las princezaz que vino a la Feria e hizo increíblemente felices a las niñas. Gracias a los descerebrados que ya me conocían, que se han emborrado conmigo, que me escriben mails cada día, que hablan por tuiter conmigo y que aunque estén hartos de verme han venido estos días a acompañarme.     

Gracias al descerebrado que mandó una emisaria con un post it con una disculpa por no poder ir a conocerme. Gracias los descerebrados que no conozco pero que mandaron peticiones por mail a la librería para que les dedicara el libro.  Gracias a los descerebrados que se acercaron a conocerme y me susurraron “soy fulanito y te leo”. Gracias a los que me dijeron que soy más guapa en persona. Gracias a los que a pesar de no ser de Madrid me escribieron para desearme suerte y hablaron de mí a todos sus conocidos madrileños. Gracias a mi primer lector. Gracias a los que pasaron por la caseta, les moló el título, me miraron, se rieron y decidieron comprarlo.

Todos los que he nombrado y mil más que seguro que se me olvidan han hecho que vivir la Feria desde el otro lado haya sido una de las mejores cosas que me han pasado en la vida.  

La Feria desde fuera es espectacular…pero desde el otro lado es sencillamente increíble.


Gracias  a todos. Moláis mil. 

viernes, 14 de junio de 2013

QUERIDOS PUBLICISTAS: BRADLEY DESAPROVECHADO...

Queridos publicistas,

En una mano tenéis a Bradley Cooper y en la otra una tarrina de estupendo helado. Dos ingredientes chulos, chulos. Quiero decir que no son tampones, ni compresas, ni yogures, ni bebidas, ni electrodomésticos. No, helado molón y tío molón.

¿Qué hacéis?

Esto.




¿Por qué? El anuncio es tan raro que para cuando llega el final y lo he visto varias veces no soy capaz de recordar de qué sabor es el helado. Me perturban tantas cosas que me distraigo y no me entero de lo interesante ¿es un sabor nuevo? ¿Es antiguo? No lo sé.

¿Me parece horroroso el anuncio? No. Ni fu, ni fa. Intrascendente. Sin sentido. Anodino. Soso. Es un anuncio que podría valer igual para anunciar Ferrero Rocher. ¿Dónde están? ¿Qué hacen? ¿Por qué en una fiesta de gala comen helado directamente de la tarrina? ¿Qué tipo de disfunción sexual tiene ella para preferir el helado a Bradley? O peor... ¿Insinúan que Bradley da menos satisfacciones que un helado?

Muchos despropósitos…pero lo peor que tiene el anuncio  es desaprovechar a Bradley Cooper.

En un mundo absurdo dónde yo fuera publicista y alguien se fiara de mi ¿Qué par de ideas se me ocurrirían para aprovechar a Bradley y unos helados estupendos?

Idea nº 1.

La llamaremos “Ella, su sofá y su helado”.

Podemos reciclar a la lánguida del anuncio aunque no me convence mucho. Nada de encajes y taconazos. Nadie come helado con esa pinta, a no ser que esté haciendo un espectáculo erótico festivo pelín ridículo. Se me ocurre que nadie con esa pinta come nada…excepto si está comiendo algo “erótico”.
 Pero bueno, aceptamos a la chica, vaqueros y camisa, camiseta, sudadera viejuna de estar en casa. Coleta. Una tele.  En la estantería una foto de ella con Bradley. Al pasar por delante pone la foto boca abajo, algo que dé a entender que se han peleado o le ha roto el corazón o cualquier cosa de ese estilo.  Elige una peli, una chula, una que le mole...por ejemplo “Misterioso Asesinato en Manhattan” .Va a la nevera a por el helado imprescindible para ver la peli y consolarse del desamor y ¡no queda! Resignada, se tumba en su sofá y le da al play. Justo entonces suena la puerta. Se levanta, abre y allí está Bradley con una tarrina de su helado favorito.  Por supuesto tampoco va vestido de chulo piscinas, lleva unos vaqueros y una camiseta porque Bradley como está estupendo, es de tío normal y corriente. La gracia de Bradleyes que tiene pinta de tío normal, de tío que no sabe que es tan atractivo, de tío que se considera divertido porque no sabe que es guapo. No se le puede vestir de modelo intenso de Dolce y Gabanna. Bueno, Bradley llega en camiseta y vaqueros con su tarrina…y  a la lánguida se le cae todo a los pies…porque él ha vuelto y trae helado.  Pueden acabar en el sofá, con la peli y compartiendo tarrina.

Idea nº 2.

La llamaremos “El helado y la TSNR”.

El helado se come también de postre en cena de amigos. Siempre hay alguien que lleva helados comprados  a última hora en una gasolinera.

Una cena de amigos. En este anuncio no vale la lánguida de antes, nadie se cree que esa tía haya cocinado nunca, de hecho nadie se cree que haya estado nunca en una cocina o que coma algo. No sirve. Hay que buscar una chica normal, o con pinta de ser normal.   

Una casa chula (es un anuncio), una mesa grande. La anfitriona no va vestida de putón de alto standing. Va vestida de cena de amigos en casa, informal. Van llegando los amigos y el último que llega es Bradley con el helado. La anfitriona y Bradley se ponen ojitos. Ojitos de esos que crean electricidad. Ojitos de esos de “nos molamos”. Risas, y llega el postre…como estoy pensando que la absurdez del dedito en la tarrina lo mismo es indispensable, hagámoslo bien. Todos son amigos, así que se toman el helado rollo “cucharón y paso atrás”. Se van pasando la tarrina y cogiendo, hasta que en una de las rondas casi no queda y entonces la anfitriona mete el dedo y hace ese gesto tan ridículo mirando a Bradley…que se ríe y se levanta a por más helado.

El anuncio acaba con la anfitriona cerrando la puerta y dándose la vuelta…Bradley está dentro de casa.
Sinceramente, con estos dos anuncios, yo saldría a comprar el helado y además miraría fijamente la pantalla cada vez que los viera. Puede que incluso sonriera.

El de la absurda en encaje con Bradley con cara de “No sé qué pinto en este anuncio”…me hostiliza con la marca y no me apetece volver a verlo. 

Atentamente,

Molinos. 


PS: Puede que alguien me diga que con esto les hago publicidad. publicidad..pero sinceramente no creo que mis posts repercutan en la ventas de helado. 

jueves, 13 de junio de 2013

MIRANDO EL PARQUE


No es un parque para pasear. No es el Retiro, El Retiro empuja a pasear, a conocerlo, sientes la necesidad de caminar, de mirar, hay que ver  porque detrás de cada árbol, de cada arbusto puede haber algo que no hayas visto hasta entonces.

Éste no, este es un parque para sentarse, un parque para estar. 

No es un parque especialmente bonito ni especialmente grande pero nos gusta.  No tiene puerta pero casi.  A un lado una tapia cubierta de vegetación y al otro una casa.  No es un edificio de pisos, es una casa, de ladrillo visto como eran todas las de esa zona hace muchos años. Cuando empezamos a ir a ese parque,  estaba casi en ruinas, no completamente derruida ni destrozada pero parecía abandonada.  Un día, por sorpresa,  aparecieron unos andamios y tras unos meses de obras fantasmas en los que nunca vi ningún obrero, la casa reapareció con su fachada de ladrillo limpio, sus ventanas nuevas y un telefonillo en la puerta. Desde el parque veo cortinas en las ventanas pero nunca he visto a nadie en ellas, ni a nadie entrar o  salir. Siempre me pregunto quién tendrá la suerte de vivir ahí.

Es un parque alargado, desde la semipuerta por la que nosotros entramos,  se atraviesa una zona más estrecha  con prunos de ramas bajas  a los lados que casi hacen túnel. Después,  lo primero que hay son los columpios, solo dos y siempre están ocupados y con niños haciendo cola. He pasado allí horas “dándoles”  hasta que se cansaban o me agotaba yo. Ahora, con lo mayores que son, les sigue gustando ir a columpiarse pero ya no necesitan que yo les de.  

Pegada a los columpios,  está la zona de los niños pequeños, con todo lo que tienen las zonas de niños pequeños: su vallita de colorines que te llega por la rodilla, el sistema para que no se escapen los niños (que es el mismo que se usa para animales en algunas zonas), su balancín, su tobogán de metro y medio de altura, su par de animales sobre muelles y muchísima arena. Durante mucho tiempo no fuimos más allá en el parque, aquello era suficiente. Horas de estar apostada al lado del tobogán y dos mil quinientos intentos para conseguir que aprendieran a subir solas las escaleras.  Esa es la zona en la que pasábamos las horas cuando para ir al parque necesitaba casi una maleta con ruedas, cuando parecía inconcebible no llevar una pala para cada una, cubos para repartir y mil moldes. Es la zona de la época en la que el momento de  recogida implicaba rebuscar entre montones de arena la pala rosa que sabía que si se perdía significaría un drama al día siguiente.

Un poco más arriba está la “jaula”, con canastas de baloncesto y llena de niños con balones, pelotas, patines y patinetes.  A continuación hay otra zona infantil, pero no tan infantil…sigue teniendo la vallita de colorines pero el tobogán está alto y tiene un “puente” de cuerdas a lo Indiana y una plataforma para trepar. Es un tobogán para mayores, para niños que quieren infartar a sus padres poniéndose cabeza abajo en el puente y decir cosas como “mira mamá…sin manos” o “mamá…se me ven las braguitas”.

Bordeando estas zonas hay árboles, un caminito y una serie de bancos. Creo que me he sentado en todos ellos en estos 7 años. Al principio los elegía por la cercanía a la zona dónde fueran a jugar…ahora me da igual, el que esté vacio y a la sombra o al sol según la estación del año.

Siempre llevo un libro. Hay días en los que leo abstraída de todo,  hay días que no leo nada y hay otros en los que  dejo la lectura a la mitad para mirar el parque.

Sentada en el banco, si levanto la vista, lo que veo  justo encima de la jaula del baloncesto y los columpios es un edificio blanco de pisos. En uno de los pisos  pusieron aire acondicionado hace mil años (muchos más de los que llevo yendo al parque) y colocaron la máquina en el alfeizar de la ventana. Me fascina que recortaran la persiana perfilando el contorno  perfecto del mamotreto marrón para que encajara.  Mirando en esa dirección lo que veo es una ciudad, pero si miro a mi espalda…parece que estoy en un pueblo.

Por uno de sus lados, el parque está bordeado por casas unifamiliares, casas que llevan allí muchos años, casas antiguas.  Desde los bancos se ven tres. En el extremo más alejado del hay una blanca, encalada como si estuviéramos en un pueblo marinero y con una cúpula coronando el torreón. Tiene una terraza acristalada y poca vegetación en el jardín. Las ventanas son azules.  A continuación hay una que está más descuidada, con la fachada sucia, las rejas herrumbrosas y  el jardín un poco salvaje.

La última es la que más me gusta. Es de ladrillo, ha mantenido exactamente la estructura que tenían todas las casas en esa zona cuando se construyeron y tiene lilos en el jardín. Tiene un torreón cuadrado con grandes ventanas y el tamaño justo para imaginar ahí un despacho con las paredes llenas de librerías. También ha estado en estado “latente” durante mucho tiempo pero ahora algún suertudo se ha hecho con ella y está llena de andamios mientras la remodelan…espero que mantengan el encanto aunque me den muchísima envidia.
A la espalda de los bancos hay una zona de arbustos, una zona superespesa de arbustos perennes y alguna zona con flores. Tiene árboles grandes que dan sombra y de los que en esta época del año caen “cositas” que se quedan entre las páginas de mi libro y me dan mogollón de alergia.

A veces no leo. A veces sencillamente miro. Veo a las madres que están todavía en la etapa de dar en los columpios, en la etapa de sentarse en la vallita de colorines, que buscan cacharritos en la arena y recogen niños del tobogán. A esos padres no los conozco, son nuevos en el parque. Probablemente cuando yo estaba ahí, en esa etapa…ellos andaban a otras cosas y probablemente no se imaginaban en un parque.  Cuando lleguen a sentarse en un banco con el libro, yo ya no iré al parque. 

Lo pienso y es muy raro.

Hay otros padres que sin embargo sí conozco, llevo años viéndoles. Está el padre que tiene un poco de voz de pito con dos hijos increíblemente parecidos y que le persiguen por todo el parque para que juegue con ellos. Está la madre de cinco niños (todos niños) que anda como loca detrás de los tres pequeños. Ella no lo sabe, pero tenemos una amiga en común.

Hay una pareja. El siempre lleva una camiseta negra y ahora se está dejando el pelo largo y barba. Ella es castaña, con cara de buena persona y tener sentido del humor y casi siempre lleva coleta. Jamás hemos hablado pero  hemos  compartido todas las etapas: tardes en los columpios y tardes en la vallita vigilando que no comieran mucha tierra. Tardes de llegar con el periódico y no abrirlo. Ahora llegan, como yo,  a deshora. Sin cochecitos, ni palas, ni nada. Como mucho una pelota. Tienen  dos niños que juegan al futbol en la jaula.

Nosotros leemos o miramos. 


Es el parque.