Mayo, como todo el mundo sabe, es un mes asqueroso y me convierte en bicho bola, como sabe todo el mundo que me conoce. El modo "bicho bola" es muy desagradable para la gente que me rodea pero es fabuloso para el ritmo lector: 5 libros y 4 relatos de Cheever.
Para empezar el mes, un comic. “Berlín Ciudad de humo.2” de
Jason Lutes. El año pasado leí la primera parte “Berlín. Ciudad de piedras” y
por mi cumpleaños cayó la segunda parte de esta trilogía que aún no ha visto
publicada su tercera parte. La primera parte terminaba con la manifestación del
día del trabajo, el 1 de mayo de 1929, en Berlín donde varios manifestantes
fueron asesinados por la policía de la República de Weimar. “Ciudad de humo” no
es exactamente una segunda parte porque aunque ciertas historias y personajes
de la primera parte continúan también aparecen nuevas historias. Ciudad de humo
es más denso y más agobiante. En el primer tomo, a pesar de los problemas y de
lo mal que iba todo, había una cierta esperanza, una cierta jovialidad en las
ganas de la gente, una fe en la lucha obrera y un interés de los medios por
creer en una época nueva, por creer en la República de Weimar. En este tomo el
ambiente se va haciendo más denso, más agobiante, más incómodo. Se dirigen
hacia lo inevitable, hacia lo trágico. El ascenso nazi se percibe por unos
personajes como algo inevitable, otros lo ven venir y se quedan paralizados
esperando que en realidad no pase y otros deciden lanzarse por la pendiente del
hedonismo, las drogas y el desenfreno sexual.
Me ha gustado muchísimo aunque tenía que dejarlo a ratos
porque era demasiado angustioso. Lo recomiendo muchísimo para todo el que le
interese Berlín y esa época. Me gusta
además el dibujo seco y sin mucho texto.
La casa del mirador ciego de Herbjorg Wassmo. Este libro me
lo regaló mi fantabulosa prima A por mí 40 cumpleaños con una preciosa
dedicatoria en la que me decía que le había encantado. A mí me ha espantado…pero
mi prima sigue siendo fantabulosa.
El libro es un horror, una historia previsible y que además
se parece muchísimo a “Purga” que también me horrorizó el año pasado (pero Anónima Marta aún así me aprecia). Tora es
una niña que vive en una isla en el fin del mundo en Noruega en los años
posteriores a la II Guerra Mundial. Vive con su madre, Ingrid y el marido de
ésta, un borrachín violento que ¡oh, sorpresa! abusa de ella. La niña se refugia en sus pensamientos y
blablablablabla. Aparecen y desaparecer los edificios del edificio donde vive “El
hormiguero”, aparecen sus tíos que son felices, un niño mudo con el que Tora se
lleva bien y mil tonterías más. La historia ni avanza ni tiene el más mínimo
interés hasta que por fin termina. Se lee deprisa, en diagonal y además no sé
si por la traducción o porque Herbjorg es así de mal escritora, el libro no
está bien escrito, pasa de una voz narradora a otra y lo que es peor al lector
le da igual. Y encima de todo esto…es cursi.
“El humo de las pipas y el tabaco de liar se condensaba en
torno a la lámpara de petróleo que crepitaba entre las vigas como un animal
irritado y somnoliento. La redecilla de la lámpara relumbraba malignamente
dentro del cristal formando relámpagos en el brillante gancho de metal”
¿Relumbraba malignamente?? ¿Una redecilla?? Herbjorg…pírate.
La tierra sin alma de James Stern de Ediciones del Viento (me mola esta editorial). No sé cómo llego este
libro a mi lista de “Libros pendientes” pero allí estaba y me lo trajeron este
año los Reyes. Es un libro escrito en
1932 con los relatos que James Stern escribió en los años en los que estuvo
viviendo en Rhodesia, son en parte ficción pero basados en sus experiencias
allí y no sé hasta qué punto algunos de los personajes de los relatos no serán
realmente personas que él conoció.
Los relatos dan una imagen de África alejada de la visión
llamémosla más moderna de Kapuscinsky en “Ébano” y más cerca de la mentalidad
colonial de “Memorias de África”. Mientras Kapuscinsky ve África intentando comprenderla,
los protagonistas de los relatos de Stern simplemente se ven desbordados por
África, por su inmensidad, por el calor, las distancias, la soledad, la sequía,
el calor, el paso de tiempo tan diferente al europeo. Las relaciones con los
negros son siempre de servidumbre y las relaciones con otros blancos están condicionadas
por la obligatoriedad de relacionarse, porque no hay opciones. Gente que no
tiene nada en común, que en Europa no se dirigiría la palabra se ve abocada a
ser “amigos” simplemente porque son blancos.
Me ha chocado mucho que a los negros se les llama “cafres”,
no sé si es porque se ha traducido así, me gustaría ver el original en inglés.
¿Cómo se dice cafre en inglés?
El libro me ha encantado y me ha gustado mucho el estilo de
Stern. Es sencillo, claro, sin florituras pero sabe transmitir la sensación
desasosegante y de profunda incomodidad que África causa en los europeos. Puede
ser también muy poético.
“Sin embargo, no era
fácil seguir durmiendo durante aquellos amaneceres que llegaban tan rápido: era
de noche, y de pronto ya era de día. Pero me resistía a despertarme del todo en
un instante, aunque sólo fuera por el pensamiento inconsciente de que un día,
como una vida, a menudo es más placentero en sus comienzos que en su plenitud o
su final”.
“El club de los optimistas incorregibles” de Jean Michel Guenassia.
Morenaza y yo nos traemos un trapicheo de libros y éste me lo ha dejado
ella.
Todos los autores franceses se parecen. Si empiezas a leer
un libro de un autor francés aunque sea sin ver la portada se reconoce su
estilo y su tono, todos tienen el mismo “color” y hablan igual de las
relaciones familiares. Lo mismo ocurre con los americanos, Roth, Russo, Ford,
Updike y demás…pero se habla poco de que exactamente igual les ocurre a los
franceses.
Es la historia de Michael Marini, un chaval de 12 años que
va contando una época de su vida, su llega a la adolescencia; su relación con
sus padres, con sus hermanos, los secretos que todas las familias tienen, sus
amigos, la relación con la ex novia de su hermano y su contacto con una serie
de refugiados soviéticos en un club de ajedrez.
Es una novela muy irregular que va avanzando como a
trompicones y dejando historias sin terminar, como si Jean Michel se hubiera
aburrido. Algunas partes son directamente increíbles, por ejemplo, la relación
de amistad entre Michel con 12 años y la ex novia de su hermano que tiene 20…en
fin...eso no se lo cree nadie. Hasta la
mitad más o menos, la novela avanza dando tumbos, sin centrarse y yendo de un
tema a otro sin mucha convicción. No se
abandona porque se lee fácil y quieres
creer que Jean Michel quiere contarte algo medianamente interesante. A partir de la mitad mejora mucho, Jean Michel
por fin se centra, deja de un lado las tonterías de Michael y se centra en los
refugiados soviéticos y sus historias consiguiendo encontrar el ritmo y
enganchar.
“Hay en la lectura algo que tiene que ver con lo irracional.
Antes de haber leído el libro, intuyes enseguida si te va a gustar o no. Lo
husmeas, lo olfateas, te preguntas si merece la pena pasar el tiempo en compañía
suya. Es la alquimia invisible de los signos trazados en una hoja que se nos
quedan impresos en el cerebro. Un libro es un ser vivo”
“Usar el deporte para escaparse es una forma trivial de
falta de comunicación”
A pesar de todo lo que he dicho, he llenado un montón de
páginas de mi cuaderno con párrafos copiados.
“De mujeres
con hombres” de Richard Ford. Este libro lo compré en la Feria del Libro
Antiguo del mes de abril en Madrid.
Todo el que
me haya leído sabrá que soy muy fan de Ford pero entiendo que no es para todo
el mundo. En este caso son tres relatos largos, dos ambientados en París y otro
en Montana. El primero “El mujeriego” y el último “Occidentales” se parecen
mucho. Dos hombres adultos en París pensando y repensando sus relaciones con
distintas mujeres y haciendo mucho el tonto, como casi todos los personajes
masculinos de Ford. Ahora que lo pienso, los hombres de Ford piensan tanto y le
dan tantas vueltas a todo que muchas veces parecen mujeres…El segundo, el que
está ambientado en Montana no se parece nada. Trata de un chico, Larry, que con
17 años emprende un viaje con su tía para ver a su madre que está separada de
su padre. Este relato se parece
muchísimo a los que Ford incluyó en “Rock Springs”.
Como ya he
dicho, a mi Ford me flipa pero si queréis empezar a conocerle no recomiendo
este libro, mucho mejor “El periodista deportivo” o el que escribió dedicó a su
madre. En este me ha recordado muchísimo a Richard Russo en Alto riesgo y
también a algunos relatos de Ethan Canin en “El emperador del aire”.
He leído también 4 relatos de Cheever: “O City of broken dreams”, “The
hartleys”, “The Sutton place story” y “The summer farmer”. En todos aparecen niñas pequeñas,
curioso.
Conclusión
del mes, hay que leer “Berlin. Ciudad de Humo”, a James Stern y por supuesto a
Cheever.