viernes, 23 de noviembre de 2012

¡¡NERVIOS!!



- Mamá... ¿qué peli vamos a ver el viernes por la tarde?
- Ninguna, yo no puedo. Tengo que ir a lo de los Premios.
- ¿Los premios esos de las cosas que escribes en internet?
- Si...esos.
- ¡¡Vas a ganar!!!
- No lo sé, además es mejor pensar que no voy a ganar y así no nos llevamos desilusiones.- es un pensamiento completamente idiota, pero como madre dices cantidad de tonterías al día.
- Eso hago yo mamá. Cuando quiero algo mucho, pienso...” no lo voy a querer, no lo voy a querer, no lo voy a querer”...y así, si luego no lo tengo no pasa nada.
- ¿Y te funciona?
- No lo sé, no me sale pensar eso, lo que pienso es “loquiero, loquiero, loquiero, loquiero”...pero a lo mejor a ti te sale.

Estoy nerviosa más allá de cualquier razonamiento lógico para una tía de casi 40 años.

Estoy tan nerviosa que no puedo parar quieta. Ayer hice canelones como para dar de comer a toda la pradera.

Estoy tan nerviosa que hoy cuando ha sonado la alarma “Madrugóndeloscojones” llevaba despierta hora y media.

Tan nerviosa que no puedo comer nada. Ni los canelones del tuper, ni la manzana asquerosa de “que sana soy” ni siquiera un té. Tengo un nudo.

Tengo tantos nervios que he visualizado mi armario 65 veces para decidir que me pongo. Creo que ya está decidido...por lo menos para los próximos 10 minutos.

Tan nerviosa que pienso gilipolleces. “Mierda, a mí me molan mis monstruos, pero nadie sabe quién soy ni que pinta tengo y sin embargo todos los demás tienen sus caretos. Tengo que tener buena cara esta tarde para que cuando digan “¿Tú eres Molinos?” no lea en su cara...” te favorecen más los monstruos”

Tengo tantos nervios, que me está saliendo un herpes y granos nuevos y creo que si me concentro incluso puedo conseguir algo de acné juvenil.

Tengo tantos nervios, el corazón tan acelerado y me capacidad para el dramatismo tan fuera de control, que he empezado a valorar muy en serio la posibilidad de qué me de un infarto. Si intento acallar estos pensamientos con razonamientos “científicos” es casi peor: edad, 40 años, hipercolesterolemia familiar, antecedentes familiares, situación de stress…¡¡lo tengo todo!!

Tengo tantos nervios que ando por la pradera como pollo sin cabeza.

- Mira Moli, una cosa te digo...para estar así, lo mejor es que te drogues.
- ¿Qué?
- Ante cualquier duda...lo mejor es drogarse...siempre.

Estoy tan nerviosa que necesitaría nadar 60 piscinas, dar una vuelta corriendo al Retiro, o un buen...exacto...eso, uno de los de gran sudada.

Estoy tan nerviosa que todo mi lado lógico, objetivo y maduro no es suficiente para equilibrar mi lado emocional, ilusionado y completamente enloquecido que quiere ganar esta noche.

Estoy tan nerviosa que funciono igual que una niña de 7 años. Intento pensar “No lo quiero, no lo quiero, no lo quiero”…


Pero no me sale…

A partir de las 19:30 en streaming aqui..podéis verme ganar, perder y sufrir un infarto...todo un mundo de posibilidades.

Ah y casi lo olvido..ya tenemos dominio propio. En sus pantallas: www.cosasqmepasan.com

jueves, 22 de noviembre de 2012

QUERIDO PAUL (II),

Querido Paul,

Sé que hace un par de años te dije cosas horribles, sé que el año pasado juré no volver a verte, sé que dije que no te daría ni una oportunidad más, que lo nuestro había terminado para siempre, pero ya soy tuya de nuevo.

Toda aquella ira y desprecio lo sentía de verdad, lo dije todo muy en serio, lo juro. Lo creía firmemente…

..y ahora estoy otra vez locamente enamorada de ti. Eres un conquistador y lo sabes. Te habías acomodado en las relaciones fáciles, en las historias tontas que se escriben solas, que te salen casi sin pensar, eres capaz de escribirlas mientras te cortas las uñas y las masas te amaron por esas historias, pero las amantes fieles, las antiguas como yo, nos sentimos defraudadas y estafadas y te abandonamos.

Pero tú sabes cómo hacerlo. Tenías un plan. A principios de este año, valiéndote de esas casualidades que te caracterizan, hiciste que llegara a mis manos “El Libro Rojo”, una obra pequeña que me había pasado desapercibida en su momento y que tú sabías que me engancharía. Por si acaso me resistía, hiciste que la acompañara una entusiasta recomendación “Moli...tienes que leerlo”. Era un primer paso para reconquistarme. Eran las flores que se mandan para que la amada deje de fruncir el ceño, deje de estar enfurruñada y por lo menos sonría. Y claro que sonreí, me flipó “El libro rojo”, me flipo tanto que nada más terminarlo, volví al principio y lo releí del tirón.

Paul, eres un seductor y vas paso a paso. Sin prisa, dejando que el terreno esté preparado. Has esperado el momento justo para el golpe perfecto. Una vez más y valiéndote otra vez de las casualidades que tanto te gustan, has hecho que llegara a mis manos “Diario de invierno”. En el momento justo, otoño y por el precio justo, gratis a cambio de una reseña. Sabías que no iba a resistirme a darte la enésima oportunidad, que caería otra vez en la tentación de ver qué habías escrito, sabías que la posibilidad de volver a despellejarte sería una trampa para mí.

Piensas que nunca te va a pasar, imposible que te suceda a ti, que eres la única persona del mundo a quién jamás ocurrirán esas cosas, y entonces, una por una, empiezan a pasarte todas, igual que le suceden a cualquier otro”.

¿Cómo se puede ser tan cabrón? Sabías que una vez que leyera ese primer párrafo que encabeza todo el libro, iba a ser tuya. Entregada completamente.

Como me resistía a ser una chica fácil a la que se conquista nada más llegar a la cita, seguí leyendo muy crítica, con mis gafas de directora de cine lesbiana catalana y mi pose de “ Paul, a mí no me la pegas”, dispuesta a sacar el boli rojo y hundirte en la miseria de los despellejes.

Me cuentas entonces que miras por la ventana y que ves nevar, y yo pienso como cualquier otra enamorada "Le gusta el invierno como a mí”. Y desde ahí empiezas a tejer tus memorias, contándomelas e hilándolas con el presente. Tienes una memoria prodigiosa (como la mía) y me enseñas hechos, personas, sentimientos, sensaciones que te ocurrieron y que te han hecho como eres. Sabes lo que opino sobre compartir recuerdos, lo especial que me parece y consigues que me sienta como si estuviéramos debajo de las sábanas contándonos confidencias…y te odio por ello.

Intento resistirme. No quiero caer tan rápido en tus redes. No eres tonto, y para liarme, para que no me sienta incómoda, cuentas tu historia sin ser “yo”, son tus memorias, es tu vida, pero las cuentas desde el “tú”. Sabes que como todo lo que cuentas es tan íntimo, tan personal, podría sentirme incómoda con el “yoismo”, podría sentirme una cotilla, sin embargo al hacerlo con el “tú” me incluyes, me dices...” ven que te cuento su historia”.

Como eres un maestro de la seducción, también manejas el humor y cuando parece que todo va a ser trascendencia y sentido de la vida, te descuelgas contándome como fue la adolescencia y el despertar sexual de ese “tu” del que me estás hablando…y consigues que me ría:

Como cualquier otro varón que haya vagado por este mundo, eras esclavo de aquel cambio milagroso que había ocurrido en tu cuerpo. La mayor parte de los días, apenas podías pensar en otra cosa; el resto del tiempo, en nada más”.

O “Vives en un tormento de frustración y continua excitación sexual, batiendo el record norteamericano de masturbación durante todos los meses de 1961 y 1962 como onanista no por elección sino por circunstancias”.

Me rio imaginándote casi con callos en la mano y rebosando frustración. Cuesta creerlo con la planta que tienes ahora y el indudable atractivo que desprendes incluso con 64 palos.

Sabes que la risa y la ternura acaban con cualquier resistencia pero querías acabar rematando la faena, que te jurara amor eterno y me lanzara al mundo a decirle a los descerebrados que habías vuelto, que tenían que leerte, que te dieran una nueva oportunidad y ¿cómo lo consigues? Contándome como te sentiste cuando murió tu madre de repente.

Mientras asimilas la noticia tienes la impresión de que se vacían las entrañas. Te sientes aturdido y hueco, incapaz de pensar, y aunque eso es lo último que esperas que ocurra ahora (Hace años que no estaba tan contenta), no te sorprende lo que te está diciendo Debbie, no te horrorizas, no te quedas atónito, ni siquiera te disgustas. ¿Qué es lo que te pasa? te preguntas. Tu madre acaba de morir y te has convertido en un bloque de madera”


Ni lágrimas, ni aullido de angustia ni dolor: solo una vaga sensación de horror creciendo en tu interior”.

Ya me tienes en tus manos, ya no hay resistencia. Me dejo llevar por ti, por tus recuerdos, por tu vida, por todo aquello que me enseñas de tu pasado, grandes cosas y también pequeños detalles, situaciones que en su momento fueron pequeñas, casi intrascendentes pero de las cuales guardas un recuerdo, una sensación que te ha hecho como eres ahora...Me guías por tu vida, poniéndola del derecho y del revés...para que vea qué es como todas, como la de cualquiera, y que lo único que hay que hacer para darte cuenta de que te pasan cosas, es pararte y mirar.

Todos somos extraños para nosotros mismos, y si tenemos alguna sensación de quienes somos, es sólo porque vivimos dentro de la mirada de los demás”.

Amo a Paul. Al terminar, he querido volver a empezar otra vez…exactamente como cuando...sí, eso.

Sé que ahora mismo tengo la misma credibilidad que cualquier tía que pone a parir a su ex, hace que todos sus amigos  le hagan vudú …y luego vuelve con él y dice “es que ha cambiado”, pero hacedme caso, corred a leer “Diario de Invierno”…ya.


martes, 20 de noviembre de 2012

MOMENTOS DE PRADERISMO LABORAL

La venta de libros de colores va mal, hecho este que no me sorprende porque digamos que no estamos vendiendo libros de colores buenos. Y es una pena porque podríamos escribir uno cojonudo y con mucho éxito de crítica y público simplemente transcribiendo lo que pasa en la pradera.

La vida en la pradera comienza tempranísimo. A las 7 y media de la mañana ya hay un par de praderistas que entre las legañas que nublan su vista empiezan a currar cuando en Mordor todavía es de noche.

Yo llego a las 8. Cabreada por el madrugón y por el absurdo infinito de mi vida, porque a esas horas me pongo muy trascendente, muy de tragedia griega con túnica y tal. Nada más llegar, huelo a zumo de naranja recién exprimido, a te recién hecho y a tostadas. Me guio por el olfato y llego al mini office que durante un tiempo fue de JS, y que al desaparecer él fue adoptado por los praderistas para dejar sus avituallamientos: algo de fruta para mediodía, un tuper para la hora de la comida, etc. Morenaza sin embargo ha llevado más lejos el avituallamiento y se ha montado su despensa: un frutero con piezas variadas, queso sin lactosa, tés variados, pan para desayunar tostadas y un exprimidor donde se hace su zumo todas las mañanas.

- Tronca... ¿Qué haces?
- En la cafetería me soplan 3 euros por un zumo así que paso...me traigo las naranjas y me lo hago yo.
- ¿y el te? ¿y las tostadas?
- Tendré que desayunar ¿no?
- ¿y en casa?
- Moli coño...me levanto a las 5:45 en mi ciudad a tomar por culo de Mordor...no puedo desayunar, lo que me pide el cuerpo es recena.

Porque sí, hay gente que madruga mucho más que yo, pero esto solo confirma mi teoría de que no es bueno para la salud. Temo el día que llegue a la pradera y Morenaza salga a recibirme en bata y pasando la aspiradora…”Hija Moli, a ver cuando quieres que haga estas cosas”. Por si acaso he empezado a controlar lo que trae, por si la veo llegar con un paquete sospechoso de ser un colchón inflable.

La mañana transcurre tranquila, los praderistas llegamos, nos saludamos, charlamos sobre el hundimiento de los libros de colores, me hacen la ola cuando soy finalista de los bitácoras y luego todos nos ponemos los cascos para currar.

Todo es paz y tranquilidad.

Tacatacatacatacatacatacatacataca taconeo de llegada….Buenos días, buenos días, buenos días…. ¿Qué tal? ¿Qué pasa? ¿Alguna novedad? ¿Qué tal las ventas?

Las habitantes de los despachos que bordean la pradera han llegado perturbando la tranquilidad de los praderistas.

Nos vamosssss a una reuniónnnnn. Tacatacatacatacatacatacatacataca….taconeo de despedida.

Ahhhhhh, suspiro de satisfacción de los praderistas que vuelven a su calma laboral.

- Morenaza... ¿oyes eso?
- ¿El qué?
- Quítate los cascos...
- Vale... ¿el qué?
- Ese zumbido tía, vibra todo, lo oigo hasta con los cascos…
- ¡Ah sí! Es el calefactor.
- ¿Qué calefactor?
- El que me he traído de casa...
- ¿Qué te has traído qué?- ya veo claro que mañana me la encuentro planchando.
- Un calefactor. El de mantenimiento pasa de nosotros…y me estaba pelando...
- Ya tía, pero es que hace un ruido que parece una avioneta de vuelo sin motor. Me siento Meryl en Memorias de África.
- Jajajaja... ¿Te lavo el pelo?
- Tronca...me estás dando miedo….- la visualizo ya convirtiendo la pradera en un salón de peluquería.

La conversación se interrumpe porque entra en escena el habitante más grande de la pradera, Cedric.

- Cedric... ¿qué te pasa?
- ¿Qué me pasa de qué?
- ¿te has caído de la cama? ¿Has tenido pesadillas? ¿Ha sonado el teléfono a deshora?
- Te veo venir...perra. ¿Qué pasa?
- Joder...pues que son las 10…tempranísimo para ti.
- Pero qué graciosa eres...
- Es una pena que llegues tan tarde...te pierdes los mejores momentos de la pradera.
- ¿Tarde? Pero si son las 10…
- Ya...pero llevamos aquí más de 2 horas...justo hablábamos ahora de calentar la pradera.
- Me gusta ese tema… ¿puedo aportar algo?
- ¿Calor?
- Muchooooo

Tacatacatacatacatacatacatacataca..Venimos de la reuniónnnnnnnnnnn. Hay que cambiar todo…

Tacatacatacatacatacatacatacataca…..nos vamos a otra reuniónnnnnn.

- Moli...tengo iphone.
- Estupendo Cedric, así podremos mandarte wasap en el grupo “pradera”.
- Ah no, tarifa de datos no tengo.
- ¿y para qué quieres un iphone?
- No sé...es chulo
- Mira...tener un iphone sin tarifa de datos es como tener un ferrari y usarlo tirado por caballos…Es absurdo.
- No te soporto…

Vuelvo a mis cascos y el libro de color verde que estoy revisando y que es atroz. Por el rabillo del ojo veo que Cedric me hace gestos...intento ignorarle, pero ignorar a un gigante humano de 2 metros y 120 kilos de peso sentado a un metro de distancia que mueve los brazos es complicadísimo...incluso para mi.

- ¿Qué pasa?
- Moli... ¿tú has revisado estos libros?
- ¿Cuáles? Reviso mil…
- Estos que pone que son comics y están sin valorar...
- Si, fui yo. Ahora no vamos a comprar comics así que les eché un vistazo pero están sin valorar.
- ¿y qué pongo en LA BASE?

Inciso.- Cedric lleva 6 meses creando una base de datos chupilerendi que acaba de poner en marcha y a la que puede asegurar que tiene más aprecio que cualquiera de sus pertenencias incluidas sus extremidades.- Fin del inciso.

- ¿En la base? Pon “no revisado”. Yo qué sé...a mi me da igual…pregúntale a Sonrisas que es el que cortocircuita con estas cosas.
- ¿Qué pongo Sonrisas? ¿Qué prefieres que ponga “No revisado” o “Sin revisar”?
- Jajajajajajajaja...pero estáis tontos...eso es exactamente lo mismo.
- No...tiene un matiz…
- ¿Un matiz? Venga no me jodas….
- Si, “no revisado” quiere decir que lo miraste pero no lo revisaste…” sin revisar” quiere decir que ni lo miraste.
- Vosotros exactamente ¿de qué planeta sois? Estáis enfermos.
Tacatacatacatacatacatacatacataca….
_ Moli…hazme caso un momento.
- ¿Qué quieres ahora? Me da igual lo que ponga la base. Pon “sin revisar” o pon “ Moli paso millas de mirar este libro” lo que quieras.
- Que no es eso...
- ¿Qué es? ¿Es importante?
- Mucho...mira... que pasada… ¡adivina qué!!
- ¿Qué?

Pero os juro que somos superprofesionales y de libros de colores sabemos un huevo.

lunes, 19 de noviembre de 2012

LA TEORIA DEL LLORIQUEO


Lloriquear: Llorar sin fuerza y sin bastante causa.

Estoy muy a favor del lloriqueo. Muy a favor, siempre que se encuentra dentro de estos parámetros:

- No sea el de laz princezaz.
- No se abuse de él. La gente que se hace adicta al lloriqueo, se engancha a la autocompasión y el autoanálisis pormenorizado de sus mierdecitas, acaban convertidos en unos tristes, son insoportables y un coñazo.

El lloriqueo es una manera de relacionarse con el mundo tan práctica como la ironía, el sarcasmo, la inteligencia y la buena conversación, pero como todos esos recursos hay que utilizarlo con la gente adecuada y capacitada para saber qué hay que hacer cuando les lloriqueas.

¿Qué es lloriquear?

Nada de lágrimas. Lloriquear no implica nunca llanto, está más a medio camino entre la queja y el “hazme caso”.

Uno lloriquea por gilipolleces y sabe que son gilipolleces pero como las estás viendo desde dentro, el pensamiento objetivo y de persona mayor que intentas mantener: “a ver Moli, esto por lo que estás lloriqueando es una absurdez y no tiene el más mínimo sentido” no funciona. Y además, siempre es más cómodo lanzarse por la pendiente del lloriqueo que ser una tía madura y decir: venga coño…a pasar de todo.

El lloriqueo es un arma a utilizar solo por gente inteligente y siempre con cuidado. Cuando te pones a lloriquear, y aunque te dejes ir, hay que mantener siempre un control porque si desbarras mucho al final acabas en tu sofá, tapada con una manta y balanceándote hacia delante y hacia atrás y pensando majaderías como: mi vida es una mierda, yo no valgo nada y nadie me quiere y no se trata de eso. Que a lo mejor es verdad y eres un mierda, no vales nada y nadie te quiere, pero por eso no se lloriquea, se coge uno una depresión de mil pares de cojones y es otro tema mucho más serio.

El lloriqueo es siempre para enseñar a los otros, porque como he dicho antes, el lloriqueo quiere “llamar la atención”. Cuando tienes un problema de verdad o tristeza suprema puedes no querer contarla, puede darte vergüenza, el lloriqueo no. El lloriqueo tiene complejo de centro del universo. El lloriqueo es exhibicionista por naturaleza.

¿Qué buscas cuando lloriqueas?

Una buena leche y un tirón de pelos.

Cuando le comunicas tu lloriqueo al interlocutor adecuado, sabes que has elegido bien cuando te contesta algo como:

¿Pero tú eres gilipollas o qué te pasa? ¿Se puede saber que tonterías estás diciendo??

O

Vamos a ver absurda. No habías decidido después de mucho pensar que ibas a hacer tal...pues ahora apechuga con lo decidido y deja de pensar memeces.

O

Eres una llorica de mierda y no tienes razón y como sigas diciéndome esas memeces te juro que voy y te pego.

O

Haz el puto favor de irte a la nevera, coger unos hielos y tomarte una copa a ver si se te pasa la tontería.

O

Paso de ti.

Y eso es justo lo que tú necesitas. Que alguien que no está sumido en tu tontería de pensamiento, que alguien fuera de ti, te espabile y ahuyente de ti el lloriqueo absurdo que amenaza con joderte el día, la semana o las próximas horas sin que sepas muy bien como. Te contestarán algo de eso y mágicamente, como si hubieran dicho un conjuro, la capa de lloriqueo que te rodeaba y nublaba tu criterio, se resquebraja, se rompe y vuelves a verlo todo con la clarividencia que te caracteriza.

Lo peor que te puede pasar cuando lloriqueas es que encuentres a alguien que no sepa manejar el lloriqueo y cuando le hagas partícipe de tu bobada, decida sentirse empático y te diga algo como: Claro, pobrecita...tienes toda la razón...es para estar deprimida.

Con el lloriqueo no quieres un hombro para llorar, quieres una buena leche.

Pues eso, el lloriqueo es de inteligentes porque hay que saber usarlo.