jueves, 12 de julio de 2012

MOLIDOCUMENTALES: EL LIGUE MENTIROSO COMPULSIVO




Llega un día en que eres una leona experimentada y con un bagaje de relaciones a tus espaldas: unas lamentables, otras estupendas, otras para olvidar, otras para recordar…todo el catálogo de posibilidades.

Estás sola y tan a gusto. No es que no quieras tener un ligue, amante, amor de tu vida, pero has aprendido que sola se puede estar perfectamente y no pasa nada.

Y justo ahí, cuando estás tan a gusto contigo misma y tus circunstancias aparece el ligue mentiroso compulsivo (LMC) a joderte la vida.

El LMC tiene casi siempre más de 40 años y muchos de ellos tienen más de 50. Inexplicablemente han conseguido llegar a esa edad bajo un aspecto de tíos respetables, confiables y con criterio. Nada en su aspecto físico ni en su forma de comportarse deja ver que estás ante un mentiroso compulsivo. Según mis observaciones y por si os sirve de algo, si un tío lleva pantalones color quisquilla tiene muchísimas posibilidades de ser un LMC.

Antes de continuar hay que explicar que el LMC no es un gran mentiroso. Suele ser torpe, atolondrado, olvida las excusas dadas, se contradice y balbucea, pero a cambio tiene una fe inquebrantable en sus propias trolas incluso en las que resultan contradictorias entre sí.

Otra característica del LMC es que está dotado para la actuación: es capaz de de afligirse hasta el patetismo cuando le dices que está mintiendo. Si a esto le sumamos que no tiene ningún sentido del ridículo, es muy posible que la leona se encuentre poniéndose muy seria con un tío de 50 palos con un pantalón de color quisquilla que llora desconsoladamente de rodillas, mientras le manda wasap de amor a la vez que le propone matrimonio en las Seychelles….

¿Cómo se llega a eso?

Así.

El LMC llega a la vida de la leona. Gracias a mis observaciones he comprado que suele llegar del entorno laboral o de un entorno raro. Quiero decir, el LMC nunca a va a ser a alguien del círculo de amigos más cercano, ni un amigo de un hermano, ni un amigo de una amiga…más que nada porque entonces alguien pondría sobre aviso: cuidado con mengano que es un mentiroso o contarían su vida y no habría espacio para elucubraciones fantasiosas.

El caso es que llega y es encantador, porque ser un mentiroso compulsivo no está reñido con ser divertido, inteligente e ingenioso. Además, le gusta la leona y está dispuesto a conquistarla, así que se lo curra. Poco a poco y sin prisa.

La leona tampoco tiene prisa porque está tan a gusto sola, y además ya es leona experimentada y no quiere caer en gilipolleces: liarse con uno del curro es un lio, liarse con uno de clase de taichí con el que no tienes nada en común parece arriesgado…liarse con un ex compañero de instituto que acaba de volver a la ciudad es un poco regresión al pasado. Todo eso lo sabe, pero coño, su ego es débil y está encantado con las atenciones que recibe por parte de LMC.

Al final cae. Con toda la prevención y todo el rollo de “solo somos amigos”, .al final cae, y se lía con él.

Comienza entonces la actuación estelar de LMC. Empieza a dar explicaciones raras y complejas totalmente innecesarias. Dice cosas completamente contradictorias que sumen a la leona en un mar de dudas, Si no sabéis de qué hablo y creéis que miento...transcribo una conversación típica. (Si esto fuera tele pondría “recreación basada en hechos reales”)

Cama. Después de…todo es relax y amor en el aire.

- Cariño...no me quiero enamorar de ti porque nos haríamos mucho daño.
Ella piensa... ¿a qué coño viene esto del amor? Nos hemos acostado y tenemos una edad., esto no es la cenicienta. Como pasa de meterse en una conversación de ese tipo, finge un ronroneo de qué sueño tengo.
- Mmmmmm
- Eres especial, muy especial, nunca he conocido a nadie como tú y el hombre que se case contigo tendrá mucha suerte…

Salta la primera señal de alarma:  Pero, pero, pero... ¿a qué coño viene esto? ¿Este tío es idiota?? ¿Estamos en la cama y nombra a otro? Si lo que está esperando es que le diga que después de él no va a haber otro...lo lleva cristalino. Como el ronroneo no ha funcionado, la leona tiene que optar por roncar o volver a la batalla sexual para mantenerlo callado.

La leona mosqueada por este tipo de conversaciones…y los pantalones color quisquilla, empieza a hacer sus deberes. “Este tío es raro, así que paso de engancharme. Muchas risas, algún beso, jijiji, jajaja…y a otra cosa”. Se repite como un mantra: paso de engancharme, paso de engancharme, paso de engancharme.

LMC, continúa con su campaña de acoso y derribo. Las maniobras encantadoras se suceden a las frases raras, las promesas de amor eterno van seguidas de absurdas explicaciones sobre el dolor en el amor. Los 250 mensajes diarios, se suceden a desapariciones totales propias del hombre invisible.

Ejemplo típico:

Cariño...me gustas muchísimo, estoy loco por ti, pero esto va a ser un lio y nos vamos a hacer daño...asi que es mejor que lo dejemos. ¿Me acompañas a ver un piso a ver si nos gusta y nos vamos a vivir juntos?

La leona empieza a estar desquiciada. El tobogán del amor mola, el tobogán emocional está muy bien, pero que te hagan crecer un nido de mariposas en el estómago para al momento siguiente echarte una tufarada de spray anti bichos, hace peligrar la salud mental de cualquiera.

Y justo en ese momento, a la leona le entra el “instinto femenino”, se le enciende una luz y dice: este tío me la está metiendo doblada, he hecho la gacela herida.

Y le pilla.

Oye...LMC…
Dime amor de mi vida...
Ya bueno, es que he estado pensando en eso y he decidido que mejor lo dejamos, porque esto va a ser un lio, total solo es un enganche y así, no nos hacemos daño y todos tan contentos.
No me digas eso…nunca he conocido a nadie como tú, que me hiciera vibrar así… todas las demás me han hecho mucho daño…y
Ya…pero mira que cosas pasan. Tengo aquí tu libro de familia, la foto de tu novia, sé los nombres de tus siete hijos y tengo copia del piso en Marina D´or que tenéis en régimen de multipropiedad con tus cuñados.
Eso es mentira...no sé quién te ha contado eso...pero es todo mentira. Puedo explicártelo… ¿nos alquilamos un piso?
Eres un completo majadero.
Estás loca por mí…
Y un gilipollas….

LMC no se da por vencido, es otra de sus características. Un buen LMC es inasequible al desaliento, aunque tiene su lógica. Un tío que es capaz de llevar unos pantalones de color quisquilla es de otra pasta. Acecha en cualquier esquina, está detrás de cualquier wasap, avasalla con mails de amor, manda flores, escribe cartas. Si además es del curro, la leona no puede esquivarlo completamente. .

Y por fin...llega la traca final. Dejas a un LMC sin control y cava su propia tumba, chapotea en su propio barro.  Puede suceder asi: la leona está en un baño, oye entrar a alguien. Es LMC y le oye al teléfono: cariño…no digas bobadas, yo no tengo nada con esa chica, te juro que eres el amor de mi vida...te lo juro.

 
La leona sale del baño con una sonrisa en la cara...."Hola..."

LMC dice: déjame que te explique...no es lo que tú te crees. Vayamos a conocer a tus padres....

Porque lo bueno de liarse con un LMC es que él solo hace tantas gilipolleces que la leona se desengancha sin dolor, pasada la sorpresa inicial, respira hondo y dice: de la que me he librado.

Acto seguido, coge el móvil y llama a su amiga: la próxima vez que te diga que me mola un tío, pregúntame de qué color lleva los pantalones.

martes, 10 de julio de 2012

ENSAYO SOBRE LA PENA Y LA TRISTEZA

Pena y tristeza no son la misma cosa. Se parecen, pueden parecerse, incluso pueden sucederse una a la otra, pero no son lo mismo.

Tener pena, no es igual que estar triste o ser un llorica. No tiene nada que ver.

Cuando tienes una amiga con pena, con una oleada de pena suprema que la ahoga, puedes sentir esa pena.

La pena de los otros duele, la tristeza de los otros no duele, preocupa, perturba, incomoda, te mueve a intentar animarles, pero no duele.

Cuando alguien cercano a ti está apenado de verdad no puedes hacer nada. Le ves nadar contra la oleada de pena, intentar mantenerse a flote con un esfuerzo sobrehumano tanto físico como anímico, que literalmente le deja agotado. Bracea, patalea, intenta que las olas no le ahoguen…y se agota. Cuando no puede más, se deja hundir, se rinde…y es en ese momento en el único que tú puedes hacer algo, es ahí cuando tienes que tirarte al agua o meter el brazo, agarrarle y hacer que salga a la superficie. Sostenerle a flote en lo que recupera fuerzas para seguir luchando contra su pena, en esa pena que le duele por dentro y le agarrota.

La tristeza viene después.

Tras mucho nadar contra la pena, tras luchar contra las olas, el rastro que deja esa batalla es la tristeza. Ese alguien apenado consigue subirse a una balsa de madera que ha construido poco a poco y se tumba a descansar. Ya no tiene que nadar contra la corriente, ya no hay olas que lo tumben y le ahoguen. Está a salvo. Ya no va a hundirse pero no tiene ganas de remar. Ahora es un mar calmo y gris que se pierde en la distancia y sin asomo de sol. Pero ahora ese alguien sabe que hay un sol, que en algún momento habrá sol. En esta etapa de la pena, puedes subirte a su barca, charlar, contar chistes, acompañar, hacer planes para cuando salga el sol. Acompañas en la tristeza y en algunos ratos consigues que tu amigo se olvide por unos momentos de ella. Eso es, se olvidará de la tristeza por unas horas y cuando retorne a ella (porque no es tan fácil escapar) esa tristeza será menos, pensará...” Joder, ¿por qué estaba yo tan triste?..Tampoco es para tanto”. Cada rato que consigues distraerle, le quitas un poco de poder a esa tristeza.

Con la pena no pasa eso. La pena no se distrae, no se olvida, aunque lo intentes. Se irá cuando ella quiera y mientras tanto estará ahí. Si la dejas, si no luchas o si te dejas ir porque estás agotado, te invade. La pena te llena por completo. Te ahogas y crees que no puedes más, que vas a morirte de la pena, pero entonces llega el llanto. La pena verdadera agarrota tantísimo, duele tantísimo que no permite llorar. Cuando aparece el llanto es el último recurso, es la llegada del séptimo de caballería en las películas del oeste. Lloras porque ya no puedes más, lloras hasta agotarte, lloras para vaciarte, lloras para que esa pena salga por algún sitio, para que esa angustia que no te deja casi ni respirar salga de ti. Lloras desconsoladamente.

Y ahí, justo en ese momento...no lo sabes...pero has dado un paso para dejarla atrás.

La tristeza tiene un horizonte, la pena no.

La tristeza puede llegar sin motivo...aletea y se pira. La pena siempre tiene una causa.

De la tristeza se puede hablar, de la pena no.

Con la tristeza se hacen canciones…con la pena no.

Con la tristeza hay que hablar, con la pena hay que estar.

La tristeza puede ser dulce y cálida, la pena no. La pena es amarga. La tristeza te hace sentir frio y querer un sofá y una manta. La pena da miedo y quieres una manta pero para esconderte.

Para saber lo que está pasando alguien con una oleada de pena, hay que haberlo pasado antes. Hay que haberse ahogado en pena, braceado contra la corriente, sentirse morir y luego treparse a la balsa y dormir en la tristeza.

Sólo cuando has pasado todo eso, desarrollas la empatía suficiente para decirle a tu amigo...” Sé lo que estás sintiendo, sé que duele infinito y sé que nada de lo que te diga va a servir…pero confía en mi…al final se pasa”.

Sólo cuando has pasado todo eso, sabes que lo nunca hay que decir es: venga, que no pasa nada, anímate.

Eso es como atarle un peso a los pies y dejar que se hunda.



Para dos amigas con pena infinita.

viernes, 6 de julio de 2012

VERANEO FRANQUISTA (II): Kilómetros, princezaz, huertos y el espacio.

Tras mis primeros 1250 km semanales, declaro oficialmente inaugurado mi veraneo franquista.

Este año probablemente me arruine, mi familia ha decidido que mi querido Ibiza, con sus 423000 km no es un medio de transporte fiable para ir y venir a Mordor, así que Molimadre me ha dejado su flamante coche a estrenar con solo 30.000 Km. Todo estupendo, pero tengo dos problemas: uno que me equivoco de coche en el parking de Mordor porque me he empeñado en que mi madre tiene un Toyota y es un Peugeot. No sé si conseguiré metérmelo en la cabeza antes de que me detenga el guarda de seguridad del curro por intento de robo. El otro problema es un poco más grave, el coche de molimadre es gasolina...hace 12 años que no cojo un coche gasolina…y ¡¡es una auténtica máquina de tragar combustible!!! Es probable que pase del amor de los que me quieren y vuelva al Ibiza antes de tener que empeñar un riñón para conseguir llegar a currar…

Tras esta semana, he aprendido otra cosa. Puedo irme a vivir a cualquier clima extremo. Mi cuerpito soporta alegremente una amplitud térmica cada día...digamos “amplia”. Salgo de Los Molinos con una temperatura de 8º y viendo del norte, en tirantes y sin calcetines a las 7 de la mañana y a las 4 de la tarde me enfrento al desierto de Mordor a 42º y a un viento que llega directamente del infierno envuelta en un chal y con chaqueta, tras resistir las 7 horas de criogenización en la pradera. Debo ser un trabajador valioso y quieren conservarme. Consigo no ponerme enferma ni sufrir ataques chungos…ya quisiera Calleja…y encima yo, llevo el pelo limpio.

Laz princezaz están completamente en “modo veraneo”...duermen como ceporros, corren completamente asilvestradas, persiguen a los perros nuevos y pueden permanecer en remojo unas 6 horas diarias. Eso sí, se enfrentan y me enfrentan a grandes dudas existenciales:

- Mamiiii... ¿quién hace mejor la bolita?

La bolita consiste básicamente en bañarse en “culos” en la piscina, agarrarse las piernas, hacerse una bolita y sumergirse dejándose llevar por el agua aguantando la respiración hasta que no se puede más. Gana no el que más aguanta, sino el que saca mejor el culo en pompa.

Y allí estoy yo, en el borde de la piscina, como un juez de gimnasia rítmica, echando de menos unos cartelones para decir: ejecución técnica un 7, dificultad un 8.

El huerto ha empezado su transformación. De las ordenadas hileras de tierra húmeda que mirábamos con fervor cuasi religioso esperando que brotara algo en plan milagroso...hemos pasado a una selva de plantas desconocidas.

- Joder, hay que ver qué de ciudad somos.
- Bueno si...pero hay gente mucho más de ciudad que nosotros.
- Eso si…pero he flipado con el calabacín.
- Y yo...el calabacín es una verdura molona, simpática, amiga de los niños…y resulta que la planta es muy poco friendly.
- Siiii...es un alíen…se está comiendo a los tomates...y tiene unas hojas supergrandes y superposesivas…y ¡pinchos!
- Una cosa te digo...si yo fuera un extraterrestre...adoptaría la forma de un calabacín para conquistar la tierra…caes bien, te plantan y colonizas el planeta con tus pinchos y tus hojas invasivas…
- ..deja de beber…

Ha sido también la semana de los grandes descubrimientos de la física. Unos listos por ahí, han descubierto el Boson de Higgs, pero laz princezaz han descubierto otras cosas…

- ¿Cuánto me queréis?- las madres también tenemos momentos de “ dame mimos”
- Muchísimooooo.- dice C.
- Mami...yo te quiero la distancia que hay de aquí a la Luna y volver. - Estupendo.
- No...espera, eso es poco…te quiero la distancia que hay desde el Sol hasta Plutón.
- Ohh...eso es muchísimo más…- me muero de la emoción con mi princeza mayor...sabe calcular distancias.
- ¿Plutón? Pues ¡¡yo te quiero del sol a Marte!!!
- Marte está más cerca...la quieres menos.
- No…si Plutón es el que está más lejos…por el otro lado estará más cerca…
- ¿Qué otro lado? El universo no es redondo… ¿a qué no, mamá?

Las cosas del espacio me dan pánico, pero veo que voy a tener que ponerme a estudiar o esperar a que me lo expliquen ellas. 

Ah sí...y el otro día vi este video en el Blog de Hombrerevenido. Sencillo y genial. El ingenio es un bien muy escaso y hay que valorarlo como se merece.


 

jueves, 5 de julio de 2012

UNA DOCENA DE COSAS QUE DAN MUCHA PEREZA





En nuestro día a día hay un montón de cosas que dan muchísima pereza. Cosas que sólo de pensarlas nos hacen suspirar y decir: mejor no lo pienso. No hablo de cosas horribles como levantarse por las mañanas, ir a trabajar o limpiar cristales, hablo de cositas nimias, trivialidades pero que sin embargo “hacen bola”. Las piensas, sabes que hay que hacerlas y por un momento fantaseas con la posibilidad de un mundo paralelo donde tuvieras a alguien solo para hacer estas cositas.


Todas tienen en común que son gilipolleces pero se incrustan en tu cabeza y no hay manera de quitártelas de encima, hasta que vences esa pereza infernal y consigues hacerlas. Y lo peor es que vuelven…es el ciclo de las mierdas que dan pereza.

La pereza que dan todas estas cosas se retroalimenta sola. Empiezas a pensar qué pereza te da y lo único que haces es alimentar al monstruo. Si las hiciéramos del tirón, sin pensarlas, todo sería más fácil, pero pufff, ¡Qué pereza!



1. Bajar / sacar la basura


En general el concepto “ cubo de basura” da pereza solo con nombrarlo. Todos apretamos la basura, aplastamos los envases e intentamos colar la monda de naranja en un rincón solo para librarnos de tener que cerrar la bolsa y poner una nueva. Si el proceso además, incluye bajar la basura al contenedor, el momento escaqueo puedo proporcionar encajes de desperdicios al nivel experto de Tetris.


2. El cajero


Sacar dinero del cajero es una de las actividades de más pereza del mundo. Fantaseas con ser Gilito y tener una habitación llena de monedas o llevar faltriquera como las señoras del siglo XIX y tener ahí guardados los “cuartos”. Rebuscas en carteras, bolsos, vacía bolsillos, huchas de tus hijos, lo que sea con tal de no ir al cajero. Por cierto, la distancia que hay hasta el cajero más próximo es siempre excesiva.


3. Ir a llenar el depósito


Vas tan feliz conduciendo, rollo “me gusta conducir” y de repente suena el pitido del demonio, se enciende una luz o cualquier otro mecanismo avisador y te jode todo el placer. Empiezas a pensar que tienes que ir a echar gasolina, cuanto te durará la reserva, si lograrás llegar a casa y dejarle el muerto a otro y ya no puedes abstraerte de ese pensamiento aunque te queden 200 km de autonomía. Por cierto, ¿sabéis que el dibujito del surtidor que viene en el salpicadero indica en qué lado de vuestro coche está el depósito según tenga la manguera en uno u otro lado?. De nada.


4. Vaciar el lavaplatos.


Llenar el lavaplatos es una juerga, una fiesta, un descojone. Básicamente consiste en quitar trastos de por medio, meterlos en una máquina llenos de mierda y que un enanito los friegue y los deje limpios. ¿ No podría el enanito vaciarlo también? ¿Hay algo más coñazo que vaciar el cestillo de los cubiertos?


5. Ordenar fotos


Hace unos años creíamos que era imposible que hubiera algo más coñazo que ordenar fotos en papel, colocarlas en un álbum y guardar los negativos. Ja, qué equivocados estábamos. ¿ Cómo es ese momento en que te enfrentas a la carpeta “ Mis imágenes” con mil carpetas nombradas como meses o cosas como “ Vacaciones playa” “cumpleaños peque”, “reunión amigotes”? Es un momento de pereza suprema y decides dejarlo para otro día al mismo tiempo que te propones firmemente que a partir de ahora ordenaras las fotos nada más descargarlas.


6. Las fiestas familiares


Cumpleaños, santos, bodas, bautizos, comuniones, cualquier cosa que te colocan la peor tarde de la semana o en medio de un fin de semana en el que pretendías no hacer nada, da una pereza espantosa. Si además es de tu familia política la pereza tiende a infinito.


7. Cadenas de mails


No hablo de spam, no hablo de publicidad en la red, ni siquiera me refiero a los mails de google pidiendo tu teléfono. Hablo de esas cadenas de mails para organizar una salida de amigos, o una quedada de colegas del curro, un torneo de futbol para cuarentones, una despedida de soltera “ diferente” o la peor de todas, una cadena de mails de los padres del colegio . Ves los mails, piensas en borrarlos todos y al final dices: es la última vez que contesto.


8. Hacer maletas


Nunca se echa tanto de menos a tu madre o en su defecto un ama de llaves como en el momento en el que hay que ponerse a hacer una maleta. Enfrentarse al armario, a la decisión de qué meter y a la certeza de que hagas lo que hagas seguro que se te olvida algo da una pereza espantosa. Si además tienes que hacer maletas de hijos te planteas seriamente la posibilidad de abortar el plan vacacional.


9. Ordenar armarios o papeles


Seamos sinceros. Los tíos no ordenan armarios porque consideran que si las cosas ya están en el armario ya están ordenadas. Las tías ordenamos armarios con una compulsividad enfermiza y que no sirve para nada, pero una vez que el pensamiento “este armario hay que organizarlo” entra en tu cerebro ya no hay manera de librarse de él. Los tíos sin embargo tienen ese rayo organizativo con los “papeles”.

10. Organizar la música en el ipod/mp3/ telefonito.


Qué bonito y qué sencillo era cuando tenías los cds en la estantería y tu máxima preocupación era que no cogieran mucho polvo. Archivos y archivos y archivos de música te contemplan desde tu carpeta “ mi música”. Y eso pensando en que los tengas con su nombre y apellido, si ya los tienes nombrados “ pista 1”, “pista 2”, “pista 3”…quieres morir.


11. Esa llamada


A tu madre, a tu tía, a tu abuela, a tu amiga que ha tenido un hijo, a tu primo el que se casa, a tu amigo al que han despedido, al compañero de curro con el que quedaste en “veros”. Cualquier excusa es buena para postergar esta llamada..incluídas todas las otras cosas que vienen en esta lista de pereza.


12. Explicarle a alguien twitter


¿Twitter? Pero..¿ eso qué es? Pero ¿ todo el mundo ve lo que dices? Y ¿cómo sabes quién te lee? ¿ Y si yo solo quiero que me vea mi primo? ¿Cuando pongo la arroba? ¿ la almohadilla para qué sirve? Y ¿Qué hacéis ahí todo el día? Yo a eso no le veo la gracia…

Perezón de la muerte.

Lamentablemente hay muchas más de doce y por supuesto hay gente raruna a la que a lo mejor alguna de las que nombro no le da pereza, pero en general, estas 12 son universalmente compartidas.

Republicado de Unadocenade