Hace más de un año hablé del maravilloso proceso por el que se llega a ser Melones o Fresas.
Cuando las tías descubrimos que tenemos pechos realmente no sabemos muy bien qué hacer con ellos. Para empezar no son nuestros pechos, sino que son pechos sin más. Queremos creer que son como los de las demás y que por tanto hay que usarlos igual.
Error, esas tetas son tuyas, para siempre jamás y por suerte o por desgracia no son como las de las demás.
Lo primero que hay que hacer es conocer lo que te ha tocado. Después hay que saber qué quieres hacer con eso.
¿Quieres hacer lo que todas?
¿Quieres que lo más importante cuando alguien te vea sean tus tetas?
¿Quieres que pasen desapercibidas? O su contrario ¿quieres algo más evidente?
¿Quieres integrarlas con el todo y usarlas solo para sorprender?
Normalmente todas las tías pasan por las tres etapas. Primero quieres hacer lo que hacen todas, luego dices “parece que esto les mola a los tíos y lo mismo son importantes para ligar”, luego querrías poder prescindir de ellas o que fueran más importantes y luego alcanzas la sabiduría suprema y aprendes a integrarlas y utilizarlas sacando el máximo provecho.
Para llegar a la sabiduría suprema el camino es largo y tortuoso, para unas más largo que para otras y hay algunas que se quedan encalladas en cualquier etapa previa y no las sacas de ahí jamás.
En esta categoría de tías encalladas en posiciones digamos poco cómodas, están las que no han aprendido a valorar el tamaño. No todo es tamaño pero es bastante fundamental. Esto es tan obvio que da vergüenza, pero todos los días veo con asombro e incredulidad a tías que desconocen el volumen de lo que tienen delante debajo de sus narices.
Si la naturaleza te ha dotado de dos fabulosos melones, no puedes pretender meterlos en una camiseta/vestido/blusa pensada para acomodar fresas. No digo que sea técnicamente imposible, pero es terriblemente desasosegante ver toda esa masa comprimida en un espacio tan pequeño. Perturba pensar en tanto músculo innecesariamente apretado. Y es inevitable imaginar que si tiene ese volumen apretado...como será cuando lo liberes…una marea de masa córporea un poco desagradable.
Si por el contrario tienes fresitas, querida, no te pongas un escote palabra de honor. Es mono, es estiloso, puede ser elegante...pero no con tus tetas. Con tus tetas lo que uno piensa es: ¿tendrá escarpias en vez de pezones? Porque si no no me explico cómo sujeta eso...mmm… ¿quizás con masilla reparadora?
Siguiendo con el tamaño, el escote mesonera es solo apto para medidas estándar. Una talla excesiva con escote mesonera dan ganas de dejar la cerveza encima…y una talla digamos escurrida dan ganas de jugar a la rana.
Es importante también valorar la separación entre tetas. No es estándar. Hay gente que tiene una autopista de 3 carriles y hay gente que tiene la separación justa para que quepa lo que tiene que caber. Según sea tu canalillo tendrás unas cosas a favor y otras en contra. Con una autopista será una idea atroz ponerte un escote en V pero no tendrás sudor de canalillo. Si por el contrario tus tetas convergen formando un escote molón y con el que probablemente podrías quitarle los huesos a las aceitunas, el escote en v es tu amigo, pero te pasaras de mayo a septiembre notando el sudor corriendo entre ellas. No se puede tener todo.
Otra cuestión fundamental es saber desde donde te salen, ¿son sobaquiles o de costilla? Fundamental que no te asome teta por la sisa de la camiseta...es horrible y completamente innecesario. Si tiene que asomar por alguna parte...que sea por el escote...jamás por el sobaco.
Todos tenemos un escote ideal. Todos sabemos cómo nos molan las tetas. Pero es como todo, te pasas la vida pensando que Gerard es tu hombre ideal y de repente te encuentras suspirando por uno bajito y con poco pelo.
La naturaleza es sabia.
Hay que aprender a jugar con lo que tienes.
Al final mola.