Estoy rodeada de gente del 71. Me gusta la gente del 71 porque nacieron en un año feísimo, como yo. Un 7 y un 1...casi tan feo como 73...asi que me solidarizo con ellos. Además, resulta que casi todos los del 71 están este año con un furor conmemorativo que me mola mucho, y casi todos han decidido hacer algo para celebrar su 40 cumpleaños y lo que es mejor, me invitan.
El sábado tenía otra fiesta. En Los Molinos. De un antiguo amigo de allí. Uno de esos que conoces de toda la vida, porque en un primer momento eras amiga de su hermana, pero luego las pandillas se juntaron y además conoces a todos sus hermanos, sus primos, sus hijos…en fin...lo que viene siendo círculo social molinero donde todos estamos emparentados con todos y nuestras familias llevan siendo amigas 4 generaciones.
Podía hacer fácilmente un año o año y medio que no nos veíamos, pero me mandó un correo: “Moli, celebro mis 40 palos y me encantaría que vinierais”…este es otro que siempre siempre me llama por mi apellido. Por supuesto contesté que iría encantada y allí que nos plantamos el sábado por la noche.
Fuimos andando. Su casa está cerca de la mía y mientras iba andando por “majalastablas”, que es un camino de tierra, iba pensando en los millones de veces que he paseado por esa calle. En cuando volvía a casa a las nueve y media de la noche para llegar a tiempo de cenar, en los paseos en bici, en volver a casa dando tumbos…en fin...toda una vida pasando por ese camino.
La fiesta moló mil, claro. Fue un momento de encontronazo con mi pasado de patito feo del que salí claramente ganadora y con el ego muy fortalecido.
Aquello estaba plagado de tíos que en algún momento me parecieron susceptibles de gustarme en mi tierna adolescencia. Eran los amigos del hermano de mi amiga…tíos misteriosos, mayores y con pinta de saber lo que querían, que venían de Madrid a Los Molinos a pasar unos días, a salir de copas. No eran mis amigos de todos los días que estaban hartos de verme y yo a ellos y con los que tenías tanta confianza que no había lugar para ningún tipo de elucubración sentimental del tipo...mmm...me gusta. No. Estos eran nuevos, eran mayores, eran pilaristas y estaban a tiro…así que parecían susceptibles de ser objeto de mis fantasías sentimentales.
Exacto. Fantasías sentimentales sin más. Ellos jamás consideraron que yo encajará en el grupo de tías susceptibles de ser acosadas con sus tácticas de ligoteo…
La cuestión es que allí estaban todos…y JA…estaban fatal. Sé que es una compensación infantil, absurda y tremendamente superficial...pero 20 años después, encontrarte con alguien que te gustó y paso de ti millas, bueno...ni siquiera llego a pasar...sencillamente ni te vió y comprobar que tú estás muchísimo mejor y que AHORA si te ven...pues reconforta y hace que tu ego aletee alegremente.
Además, tus amigos de toda la vida...se ponen a cotillear contigo en plan malvados total... ¿te acuerdas de ese? Uy...si…y ¿aquel? Joder...como se ha puesto...y está calvísimo.
Y cuando estábamos sumidos en esos comentarios tan constructivos...derepente alguien dijo: “Eh...ha venido El Gato”.
Me giré, miré y no le reconocí.
El primer tío que me rompió el corazón absurdamente. El tío que me dejó en la cafetería “Chikito” de la calle Velázquez...
Allí estaba...bueno, él multiplicado por 10.
Y con acento andaluz
Y con el pelo largo...rollo Bertín Osborne.
Y esponjado.
Estaba...mmm...la palabra es...lustroso.
- Hombre...Moli…cuanto tiempo.
- Sí, mucho…unos 12 años…
- Es increíble...estás igual. - Tú no...la verdad
- ¿ves? Estas igual en todo.
- No...estoy mejor.
Fue raro sentir como la moli adolescente de 16 años se veía reconfortada en una fiesta de cuarentones, pero moló mucho.
Pasaron más cosas..pero las dejo para otro día.