
Siguiendo con mi proceso de fundición hasta mimetizarme con la funda de mi sofá…he visto en la tele un programa espantoso con el horrible título de Supercasas.
Por si no sois ingenieros y no lo sabéis hay unos documentales chupis que se llaman Superestructuras, Megaconstrucciones y apuesto a que hay otro que se llama “construcciones que te cagas” que ponen por la tele y que son muy entretenidos. Una voz en off que le pone mucha intriga al tema va contando los entresijos superemocionantes de construir una turbina, un dique o un túnel. Le pone tanta emoción que parece el Cluedo…” ¿conseguirá John y su equipo de electricistas alinear 25 km de cable antes de que el equipo de Frank comience a sellar el túnel?”….me mola hasta a mí que no sé ni lo que es una turbina.
Bueno, cualquier parecido de Supercasas con esos documentales tan emocionantes es pura coincidencia.
Supercasas es un coñazo impresionante y además en vez de aprender qué es una turbina, un dique flotante y que se puede distinguir el país dónde transcurre la acción por el tipo de casco que lleve el equipo de Ted, lo que aprendes es que la vida es injusta y que estar podrido de pasta no te exime de ser un completo merluzo.
No hay nada de emoción, no hay voz en off y tampoco sale el equipo de fontaneros de Frank con vaqueros y camisetas ajustadas.
Aún así y por los efectos sedantes de mi sofá, lo vi.
Primero de todo: no me gustan esas casas, no quiero vivir en ellas. No me apetece y además sacan lo peor de mí. Veo esos salones inmaculados con grandes paneles blancos y yo, la persona que menos amigos tiene a la hora de jugar al Pictionary desarrollo unos irrefrenables ganas de coger un pincel o un spray y ver si soy capaz de emular a Miguel Ángel o a Bansky.
Otra cosa que no entiendo, es que si estás podrido de dinero te hagas una casa exactamente igual que la del vecino. Me fascina que esa gente considere que los adosados son vulgares porque “son todos iguales”…y ellos vivan en unos adosados todos iguales…pero como cuestan 3 millones de leuros entonces no es lo mismo.
Segundo, los ricos se llevan mal con sus familias. No entiendo si no que te hagas un cuarto de estar de 300 metros cuadrados donde las posibilidades no ya de mantener una conversación con tu pareja si no simplemente de verla son nulas. Además se hacen el salón en varias alturas para que los obstáculos físicos tales como escaleras, chimeneas y demás, impidan la visión y el sonido de las voces rebote directamente sin llegar al destinatario. Tampoco parece que tengan mucho que decirse…pero ese es otro tema.
Tercero, los ricos no se tumban a ver la tele. Los sofás que salen siempre son como de consulta del dentista, para estar sentado con la espalda recta y los pies fijos en el suelo. Nada acogedor y que diga: soy tu sofá y te quiero. Los sofás que salen en esas casas sacan nuevamente mis peores instintos…me veo a mi misma con una navaja rajando el cuero ese blanquísimo con el que están hechos. Yo jamás le haría eso a mi nuevo sofá.
Cuarto, los ricos no usan cortinas, estores ni nada por el estilo. Supongo que porque como tienen fincas de varias hectáreas piensan que no les ve nadie. Bien, correcto. A mí sin embargo no me gusta, despelotarme en un dormitorio todo acristalado aunque sepa que nadie me ve, no sé, me da como pudor…y desde luego lo que me da es frío.
Quinto, los ricos no cocinan. Bien, tienen gente que cocina…pero es que en esas cocinas no apetece hacer nada. Para empezar todo está tan escondido que se debe perder una cantidad de tiempo alucinante solo para encontrar un cajón y luego además hay que aprender a abrirlo, ¿será tirando? ¿Será presionando? ¿En este lado? Vaya...ya se abre...oh...no es un cajón…es la despensa… ¿Y la nevera? ¿Dónde está? Supongo que yo acabaría lamiendo la encimera tras haber intentado abrir el grifo de diseño y haberlo dado por imposible.
Luego todo es tannnnnn blanco…que da una pereza ponerse a enguarrinar tremenda. Y luego, vale...a mi me gustan las cocinas grandes, yo tengo una cocina grande…pero si es tannnn grande que me tengo que hacer 100 metros para llegar a la nevera...pues la verdad es que pierde mucha gracia. Además a mí me gusta tener una cocina grande para poder estar trajinando en mis pucheros mientras laz princezaz comen o cenan o directamente están tiradas por el suelo jugando con las construcciones…en esas cocinas necesitaría prismáticos para vigilarlas…claro que los ricos no vigilan a sus hijos. Será por eso.
Sexto, los ricos no salen al jardín o no están en sus casas en verano. Ni una puta sombra. Mucho césped, mucha piscina infinita (¿no es cursilísimo el concepto de piscina infinita? Cursilísimo y absurdo), mucho pavimento bordeando la piscina pero ni una puta sombra. Es decir, que sales al jardín el 8 de julio en Madrid y te fríes mientras se te queman los pies con el pavimento exclusivo y se te abrasan las córneas mientras lees en la tumbona. Claro que lo mismo no leen y en la piscina infinita no se baña ni el tato.
Séptimo, ya no se estila tener lámparas encima de las mesas, al lado del sofá o encima del escritorio. Ahora lo que se lleva es una “iluminación escenográfica”: focos en lo alto que apunten estratégicamente a los distintos puntos con una luz muy de Caroline, muy blanca, de esas que parece que tienes que ir vestida con algo lánguido y largo. No me gusta. Por supuesto, se maneja todo con un mando (“la casa es domótica”, otro concepto que tiene tela).
Hay otra cosa que no me gusta de esas casas y es que siempre están a las afueras de la ciudad. Esto es cuestión de gustos, pero yo, si estuviera podrida de pasta...viviría en un ático enfrente de El Retiro y no en una urbanización por muy exclusiva que sea dónde hay que coger el coche hasta para ir al buzón.
Y por último, las chimeneas molan muchísimo. Son románticas, dan calor, el fuego es chulísimo de contemplar, el crepitar de la leña es evocador, huelen bien, se pueden asar castañas, patatas…se pueden quemar cartas de amor, puedes revolcarte en bolas (con cuidado) con otro alguien…en fin, un sinnúmero de cosas molonas.
También tienen pegas, manchan, se consume la leña, hay que comprar leña, limpiar las cenizas después de usarlas…etc. Si eres inmensamente rico estas pequeñas pegas te las soluciona otro, así que en teoría podrías lanzarte a disfrutar de las chimeneas alegremente…pues no. ¡¡ Tienen chimeneas de gas!!!!¡¡Acristaladas!!!...ni se oyen, ni suena, ni dan calor, ni huelen….pero pero pero... ¿qué mierda es esa? Claro que el suelo de mármol travertino tampoco invita nada a revolcarse en bolas…
Pues eso, que esas casas no me gustan. La casa que me gusta a mí, es la que está en este post.