
Caminaba por la calle mirándose sus preciosos pies pensando: no te acojones, no te acojones, no te acojones. No pasa nada. No hay dolor.
Aún así, según se iba a acercando notaba como empezaba a sudar más y más y como sus pasos se iban haciendo más lentos. Se encontró pensando como en el colegio, “lo mismo llego y han cerrado”, “a lo mejor se me ha olvidado algún papel”....Por fin, se plantó en la puerta.
Aún así, según se iba a acercando notaba como empezaba a sudar más y más y como sus pasos se iban haciendo más lentos. Se encontró pensando como en el colegio, “lo mismo llego y han cerrado”, “a lo mejor se me ha olvidado algún papel”....Por fin, se plantó en la puerta.
Valor y al toro.
Odiaba ese sitio. Un vestíbulo con unas amables señoritas que te atienden mientras mascan chicle y toquetean su ordenador: nombre, fecha de nacimiento, firme aquí...siéntese a esperar. Se sentó y sacó el libro que estaba leyendo: Shakespeare de Bill Bryson..Mola Bryson..cuenta historietas y las cuenta bien..y no es fácil.
- Ya puede pasar.
Mierda, casi no le había dado tiempo a mentalizarse, sabía lo que venía ahora. El pasillo blanco larguísimo con puertas a los lados y una misteriosa puerta naranja al fondo del todo, muy al fondo. Las puertas buenas estaban a la derecha. Las malas a la izquierda..Ya lo sabía. Ahora venía la peor parte... ¿quién le tocaría? Tenía dos opciones, una mala y la otra peor. No sabía cual sería la de este año, no recordaba cual había sido el pasado, pero la verdad es que daba igual. Pasó por delante de la opción mala: Inga, la doctora ordeñadora, una especie de matrona de las SS con la pinta de Ofelia la de Mortadelo y Filemón. ¡¡ Mierda!!..Le había tocado otra vez Klaus, el doctor muerte.
“No hay dolor, no hay dolor, no hay dolor. En un rato habrás salido y te vas de barbacoa y gintonics”
Allí estaba Klaus, vestido de blanco. Aséptico, rubio, con esos ojos azules que te traspasan y toda su mala leche acumulada. Ella sospechaba que su mala leche era congénita pero pensaba que a esas horas de la tarde había acumulado unas cuantas toneladas más después de haber estado currando en ese pasillo infernal.
Como siempre, no la miró ni un segundo mientras aporreaba el ordenador.
Nombre.
Edad.
Y aquí ella cometió el primer error. Sin saber cómo se encontró mintiendo. Siempre le parecía absurdo que le preguntaran la edad, joder..tenía su ficha delante..pues tenía un año más que el año pasado. No era tan difícil. Este año sin embargo sin saber cómo se encontró diciendo: 34….solo para ver si Klaus comprobaba la ficha o directamente pasaba, además eso la sumió en un nanosegundo en una espiral de pensamientos laterales. Joder, si no se daba cuenta de que había mentido la edad era que pasaba de todo..Y si pasaba de todo... ¿quería decir que se tomaba a chufla las pruebas? ¿ Y si tenía algo y Klaus había pasado millas??...joder, joder, joder…
Perdón…quería decir 37…un lapsus.
Se sujetó a la silla para no caer fulminada por la mirada glacial de Klaus. Además de cabrón, sin sentido del humor.
Salió con Klaus otra vez al pasillo que siempre le provocaba pánico.
- Esta es su cabina. Desnúdese de cintura para arriba. Y espere hasta que oiga su nombre.
Bien. Este año había venido preparada, pantalones y camiseta. El año anterior vino con vestido y se dio cuenta de la mala idea que era, cuando comprobó que batita azul transparente que te daban le llegaba un pelín más abajo del culo. Este año por lo menos traía vaqueros. Se sintió un poco mejor.
Justo en ese momento, le sonó el móvil. Miró, esperando que fuera una llamada que la reconfortara: mierda, era del despacho. Tenía que cogerlo.
Hola...si soy yo.
Odiaba ese sitio. Un vestíbulo con unas amables señoritas que te atienden mientras mascan chicle y toquetean su ordenador: nombre, fecha de nacimiento, firme aquí...siéntese a esperar. Se sentó y sacó el libro que estaba leyendo: Shakespeare de Bill Bryson..Mola Bryson..cuenta historietas y las cuenta bien..y no es fácil.
- Ya puede pasar.
Mierda, casi no le había dado tiempo a mentalizarse, sabía lo que venía ahora. El pasillo blanco larguísimo con puertas a los lados y una misteriosa puerta naranja al fondo del todo, muy al fondo. Las puertas buenas estaban a la derecha. Las malas a la izquierda..Ya lo sabía. Ahora venía la peor parte... ¿quién le tocaría? Tenía dos opciones, una mala y la otra peor. No sabía cual sería la de este año, no recordaba cual había sido el pasado, pero la verdad es que daba igual. Pasó por delante de la opción mala: Inga, la doctora ordeñadora, una especie de matrona de las SS con la pinta de Ofelia la de Mortadelo y Filemón. ¡¡ Mierda!!..Le había tocado otra vez Klaus, el doctor muerte.
“No hay dolor, no hay dolor, no hay dolor. En un rato habrás salido y te vas de barbacoa y gintonics”
Allí estaba Klaus, vestido de blanco. Aséptico, rubio, con esos ojos azules que te traspasan y toda su mala leche acumulada. Ella sospechaba que su mala leche era congénita pero pensaba que a esas horas de la tarde había acumulado unas cuantas toneladas más después de haber estado currando en ese pasillo infernal.
Como siempre, no la miró ni un segundo mientras aporreaba el ordenador.
Nombre.
Edad.
Y aquí ella cometió el primer error. Sin saber cómo se encontró mintiendo. Siempre le parecía absurdo que le preguntaran la edad, joder..tenía su ficha delante..pues tenía un año más que el año pasado. No era tan difícil. Este año sin embargo sin saber cómo se encontró diciendo: 34….solo para ver si Klaus comprobaba la ficha o directamente pasaba, además eso la sumió en un nanosegundo en una espiral de pensamientos laterales. Joder, si no se daba cuenta de que había mentido la edad era que pasaba de todo..Y si pasaba de todo... ¿quería decir que se tomaba a chufla las pruebas? ¿ Y si tenía algo y Klaus había pasado millas??...joder, joder, joder…
Perdón…quería decir 37…un lapsus.
Se sujetó a la silla para no caer fulminada por la mirada glacial de Klaus. Además de cabrón, sin sentido del humor.
Salió con Klaus otra vez al pasillo que siempre le provocaba pánico.
- Esta es su cabina. Desnúdese de cintura para arriba. Y espere hasta que oiga su nombre.
Bien. Este año había venido preparada, pantalones y camiseta. El año anterior vino con vestido y se dio cuenta de la mala idea que era, cuando comprobó que batita azul transparente que te daban le llegaba un pelín más abajo del culo. Este año por lo menos traía vaqueros. Se sintió un poco mejor.
Justo en ese momento, le sonó el móvil. Miró, esperando que fuera una llamada que la reconfortara: mierda, era del despacho. Tenía que cogerlo.
Hola...si soy yo.
Se miró en el espejo, todo alrededor era blanco, su camiseta colgada de la percha y ella vestida con la bata transparente y el móvil en la mano hablando con su jefe. ¿Podía haber algo más surrealista?
- Ok. Lo cambio todo. Sin problemas, son las 8 y media…estaba todo organizado, pero vale.
Estaba distraída con esto cuando se abrió la puerta y vio a Klaus con cara de “pormenosdeestohemtadogente”.
- Te estoy llamando.
- Perdón, es que era urgente.
- Ven conmigo.
La tortura no había hecho más que empezar. Ahora venía la parte en la que Klaus disfruta del dolor ajeno..Básicamente le tocaba disfrutar del dolor de ella.
- Cuelga la bata. Pon los pies así. Levanta la barbilla, el brazo por aquí, retira el otro pecho. No respires.
- Ayyyyyy
- HE DICHO NO RESPIRES.
Tu puta madre Klaus, me estaS destrozando. Miraba hacia abajo y veía sus pobres pechos aplastados hasta parecer láminas, a Klaus le daba igual, claro. Es más, veía en su mirada glacial que si por él fuera apretaría aún más. No había que quejarse. NO hay dolor, no hay dolor. Piensa en gintonics, piensa en farra, piensa en risas.
- Ya puedes salir. Espera en la cabina hasta que te llamemos.
Ja. Parecía fácil. Salió al pasillo y comprobó con horror que no tenía ni pajolera idea de cuál era su cabina…¡¡había 8!! Y suponía que todas llenas de tías asustadas como ella. Mmmm… ¿qué hacer? Quedarse en el pasillo paseando con la batita transparente rezando para que ni Inga ni Klaus aparecieran no era la mejor opción, así que opto por probar en cualquier cabina...había 8…solo se podía equivocar 7 veces siempre que consiguiera memorizar cuales había probado y cuales no.
- Uy..perdón…Es que no sé cuál es la mía.
- Uy…vaya perdona. Esta tampoco.
- Mierda...esas no son mis cosas…¡ah si!...coño...si son. Aquí es, joder con los nervios, no reconozco ni mi bolso.
Esta vez estuvo atenta y en cuanto oyó vocear su nombre a Klaus salió pitando de la cabina. No quería que se molestara más, ahora venía la parte en la que se tumbaba en la camilla, le echaban el gel congelado y con los brazos en la nuca tenía que asistir impertérrita al sobeteo de Klaus y su ecógrafo.
Klaus miraba sin pestañear el monitor mientras con total indiferencia movía el aparato como si en vez de mirar a través de él quisiera clavárselo en el corazón. Sabía que quejarse era mala idea..pero el muy cabrón de Klaus le estaba haciendo polvo. Entendía que a él sus pechos le dieran igual...en lo que llevaba de tarde debía haber visto 30 pares, pero para ella eran importantes...jo...hasta les había comprado un sujetador especial para correr…¡¡Klaus no me los jodas!!”...murmuró por lo bajo.
Por fin terminó la tortura. Klaus se levantó, abrió la puerta y mientras se marchaba dijo:
- Límpiate. Te vistes y te vas.
Le faltó decir: no quiero volver a verte por aquí en mi vida….
Mierda..¿En qué cabina estaba?? Joder..Había olvidado mirar el número otra vez. Menos mal que estaba vez, las opciones eran menores...varias tenían las puertas abiertas, asi que solo se equivocó una vez, la parte mala era que fue con una tía a la que ya había pillado antes y que no estaba receptiva a su falta de retentiva numérica.
- ¿SE PUEDE SABER PORQUE NO TE VAS A TU CABINA??
- Perdón, perdón.
La 8. La suya era la 8. Entró, se quitó la bata transparente, se vistió y comprobó que tenía 8 llamadas perdidas en el móvil...fabuloso. Se asomó al pasillo, y enfiló hacia la puerta, rogando por no encontrarse con Klaus…recorrió el pasillo con prisa...casi corriendo...hasta alcanzar la puerta de salida...
¡¡¡Lo había logrado!!Un año más, y casi sin ansiedad, solo tuvo que comprarse una palmera de chocolate en la panadería de al lado para conseguir tranquilizarse….
…y unos cuantos gintonics..pero esa es otra historia.
Parte de carrera: de 5 días he salido a correr 4. Hoy salgo por Los Molinos. Ayer me atacó un perro, esto va a dar tema.