
Nadie reconocía que no tenía ni idea de qué iba aquello, y que visto desde fuera no se sabía muy bien dónde podía estar la gracia, pero daba igual. No eras nadie si no te enrrollabas con alguien. Yo, por supuesto, no era nadie.
El tema ligue siempre se me ha dado de angustia. Cómo no me callo ni debajo del agua, soy capaz de arruinar el instante preciso antes de besar a alguien, básicamente porque no me he enterado, estoy largando y lo siguiente que tengo en la cabeza es: ¡¡tengo una lengua en la boca!!. Luego ya me centro y muy bien, no he tenido quejas, pero no sirvo para apreciar el supuesto momento mágico en el que dices: él y yo l..juntos, por fin, qué emoción!. En ese espectacular impasse yo suelo estar rajando sin contemplaciones sobre cualquier tema poco adecuado, como por ejemplo: mi madre. No tengo precio destrozando momentos. Puedo recordar varios encontronazos en los que me encontré, sin esperármelo, con un compañero de besos.
Pasada la fase intercambio de besos venía el momento: ¿ querrá repetir? ¿ me llamará? ¿ esto quiere decir qué estamos saliendo? En mi caso, la respuesta a las 3 preguntas siempre era: No, No y tampoco.
Cuando ya era joven, alegre y despreocupada mi técnica mejoró bastante. Veía venir el momento, pero descubrí que era más divertido desconcentrar al otro con cháchara intrascendente, en lugar de poner cara de cordero degollado y ojitos de: bésame por lo qué más quieras. Además me daba igual que me llamaran, o que quisieran repetir, yo no quería salir con ellos así que todo marchaba sobre ruedas.
En general los besos molan. Les damos más trascendencia de la que tienen, sobre todo las tías. “ Me besó cerca de los labios”, “ me dio un beso como especial”, me miró a los ojos antes” y cosas de esas. Chorradas. Porque si un tío te quiere dar un morreo te lo da, no hila tan fino como para pensar “le voy a dar un beso cerca de la comisura de los labios y así ella pensará que quiero algo, se irá a casa y llamará a sus amigas y para la próxima vez estará preparada”. Si un tío quiere enrollarse contigo no se anda con rodeos.
Hay besos que no molan: los que te da la vecina en el ascensor cuando eres canijo, los de las profesoras del colegio ( a lo mejor ahora no se dan porque es acoso…mmm..no sé). Yo no soporto el exceso de besuqueo de saludo. Estás todo el día con los de tu curro, con los que obviamente no te besas, quedas por la tarde para tomar cañas y cuando llegas la gente se besa. ¿Por qué? ¿Qué necesidad hay? Yo paso.
Hay otros que no molan, los que te dan de despedida y no sabes qué son de despedida.
Los que se dan por compasión, “ bueno, venga..total…no pasa nada”, luego te marchas, y dejas al otro hecho polvo porque lo que para ti no ha sido nada, para el otro ha significado un mundo.
Luego hay besos que no son importantes si te los dan, pero si no te los dan hay que preocuparse: el de llegar a casa, el de buenas noches o el de las 6 de la mañana. Ilusión no hacen, pero cómo no te los den, algo anda mal.
Y luego está el beso imán y el beso pez, pero como esto es un blog, no se pueden enseñar. Se siente.